12/27/2006

Adiós al año del perro

(Artículo publicado en Diario Monitor, 26 de diciembre de 2006)

Termina el año del perro (según el horóscopo chino) y resumir los sucesos que ocurrieron es difícil, pero intentemos hacer este intento, concentrándonos en Japón. Empecemos por la política. Sin duda, el cambio más trascendental del 2006 fue la alternancia. En septiembre, Jun’ichiro Koizumi deja el poder y se los transfiere a un “joven”: Shinzo Abe. Para algunos fue sólo una transmutación de mandos, ya que el mismo partido sigue gobernando, pero no es tan simple.

Koizumi mantuvo una postura “reformadora” y un estilo que las masas podían comprender. Dicho en otras palabras, Koizumi desarrolló un “populismo” que hizo que la “aburrida” política se volviera en una tragicomedia “interesante” (no tan “divertida” y surreal como Foxilandia). Estas características contrastan con lo que ha sido Abe. En sus dos meses de gobierno, no ha podido transmitir una confianza (algo similar a Calderón, aunque en un contexto distinto). Su actitud titubeante hacia la aprobación del regreso de los diputados conservadores que expulsó Koizumi durante las elecciones de 2005, así como su incapacidad para controlar las pugnas de los grupos de intereses de su partido han hecho pensar que no habrán cambios. Inclusive, existe el temor entre muchos miembros del PLD de que pueden perder las elecciones de la Cámara Alta, programadas para el verano de 2007. En suma, el 2006 culmina un estilo “reformador” y resucita la “vieja guardia” que ha dominado la política de la posguerra.

Por lo que toca al deporte, Japón cosechó muchos fracasos. Por ejemplo, en los pasados juegos asiáticos de Doha, realizados en este mes, Japón es superado ampliamente por China y la República de Corea. Esto es algo paradójico para un país que es considerado como la primera economía de Asia. El inmenso capital deportivo de China, la tenacidad y el fuerte nacionalismo coreano superaron, finalmente, a un país que sufre un decrecimiento poblacional y que sus jóvenes están cada vez está más débiles en la parte física (aunque probablemente la educación física de las escuelas japoneses, supere mucho mejor que la que se imparte en México).

Otro fracaso deportivo es, sin duda, la participación de la selección en el Mundial de fútbol 2006. Después de haber cosechado un enorme paso en el 2002, la prensa especulaba que Japón volvería a mejorar ese resultado. Para emprender ese objetivo, se eligió al legendario Zico. Pero la incapacidad del brasileño, quien nunca había dirigido un equipo, así como su rechazo de incorporar a los jóvenes, junto a las evidentes carencias técnicas de sus jugadores destruyeron el sueño. Las dos derrotas frente a Australia y Brasil y el empate con Croacia hicieron de Japón el hazmerreír del torneo. Y confirma una de las reglas más comunes: los grandes jugadores no son buenos técnicos (algo que esperamos Hugo Sánchez no lo sea).

Pero no todo fue un fracaso. En marzo, Japón gana el Clásico Mundial de Béisbol, derrotando a Cuba, equipo no habían podido vencer en competencias oficiales, aunque el camino no fue fácil. En la serie jugada en Japón, el equipo dirigido por Sadahuru Oh (el hombre que ha pegado el número mayor de cuadrangulares en la historia mundial) pierde contra la República de Corea y en la segunda ronda es superado por Estados Unidos y de nuevo por Corea. De hecho, sólo le gana al equipo mexicano, gracias al excelente picheo de Daisuke Matsuzaka. Esto anunciaba un fracaso, pero gracias a que el equipo mexicano vence a los Estados Unidos, Japón pasa.

En las semifinales, vuelve a encontrarse con Corea e Ichiro Suzuki, principal estrella japonesa, comenta que Japón no puede perder de nuevo frente a un equipo como el coreano. Esta insinuación nacionalista y totalmente despectiva, provocó un ambiente tenso. Finalmente, Japón triunfa y posteriormente se corona campeón. Por cierto, en este torneo, Matsuzaka es nombrado como el Jugador más valioso y esto fue un elemento a su favor para que este año, las Medias Rojas de Boston le ofrecieran un contrato de 52 millones de dólares durante 6 años (cifra record para un jugador japonés).

Seguir recapitulando sería imposible. A guisa de conclusión quisiera decir que el 2006 significó, sin duda, una redefinición de los elementos más importantes de Japón como son la política y el béisbol, pero hubo más tristezas que proezas para un país que mantiene una deuda interna inmensa y un deterioro real de la distribución del ingreso, además de que está indefenso frente a las travesuras nucleares de Kim Jong Il. Esperemos que el 2007, el año del jabalí, le depare un mejor escenario a este país.

12/20/2006

Iojima: la batalla de dos mundos

(texto publicaso en diario monitor el 19 de diciembre de 2006)

El pasado 9 de diciembre se estrenó, Letters from Iwojima (2006), cinta dirigida por Clint Eastwood y producida por Steven Spielberg. Esta película retrata la “visión japonesa” de la Batalla de Iojima (Iwojima en inglés), en donde pierden desastrosamente los japoneses. Asimismo, es el alter ego de The Flag of Our Fathers (2006), cinta producida por la misma mancuerna, que pone la “visión estadounidense” de la misma batalla.

La película llamó la atención de muchos. Primero, su calidad ha convencido a los críticos de que se llevará los principales premios de la academia el próximo año. De igual manera, acaparó el interés del publico de Japón, ya que está totalmente hablada en japonés. Esto es algo inusual en Hollywood e hizo que la gente se estremeciera con mayor fuerza frente al drama que tiene que vivir el teniente general Tadamichi Kuribayashi (Ken Watanabe). Especialmente, la visión humana que muestra Kuribayashi (algo poco común en la mayoría de los militares que se han retratado en el cine) le dio un sabor distinto a la película.

Finalmente, el tema que trata, la humillante derrota, trajo una nueva reflexión sobre la guerra, así como del nuevo nacionalismo. Es interesante, pero Eastwood ha conseguido golpear uno de los flancos más vulnerables del primer ministro Abe quien ha buscado “resucitar” un nacionalismo, recurriendo a una “amnesia” de los errores del pasado, entre ellos negar la legitimidad de los juicios de Tokio.

Para no contar más sobre esta cinta, considero que Letters from Iwojima supera por mucho a su contraparte estadounidense. El elenco es de lo mejor que ahí en Japón y logra retratar claramente que el enemigo que estaban enfrentado los japoneses no era seres cobardes como los caricaturizaron los mandos “fascistas” de Tokio. Empero, pese a este logro, hay varios puntos que quedan sueltos que hay que resaltar.

Desde un punto de vista histórico, la película no muestra la importancia de Batalla de Iojima. El combate terrestre que se da en la pequeña isla ubicada a 1200 km del sur de Tokio, es una de las primeras (y en estricto sentido de las pocas) incursiones de los marines a territorio japonés. A diferencia de la Alemania Nazi, que sufre la invasión de los aliados hasta ser totalmente sometida. Japón logra salvarse de una dura batalla terrestre. De hecho, sólo tuvo la invasión en Okinawa y en las Kuriles (por tropas soviéticas). Y de acuerdo a la visión convencional, no se dan más combates debido al lanzamiento de las bombas atómicas. En este sentido, el drama humano que se muestra en la cinta de Eastwood olvida el simbolismo de Iojima. No explica que es la primera invasión de un enemigo extranjero a territorio japonés de manera exitosa.

Ahora bien, esto no implica que la película obvie la historia. Retrata de manera clara que la batalla no fue fácil. Los estadounidense calculaban que la isla caería en 5 días, ya que sólo había 22 mil hombres ahí . Y esa cantidad no sería suficiente para superar a los 110 mil marines que atacarían la isla. Pero la batalla se prolonga 35 días, gracias a la estrategia que emprende Kuribayashi. Finalmente, mueren 21 mil japoneses y 6 mil estadounidense. Posteriormente, después de 1945, Washington coloca una base ahí, y luego plataformas nucleares. Y es hasta 1968, cuando Iojima regresa a soberanía japonesa.

Otro punto que también falta y es más importante, es que si bien la película está basada en las cartas de Kuribayashi y demás oficiales que se encontraron en la isla. El guión no fue escrito por los japoneses. Esto le resta credibilidad al slogan de que es la visión japonesa. De hecho, hasta la fecha no ha sido retratada esta batalla por los japoneses y en general existe una reticencia a retratar sucesos humillantes o embarazosos como el papel que tuvo el Emperador Showa en la guerra. Por ejemplo, sólo los extranjeros como el director ruso Aleksandr Sokurov, quien produjo en 2005, El Sol (cinta que narra la vida de Hirohito días antes y después de la rendición), han podido retomar estos temas

A lo mejor aún es muy difcíl que los japoneses puedan retratar una “verdadera” vision sobre la guerra. De hecho, los alemanas lo intentaron en 2005 con la película La caída, en donde se personifica a Hitler. Parece que los alemanes siempre les llevan la ventaja. Como comentario final, pese a todos los descuidos, considero que Letters from Iwojima es una excelente cinta. Y como lo mencionó Ken Watanabe: “debemos entender que dentro de nuestros ancenstros hubo personas como Kuribayashi y su vision humana debe ser la principal lección de Iojima.”

