(Artículo publicado el 17 de julio de 2007 en Diario Monitor)
En México, el triunfo en las elecciones legislativas, especialmente la de los diputados federales lo definen la imagen del partido. Es decir, no importa mucho qué tipo de atributos tengan los candidatos o candidatas, lo que importa es qué partido los apoya. Esto se debe al sistema electoral sui generis y con muchos parches que impuso el PRI bajo su larga hegemonía, pero también a que la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicano prohíbe la reelección consecutiva de los diputados. Esto ha provocado que los legisladores mexicanos carezcan de un vínculo directo con los distritos que representan y lo peor: ha evitado que desarrollen una carrera legislativa profesional que sea susceptible a la rendición de cuentas.
Por lo que toca a Japón, al igual que en México, la imagen de los partidos es la que define el rumbo de las elecciones. Esta situación se refuerza aún más con el sistema parlamentario. Sin embargo, como lo ha demostrado, acertadamente el politólogo estadounidense Gerald Curtis, el carisma de los candidatos, sus redes locales, así como su capacidad en el manejo de recursos son elementos importantes. Asimismo, la reelección continua ha permitido a los diputados profesionalizar su carrera política, aunque esto no ha evitado los abusos de poder, el nepotismo y la corrupción. En fin, en la política, nada es color de rosa.
De este modo, dada esta importancia de la imagen de los candidatos, existe una tendencia dentro de los diversos partidos (excluyendo el Partido Comunista Japonés) a optar por la nominación de candidatos con renombre o atractivos. Así, en cada elección nacional los partidos nominan a cómicos, locutores de televisión, luchadores, ex deportistas. Inclusive, hasta “extranjeros” nacionalizados han incursionado en la política (un ejemplo es el caso del finlandés Tsurunen Marutei). Muchos de estos personajes carecen de experiencia y preparación política, pero son capaces de obtener el triunfo.
Esta tendencia se observa con mayor fuerza en las elecciones de la Cámara Alta, especialmente en las candidaturas de representación proporcional. Esto se debe a que existe una falsa idea de que este cuerpo legislativo es un ente ceremonial, pero también por las bondades del sistema electoral. Las próximas elecciones del 29 de julio, no será la excepción y los distintos partidos han nominado ya algunas celebridades su participación. Dado que es imposible señalar a cada uno de estos personajes, quisiera finalizar esta cavilación resaltando el perfil de tres candidatos que me han llamado la atención.
1. Ryuhei Kawada (31 años): candidato independiente por el distrito de Tokio. Él no es una personalidad de la farándula, ni mucho menos un deportista. A los 10 años, contrae el VIH debido al uso de medicamentos contaminados, que habían sido aprobados por el entonces Ministerio de Salud. Posteriormente, en el decenio de los noventa, Kawada, junto con otras víctimas emprenden un juicio en contra de las empresas farmacéuticas y el gobierno. Finalmente, en 1996, las autoridades de Tokio aceptarían su crimen. Este suceso representa un primer avance para lucha en contra del SIDA, aunque no ha permitido su disminución. Actualmente, Japón es el único “país desarrollado” en donde los índices de contagio de VIH aumentan. Por tanto, un triunfo de Kawada podría implicar un avance para la lucha contra el SIDA en Japón.
2. Kanako Otsuji (32 años): candidata plurinominal del Partido Demócrata Japonés (primera oposición). Ella tampoco es una celebridad. Después de una larga carrera como deportista amateur, decide incursionar en la política y en el año de 2003 se vuelve diputada local de Osaka. Ahora bien, ella ha logrado acaparar la atención los medios al anunciar públicamente su preferencia sexual. De hecho, es la primera candidata de un partido nacional que se reconoce abiertamente como lesbiana y esto la vuelve automáticamente en la principal voz de la lucha por la diversidad sexual. En caso de triunfar, representaría un avance para el movimiento lésbico-gay y podría poner en la agenda política un tema que ha sido relegado por muchos años en Japón: el reconocimiento de la diversidad.
3. Keniya Fujimori (69 años): conocido mejor como Alberto Fujimori, este cínico japonés-peruano es el candidato plurinominal del diminuto Nuevo Partido del Pueblo. Ninguno de los medios japoneses considera plausible un triunfo de Fujimori, además de que su salida de Chile es casi imposible. Todo es una maniobra del mini partido para atraer la atención del electorado. Sin embargo, en el caso de triunfar, implicaría no sólo un hecho inédito, sino que traería un duro golpe para las relaciones peruano-japonesas.
