1/02/2007

En las calles de Ochanomizu

(Texto publicado en Diario Monitor, 2 de enero de 2006)

Inicia el año del jabalí. Sin duda, un año crucial para Japón y México. En el primero, habrá elecciones en el verano y ahí se determinará el futuro del primer ministro Abe, incluyendo su proyecto de modificar la “constitución pacifista”. Por lo que toca a México, Calderón está obligado a revertir su mala imagen y convencer de que tiene la capacidad de dirigir una nación que en su mayoría no voto por él. Aunado a lo anterior, tiene que cumplir su promesa de más empleos y ganarse a una “izquierda” que ve con mucho recelo su poco interés por la educación. En fin, nos espera un año intenso.

Ahora bien, en esta cavilación no discutiré sobre estos temas. Tenemos todo el 2007 para hacerlo. En esta ocasión, quisiera comentar algo que me llamó mucho la atención en Ochanomizu. Empecemos por definir dónde está este lugar.

Ochanomizu es un barrio que se encuentra en el centro de Tokio. En su interior alberga a la Universidad Medica y Dental de Tokio, así como la Universidad Femenina de Ochanomizu (el mejor centro universitarios femenino de Japón). De igual manera, a unos cuantos kilómetros de ahí está la Universidad de Tokio. Asimismo, a una estación en tren, está Akihabara: la Meca de los aparatos electrónicos y el centro de reunión de los “otakus” (términos despectivo para designar a los aficionados de los cómics y animaciones). En suma, es un lugar donde existe un gran flujo de gente dentro de esta hiperpoblada metrópoli.

Ahora bien, Ochanomizu también ostenta otra característica particular. En sus calles se encuentran numerosas tiendas de instrumentos musicales. Uno puede encontrar ahí guitarras eléctricas, trombones y baterías, inclusive ocarinas y marimbas. En otras palabras, si uno quiere comprar un instrumento bueno, una visita a este barrio es un acto obligado.

Justamente, hace un par de días, tuve la oportunidad de caminar por ahí y mi sorpresa fue que las tiendas estaban llenas. En una sociedad en donde muchos compran por Internet y los costos de envió son baratos y seguros; no pensaba encontrar tanta gente. En su mayoría eran jóvenes universitarios, pero también habían estudiantes de preparatoria. Igualmente había gente mayor. De hecho, en una de las tiendas me tocó ver a un cuarentón llevarse una guitarra Fender de 200 mil yenes (18 mil pesos mexicanos aproximadamente, unos 1800 dólares). Inclusive, había extranjeros que estaban anonadados por las guitarras usadas. En suma, era un paraíso para todos aquellos que alguna vez han tocado un instrumento o bien siguen tocando.

Probablemente, se estará preguntando qué es los sorprendente de esto. A pesar de los precios extraorbitantes que mencioné en líneas pasadas, comprar una guitarra eléctrica no es un lujo. Si bien, es una “frivolidad” para muchos, no es una misión imposible. Por ejemplo, en Ochanomizu una guitarra eléctrica Ibanez cuesta 20 mil yenes (1800 pesos). Esta cifra incluye el amplificador y otros aditamentos. Hay inclusive de 10 mil yenes.

En México es un precio caro, sin duda. Sin embargo, considerando que un joven de preparatoria, en un trabajo de medio tiempo en un McDonald’s, obtiene 800 yenes la hora (7 pesos). Comprar esta guitarra Ibanez es posible, trabajando 12 horas a la semana durante dos meses en esta transnacional de comida chatarra. Así, este acceso a trabajos de medio tiempo y la existencia de un mercado amplio de instrumentos explica por qué los japoneses consumen tanto estos productos. De hecho, esto lo constata el número de gentes que porta un instrumento en los trenes de Tokio. En cualquier vagón es muy común ver a jóvenes con guitarras en sus espaldas o amas de casas con violines.

Y como en todos los lugares. Muchos no se quedan en el nivel de aficionados y buscan volverse profesionales y trascender en el mercado de pop japonés, que desgraciadamente no es de mucha calidad. Eso no implica que todos sean mediocres. Todo lo contrario. Hay músicos talentosos como Ryuichi Sakamoto y probablemente más de lo que este columnista sabe (mi conocimiento musical es muy reducido, o bien sesgado).

A guisa de conclusión. En un país donde fluye mucho dinero, pese a la creciente desigualdad social que impera, tocar un instrumento no es un lujo. Ahora bien detrás de esta “frivolidad” existe una realidad que no se puede desdeñar: el apoyo que ha brindado el gobierno de la posguerra a la cultura y el éxito de su modelo de bienestar. Como lo escribió Armando Román en su columna del 27 de diciembre de Diario Monitor: si se construye un modelo de bienestar bueno se pueden disminuir las desigualdades primarias (aunque eso no implique que desaparezcan las injusticias).

Cajón de sastre: En la versión original de este artículo, el cual está arriba, puse que 800 yenes son 7 pesos, pero lo correcto son 70 pesos.

2 件のコメント:

Christian Hernández さんのコメント...

Oye, oye... 800 yenes no son 7 pesos, son casi los 80... por eso todos queremos hacer arubaito en Japon :P

kazunori さんのコメント...

Hola Isami, soy Hamada, Feliz Año Nuevo!
Me parece que este fenómeno se puede explicar por otra razón; tal vez los muchachos abundaban en las tiendas de instrumentos musicales, porque les dieron "otoshidama" o dinero para comprar regalos de la Navidad...no es extraño correr a tiendas con dinero en esta estación, he tenido experiencias parecidísimas...

Espero que te vaya muy bien, y sigo leyendo con mucho gusto tus artículos!