12/12/2006

Japón y las bases estadounidenses

(Texto publicado en Diario Monitor, 12 de diciembre de 2006)

Hace unas semanas compré una cámara llamada Holga. Es de fabricación china, sumamente rudimentaria y va en contra de la digitalización que ha invadido el mercado japonés. Así, decidí probarla, tomando fotos de algunos sitios interesantes donde vivo: Fuchu. Este lugar tiene una larga historia, pero como ciudad tiene poco tiempo (en 1954 logra este estatus). Está ubicada en el oeste de Tokio y tiene una población de 240 mil habitantes. En su interior alberga las fábricas de la NEC, la Toshiba y la Cervecería Suntory, así como un hipódromo, una penitenciaría y centros de enseñanza superior.

Por tanto, encontrar un lugar interesante para fotografiar es difícil. Empero, descubrí que cerca de mi casa está ubicada un lugar curioso: las ruinas de una base del ejército estadounidense (1945-1973). Esta información me sorprendió mucho. No porque hayan existido unas bases en esta zona. De hecho, actualmente, están las de las fuerzas de autodefensa aéreas. Lo que me desconcertó es que los estadounidenses estuvieran estacionados hasta 1973. En lo personal, siempre pensé que ese tipo de problemas estaban asociados a Okinawa, Sasebo y Yokosuka, donde se encuentran la mayor parte de las fuerzas extranjeras.

Ahora bien, antes de explicar lo que pasó, es pertinente esbozar algunos datos. Después de que el Emperador Showa (Hirohito) declara la rendición incondicional, el 15 de agosto de 1945, el archipiélago es ocupado por las fuerzas inglesas, australianas y estadounidenses, siendo las últimas las que quedarían estacionadas por tiempo indefinido. En los primero meses, los estadounidenses reparten vivieres a los civiles, mientras desmantelan al ejército imperial. Según los testimonios de el época, no recibieron el repudio de la población civil como ocurrió en Irak.

Sin embargo, la presencia de los estadounidense se prolonga y después de que Japón firma los Tratados de San Francisco en 1951; Tokio y Washington suscriben un acuerdo de alianza en donde Estados Unidos se compromete a proteger la soberanía de Japón, ya que este país por cuestiones constitucionales no tiene el derecho a la beligerancia. El número de militares no ha disminuido y se calcula que actualmente hay 36 mil efectivos. Esta cifra representa el 7.6% de las fuerzas estadounidense que están en el exterior, aunque sigue siendo un número menor a la que hay en Irak (31.3%) y Alemania (14.2%)

Una vez hecha esta aclaración pasemos al caso de Fuchu. La historia de la base comienza en 1939, cuando el ejército Imperial crea un centro para abastecer de combustible a su tropas. Posteriormente, los estadounidenses deciden colocar una base en el mismo lugar, la cual compartiría con las fuerzas aéreas japonesas. Empero, en 1964, justo cuando se decide utilizar las viviendas de los militares estadounidenses de Yoyogi para hacer la Villa Olímpica, una parte que vivían ahí son trasladados a Fuchu. Esto trae el repudio de los ciudadanos, ya que aumenta la circulación de las tropas y el sonido de los helicópteros se vuelve insoportable. Finalmente, en 1973 Estados Unidos devuelven las instalaciones y el gobierno japonés las abandona por completo, aunque las antenas parabólicas que fueron instaladas ahí quedaron intactas.

Existe el rumor de que aún siguen funcionando. Independientemente de esto, no cabe duda de que es un lugar interesante para fotografiar, pero uno no puede olivar que su interior resguarda un pasado tétrico y el abuso. ¿Por qué? No sabemos qué tipo de cosas hacían ahí los militares. Probablemente, como en los lugares donde aún hay bases, muchas personas fueron molestadas por los marines. De hecho, en las zonas donde aún hay bases, el sonido de los aviones es insoportable y las jóvenes son susceptible a violaciones (cuando hacen un crimen los militares no son susceptibles a las leyes japonesas). A esto hay que añadir la inevitable dependencia económica. En este sentido, Fuchu se salvó.

Para muchos en Asia, los japoneses se merecen esas arbitrariedades, pero no creo que el asunto vaya por ahí. Entonces qué solución existe. La derecha argumenta que si se quita la cláusula pacifista se irán las bases de Japón. Por otro lado, la izquierda dice que si se elimina el Tratado de Alianza con Estados Unidos y se apega a la constitución pacifista, el problemas de las bases se elimina. Las dos opciones se ven lejanas y parece que no hay puntos intermedios. Por tanto, a los japoneses no les quedará de otra que aguantar las arbitrariedades de Washington, dando anualmente cantidades excesivas de dinero para mantener las bases y lo peor: dejar a la población civil a merced de un ejército abusivo.

12/05/2006

Shnizo Abe: a cambiar la historia

(Texto publicado en Diario Monitor, 5 de diciembre de 2006)

Una extraña “maldición” ha perseguido a los mandatarios de la posguerra. Los gobernantes que suceden a largas administraciones, no aguantan mucho tiempo en el poder. Por ejemplo, Ichiro Hatoyama (1954-1957), quien reemplaza a Shigeru Yoshida (1948-1954), tiene una estadía corta en el gobierno. De igual manera, Kakuei Tanaka (1972-1974), quien sucede a Eisaku Sato (1964-1972), se mantiene sólo 2 años en el poder. Finalmente, Noboru Takeshita (1987-1989), sucesor de Yasuhiro Nakasone (1982-1987) no logra trascender.

  Para los que estamos acostumbrados a que los gobiernos duren 6 años, esta situación resulta “exótico”. De hecho, han habido gobiernos que han durado menos, como el de Tsutomu Hata (64 días) o el de Sosuke Uno (69 días). No es una situación para alarmarse. Es una característica común de los parlamentarismos. Empero, el caso japonés es “diferente, ya que una misma organización ha gobernado siempre.

Ahora bien, las causas de esta “maldición” no han sido analizados de manera sistemática. Finalmente, para muchos no importa quién gobierne, ya que el PLD siempre está en el poder. Esta situación es lo mismo que aconteció en México durante la hegemonía del PRI (y quién sabe a lo mejor se dé ahora una del PAN). Pero regresando el argumento al caso de Japón, hay algunas elementos comunes.

En primer lugar, los gobernantes que suceden a los largos gobiernos, tienden a enfrentar la sobra de su antecesor, especialmente su legado. De hecho, Yoshida, Sato y Nakasone fueron líderes carismáticos que entregaron resultados importantes (el Tratado de Paz de San Francisco, el principio antinuclear y la reforma neoliberal). Así, los nuevos mandatarios suelen enfrentar un legado insuperable y tienden a fracasar al tratar de superarlo. Hatoyama, por ejemplo, no logra cambiar la Constitución pacifista que impulsa Yoshida. De igual manera, Tanaka no puede crear un esquema alternativo de crecimiento. Asimismo, la reforma neoliberal de Takeshita, especialmente la impositiva, resulta un fiasco.

Otro punto que comparten los nuevos mandatarios es, que los gobiernos de larga duración que los anteceden, tienden a aprisionar a muchos intereses y cuando ocurre la sucesión, la “Caja de Pandora” se abre sacando a los “demonios”, siendo la corrupción el más importante. Esto se puede observar claramente en los gobiernos de Tanaka y Takeshita, probablemente los gobernantes más corruptos que ha tenido Japón.

Un último punto es que los nuevos mandatarios suelen enfrentar cambios importantes dentro del sistema internacional que los obliga a replantear la política exterior y por tanto, no pueden implementar las políticas que desean. Por ejemplo, Tanaka enfrenta el regreso de China al sistema internacional y la Crisis del Petróleo, así como el “declive” de la hegemonía de Estados Unidos en el Asia-Pacífico. Por su parte, Takeshita tiene que lidiar con el fin de la Guerra fría y el reordenamiento económico que trajo el desarrollo acelerado de sus vecinos.

En suma, los nuevos mandatarios que suceden a largos gobiernos están expuesto a demasiados retos, lo cual aumenta la probabilidad de que sus gobiernos sean cortos. Ahora bien, por qué menciono esto. La situación que vive el actual primer ministro Abe, aunque con sus diferencias, tiene muchas similitudes con los gobiernos de Hatoyama, Tanaka y Takeshita.

