11/14/2006

El Partido Comunista Japonés: un fósil viviente

(texto publicado en Diario Monitor, 14 de noviembre de 2006)

Hace un par de años tuve la oportunidad de comer con Ugo Pipitone, catedrático del CIDE. Para aquellos que no sepan quién es, él se especializa en la historia del desarrollo económico y también ha concentrado una importante parte de sus textos a criticar el abismo que vive actualmente la izquierda (mexicana). Ahora bien, de los temas que tratamos ese día, uno me llamó la atención: el debacle del Partido Comunista Italiano.

Ugo Pipitone me explicó las razones de la caída de la principal fuerza comunista del mundo desarrollado y los efectos que trajo esto sobre Italia, especialmente el acenso de Berlusconi. Ante esta situación, me preguntó si había pasado algo similar en Japón después de la Caída del Muro de Berlín. Le respondí que el Partido Socialista Japonés se había debilitado hasta fragmentarse en dos bandos. El primer grupo se fusionó con miembros conservadores escindidos del PLD para formar el Partido Demócrata Japonés (organización de “centro”), mientras que el segundo edificaron el Partido Social Demócrata Japonés. Esta fragmentación trajo, finalmente, un debilitamiento del movimiento socialista y de su principal bandera política: la defensa de la constitución pacifista.

Al comentarle esto, reflexionó y me dijo: “finalmente esto es un fenómeno mundial”. La respondí que sí, pero que la historia no terminaba ahí. La otra fuerza de izquierda, el Partido Comunista Japonés (PCJ), seguía en pie. Incluso me aventuré a decirle que es el único partido comunista del “Primer Mundo” que ha sobrevivido la caída de la URSS.

Ahora bien, esto no implica que su presencia numérica sea importante. En promedio el partido no supera el 5% de los votos en cada elección. Empero, el PCJ no ha tenido un descenso tan dramático como los socialistas. Y lo más peculiar es que, salvo el movimiento eurocomunista que hubo en su interior en los años 70 (el reconocimiento de la democracia parlamentario como instrumento de lucha y la preocupación por el Estado de bienestar), ha logrado mantenerse sin reformas internas.

Obviamente, esto le llamó la atención. Y me pidió que le explicara las razones. En ese momento, le contesté alguna de mis hipótesis, pero fueron muy difusas. La razón es que hasta la fecha no ha habido estudios serios sobre el PCJ. Independientemente de esto, creo que hay tres factores que pueden explicar su supervivencia. Antes de exponerlas. Permítanme un poco de historia.

El PCJ se funda en 1922. Y de los actuales partidos es el más viejo. De ideología marxista y anticapitalista, fue una de las principales víctimas de la represión del “fascismo japonés”. Al culminar la guerra y bajo ocupación estadounidense, obtiene su registro legal, convirtiéndose en uno de los defensores de la constitución pacifista “impuesta” por Washington. Sin embargo, debido a su afinidad ideológica con Moscú, los comunistas comenzaron a perder fuerza, quedando relegados como una organización “radical” minoritaria. Pese a esto, durante del decenio de los 60, el PCJ consolida una alianza con los movimientos estudiantiles, volviéndose en una de los portavoces anticonservadores más importantes en las universidades públicas, principalmente en la de Tokio. Esta presencia le permitió ganar algunas elecciones locales, incluyendo algunas gubernaturas. Una vez resumida la historia, pasemos pues a explicar por qué no ha desparecido de la arena política.

La primera es que, pese a su radicalismo ideológico, el PCJ apoya una causa con muchas simpatías entre muchos ciudadanos: el “pacifismo japonés”. Así, mientras la constitución no se modifique, los comunistas tendrán una razón para existir. La segunda razón es su estructura organizativa. Es la única oposición con presencia nacional. Asimismo,, tiene un periódico propio (Akahata) y una red de miembros que logran recaudar dinero y movilizar a simpatizantes. De hecho, éstos son la clientela electoral cautiva que permite su supervivencia. Finalmente, el PCJ es la única fuerza anticonservadora “real” y por eso suelen recibir una parte de los votos de protesta. Así, su presencia tiende a aumentar cuando el gobierno conservador es incompetente, como lo fueron las elecciones de la Cámara Alta de 1998.

En suma, es un partido sui generis. Y, sin duda, ha reforzado la democracia de la posguerra. Empero, un partido que no puede reformarse y no logra hilar alianzas con las otras fuerzas, está condenado a desaparecer. Pero es demasiado temprano para hacer una predicción. Veamos qué pasa con el último partido comunista del Club de los Ricos.

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