Desde la posguerra hasta nuestros días, virtualmente sólo una organización política ha llevado las riendas de Japón: el Partido Liberal Demócrata (PLD). Este dominio ha sido muy similar a la hegemonía que ostentó el Partido Revolucionario Instituciona (PRI) en México, pero con dos grandes diferencias: en Japón las condiciones de libre competencia siempre fueron garantizados para la oposición y se repestó siempre los derechos políticos de los ciudadanos.
Empero, no todo fue positivo. El dominio del PLD hizo que en Japón, las elecciones internas dentro de la organización conservadora fueran las que definieran el desitno político de Japón y no los comicios parlamentarios . Una desgracia sin duda.

Y bueno, justamente, esto sucederá el próximo septiembre de 2006, cuando el popular primer ministro Jun’ichiro Koizumi (foto) culmine su periodo presidencial. Antes de ver quiénes son los que se perfilan para dirigir los destinos de Japón, es necesario pensar qué implicaciones traerá la salida de Koizumi.
Primero, este otoño de 2006, seremos testigos de la culminación de uno de los gobiernos más populares de la historia contemporánea. Igualmente, el cambio de mandos significa el desenlace de cinco años, sin mucho éxito, de reformas estructurales (neoliberales) que buscaban reducir un gigantesco déficit gubernamental. Finalmente, es el fin también de una administración que secundó incondicionalmente los deseos imperiales de Washington, despachando a las tropas japoneses hacia Irak, y que descuidó por completo las relaciones con el Asia-Pacífico, especialmente con China y la Republica de Corea.
Pero, dejemos por un momento al que se va y regresmos a nuestro argumento incial y veamos qué tipo de futuro le puede esperar a la segunda economía del mundo.
La sucesión
La carrera por la sucesión dentro del PLD inicia en septiembre de 2005, cuando el partido conservador logra un triunfo histórico en las elecciones de la Cámara Baja, obteniendo casi el 61% de los escaños. Esta grotesca cifra, le permite al partido gobernante aprobar no sólo cualquier iniciativa de ley, sino que es una cifra significativa para reformar la constitución, especialmente su cláusula pacifista que proscribe el derecho de beligerancia
Abe es el nieto de Nobusuke Kishi (primer ministro durante 1958 a 1960). Es el más joven de los cuatro y el que tiene mejores posibilidades de triunfar. Es uno de los hombres más cercanos a Koizumi, así como uno de los políticos conservadores más populares. Sus fuertes críticas hacia Corea del norte, especialmente su apoyo hacia los familiares de las víctimas secuestradas por las espías norcoreanos, le han valido importantes puntos dentro de los sectores de derecha.
Asimismo, al igual que Koizumi, Abe ha manifestado públicamente sus posturas de derecha, situación que ha quedado constatado con sus recurrentes visitas al Mausoleo de Yasukuni, lugar donde reposan simbólicamente las almas de los soldados caídos en las guerras de expansión japonesa y de los jefes militares enjuiciados como criminales de guerra.
Aso, por su parte, es el nieto de Shigeru Yoshida (primer ministro durante 1948 a 1954), el líder político más importante de toda la historia contemporánea japonesa. Fue Yoshida quien se empeño en que Japón se concentrara en el crecimiento económico y destinara sólo una “ínfima” cantidad al gasto militar. Por lo que respecta al caso específico de Aso, a pesar de su legado familiar, no ha sido un político brillante. Es probablemente el menos popular y sus continuas críticas hacia China, le ha restado el apoyo de muchos sectores. Respecto a su ideología, mantiene un misma postura que Abe y es también un firme defensor de la visitas hacia Yasukuni.
Por lo que respecta a Tanigaki es un político gris, pero ha sido, junto con Heizo Takenaka, uno de los cerebros de las reformas neoliberales de Koizumi. Esta situación ha hecho que tenga el apoyo de algunos grupos empresariales. Con respecto a su postura ideológica, al igual que los dos anteriores, también ha mostrado una posición de derecha, pero menos pública. Un punto que no le ha favorecido ha sido su posición a favor de subir el impuesto al valor agregado, situación que le ha quitado el apoyo de las clases medias.
Finalmente, Fukuda es el caballo negro. Es el hijo del ex primer ministro Takeo Fukuda (1976-1978) y el más viejo de los contendientes. A diferencia de los otros tres, ha mostrado una posición más hacia el centro y ha encomendado a seguir una política que mire más hacia Asia-Pacífico que Estados Unidos. Igualmente, no mantiene una postura a favor de las visitas a Yasukuni. El gran problema que enfrenta es que sus principales seguidores son los miembros de la facción Mori, donde también están Koizumi y Abe. Esta situación le resta votos.
Ahora bien, las últimas encuestas muestran que dentro de los japoneses existen una preferencia mayor hacia Abe, aunque Fukuda tiene un mayor apoyo en lo que se refiere a la política exterior. Así, en términos reales, estos dos políticos son los únicos que tienen la posibilidad de suceder a Koizumi. Dicho de otra manera: las elecciones serán una contienda entre una derecha nacionalista y un conservadurismo moderado.
El ganadro será...
Independientemente de lo que suceda, los resultados serán todo un hecho histórico. Por primera vez un hijo o nieto de un ex primer ministro llegaría al poder. En el caso específico de Abe, si llegara a ganar, sería el primer político nacido en la posguerra, implicando un cambio generacional.
Creo que el triunfador va a ser Abe, lo cual refuerza el dominio que ostentó Koizumi en estos 5 años. Sin embargo, la llegada de Abe no parece ser el mejor escenario para muchos. Su postura de derecha puede ser un obstáculo para mejorar las relaciones con los vecinos. Además, en un momento en donde Corea del norte es un peligro latente y China quiere provocar constantemente para que se rearme Japón; la llegada de Abe sólo empeoraría las cosas. Igualmente, su apoyo a las políticas neoliberales de Koizumi puede emperorar aún más el sistema de seguridad social que rige en Japón. Como vemos, no sólo en México el neoliberalismo ha sido un dolor de cabeza.
A guisa de conclusión
Japón necesita de un líder que sea capaz de evitar el conflicto con sus vecinos y al mismo tiempo, mejorar su economía. Pero esta situación parece que no se podrá dar en un futuro cercano. Y todavía está pendiente la reforma constitucional. Dada la amplia mayoría que tiene el PLD, quien resulte victorioso en los comicios del próximo otoño tendrá en sus hombros la responsabilidad de mantener o eliminar la cláusula pacifista.
En fin, es una desgracia que en el caso del PLD, no se cumpla la frase que el grupo alemán Alphaville entonaba en los años ochenta en su canción Big in Japan: “las cosas son fáciles cuando tu eres grande en Japón, cuando eres grande en Japón”.
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