Hay que recordar que su antecesor, Jun’ichiro Koizumi (2001-2006) logró mantener un gobierno de 5 años, bajo un lema reformador y un fuerte carisma, aunque con entreguismo hacia Estados Unidos y un nacionalismo irresponsable. Ante esto, Abe ha planteado un proyecto distinto, pero difícil de aplicar en la realidad. Dicho de otra manera, enfrenta de nuevo a la “maldición”. Tiene que derrotar al fantasma de un gobierno que hizo recuperar la economía, pero con un alto costo social: la desigualdad. Tiene un enemigo extraño que es Norcorea, una China que ahora es el primer socio comercial de Japón y un gobierno republicano en Washington sumergido en una crisis.

Es demasiado precipitado decir qué le esperará a Abe, mucho menos predecir su salida, pero parece que como el gris Calderón, el legado de su antecesor es tan grande que no se ve por dónde pueda salir de esta situación. Por ahora, los índices de apoyo siguen estando en 50, pero son menores que en octubre, cuando eran de casi 70. Y si no hay medidas que mejoren la política social, no se ve un buen futuro para Abe, Los japoneses quieren la garantía de que tendrán una situación más equitativa en su vida futura. Una aspiración, por cierto, que comparten millones de mexicanos y que esperan que Calderón no les falle como la “burla” que fue Fox.

11/29/2006

Si yo fuera primer ministro

(Texto publicado en Diario Monitor, 28 de noviembre de 2006)

Uno de los comentarios que más abunda dentro mi círculo de amistades (la gran mayoría extranjeros) es la mala calidad que ostenta la televisión japonesa. Estoy de acuerdo, pero me intriga que sean los que dominan menos el japonés los que digan esto. Esto responde, claramente, a las imágenes cotidianas que proyecta la televisión. Probablemente, para los que nada más les gusta el fútbol; el golf o el béisbol les resulten aburridos. De igual manera, las caricaturas que se proyectan escenifiquen sólo un mundo infantil. Asimismo, es claro que el humor japonés es bastante sui generis. Castigos corporales y poca contenido en el discurso cómico; no permiten aseverar que la televisión sea de calidad.

Lo anterior no es una situación exclusiva de Japón. En general, la televisión a nivel mundial no es de buena calidad. Sin embargo, viniendo de un país en donde dos empresas controlan todo y existe demasiada autocensura; la televisión japonesa resulta interesante. Hay programas culturales que no son malos. Además, cada una de las cadenas tiene una clara línea política, lo cual permite una mejor oportunidad para informarse.

Ahora bien, dentro de este universo, un programa ha llamado mi atención: si yo, Hikari Ota fuera Primer Ministro… y su secretario Tanaka. Éste es un talk show que trasmite semanalmente la Nippon TV. Y básicamente, es un juego de roles en donde la dupla cómica Bakusho Mondai (Hikari Ota y Yuji Tanaka) actúan como los líderes de un país ficticio llamado “Japón”. Antes de abundar más sobre el programa, permítanme hablar sobre la dupla.

Bakusho Mondai se conforma en 1988 y ha concentrado sus actividades en el género cómico llamado manzai. Esta expresión cómica data desde la época Heian (794-1185) y consta de un diálogo de cuestiones cotidianas en donde cada uno tienen un papel determinado. El boke es el encargado de decir las partes más chistosas del diálogo, ya sea por medio de juegos de palabras o bien fingiendo ignorancia hacia un suceso. Por su parte, el tsukkomi es el que mantiene el diálogo en el mundo real y señala los errores al boke. Para hacerlo, utiliza el regaño verbal o bien golpes a la cabeza.

Este género ha sido desarrollado en Osaka, en donde se concentran los mejores teatros para ver manzai. Sin embargo, en el caso de Bakusho Mondai, Ota y Tanaka comienzan su carrera en Tokio. Y, a diferencia de los temas que suelen tratar su contrapartes en Osaka, decidieron abordar la política. Sus chistes se han editado en varios libros y se burlan de los personajes históricos, las guerras, los políticos y los crímenes. Esto les trajo problemas, ya que no acaparaban la atención de las masas. Empero, conforme se fue deteriorando la economía japonesa en los años 90 y comenzaron a trasmitirse programas de media noche con mayor grado de libertad, Bakusho Mondai logró un inusual éxito.

De hecho, Ota se ha convertido en uno de los líderes de opinión más importantes. Él ha mostrado una fuerte crítica hacia los conservadores por su entreguismo hacia Estados Unidos. De igual manera ha criticado los intentos de reformar la constitución. Esta postura ha hecho pensar que Ota se postulará en las siguientes elecciones, pero él ha negado esto. Sin embargo, no ha escondido que tiene un interés por la política y esto lo llevó finalmente ha emprender la realización del programa Si yo, Hikari Ota fuera Primer Ministro.

En éste se ha montado un Parlamento ficticio en donde el “Primer Ministro Ota” discute con profesores de primaria, cómicos, modelos, actores, periodistas, extranjeros, abogados y diputados reales diversos temas. En cada emisión, se propone una ley y se debate su aplicabilidad. Las propuestas suelen ser muy radicales, que van desde la eliminación de la educación obligatoria hasta la privatización del gobierno. Y en caso de lograr la aprobación del pleno, los diputados que participan ahí se han comprometido a llevar la propuesta a la Dieta para su discusión.

Desgraciadamente, el programa cae en muchas ocasiones en discusiones absurdas, ya que el nivel educativo y de información de los presentes es abismal, pero es interesante ver cómo la “ciudadanía” común regaña a los políticos a nivel nacional por sus imprudencias. Es un ejercicio necesario en un país caracterizado por la falta de debate y de una interacción entre las cúpulas del poder y los electores. Ahora bien, se podría hacer esto en México. Temo que no. La política es exclusiva de los especialistas y los líderes de opinión. Además, es difícil pensar que un contexto de mucha polarización, la televisión mexicana se preste a la apertura. Pero la última palabra la tendrá Televisa.

11/21/2006

El suicidio en Japón: la gran anomia social

(Texto publicado en Diario Monitor, 21 de noviembre de 2006)

Hace unas semanas, una lectora me preguntó por qué en Japón existe una mayor tendencia hacia el suicidio, especialmente de los jóvenes. Trataré de contestar, pero advierto que no soy experto en esta materia. Mi respuesta que estará basada en la lectura de algunos datos estadísticos, así como un delineamiento del los patrones de conducta de los japoneses. Comencemos.

Antes que todo, Japón no tiene el mayor índice de suicidios en el mundo. Según la OMS, Lituania ostenta el primer lugar, seguida por Rusia y otras repúblicas ex soviéticas. Esto ha hecho que un amplio número de “expertos” adjudiquen el factor climático, especialmente a las bajas temperaturas, como causa principal del suicidio. Sin embargo, esto no se cumple siempre. Cuba, un país tropical, tiene el lugar 18, superando a Canadá (40) e Islandia (43).

Regresando el argumento a Japón, este país asiático ocupa el lugar 10 y en términos de suicidios juveniles, es superado por Gran Bretaña y Australia. Esto no implica que esté totalmente alejado del fenómeno del suicidio. Todo lo contrario. Es el país “desarrollado” en donde las personas se quitan más su vida y es el tercer lugar mundial en suicidios femeninos. Son estos datos los que han llamado la atención y ponen en duda los éxitos sociales de la segunda economía mundial, así como del país con los índices de mayor longevidad.

De hecho esta preocupación fue señalada ya en los años 80 por los “expertos” estadounidenses, quienes buscaban criticar el crecimiento económico japonés. Ahora bien, lo que olvidan ellos es que, pese a que su país ocupa el lugar 46, otros países, como los latinoamericanos, ostentan mejores números: Argentina (62), Chile (65), México (77) y Honduras (95). Justamente, esta tendencia ha llevado al planteamiento de una hipótesis culturalista, que considera al catolicismo como un elemento inhibidor de los suicidios.

De nuevo, son conjeturas simplistas. Según, el estudio de la OMS, los países con menor índice de suicidio son Egipto y Jordania, naciones claramente musulmanes. Ahora bien, dentro este universo de simplificaciones, parece que una “regla” se cumple: entre mayor desigualdad económica, la propensión al suicidio tiende a disminuir. Pero dejemos un momento las estadísticas y concentremos nuestra atención ahora en Japón.

En el caso de este país existen varias explicaciones de las razones del suicidio. Algunos incautos le atribuyen elementos estéticos y de honor. Esto se debe al estereotipo que se le ha adjudicado a los japoneses por el Harakiri o bien los aviones suicidas (los Kamikazes). Sin embargo, analizando las razones que han llevado a muchas personas a suicidarse en nuestros días, (acumulación de deudas, hostigamiento escolar y casos de corrupción); el honor es lo de menos.

