Paz, Octavio, Huellas del peregrino. Vistas del México independiente y revolucionario, Fondo de Cultura Económica (México, 2010).
No me acuerdo cuándo fue la primera vez que leí a Octavio Paz.
Habrá sido en la secundaria, cuando alguno de mis profesores me puso a leer alguno de sus poemas, no me acuerdo con precisión. De hecho, me da pena admitirlo, pero hasta la fecha, no he leído un poemario completo del Nóbel mexicano. Empero, de sus ensayos políticos sí he leído bastante.
Por ejemplo, sí puedo decir con certeza, cuándo fue la primera vez que leí El laberinto de la soledad. Fue en el último año del bachillerato. La clase se llamaba: “Problemas sociopolíticos y económicos de México (algo así)”. No sé por qué el bien trajeado profesor, quien también era titular de las clases de Derecho, había elegido esa obra. En esas clases no había discusión. Por lo menos, yo no me acuerdo que las haya habido. Recuerdo que también nos puso a leer a Mafalda, pero tampoco comentamos mucho. Ahora que lo pienso, ¿ese hombre realmente entendía a Paz?
En fin, esa primera lectura de El Laberinto de la Soledad no me trajo nada nuevo. Me pareció un libro aburrido y aquel profesor no fue capaz de guiarnos. Es decir, darnos las herramientas parea comprenderlo. Además, aunque no había leído hasta ese momento los ensayos de Paz. Desde el principio, creía que era un texto soporífero y el Nóbel mexicano me caía muy mal. En mi casa, era el símbolo del “stablishment”; del intelectual vendido; el enemigo de la Izquierda mexicana; el súbdito del PRI. Por ejemplo, cuando ganó el Premio Nóbel en 1990, la verdad sí me sentí mal.
Probablemente, fue la misma sensación sentida por muchos camaradas de izquierda latinoamericana cuando ganó Mario Vargas Llosa. En lo personal, no me afectó mucho. Si bien hubiera querido que ganara Carlos Fuentes, fue positivo para América Latina que ganara ese señor. Además, su obra es excelente.
Pero me he desviado del tema. En qué me quedé… Ah, sí en El Laberinto de la Soledad. Después de mi primer encuentro con Paz, en la universidad volví a releer ese “aburrido libro”. También Postdata y El ogro filantrópico, así como otros ensayos políticos. Si bien no cambió mi opinión sobre su persona, sí reconocí su importancia como intelectual. Me di cuenta que era una opinión crítica hacia el régimen priísta. No era el intelectual vendido como había pensado. Abogaba por el pluralismo y la libertad. Aunque sí me dí cuenta también que era el intelectual más incómodo para la Izquierda mexicana: por eso era tan incómodo para mí.
Empero, esta imagen cambió cuando lo vi por primera y única vez. Fue en un evento organizado por El Colegio de México y participaron, además del Nóbel mexicano, otro galardonado por el gobierno sueco: Kenzaburo Oe. Paz me pareció un abuelito bonachón. Fue meses antes de su muerte…
Después de ese encuentro, decidí separar mi visión sobre Paz. Dejé a un lado su detestable personalidad y quedarme solamente con su parte intelectual. Releí por tercera vez, El laberinto de la soledad. Compré la versión conmemorativa editada por el Fondo de Cultura Económica. Desde entonces, y más desde que vivo en Japón, he vuelto a releer la obra de Paz. Sigue siendo uno de mis Némesis, pero vuelvo a repetir: es un gran intelectual. Lo he constatado de nuevo con la lectura de Huellas del peregrino. Vistas del México independiente y revolucionario. Esta obra fue compilada por Adolfo Castañón y Jean Meyer y muestra cómo Octavio Paz veía la Independencia de México y la Revolución mexicana. Unos textos interesantes que sirven para reflexionar sobre el bicentenario y el centenario de los acontecimientos más sobresalientes de la historia mexicana.
Ahora bien, hace unos días. El último día del año pasado, leí el libro, Octavio Paz. Entre poética y política, editado por Anthony Stanton. La primera parte está dedicada a la poesía y la segunda a sus ensayos políticos. De la parte literaria no puedo decir mucho, como lo dije con anterioridad, no conozco mucho sobre esta faceta de Paz. De la otra parte, me parece interesante. Son textos de Soledad Loaeza, José Woldenberg, Ricardo Pozas Horcasitas, Yvon Grenier y Jesús Silva-Herzog Márquez. El que más me gustó fue el de Woldenberg. Muestra por qué Paz había sido el Némesis de la Izquierda mexicana y concluye que sus consejos tienen que ser escuchados por la actual Izquierda, o bien por el grupo político que se han asumido como tal en nuestros días: el PRD, Andrés Manuel López Obrador y la izquierda universitaria.
Estoy de acuerdo con Pepe Woldenberg. No todos los consejos de Paz son categóricos, pero muchos sí. A lo mejor ha llegado el tiempo de que no solamente la Izquierda, pero también la Derecha del caótico México, vuelvan releer al Nóbel mexicano.
Estoy de acuerdo con Pepe Woldenberg. No todos los consejos de Paz son categóricos, pero muchos sí. A lo mejor ha llegado el tiempo de que no solamente la Izquierda, pero también la Derecha del caótico México, vuelvan releer al Nóbel mexicano.
1 件のコメント:
Estupendo texto, Isami. Abrazos!
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