En México, el triunfo en las elecciones legislativas, especialmente la de los diputados federales lo definen la imagen del partido. Es decir, no importa mucho qué tipo de atributos tengan los candidatos o candidatas, lo que importa es qué partido los apoya. Esto se debe al sistema electoral sui generis y con muchos parches que impuso el PRI bajo su larga hegemonía, pero también a que la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicano prohíbe la reelección consecutiva de los diputados. Esto ha provocado que los legisladores mexicanos carezcan de un vínculo directo con los distritos que representan y lo peor: ha evitado que desarrollen una carrera legislativa profesional que sea susceptible a la rendición de cuentas.
Por lo que toca a Japón, al igual que en México, la imagen de los partidos es la que define el rumbo de las elecciones. Esta situación se refuerza aún más con el sistema parlamentario. Sin embargo, como lo ha demostrado, acertadamente el politólogo estadounidense Gerald Curtis, el carisma de los candidatos, sus redes locales, así como su capacidad en el manejo de recursos son elementos importantes. Asimismo, la reelección continua ha permitido a los diputados profesionalizar su carrera política, aunque esto no ha evitado los abusos de poder, el nepotismo y la corrupción. En fin, en la política, nada es color de rosa.
De este modo, dada esta importancia de la imagen de los candidatos, existe una tendencia dentro de los diversos partidos (excluyendo el Partido Comunista Japonés) a optar por la nominación de candidatos con renombre o atractivos. Así, en cada elección nacional los partidos nominan a cómicos, locutores de televisión, luchadores, ex deportistas. Inclusive, hasta “extranjeros” nacionalizados han incursionado en la política (un ejemplo es el caso del finlandés Tsurunen Marutei). Muchos de estos personajes carecen de experiencia y preparación política, pero son capaces de obtener el triunfo.
Esta tendencia se observa con mayor fuerza en las elecciones de la Cámara Alta, especialmente en las candidaturas de representación proporcional. Esto se debe a que existe una falsa idea de que este cuerpo legislativo es un ente ceremonial, pero también por las bondades del sistema electoral. Las próximas elecciones del 29 de julio, no será la excepción y los distintos partidos han nominado ya algunas celebridades su participación. Dado que es imposible señalar a cada uno de estos personajes, quisiera finalizar esta cavilación resaltando el perfil de tres candidatos que me han llamado la atención.
1. Ryuhei Kawada (31 años): candidato independiente por el distrito de Tokio. Él no es una personalidad de la farándula, ni mucho menos un deportista. A los 10 años, contrae el VIH debido al uso de medicamentos contaminados, que habían sido aprobados por el entonces Ministerio de Salud. Posteriormente, en el decenio de los noventa, Kawada, junto con otras víctimas emprenden un juicio en contra de las empresas farmacéuticas y el gobierno. Finalmente, en 1996, las autoridades de Tokio aceptarían su crimen. Este suceso representa un primer avance para lucha en contra del SIDA, aunque no ha permitido su disminución. Actualmente, Japón es el único “país desarrollado” en donde los índices de contagio de VIH aumentan. Por tanto, un triunfo de Kawada podría implicar un avance para la lucha contra el SIDA en Japón.
2. Kanako Otsuji (32 años): candidata plurinominal del Partido Demócrata Japonés (primera oposición). Ella tampoco es una celebridad. Después de una larga carrera como deportista amateur, decide incursionar en la política y en el año de 2003 se vuelve diputada local de Osaka. Ahora bien, ella ha logrado acaparar la atención los medios al anunciar públicamente su preferencia sexual. De hecho, es la primera candidata de un partido nacional que se reconoce abiertamente como lesbiana y esto la vuelve automáticamente en la principal voz de la lucha por la diversidad sexual. En caso de triunfar, representaría un avance para el movimiento lésbico-gay y podría poner en la agenda política un tema que ha sido relegado por muchos años en Japón: el reconocimiento de la diversidad.
3. Keniya Fujimori (69 años): conocido mejor como Alberto Fujimori, este cínico japonés-peruano es el candidato plurinominal del diminuto Nuevo Partido del Pueblo. Ninguno de los medios japoneses considera plausible un triunfo de Fujimori, además de que su salida de Chile es casi imposible. Todo es una maniobra del mini partido para atraer la atención del electorado. Sin embargo, en el caso de triunfar, implicaría no sólo un hecho inédito, sino que traería un duro golpe para las relaciones peruano-japonesas.
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