Otra explicación de los suicidios ha sido por medio de particularismo culturales. Este tipo de interpretaciones han estado basadas en el Japonismo (Nihonjin-ron) que considera, que en Japón no existe el concepto de “pecado”, por lo que no hay un impedimento moral que evite el suicidio De hecho, esta caricaturizada ha hecho ver que el concepto de “vergüenza” es mayor, haciendo que cualquier error social lleve hacia el suicidio. Empero, es imposible comprobar esto. Finalmente, el Nihonjin-ron ha creado una imagen estereotipada, llevando hacia un “orientalismo” vulgar.

Finalmente, una de las explicaciones más claras de las causas del suicidio son los factores económicos. Japón logró aumentar exponencialmente su clase media, llevando hacia el aumento de valores postmateriales. Esta existencia de nuevos valores trajo diferentes motivaciones de suicidio. Sin embargo, éstos no ocurren siempre por la opulencia, sino por los efectos nefastos que tiene la economía de mercado: las recesiones. La crisis económica de los años 90 trajo un duro golpe dentro de las clases medias, lo cual aumentó los suicidios, volviéndose en la tercera razón de muerte en Japón. Probablemente, sea descabellado lo que diré, pero parece que las crisis en países ricos lleva a suicidios, pero en países pobres no. Ahí, la gente está más preocupada por sobrevivir que quitarse la vida.

A guisa de conclusión, es claro que el suicidio es una anomia que necesita solucionarse. Empero, lo que nos debe preocupar no es por qué en los países desarrollados se suicidan mucho, sino por qué en Latinoamérica, pese a las desigualdades e injusticias, la gente no se quite tanto la vida. Probablemente, una pregunta más difícil de contestar y con mayor sentido.

11/14/2006

El Partido Comunista Japonés: un fósil viviente

(texto publicado en Diario Monitor, 14 de noviembre de 2006)

Hace un par de años tuve la oportunidad de comer con Ugo Pipitone, catedrático del CIDE. Para aquellos que no sepan quién es, él se especializa en la historia del desarrollo económico y también ha concentrado una importante parte de sus textos a criticar el abismo que vive actualmente la izquierda (mexicana). Ahora bien, de los temas que tratamos ese día, uno me llamó la atención: el debacle del Partido Comunista Italiano.

Ugo Pipitone me explicó las razones de la caída de la principal fuerza comunista del mundo desarrollado y los efectos que trajo esto sobre Italia, especialmente el acenso de Berlusconi. Ante esta situación, me preguntó si había pasado algo similar en Japón después de la Caída del Muro de Berlín. Le respondí que el Partido Socialista Japonés se había debilitado hasta fragmentarse en dos bandos. El primer grupo se fusionó con miembros conservadores escindidos del PLD para formar el Partido Demócrata Japonés (organización de “centro”), mientras que el segundo edificaron el Partido Social Demócrata Japonés. Esta fragmentación trajo, finalmente, un debilitamiento del movimiento socialista y de su principal bandera política: la defensa de la constitución pacifista.

Al comentarle esto, reflexionó y me dijo: “finalmente esto es un fenómeno mundial”. La respondí que sí, pero que la historia no terminaba ahí. La otra fuerza de izquierda, el Partido Comunista Japonés (PCJ), seguía en pie. Incluso me aventuré a decirle que es el único partido comunista del “Primer Mundo” que ha sobrevivido la caída de la URSS.

Ahora bien, esto no implica que su presencia numérica sea importante. En promedio el partido no supera el 5% de los votos en cada elección. Empero, el PCJ no ha tenido un descenso tan dramático como los socialistas. Y lo más peculiar es que, salvo el movimiento eurocomunista que hubo en su interior en los años 70 (el reconocimiento de la democracia parlamentario como instrumento de lucha y la preocupación por el Estado de bienestar), ha logrado mantenerse sin reformas internas.

Obviamente, esto le llamó la atención. Y me pidió que le explicara las razones. En ese momento, le contesté alguna de mis hipótesis, pero fueron muy difusas. La razón es que hasta la fecha no ha habido estudios serios sobre el PCJ. Independientemente de esto, creo que hay tres factores que pueden explicar su supervivencia. Antes de exponerlas. Permítanme un poco de historia.

El PCJ se funda en 1922. Y de los actuales partidos es el más viejo. De ideología marxista y anticapitalista, fue una de las principales víctimas de la represión del “fascismo japonés”. Al culminar la guerra y bajo ocupación estadounidense, obtiene su registro legal, convirtiéndose en uno de los defensores de la constitución pacifista “impuesta” por Washington. Sin embargo, debido a su afinidad ideológica con Moscú, los comunistas comenzaron a perder fuerza, quedando relegados como una organización “radical” minoritaria. Pese a esto, durante del decenio de los 60, el PCJ consolida una alianza con los movimientos estudiantiles, volviéndose en una de los portavoces anticonservadores más importantes en las universidades públicas, principalmente en la de Tokio. Esta presencia le permitió ganar algunas elecciones locales, incluyendo algunas gubernaturas. Una vez resumida la historia, pasemos pues a explicar por qué no ha desparecido de la arena política.

La primera es que, pese a su radicalismo ideológico, el PCJ apoya una causa con muchas simpatías entre muchos ciudadanos: el “pacifismo japonés”. Así, mientras la constitución no se modifique, los comunistas tendrán una razón para existir. La segunda razón es su estructura organizativa. Es la única oposición con presencia nacional. Asimismo,, tiene un periódico propio (Akahata) y una red de miembros que logran recaudar dinero y movilizar a simpatizantes. De hecho, éstos son la clientela electoral cautiva que permite su supervivencia. Finalmente, el PCJ es la única fuerza anticonservadora “real” y por eso suelen recibir una parte de los votos de protesta. Así, su presencia tiende a aumentar cuando el gobierno conservador es incompetente, como lo fueron las elecciones de la Cámara Alta de 1998.

En suma, es un partido sui generis. Y, sin duda, ha reforzado la democracia de la posguerra. Empero, un partido que no puede reformarse y no logra hilar alianzas con las otras fuerzas, está condenado a desaparecer. Pero es demasiado temprano para hacer una predicción. Veamos qué pasa con el último partido comunista del Club de los Ricos.

11/07/2006

Shinzo Abe vs. Kim Jong Il: primer round

(Texto publicado en Diario Monitor, 7 de noviembre de 2006)

A finales de septiembre, el primer ministro Abe se reúne con los miembros de su gabinete para planear la agenda internacional que seguirá su gobierno en los próximos meses. Después de analizar los puntos principales de la agenda, un tema acapara inevitablemente la atención de los presentes: la reunión de la APEC que se realizará en Vietnam durante noviembre. Esta junta representaba el debut internacional de Abe y su primer encuentro con Bush. Así, todo indicaba que no habría ninguna salida. Empero, en esos mismos días, el primer ministro anuncia que habrá una gira antes de Hanoi.

Todos consideraron, entonces, que viajaría a Washington para obtener la “bendición” de la Casa Blanca, como lo han hecho todos los mandatarios de la posguerra. Empero, no fue así. Para lograr los objetivos trazados en su ideario político (obtener un asiento permanente en el Consejo de Seguridad; castigar a Corea del Norte; y solucionar definitivamente los raptos de ciudadanos japoneses, perpetuados por espías norcoreanos), Abe decide que lo más prudente es buscar un acercamiento con China y la República de Corea.

De este modo, anuncia que emprenderá una gira por Pekín (8 de octubre) y Seúl (9 de octubre) para externarles a los presidentes Hu Jintao y Roh Moo-Hyun que Japón no quiere un enfrentamiento, sino que busca establecer lazos de mayor cooperación que coadyuven a la solución de problemas comunes, especialmente el desarme de Corea del Norte. Este anuncio sorprendió a la prensa japonesa, ya que Abe había mostrado una postura nacionalista sumamente anacrónica hacia el Asia-Pacífico.

¿Por qué hizo esto? No hay mucho misterio. Abe tenía que corregir la imprudente política que emprendió su antecesor, Jun’ichiro Koizumi (2001-2006). Hay que recordar que en esos 5 años, Japón tuvo un acercamiento exacerbado con Washington que culminó en el despacho de militares hacia Irak y descuidó totalmente las relaciones con la región del este de Asia. Esta situación llevó finalmente hacia un enfrentamiento con sus vecinos. Abe comprendió, entonces, que esta situación no lleva a nada y que era mejor apostarle al pragmatismo. Para su fortuna, Pekín y Seúl entendieron lo que buscaba y aceptaron el desafío.

