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Toru Hashimoto |
Hace una semanas, un amigo me preguntó por
qué había dejado de escribir cavilaciones sobre la política de Japón y la
región del Asia-Pacífico en mi blog.
Tenía razón. En su orígenes, este espacio había sido una columna semanal de Diario Monitor (un periódico de la Ciudad de México que ya no existe) dedicada a ese tipo de temas. Sin embargo, era un poco cansado escribir cada martes sobre la política de un país y de una región que en México, la verdad “no importan mucho”, o bien existe un conocimiento precario sobre ellos. Además, la política no siempre es lo que uno quiere leer en un diario. Con las noticias nacionales es más que suficiente (menos en esos años del México de las postrimerías del sexenio de Vicente Fox). La Columna mutó y se volvió entonces, en una presentación mía sobre la sociedad japonesa, aunque busqué en la medida de lo posible poner los datos más relevantes de la política japonesa de esos años.
Tenía razón. En su orígenes, este espacio había sido una columna semanal de Diario Monitor (un periódico de la Ciudad de México que ya no existe) dedicada a ese tipo de temas. Sin embargo, era un poco cansado escribir cada martes sobre la política de un país y de una región que en México, la verdad “no importan mucho”, o bien existe un conocimiento precario sobre ellos. Además, la política no siempre es lo que uno quiere leer en un diario. Con las noticias nacionales es más que suficiente (menos en esos años del México de las postrimerías del sexenio de Vicente Fox). La Columna mutó y se volvió entonces, en una presentación mía sobre la sociedad japonesa, aunque busqué en la medida de lo posible poner los datos más relevantes de la política japonesa de esos años.
Ahora bien, después de que en el otoño del
2008 despareció Diario Monitor, los
incentivos para seguir escribiendo en este espacio se redujeron. El blog se
volvió algo menos formal y actualmente, el tema político ha desparecido. Hay
cuatro razones, además de mi pereza.
①
Ahora me dedico más a la historia diplomática (algunos fanfarrones internacionalistas
dicen que los que nos dedicamos a esto hacemos “arqueología diplomática”; un
termino erróneo sin duda). De este modo, mi interés académico ya no es la
política actual, sino la de la década de los cincuenta y de los sesenta del
siglo pasado. Analizo cómo se fue reestructurando la diplomacia de una nación
que había perdido una guerra.
② Me
harté del mi caso de estudio inicial. Cuando comencé a estudiar la política de
país en la Universidad de Tokio, me concentré en el Partido Demócrata Japonés
(PDJ). Este partido era una extraña organización formada por ex socialistas,
liberales y neoconservadores escindidos del Partido Liberal Demócrata (PLD).
Hasta 1999 eran la primera oposición, pero finalmente lograron el poder y son
los que gobiernan actualmente. Siempre he sido un contreras, me gustan las
cosas que nadie les interesa, pero al momento de volverse en el centro de todo,
me aburren. Los demócratas eran más interesantes como oposición. Así, no he
podido hacer un análisis objetivo que me deje satisfecho sobre ellos. A lo
mejor, cuando pierdan en las próximas elecciones (que eso parece que ocurrirá)
y se vuelvan de nuevo en oposición, mi “amor” hacia el PDJ vuelva. Por ahora
no.
③ El
terremoto y el accidente en la planta nuclear de Fukushima cambiaron por
completo la lógica de la política japonesa. Obviar esos dos desafortunados
hechos hacen imposible comprender la política. El problema es que los medios
desinforman y lo políticos no han sido capaces de ser unos actores
responsables. El PDJ ha sido incapaz y el PLD se ha deslindado de toda
responsabilidad. Algo que es una “estupidez”, ya que los conservadores fueron
los reales artífices de la política nuclear japonesa de la posguerra hasta
nuestros días. No sé cómo le hacen los analistas políticos de ahora para poder
analizar la política japonesa. A mí me cuesta trabajo deslindar estos temas,
sin enojarme o entristecerme.
④ El
ascenso de Toru Hashimoto ha hecho menos fácil entender la política japonesa.
El alcalde de Osaka y ex gobernador de la prefectura del mismo nombre se ha
vuelto en el ojo del huracán de la política japonesa. Su populismo de derecha y
sus maniobras en contra del status quo han amenazado al sistema de partidos
japonés. Es un caudillo muy similar a muchos que hubieron y siguen habiendo en
América Latina. Es un autoritario, intransigente, pero atractivo político para
las masas. Como caso de estudio es maravilloso. Sin embargo, en lo personal,
desconozco la política local de Osaka. Si fuera el septuagenario gobernador de Tokio Shintaro Ishihara
podría opinar más, ya que llevo 11 años viviendo en la capital japonesa. De
este modo, las notas periodísticas y los comentarios de varios amigos
politólogos radicados en la región de Kansai me han servido para darme una idea
de quién es Hashimoto, pero la verdad no me siento capaz de poder profundizar
más sobre él.
Sin embargo, en estos días, creo que sí
debería analizar un poco más la política de Japón, ya que probablemente pasaré
un buen rato más. No prometo nada, pero en alguna semanas comenzaré algunas
cavilaciones tratando de desmenuzar quién es Hashimoto y su proyecto político.
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