En el Festival de Cannes de este año compite la película de Alejandro González Iñarritú, Babel. Veremos si el director de Amores Perros y 21 Grams se lleva la Palma de Oro. Y se nos hace nuestra fantasía de que un mexicano gane. Aunque este año compiten también otro mexicano Guillermo del Toro con El Laberinto del Fauno
Bueno, no soy crítico de cine, así que no sé mucho de estas cosas, pero como buen mexicano que no tiene otra cosa que hacer que ir al cine y ver la basura que está en los cines comerciales, creo que el elenco no es malo. En la película actúan Brad Pitt, Cate Blanchet y Gael Garía Bernal, entre otros. También un japonés Koji Yakusho, que en lo personal no se me hace malo.
Ahora bien, la historia de Babel parece ser algo repetitiva. Lleva una secuencia similar a las dos anteriores películas del que fuera fundador de la estación de radio WFM 96.9 (ahora convertida en una estación de noticias de Televisa). Según la sinopsis que leí, la película está formada por tres historias que se entrelazan por un accidente y tiene como escenarios cuatro países Marruecos, Túnez, México y Japón. El director mexicano dice que con esto termina este tipo de género que ha utilizado en sus películas. Esperemos que nos cumpla y no nos salga como los políticos que dicen tantas tonterías estos días en México: “candidato del empleo (Felipe Calderón)”, “elecciones de Estado (Madrazo)”, “las encuestas están manipuladas (AMLO)”, “voy a dar seguro social a todos (Calderón)”, “yo soy cardenista (Calderón)....
Ahora, mi curiosidad es cómo González Iñarritú proyectará Japón. Será una sociedad psicodélica y violenta como la que proyectó Quentin Tarantino en Kill Bill (2003) o bien la lenta historia y en cierta medida prejuiciosa cinta de Sofia Coppola Lost in Traslation (2003). O bien un anacronismo como Karate Kid 2 (1986), Rising Sun (1993) o Black Rain (1989). A lo mejor será aquel Japón que se proyectó en los años ochenta: un peligro para la maravillosa sociedad capitalista estadounidense. En fin... la lista sería interminable. Lo que sí no será es aquel mundo de Samuráis que proyectó la serie de televisión Shogun en los ochenta, que por cierto está basado en la novela de James Clavell del mismo título.
Pero, ¿por qué Gónzalez Iñarritú habrá escogido Japón? Pudiendo elegir China, que es hoy por hoy el tema de boga en los periódicos. Estaba Indonesia que es el país islámico más poblado del mundo, para darle continuidad a su historia que retoma dos países islámicos: Marruecos y Túnez. Pudo haber sido Corea que ha tenido un crecimiento espectacular en su industria cinematográfica nacional y una mejoría sustancia en sus producciones (aunque en lo personal no me gusten). Pero no. González Iñarritú escogió este país en donde la brecha económica entre los más pobres y los ricos se incrementa. Este país en donde las políticas neoliberales no han solucionado nada. Este país en donde los conservadores ganan siempre las elecciones. Este país de supuesta raza homogénea
A lo mejor el “negro” (como apodan al director mexicano) es un japonófilo empedernido que siempre quiso tratar a Japón en sus películas. Pero se me hace que es pura moda. Hay que recordar que en estos años ha habido varias películas que tratan a Japón. Y por una razón muy clara. Porque Japón aún tiene dinero...
Tenemos por un lado, la nefasta historia de amor Pearl Harbor (2001), que coincidió con los atentados del 11 de septiembre para hacer reforzar con más determinación el terrorismo y pintar a los japoneses como unos hijo de.... En el año de 2003, junto a Lost in Translation y Kill Bill, una tercera película, Last Samurai (2003) fueron exhibidas en las salas cinematográficas. Lo curioso que esta última que está hablada en ingles y que retrata de una manera grotesca la sublevación de Takamori Saigo, un personaje histórico (la historia de la película está basado en este personaje, pero es pura ficción, como la política ficción) fue la más taquillera de las tres en Japón. Finalmente, el año pasado tuvimos Sayuri, película que está basado en el libro Memoirs of Geisha.
Salvo Kill Bill, ninguna me gustó, pero como dije antes yo no soy crítico de cine, así que da igual lo que yo diga... En lo personal recomiendo Nobody Knows (2003) de Hirokazu Koreeda. Película que ganó en Cannes 2004, el premio al mejor actor masculino Yuuya Yagira, quien tenía en ese momento 14 años. La historia está basado en un hecho real. Una madre abandona a sus hijos y estos se tienen que valerse por sí solos. Es algo escabrosa, pero es buena.
Creo que es mucho mas amigable que el cine de Yasujiro Ozu (que tanto admira Wim Wenders, que hasta le hizo un documental Tokyoga) y Akira Kurosawa, menos violenta que las películas de Takeshi Kitano, y menos clavadas y eróticas que Nagisa Oshima. También menos políticas que Shohei Imamura, director de Kuroi ame (1989), película que trata sobre la Bomba atómica en Hiroshima
Bueno, sigamos yendo al cine. Compren golosinas, pero no hablen en el cine y apaguen sus celulares. Porque en eso la gente rica es de lo peor.