Así, con la “bendición” de todos los actores, comienza el show de Abe. Empero, cuando visita Corea del Sur, una noticia desconcertante empieza a circular en las calles de Seúl: Pyongyang había emprendido una prueba nuclear subterránea. Este suceso, eliminó por completo la importancia de la histórica visita. De hecho, el disparate del generalísimo Kim Jong Il debilitó la postura pragmática del primer ministro y resucitó la parte más dura de su nacionalismo. Es decir, detonó la faceta más anacrónica de la presente administración.

De este modo, en el terreno diplomático, Tokio comienza a utilizar todos sus recursos disponibles para castigar a Corea del Norte, implementado sanciones económicas. De igual manera, empieza a sortear una cooperación con Seúl, Pekín y Washington. Sin embargo, pese a estos esfuerzos, la comunidad internacional no le respondió. China y Corea del Sur decidieron no seguirle todo el cuento a Japón. Asimismo, Estados Unidos, el aliado militar, evitó coordinarse con Abe y emprendió un acercamiento con Pekín. Finalmente, este esfuerzo chino-estadounidense logró sus primeros frutos y Corea del Norte ha anunciado que está dispuesto a regresar al mecanismo de negociación hexagonal. Sin embargo, esto es sólo el comienzo. Aún no hay mucha certeza de qué pasará.

Esta situación ha irritado, sin duda, a muchos miembros importantes del gobernante PLD, especialmente a los grupos de derecha con los que Abe comparte muchos puntos. De hecho, la crisis en la península coreana ha hecho que el Secretario de Asuntos Políticos del partido Shoichi Nakagawa y el ministro de relaciones exteriores Taro Aso externen la posibilidad de que Japón tenga armas nucleares. Obviamente, son declaraciones delicadas para un país que proscribe el derecho de beligerancia y tiene el trauma de las bombas atómicas.

A guisa de conclusión, la estrategia pragmática que buscó Abe en sus visitas a China y Corea del Sur era buena, pero quedó sepultada por las pruebas nucleares de Pyongyang. Así, la inminente batalla entre Kim Jong Il y el primer ministro ha comenzado. Por ahora, es difícil predecir qué futuro le depara a la región, pero es claro que la mayor responsabilidad de lo que pase la tendrá el rechoncho generalísimo. Empero, también será necesario el compromiso explícito de Abe de que no cometerá una imprudencia y contendrá a los grupos de derecha.

10/31/2006

Shinzo Abe y el "conservadurismo" mundial Parte III y final

Texto publicado en Diario Monitor, 31 de octubre de 2006


Isami Romero (IR): hasta ahora hemos analizado las diferencias entre el nacionalismo de Abe y el de la izquierda latinoamericana. Y recalcamos que no se deben hacer caricaturizaciones sobre él como si fuera un “populista”. Antes que todo, no es un nacionalista como Chávez ni Morales, inclusive ni un Lula ni un AMLO.

Pedro Erber (PE): es bueno que saques este comentario. Recuerdo que en su charla, Gerald Curtis dijo que Koizumi logró ser popular sin ser “populista”. Es decir, que la gente lo quiso, pese a que perjudicó a muchos. Y que estas características no las tiene Abe.

Por lo que toca al nacionalismo, un punto que diferencia a Japón de América Latina es su pasado imperialista. No es lo mismo un nacionalismo de una región, compuesta por países con un pasado colonial, que el de un colonizador. De hecho, en Latinoamérica está aconteciendo un movimiento poscolonialista y es por eso que la mayor parte de la izquierda es nacionalista. En Japón, por lo contrario, la izquierda ha mantenido una crítica hacia el nacionalismo. Y al mismo tiempo, han aceptado la constitución impuesta por Washington y están en contra de que se cambie.

IR: y lo curioso es que la izquierda no se considera vendepatrias. Para ellos los traidores son los conservadores que entregan de manera abierta, territorio japonés para que Estados Unidos construya sus bases. Esto es ambivalente. Al fondo la izquierda ha tenido problemas para definir su lucha. No es como en Latinoamérica que ve en los grupos oligárquicos y en Washington al enemigo. Esto lleva finalmente a que el ser nacionalista en América Latina no sea algo tan malo como en Japón.

PE: es cierto, la izquierda está en una situación extraña. Ahora bien, recuerdo que una charla de café me dijiste que en América Latina, mas que una crisis de la izquierda, hay una en la derecha. Es decir, la izquierda gana en muchos lugares, aunque en algunos casos sus gobiernos no han sido lo que se esperaba, como fue Lula. En Latinoamérica, esto se debe a que hay un debilitamiento de la derecha como alternativa.

IR: tienes razón. Ahora, haciendo la analogía con Japón, me parece que es un caso diferente. La izquierda parece tan débil y la derecha extremadamente fuerte. Al grado que la única esperanza de cambio es que éste se dé dentro de las fuerzas conservadoras. El problema es qué tipo de “cambio” podemos aspirar. Para muchos la clave es la salida de las bases y la recuperación de la autonomía. Para consumar este objetivo, la reforma constitucional es el punto de inflexión, pero no sé si resulte. Okinawa, por ejemplo, es una zona demasiado estratégica. Creo que aún cambiando la constitución habrá bases...

PE: el tiempo se nos acaba, culminemos. Comenzamos hablando sobre el ascenso de Abe y como a luz de este suceso, podemos ver algunos puntos importantes de la situación que ocurre actualmente en América Latina.

Ahora quisiera decir algo que es importante. Después de la charla de Curtis, alguien sacó el comentario sobre la posibilidad de que apareciera un “Abe latinoamericano”. Por todo lo que hemos hablado aquí eso no es probable. En América Latina, la izquierda ya es nacionalista de entrada. Voy a exagerar, pero Morales ya es un especie de “Abe boliviano”. Por eso creo que es difícil que surja un “Abe latinoamericano” de derecha.

Un tema de reflexión sin duda. En fin, concluyo preguntándome, si no sería posible en Latinoamérica, y en general en el mundo actual, una crítica profunda hacia el neoliberalismo que no termine cayendo en algun tipo de “conservadurismo” de derecha o izquierda, que busque en los recuerdos del pasado una solución.

IR: tus últimas palabras son importantes pero requieren de un mayor espacio. Pero retomando tu analogía, creo que cuando equiparamos el nacionalismo de Abe y el latinoamericano, también es importante resaltar que el papel que tiene la sociedad es diferente. En Japón, pese a que es una democracia y con una prensa libre, la mayoría es apática o bien tienen una postura conservadora. En América Latina no estoy seguro de que sea lo mismo. Aunado a lo anterior, la derecha no es como la entendemos nosotros. No todos los conservadores piensan que el neoliberalismo es la panacea. Muchos por sus clientelas consideran que es mejor un estado paternalista. Esto contrasta con la derecha en América Latina que ha mantenido un apego al neoliberalismo. Esto ha provocado una crisis de identidad, al grado que no ha podido desarrollar un modelo de estado de bienestar, como lo hizo la derecha europea. En este sentido, el PAN y Calderón y en general la derecha latinoamericana que está el gobierno están obligados a encontrar una alternativa real al neoliberalismo.

10/24/2006

Shinzo Abe y el "conservadurismo" mundial Parte II

Texto publicado en Diario Monitor, 24 de octubre de 2006



Pedro Erber (PE): hasta ahora hemos analizado las implicaciones del ascenso del nacionalismo de Abe y su intento por emular el pasado. Sin embargo, hay recalcar que este fenómeno no es exclusivo de Japón, sino que también existe en América Latina. El caso de Venezuela y Bolivia muestran esto. Y es posible decir también que en Brasil ha sucedido algo similar con el discurso nacionalista de Lula. Ahí observamos a una “izquierda vieja” con un discurso que propone —o bien proponía— una resistencia al neoliberalismo.

Sin embargo, me parece problemático que se dejen las dicotomías en este modo. Sólo es un viejo nacionalismo. Eso no funciona más como estrategia para enfrentar a lo que muchos han terminado por catalogar como “derecha” o bien neoliberalismo. Así, me parece que el nacionalismo tanto en Japón como en América Latina no lleva a una situación saludable, pese a que el nacionalismo del segundo parece mejor que el del primero. Pero repito: regresar a los ideales antiguos como una solución de los problemas actuales, no es la salida.

Isami Romero (IR): tienes razón, no es saludable. Pero en América Latina, pese a lo anacrónico del discursos nacionalista de la “izquierda”, creo sus líderes son más consistentes que en Japón. En este país falta un verdadero líder que pueda llamarse “nacionalista.” Qué quiero decir. Los nacionalistas como Abe mantiene un discurso anacrónico hacia Asia, pero no muestran una nueva postura hacia Estados Unidos. Dicho en otras palabras, es un nacionalismo que es incapaz de lograr una autonomía frente a Estados Unidos. De hecho, el único líder que abiertamente mantiene una propuesta “antiestadounidense” es el viejo gobernador de Tokio, Shintaro Ishihara, pero su discurso de desprecio hacia Asia es peligroso. Esto es una situación que tenemos que aclarar: Abe no es un nacionalista latinoamericano.

