Termina el año del perro (según el horóscopo chino) y resumir los sucesos que ocurrieron es difícil, pero intentemos hacer este intento, concentrándonos en Japón. Empecemos por la política. Sin duda, el cambio más trascendental del 2006 fue la alternancia. En septiembre, Jun’ichiro Koizumi deja el poder y se los transfiere a un “joven”: Shinzo Abe. Para algunos fue sólo una transmutación de mandos, ya que el mismo partido sigue gobernando, pero no es tan simple.
Koizumi mantuvo una postura “reformadora” y un estilo que las masas podían comprender. Dicho en otras palabras, Koizumi desarrolló un “populismo” que hizo que la “aburrida” política se volviera en una tragicomedia “interesante” (no tan “divertida” y surreal como Foxilandia). Estas características contrastan con lo que ha sido Abe. En sus dos meses de gobierno, no ha podido transmitir una confianza (algo similar a Calderón, aunque en un contexto distinto). Su actitud titubeante hacia la aprobación del regreso de los diputados conservadores que expulsó Koizumi durante las elecciones de 2005, así como su incapacidad para controlar las pugnas de los grupos de intereses de su partido han hecho pensar que no habrán cambios. Inclusive, existe el temor entre muchos miembros del PLD de que pueden perder las elecciones de la Cámara Alta, programadas para el verano de 2007. En suma, el 2006 culmina un estilo “reformador” y resucita la “vieja guardia” que ha dominado la política de la posguerra.
Por lo que toca al deporte, Japón cosechó muchos fracasos. Por ejemplo, en los pasados juegos asiáticos de Doha, realizados en este mes, Japón es superado ampliamente por China y la República de Corea. Esto es algo paradójico para un país que es considerado como la primera economía de Asia. El inmenso capital deportivo de China, la tenacidad y el fuerte nacionalismo coreano superaron, finalmente, a un país que sufre un decrecimiento poblacional y que sus jóvenes están cada vez está más débiles en la parte física (aunque probablemente la educación física de las escuelas japoneses, supere mucho mejor que la que se imparte en México).
Otro fracaso deportivo es, sin duda, la participación de la selección en el Mundial de fútbol 2006. Después de haber cosechado un enorme paso en el 2002, la prensa especulaba que Japón volvería a mejorar ese resultado. Para emprender ese objetivo, se eligió al legendario Zico. Pero la incapacidad del brasileño, quien nunca había dirigido un equipo, así como su rechazo de incorporar a los jóvenes, junto a las evidentes carencias técnicas de sus jugadores destruyeron el sueño. Las dos derrotas frente a Australia y Brasil y el empate con Croacia hicieron de Japón el hazmerreír del torneo. Y confirma una de las reglas más comunes: los grandes jugadores no son buenos técnicos (algo que esperamos Hugo Sánchez no lo sea).
Pero no todo fue un fracaso. En marzo, Japón gana el Clásico Mundial de Béisbol, derrotando a Cuba, equipo no habían podido vencer en competencias oficiales, aunque el camino no fue fácil. En la serie jugada en Japón, el equipo dirigido por Sadahuru Oh (el hombre que ha pegado el número mayor de cuadrangulares en la historia mundial) pierde contra la República de Corea y en la segunda ronda es superado por Estados Unidos y de nuevo por Corea. De hecho, sólo le gana al equipo mexicano, gracias al excelente picheo de Daisuke Matsuzaka. Esto anunciaba un fracaso, pero gracias a que el equipo mexicano vence a los Estados Unidos, Japón pasa.
En las semifinales, vuelve a encontrarse con Corea e Ichiro Suzuki, principal estrella japonesa, comenta que Japón no puede perder de nuevo frente a un equipo como el coreano. Esta insinuación nacionalista y totalmente despectiva, provocó un ambiente tenso. Finalmente, Japón triunfa y posteriormente se corona campeón. Por cierto, en este torneo, Matsuzaka es nombrado como el Jugador más valioso y esto fue un elemento a su favor para que este año, las Medias Rojas de Boston le ofrecieran un contrato de 52 millones de dólares durante 6 años (cifra record para un jugador japonés).
Seguir recapitulando sería imposible. A guisa de conclusión quisiera decir que el 2006 significó, sin duda, una redefinición de los elementos más importantes de Japón como son la política y el béisbol, pero hubo más tristezas que proezas para un país que mantiene una deuda interna inmensa y un deterioro real de la distribución del ingreso, además de que está indefenso frente a las travesuras nucleares de Kim Jong Il. Esperemos que el 2007, el año del jabalí, le depare un mejor escenario a este país.