1/31/2007

Los cuatro meses

(Texto publicado en Diario Monitor, 30 de enero de 2007)

En septiembre de 2006, los diarios japoneses anunciaban toda una transmutación política y el comienzo de una diplomacia nacionalista. Sin embargo, ese cambio no ha ocurrido. La “joven” promesa, Shinzo Abe, resultó ser un espejismo. Por lo menos eso lo muestran sus 4 meses en el poder. Veamos un poco lo que ha sucedido.

Abe, asume el poder el 26 de septiembre de 2006 y logra obtener el 70% de apoyo de la ciudadanía, siendo la tercera mejor cifra que ha alcanzado un gobernante japonés, desde que se comenzó a utilizar un sistema de medición más profesional en 1978 (El primer lugar lo ostenta Jun’ichiro Koizumi con 85.5% y le sigue Morihiro Hosokawa con 71.9%). Esta tremenda popularidad se logró gracias a los atributos personales de Abe, pero también a la fuerza de su partido, el PLD, que ostenta casi el 65% de los escaños de la Cámara Baja.

Todo indicaba, la formación de un gobierno de alta popularidad como fue el de Koizumi y en octubre, Abe comienza a tener aciertos en la parte diplomática. El mandatario elige como primera gira internacional a China y la República de Corea y busca reconstruir ahí, las relaciones que Koizumi deshizo. Esto le trajo elogios y con la prueba nuclear que emprende Corea del Norte, el 9 de octubre, su popularidad se mantuvo. El resultado fue, finalmente, un índice de 63%.

Empero, la magia se termina ahí. En noviembre la cifra de apoyo baja a 53%, en diciembre a 47% y en enero llega a 39%. Si sigue esta tendencia, no hay garantía de que el PLD logre el triunfo en las elecciones de la Cámara Alta de este verano. ¿Por qué está pasando esto? Hay tres grandes causas.

La primera son las acciones políticas que ha emprendido Abe. A finales de noviembre, el primer ministro, en su calidad de presidente del PLD, decide que los miembros del partido oficial que fueron expulsados por Koizumi en 2005, vuelvan a reincorporarse (estos políticos había mostrado una postura crítica a la reforma del sistema postal que buscaba Koizumi y cuado éste convoca a elecciones en septiembre de 2005, pierden su membresía). Abe considera que el capital político de estos disidentes es vital para el triunfo en las elecciones de 2007, pero esto da una mala imagen y proyectan a un mandatario oportunista y sin principios.

Una segunda razón han sido las ambiguas posturas políticas de Abe hacia la reforma educativa y laboral que sigue su partido. A diferencia de Koizumi, quien había sido un enérgico destructor de estructuras de grupos de interés. Abe ha resultado ser un político apegado a grupos de interés, quienes, finalmente, son los que impiden sanear la enorme deuda interna que tiene Japón. Una última causa del debacle son los casos de enriquecimiento sospechoso de los miembros del gabinete. El primer ministro, desgraciadamente, no ha podido esclarecer los escándalos que rodean a sus subordinados.

Entonces tenemos a un mandatario débil. La respuesta es afirmativa si vemos sólo la parte interna. Pero en la parte internacional, ha mostrado algunos puntos importantes. En primer lugar, las visitas a Pekín y Seúl han mostrado una postura de reconciliación con Asia-Pacífico, que si bien no son suficientes, hablan de una postura más realista. De igual manera, su intento de establecer relaciones más cercanas con el Sudeste de Asia demuestran que su gobierno está preocupado por establecer mejores condiciones de negociación con estos países. Asimismo, como lo ha demostrado su visita a Europa en la primera quincena de enero, Abe ha tratado de buscar ahí la fórmula que permita eliminar la enorme dependencia que tiene la diplomacia japonesa hacia Estados Unidos.

En este sentido, vemos una diplomacia más realista, pero Abe deja de nuevo una gran duda. ¿Cuál es su estrategia hacia Estados Unidos? Por alguna razón, ha mostrado un distanciamiento hacia Bush y ha postergado su visita a Washington. Algunas voces consideran que es por su nacionalismo, mientras que otros dicen que es su inexperiencia, la que no ha permitido establecer una estrategia de cooperación. En lo personal creo que dentro del gobierno japonés existe una idea clara de que, por ahora, es mejor actuar alejado de Bush y esperar que su nefasta administración terminé para entablar con la próxima una nueva relación.

A guisa de conclusión, estos 4 meses han sido de adaptación. Abe ha tenido que luchar con la sombra de su antecesor, pero el tiempo de aprendizaje terminó. Tiene que emprender una política interna más clara y definir su postura hacia Washington. El mantener una relación fría con Bush es entendible, pero sumamente costosa para una nación que depende totalmente de la benevolencia de Washington para proteger su seguridad nacional.

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