PE: es importante lo que dices. Probablemente, no es Abe, sino Ishihara el único político nacionalista que se parece más a Lula. No es igual, por supuesto, pero su postura de “autonomía” en las decisiones de política exterior es semejante. Creo que es lo poco que ha podido hacer Lula en su primer gobierno: cambiar la posición diplomática de Brasil.

Es saludable la postura que tomó ante muchos conflictos internacionales, especialmente evitando alinearse inmediatamente con Estados Unidos. Mucha gente, recuerdo, que criticaron esta postura y dijeron que no iba a funcionar, pero trajo muy buenos resultados. Y esta política fue posible porque Brasil pudo hacer alianzas con otros países, especialmente un acercamiento con América Latina y China. Sin embargo, a largo plazo, el lado peligroso de la política exterior de Lula fue que concentró demasiado en Pekín. Y sabemos que China no es un país “amigo” que va a ayudar a Brasil. Al fondo implica que debemos seguir con las relaciones antiguas coloniales o semicoloniales con Estados Unidos: necesitamos abrirnos a diferentes y múltiples relaciones comerciales, politicas, y tambien culturales.

Por lo que toca a Japón, Abe no ha mostrado hasta ahora una estrategia para decir no a Estados Unidos. Y quizas esto no va ser posible mientras existan las bases estadounidenses y que existan restricciones que imposibiliten la existencia del derecho a la guerra. Finalmente, al mantener a Washington como su único aliado, Abe y Japón no van a poder hacer nada. Y lo más triste es que hasta ahora no ha demostrado una intención verdadera por acercarse a China y otros países de Asia. Junto a esto, el problema de Corea de Norte sigue vigente. Abe ha mostrado abiertamente una posición de “macho” frente a Kim Jong-Il y quiere resolverlo con el ejército japonés, cambiando la constitución. Si quiere seguir con esta idea, me parece que no tendrá mucho éxito y terminará fortaleciendo la presencia de las bases. Ahí estoy de acuerdo con Gerald Curtis, si Abe piensa como un nacionalista solitario no va a hacer nada.

IR: el problema, ahora qué región puede servir de pivote. Parece que no es China ni Corea. Pueden ser Australia o Indonesia. A lo mejor es América Latina, aunque creo esta región no es importante para ellos. Mi preocupación es que la inexperiencia de Abe, no le va a permiten ver más allá de Washington. Y para colmo, el gabinete que constituyó no le pude ayudar mucho. La gran mayoría son gente del pasado, mayores que él, escogidos por favores políticos y no por su capacidad como lo intentó Koizumi. Asimismo, no veo, un grupo dentro del PLD que sea el balance como sucedía en el pasado. Y para rematar, la oposición es, como se dice en México de chocolate, demasiado débil. Estamos en una situación desafortunada.

10/17/2006

Shinzo Abe y el "conservadurismo" mundial Parte I

Texto publicado en Diario Monitor, 17 de octubre de 2006

Este texto es un diálogo que tuve el pasado 28 de septiembre con el brasileño Pedro Erber (doctorando en literatura japonesa por la Universidad de Cornell y especialista en filosofía política). Por cuestiones de espacio está divido en tres partes.



Pedro Erber (PE): el 20 de septiembre, mientras se celebraban las elecciones internas del PLD, asistí a la charla que dio Gerald Curtis, profesor de la Universidad de Columbia. Me llamó la atención su optimismo frente al ascenso del nacionalismo de Abe. Concretamente considera que en política internacional, no va a poder emprender estrategias nacionalistas y enfatiza que las estrechas relaciones con China, lo van a obligar a tomar una posición más pragmática. Después, me puse a hablar con algunos amigos y alguien planteó una cuestión relevante. Pese a que no puede implementar un reforzamiento radical de su nacionalismo, muchos olvidan que su elección implica un robustecimiento del conservadurismo dentro de la sociedad. Obviamente, esto es una tendencia mundial. Sería interesante preguntarnos a la luz de este suceso, cómo interpretar los cambios políticos que han ocurrido en los últimos años en América Latina.

Isami Romero (IR): tienes razón, pero Curtis no es la persona que te pueda contestar esto. Su virtud son las redes de amistad que tiene con políticos, pero no su análisis sobre otros aspectos. Es por eso que ha dejando a un lado los elementos ideológicos, que creo es tu mayor preocupación.

PE: reconozco su valiosa aportación, pero al concentrarse sólo en los políticos, ha dejado a un lado la interacción de éstos con un nivel más amplio. Es claro que el conservadurismo de Abe refleja una tendencia conservadora de la sociedad. Por cierto, ¿cuál es tu opinión sobre él?

IR: es un político sin experiencia que no ha seguido las pautas que tradicionalmente han recorrido los presidentes del PLD. En este punto se parece mucho a Koizumi. Empero, hay una diferencia. Mientras que Koizumi era un lobo solitario sin un capital político importante, Abe tiene todo el legado de su abuelo, Nobusuke Kishi, quien gobernó Japón en los 50. Esta situación lo ha llevado inevitablemente a emular su nacionalismo. Sin embargo, las condiciones son diferentes. Además, no sé si Japón necesite a un político como Kishi ahora.

Kishi participó directamente en la colonización de Manchuria en los 40; fue miembros del gobierno ultranacionalista que le declaró la guerra a Estados Unidos; y por estas razones fue encarcelado como criminal de guerra. Por cuestiones del azar se salva y recibe un adoctrinamiento proestadounidense. En este sentido, es un político ambivalente que representa el nacionalismo de la preguerra y el conservadurismo japonés entregado a Washington.

PE: ¡precisamente! Japón actualmente no necesita algo así, ni un Kishi antes de la guerra, ni uno después de ésta. Durante la época de la “Coesfera de Prosperidad del Este Asiático” (nombre que recibió el dominio imperial japonés), los burócratas, asesorados por intelectuales talentosos, promovieron un expansionismo de unificación. Pero la derrota de 1945 y la ocupación estadounidense modificaron los mecanismos de la administración colonial, transfiriéndoselo a Estados Unidos. Justamente, el papel que tuvo Kishi antes y después de la guerra es un aspecto emblemático de este proceso. Pero la coyuntural actual es diferente. Por eso, el conservadurismo y el nacionalismo de Abe me parecen fundamentalmente distintos a lo que fue Kishi. ¿Cómo los ves?

IR: estoy de acuerdo, Kishi, pese a todo, tenía una concepción regional de acorde a las necesidades de Japón. Para él, Japón tenía que cooperar con Estados Unidos y colocar al sudeste de Asia en una nueva comunidad asiática. Evidentemente, no era el concepto imperialista de “Coesfera”. Empero, el caso de Abe no es así. No muestra ninguna visión sobre Asia. Todo está ligado a castigar a Norcorea, pero no hay un intento real por definir una relación más estrecha con Asia. Al fondo creo que sólo explota la imagen de su abuelo con una ingenuidad de la historia. Curtis tiene razón, Abe no podrá hacer mucho, ya que no es Kishi.

PE: mira, si su proyecto, incluye una posibilidad de “decirle no” también a Estados Unidos, como plantean otros nacionalistas famosos como el gobernador Tokio, Shintaro Ishihara, creo que eso no será posible. Por lo menos, no con un aislacionismo. Es claro que tiene que hacer una política de relaciones más estrechas y cordiales con el resto de Asia. Veamos si entiende esto. Ahora, en el caso de que quiera emular el proyecto del pasado, especialmente la parte más dura del conservadorismo de Kishi, va a llevar a Japón hacia un callejón sin salida.




10/10/2006

Oishinbo y el lugar de la comida en Japón

Hace unas semanas tuve que visitar a un dermatólogo, ya que tenía en mis brazos unas extrañas picaduras. Así, aprovechando que el seguro social me garantiza un descuento del 70%, recurrí al sanatorio de mayor popularidad del lugar donde vivo. Después de esperar dos horas, el medico me explicó que estas extrañas ronchas eran picaduras de larvas de azotador. Parece que el verano frío de este año hizo que estos bichos se esparcieran de manera inusual. Es interesante ver cómo en Tokio, aún sigue prevaleciendo una asidua lucha frente a la naturaleza. Ahora bien, esta cavilación no tratará de larvas, ni mucho menos de una evaluación de las bondades del sistema de salud japonés, sino más bien de una reflexión que se me ocurrió durante mi larga espera. Empecemos.

Normalmente, como en muchos consultorios de Japón y probablemente en otras latitudes, los médicos dejan revistas para mantener entretenidos a sus pacientes. En el caso particular de Japón, suelen poner comics (mangas). Los títulos varían dependiendo del gusto del dueño del consultorio, pero hay uno que siempre está presente: Oishinbo. Esta historieta, creada por Tetsu Kariya y dibujada por Akira Hanasaki, ha tenido un éxito inusual desde su primera publicación en 1983 en la revista semanal Big Comic Spirits.