Bueno, no soy crítico de cine, así que no sé mucho de estas cosas, pero como buen mexicano que no tiene otra cosa que hacer que ir al cine y ver la basura que está en los cines comerciales, creo que el elenco no es malo. En la película actúan Brad Pitt, Cate Blanchet y Gael Garía Bernal, entre otros. También un japonés Koji Yakusho, que en lo personal no se me hace malo.
Ahora bien, la historia de Babel parece ser algo repetitiva. Lleva una secuencia similar a las dos anteriores películas del que fuera fundador de la estación de radio WFM 96.9 (ahora convertida en una estación de noticias de Televisa). Según la sinopsis que leí, la película está formada por tres historias que se entrelazan por un accidente y tiene como escenarios cuatro países Marruecos, Túnez, México y Japón. El director mexicano dice que con esto termina este tipo de género que ha utilizado en sus películas. Esperemos que nos cumpla y no nos salga como los políticos que dicen tantas tonterías estos días en México: “candidato del empleo (Felipe Calderón)”, “elecciones de Estado (Madrazo)”, “las encuestas están manipuladas (AMLO)”, “voy a dar seguro social a todos (Calderón)”, “yo soy cardenista (Calderón)....
Ahora, mi curiosidad es cómo González Iñarritú proyectará Japón. Será una sociedad psicodélica y violenta como la que proyectó Quentin Tarantino en Kill Bill (2003) o bien la lenta historia y en cierta medida prejuiciosa cinta de Sofia Coppola Lost in Traslation (2003). O bien un anacronismo como Karate Kid 2 (1986), Rising Sun (1993) o Black Rain (1989). A lo mejor será aquel Japón que se proyectó en los años ochenta: un peligro para la maravillosa sociedad capitalista estadounidense. En fin... la lista sería interminable. Lo que sí no será es aquel mundo de Samuráis que proyectó la serie de televisión Shogun en los ochenta, que por cierto está basado en la novela de James Clavell del mismo título.
Pero, ¿por qué Gónzalez Iñarritú habrá escogido Japón? Pudiendo elegir China, que es hoy por hoy el tema de boga en los periódicos. Estaba Indonesia que es el país islámico más poblado del mundo, para darle continuidad a su historia que retoma dos países islámicos: Marruecos y Túnez. Pudo haber sido Corea que ha tenido un crecimiento espectacular en su industria cinematográfica nacional y una mejoría sustancia en sus producciones (aunque en lo personal no me gusten). Pero no. González Iñarritú escogió este país en donde la brecha económica entre los más pobres y los ricos se incrementa. Este país en donde las políticas neoliberales no han solucionado nada. Este país en donde los conservadores ganan siempre las elecciones. Este país de supuesta raza homogénea
A lo mejor el “negro” (como apodan al director mexicano) es un japonófilo empedernido que siempre quiso tratar a Japón en sus películas. Pero se me hace que es pura moda. Hay que recordar que en estos años ha habido varias películas que tratan a Japón. Y por una razón muy clara. Porque Japón aún tiene dinero...
Tenemos por un lado, la nefasta historia de amor Pearl Harbor (2001), que coincidió con los atentados del 11 de septiembre para hacer reforzar con más determinación el terrorismo y pintar a los japoneses como unos hijo de.... En el año de 2003, junto a Lost in Translation y Kill Bill, una tercera película, Last Samurai (2003) fueron exhibidas en las salas cinematográficas. Lo curioso que esta última que está hablada en ingles y que retrata de una manera grotesca la sublevación de Takamori Saigo, un personaje histórico (la historia de la película está basado en este personaje, pero es pura ficción, como la política ficción) fue la más taquillera de las tres en Japón. Finalmente, el año pasado tuvimos Sayuri, película que está basado en el libro Memoirs of Geisha.
Salvo Kill Bill, ninguna me gustó, pero como dije antes yo no soy crítico de cine, así que da igual lo que yo diga... En lo personal recomiendo Nobody Knows (2003) de Hirokazu Koreeda. Película que ganó en Cannes 2004, el premio al mejor actor masculino Yuuya Yagira, quien tenía en ese momento 14 años. La historia está basado en un hecho real. Una madre abandona a sus hijos y estos se tienen que valerse por sí solos. Es algo escabrosa, pero es buena.
Creo que es mucho mas amigable que el cine de Yasujiro Ozu (que tanto admira Wim Wenders, que hasta le hizo un documental Tokyoga) y Akira Kurosawa, menos violenta que las películas de Takeshi Kitano, y menos clavadas y eróticas que Nagisa Oshima. También menos políticas que Shohei Imamura, director de Kuroi ame (1989), película que trata sobre la Bomba atómica en Hiroshima
Bueno, sigamos yendo al cine. Compren golosinas, pero no hablen en el cine y apaguen sus celulares. Porque en eso la gente rica es de lo peor.

P.D. El año pasado falleció Noriyuki “Pat” Morita. El señor Miyagi para los cuates. Se me fue uno de mis ídolos de la infancia o bien el abuelo que siempre quiso tener uno.
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