El trama central es simple, pero exótico. En todos los capítulos, el personaje principal, Shiro Yamaoka (periodista e hijo de un famoso crítico de arte culinario), tiene que solucionar diferentes embrollos que involucran “comida”. Por ejemplo, en una ocasión, tiene que preparar un plato que incluye espinacas, pero se lo tiene que cocinar a una persona que las odia y por medio de unos trucos lo logra. En otro episodio tiene que llevar a un estadounidense a comer platillos japoneses, pero resulta que éste no le gustan los platos ordinarios, así los lleva a un restaurante dedicado a las anguilas.

Probablemente, se estará preguntando cómo puede tener éxito un cómic en donde se trate sólo “comida”. Esta situación se explica por el lugar central que ocupa ésta en la socialización. Todas las pláticas personales y de negocios giran en torno a la “comida”. Otra razón que también a coadyuvado al éxito de Oishinbo y otros mangas similares es que la gula no es vista como un pecado en Japón, sino como una especie de virtud. Aunado a lo anterior, la enorme variedad que goza la comida japonesa también ha ayudado a que siempre exista un tema de que tratar. Finalmente, la introducción de comidas extranjeras ha aumentado nuevos patrones de alimentación, haciendo necesario nueva información. Actualmente, uno puede encontrar numerosos mangas y revistas que presentan los mejores lugares para comer sin distinción de precio o tipo de comida.

En suma, las dos horas que me entretuve leyendo a Oishinbo me llevaron a recorrer diversos platillos. Sin embargo, un sabor amargo quedó en mi mente y me hizo preguntarme lo siguiente: ¿qué lugar ocupa la comida mexicana en este universo de gula? No he recorrido todos los restoranes mexicanos en Tokio, pero tengo la impresión de que la mayoría no salen de lo convencional. Es decir, la gastronomía mexicana no ha trascendido, pese a su enorme variedad. Esto se debe, en parte a la poca promoción que le hacen los medios japoneses a los atractivos que tiene México, frente a otros países como Corea e Italia, pero también es responsable el gobierno mexicano, ya que no ha podido promocionar la cocina de nuestro país.

Creo que tuvimos una oportunidad de oro cuando se negoció el tratado de libre comercio. Y no dudo que los funcionarios que participaron en ese momento hicieron su mejor labor y trataron de promocionar la cultura de nuestro país. Empero, como se lo dije a un funcionario de la embajada de México en Japón, aún falta más y no está mal exigir siempre más cosas. Ahora, me pregunto, por qué no se vio en la industria de la “comida” una forma real de invertir. Dicho de otra manera, de qué sirve venderle a los japoneses aguacates, garbanzos y limones, si no les damos ninguna guía para utilizarlos. Asimismo, de qué sirve, tener una de las comidas más variadas del mundo, si lo que exportamos como concepto de comida son burritos.

Planteo una solución, aunque no se si sea tan viable. Si el nuevo gobierno invierte en 10 restoranes de comida mexicana en Japón y hace una campaña en la televisión sobre las bondades de la comida mexicana, cambiaría esta situación. De igual manera, si logramos contactar a los autores de Oishinbo y conseguimos presentarles nuestra cocina. ¿Quien sabe? Un día podamos ver a Yamaoka haciendo un buen mole (a lo mejor ya lo hizo, no he leído los 96 volúmenes).

10/03/2006

El joven príncipe "viejo" Parte II y Final

(Texto publicado en Diario Monitor, 3 de octubre de 2006)

La semana pasada hicimos un análisis sobre los atributos personales de Shinzo Abe. Ahí mencionamos que su ascenso es un suceso “histórico” en tres sentidos. Primero, es la llegada del mandatario más joven de toda la posguerra. Segundo, personifica el resurgimiento de un conservadurismo, que ha tratado de cambiar las reglas políticas, especialmente la constitución pacifista de 1947. Finalmente, representa un nuevo intento por revertir la “maldición” que ha girado en torno a los gobiernos que suceden a largas administraciones.

Veamos, ahora, los planteamientos de su proyecto y su viabilidad. En su libro, Japón hacia un país hermoso, Abe plantea cuatro objetivos básicos. Primero, hacer que Japón recupere sus tradiciones. Segundo, construir mecanismos que permitan el respeto de la libertad y las leyes. Y para lograrlo, plantea una reforma educativa, así como un reforzamiento de la autonomía de la iniciativa privada frente al gobierno. Tercero, promover la innovación tecnológica que permitan un crecimiento económico. Y, finalmente, desarrollar una diplomacia activa que permitan colocar a Japón en el lugar que merece dentro del sistema internacional.

Estos objetivos, coincidentemente, se parece a lo que Calderón prometió en su campaña, especialmente la megalomanía en la política exterior y en la clara intención de restarle fuerza al Estado. Empero, hay que resaltar que existe una clara diferencia entre ambos líderes inexpertos. Mientras que Calderón no tiene la aprobación de la mayoría, Abe sí. Además, hay que señalar que la capacidad económica de Japón es superior a la de México. Pero dejemos un lado al denominado popularmente como “espurio” y volvamos al caso de Abe.

Como señalamos, el proyecto que quiere establecer Abe es sumamente ambicioso. Ahora bien, qué tan viables es. Analizando las políticas concretas que quiere emprender, creo que tiene inconsistencias. Por ejemplo, Abe ha planteado concretamente aumentar las facultades del Primer Ministro y de su grupo de asesores para acercarlo más al modelo presidencial estadounidense. Empero, no nos dice qué camino hay que seguir ni sus ventajas. Abe no es ingenuo, pero olvida el país que vive. No comprende que esta reforma implicaría la destrucción del sistema parlamentario y le restaría fuerza a los diputados de la Dieta; algo que podía llevar a una innecesaria pelea con la oposición. Además, implicaría la destrucción de los nichos poder de muchos burócratas, los cuales tiene un enorme poder en Japón.

Otro punto, que es sumamente confuso, es la política económica. El primer ministro afirma que el neoliberalismo será el eje fundamental, pero, al mismo tiempo, plantea la implementación de obras públicas ambiciosas como la construcción de un tren bala en el norte de país (región en donde los demócratas, la primera oposición tiene sus nichos de poder). De igual manera, propone un mecanismo que compense a los grupos más débiles y de manera simplista, promete que su gobierno promoverá mecanismos para solventar a los “fracasados”, implicando un mayor gasto. El problema no es que no se deba ayudar a los grupos vulnerables, hay que hacerlo con urgencia, pero Abe no plantea un plan más concreto, dejándonos en la inopia. ¿Cómo conciliar dos objetivos tan ambivalentes? Muchos consideran que Abe eliminará el gasto en educación y seguridad social, para lograr crecimiento. Otros consideran que aumentará la tasa del IVA del 5% hasta 15%, para solventar el déficit que genere la obra pública.

Finalmente, una de las propuestas, que también es ambigua, es la reforma constitucional. No por su contenido, que es básicamente darle derecho de beligerancia a Japón, sino que no nos dice cómo lo logrará. Abe necesita que su partido controle las 2/3 partes de las dos cámaras de la Dieta y lograr pasar un referéndum ciudadano. Esto se ve algo imposible por la conformación de las fuerzas políticas. La prensa sensacionalista dice que Abe convocará a elecciones el próximo marzo para someter a la ciudadanía su reforma, pero muchos creen que esa osadía podría significar un revés para el Partido Liberal Demócrata (PLD) y que los “dinosaurios” del partido no lo permitirán .

En suma, Abe plantea muchas cosas que son inconsistentes y su éxito estará supeditado a las alianzas que teja dentro del PLD, así como con la oposición. Veamos qué sucede. Ahora bien, desde mi humilde opinión, considero que el nuevo primer ministro tiene que dejar a un lado los viejos sueños del pasado (el rearme japonés) y ser menos ambivalente y concentrarse en los problemas que aquejan realmente a este país: la deuda pública y la desigualdad social.

9/26/2006

El joven príncipe "viejo" Parte I

(Texto publicado en Diario Monitor, 26 de septiembre de 2006)

El 20 de septiembre pasado, Shinzo Abe triunfa en las elecciones presidenciales del Partido Liberal Demócrata (PLD), logrando 464 votos de 703 posibles. Este ascenso culmina la tragicomedia que había protagonizado Jun’ichiro Koizumi desde abril de 2001 y anuncia el inicio de una nueva etapa política, ya que es la primera vez que un descendiente de un ex primer ministro ocupa el poder (el abuelo de Abe, Nobusuke Kishi fue primer ministro durante 1957 a 1960). Para poder hacer un mejor análisis, separaremos esta cavilación en dos partes. En esta semana analizaremos los atributos personales de Abe. Mientras que en la siguiente su ideario político y sus consecuencias inmediatas. Comencemos.

Shinzo Abe nace el 21 de septiembre de 1954 en Tokio, en el seno de una de las familias políticas más importante de la posguerra. Su abuelo fue primer ministro y su padre, Shintaro Abe, una de las promesas para dirigir el partido oficial. Ahora bien, la formación educativa no es tan exitosa como la de otros políticos. Shinzo estudia ciencia política en la Universidad de Seikei (institución privada de rango medio ubicada en Tokio) e ingresa en 1979 a una empresa metalúrgica. Todo indicaba que el segundo hijo de los Abe dejaría el negocio familiar. Sin embargo, 3 años después, deja su trabajo para ayudar a su padre, quien en ese entonces era Ministro de Relaciones Exteriores.

El futuro que le esperaba a los Abe era espectacular, pero la participación de uno de sus subordinados en el escándalo de Recruit estropea todo. Y sin mucha gloria, Shintaro fallece en 1991, obligando a Shinzo a ocupar su lugar. Finalmente, en los comicios de 1993, la joven promesa logra su primera diputación, hasta llegar a la presidencia del PLD. No por nada, la prensa ha resaltado, metafóricamente, la llegada de Abe como el ascenso del “joven príncipe conservador”.

Ahora, probablemente, se estará preguntando, cómo un político de 52 años (casi los mismos que tiene AMLO) sea considerado joven. “Jovenzuelo”, Madero, quien a los 38 ocupó la presidencia de México. Pero créame que es joven según los estándares japoneses. De hecho, Abe será el primer político nacido en la posguerra en ocupar el puesto de primer ministro y el más joven de todos en este periodo. Sin embargo, en términos de juventud (y de capacidad política), Abe está muy lejos de Hirobumi Ito (1885-1889), quien ocupó el puesto a los 44 años (2 años más de los que tiene Calderón).

Pero dejemos de ironizar la edad de los mandatarios japoneses. Queramos o no, la llegada de Abe representa un cambio generacional. ¿Cuál ha sido la reacción? Existen dos posturas sumamente diferentes. Mientras que algunas voces triunfalistas afirman que el triunfo de este “jovencillo” es la llegada de un “espíritu reformador”, la izquierda e inclusive muchos miembros del PLD, afirman que Abe representa un retroceso.

Esto se explica por el libro, Japón un país hermoso, que publicó Abe antes de los comicios del PLD. Ahí, resalta varios elementos nacionalistas, especialmente una defensa de los errores de pasado. Asimismo, afirma que buscará reformar, de una vez por todas, la constitución para eliminar el derecho de beligerancia impuesto por Estados Unidos. Es paradójico, pero estos elementos hacen ver a Abe como un político de la vieja guardia.

Pero dejando las paranoias de la izquierda, la pregunta que deben responder los japoneses es ¿por qué en un país de viejos y con una necesidad de inyección de juventud, un “joven” líder revoca el pasado? La razón de esta situación ambivalente se explica por el legado familiar de Abe, especialmente del lado materno. Ahí tenemos a Nobusuke Kishi, quien después de ser acusado de crímenes de guerra (inclusive estuvo preso), logra la exoneración y gobierna Japón en la etapa más dura de la Guerra fría. Para Abe, Kishi fue el mejo político de la posguerra y considera que su deber es seguir con su ideario, especialmente la reformar de la constitución de 1947.

Entonces, qué futuro le espera a Japón con un político como Abe. Por ahora es difícil saber lo que pasará. Empero, la historia es desfavorable para él. Durante la posguerra se observa que los sucesores de mandatarios que gobierna por largo tiempo como Koizumi, no aguantan mucho en el poder. Eso le pasó a Ichiro Hatoyama, después de la salida de Shigeru Yoshida; lo mismo a Kakuei Tanaka después de la renuncia de Eisaku Sato y a Noboru Takeshita cuando Yasuhiro Nakasone se fue. En este sentido el primer reto para Abe será superar esta extraña “maldición”. Para eso debe mostrar un programa político que sea posible en el corto plazo. ¿Cuál es ese? Ese será un tema que analizaremos la siguiente semana.

9/19/2006

El fin del gobierno de Koizumi

(Texto publicado en Diario Monitor, 19 de septiembre de 2006)

Para muchos, el estudio de la política japonesa de la posguerra es una de las labores más “aburridas”. ¿Por qué? La razón primordial es que desde 1955 un mismo partido ha ganado las elecciones. Ante esta situación, los investigadores estadounidenses (desgraciadamente la única fuente que utilizan los especialistas mexicanos para entender a Japón) han llegado a la conclusión de que para entender la política, no importa mucho quién sea el primer ministro, sino conocer cómo funciona la organización interna del Partido Liberal Demócrata (PLD), así como la burocracia gubernamental.

Esto ha atrofiado la realización de biografías más amplias sobre los mandatarios japoneses (en Estados Unidos), dando como resultado que no sepamos mucho de su trayectoria. Aunado a lo anterior, para mala fortuna, muchos de los atributos físicos o ideológicos de los longevos gobernantes no han ayudado para que surjan gentes como John F. Kennedy o Lázaro Cárdenas Del Río. Empero, todo esta situación cambia con la llegada de Jun’ichiro Koizumi (Junchan, como se le dice de cariño), quien ha sido el mandatario peledista más popular de la historia.

¿Por qué ha tenido tanto éxito un gobernante que ha utilizado erróneamente los símbolos ultranacionalistas; que ha despachado tropas hacia Irak; y que ha sido el principal responsable de la destrucción de sistema de seguro social? Existen dos razones.

La primera es la forma como llega al poder. Antes de abril de 2001, Japón estaba sumergido en una recesión. El país necesitaba de un “cambio”, aunque fuera “cosmético”. Pero las opciones era muy malas. El candidato más fuerte para dirigir al país era el “dinosaurio” ex primer ministro Ryutaro Hashimoto de 63 años, quien había sido el principal responsable de la crisis económica. Ante esta situación aparece Junchan de 59 años, quien estaba divorciado desde muchos años. Y como si fuera un “Mesías”, Koizumi alza la bandera de la reforma y manifiesta que si se le interpone el PLD, lo “destruiría”.

Finalmente, para sorpresa de propios y extraños, triunfa. Las razones estuvieron atribuidas a sus características personales. Antes que todo, a comparación de los políticos del pasado era “guapo” y esta situación le permitió acaparar la atención de los jóvenes y muchas mujeres. Asimismo, su trayectoria como político poco “serio” ayudó también. Koizumi era famoso por salirse de las juntas para escaparse a escuchar música clásica, así como canciones de Elvis Presley y del grupo de power metal X-Japan. Inclusive, esta afición por esta banda, lo llevó a utilizar el tema Forever love para su campaña. Y cuando asume el poder, con su dinero manda hacer una recopilación de sus canciones favoritas de Elvis, posando, inclusive, con el Rey del Rock en la portada del CD.

Como vemos, es un político sumamente “folklórico”. Empero, estas características, que puede ser dignas de Fox, no explican por completo el éxito. Esta popularidad tiene que estar sustentada en algo material y no en falsas promesas como le pasó al saliente presidente. Me refiero, justamente, a la segunda razón que sostuvo el prestigio de Koizumi: la recuperación económica.

Es de sobre conocido, gracias a las principales agencias noticiosas, de que el gobierno de Koizumi logró aplicar reformas neoliberales exitosas para solventar el problema de la deflación espiral. Pero muchas olvidan que el mérito no fue totalmente de Junchan sino también de la consolidación de la Oficina del Gabinete (Naikakufu). Esta dependencia, fomentada en su inicio por el gobierno Hashimoto, reforzó la fuerza política y económica del primer ministro.

Así, Koizumi tuvo todos los instrumentos para emprender una gran reforma. Sin embargo, el costo fue enorme: el aumento de la pobreza (dentro de los estándares japoneses). Este fue el gran problema que no pudo solucionar el Naikakufu ni Junchan. Lo más curioso es que en su momento, la Secretaría de Programación y Presupuesto, dependencia que en México sirvió para implementar los proyectos neoliberales, sufrió de la misma suerte. Pero dejemos este tema y terminemos la cavilación de esta semana, diciendo lo siguiente.

Koizumi es, probablemente, el primer político, que imprime un toque de diversión a la “aburrida” política japonesa. Especialmente, su intento de “humanizar” la investidura del primer ministro fue importante. Veamos cómo la historia lo juzga en el futuro. Por ahora, parafraseando su canción favorita de X-Japan, Forever Love, le podemos decir lo siguiente: “espero que se termine todo, en esta noche sin fin. No tengo nada que perder, sólo a ti”. Adiós, Junchan.