Domingo 16 de enero.
Las calles dominicales de Kagurazaka estaban vacías.
Algunos restaurantes habían abierto sus puestas, mientras que otros establecimientos las habían cerrado.
—Son las cinco y media de la tarde. ¿Qué hacemos?
—Hace mucho frío. Regresemos a casa— dijo mi esposa.
Caminamos por una vereda. Luego descendimos por unas escaleras. Nos sumergimos dentro de la estación. El frío desapareció cuando llegó el convoy. Entramos, sin decir nada, al vagón.
—Vamos hasta Takada no Baba y de ahí transbordamos en la JR—dije a mi esposa.
En ese momento, oímos un anuncio. Era una voz nasal anunciando algo.
—Señores pasajeros, les informamos que ha ocurrido un accidente en el andén de la estación Mejiro. No se ha restablecido aún el servicio de la línea Yamanote. Les pedimos que tomen vías alternas, o bien sigan en la línea Tozai.
Pensamos un momento qué hacer.
—Podemos ir hasta Mitaka y luego tomar de ahí otra vía, o bien ir hasta Takada no Baba, como lo habíamos planeado. De ahí podemos tomar un autobús— propuse.
Finalmente, decidimos bajar en Takada no Baba. Subimos unas escaleras y llegamos a la entrada de la línea Yamanote. Un empleado de la JR discutía con unas personas. Nos acercamos para ver qué decía.
—Estimados clientes, disculpen las molestias. Hace unos minutos hubo un accidente. La línea Yamanote no está corriendo hacia Ikebukuro, pero sí tenemos servicio hacia Shinjuku y Shibuya— explicó el hombre del gorro azul marino.
—Estamos de suerte, podemos llegar sin problemas a Shinjuku— dije
Entramos a la estación y caminamos hacia el andén.
—¿Será de nuevo un suicidio?— oímos mascullar a alguien.
—Probablemente pasó eso— contestó otra voz.
Pensé lo mismo. No sé el dato preciso, pero en este país mucha gente se arroja a las vías del tren.
El tren no llegaba. Algunas personas se veían molestas. Otras simplemente, no se inmutaban. Nos hemos acostumbrado a este tipo de sucesos.
—Estimados pasajeros, en unos instantes llegará el tren, con destino a Shinjuku, les pedimos que se paren detrás de la línea amarilla moteada— anunció una voz nasal.
Todo había vuelto a la normalidad.
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Lunes, 17 de enero.
Tomé el periódico del buzón. No decía nada interesante. Una nota decía que en la noche, jugaba la selección de fútbol japonesa contra la de Arabia Saudita. Hojeé rápido el diario. Había muchas notas que criticaban al gobierno mediocre de Naoto Kan y el cambio de algunas personalidades de su gabinete, el cual había sido anunciado hace un par de días. Cerré el periódico y decidí trabajar en casa.
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Miércoles 19 de enero
Recogí el periódico y prendí la televisión. Un conductor (con peluca) hablaba sobre Erika Sawajiri, una artista. Abrí el periódico. De nuevo Kan y su mala gestión. Leí la segunda página. Había dos encabezados en la tercera, en donde está la editorial de ese día. Una llamó mi atención. La editorial hablaba sobre el accidente ocurrido hace tres días en el andén de la estación el Mejiro.
Es urgente poner algunas vallas para evitar de nuevo una muerte en el andén
La víctima del accidente se llamaba Miyoshi Takei (42 años). Era uno de los principales promotores del Blind Tenis (Tenis para ciegos) y estaba cabildeando para que lo incluyeran como deporte oficial en la próxioma Paraolimpiada de Londres. Ese día, el señor Takei había tomado la línea Yamanote en la estación Ueno para dirigirse hacia Otsuka en donde estaba su casa. Iba en compañía de su esposa, quien, como él, sufría de ceguera. El tren estaba muy congestionado ese día y no pudieron bajarse en Otsuka. Nadie les ayudó. Por lo tanto, era necesario que se bajaran en la estación siguiente y tomaran un tren que los regresara a Otsuka. Empero, Ikebukuro era una estación grande con mucha gente. No era la mejor opción. Decidieron, entonces, evitarla y bajarse en la siguiente: Mejiro, una estación menos concurrida. Al bajar, el señor Takei decidió guiarse por el camino amarrillo moteado (el cual permite a las personas con ceguera caminar en las estaciones), pero no pudo maniobrar bien y cayó en las vías. Nadie se percató de que habían dos personas caminando con bastón. Nadie los ayudó y el tren tampoco paró.
En los últimos años han aumentado los accidentes de las personas con ceguera. Muchas personas no respetan el camino amarillo moteado y ponen cosas sobre ellas, o bien estacionan sus bicicletas. A muchos ciegos les han roto sus bastones y les han gritado: “Camina bien, no puedes ver, idiota”.
Ante el incremento de accidentes, los altos directivos de la línea JR y otras más han buscado establecer unas vallas especiales. Una medida inteligente, pero de acuerdo con la JR tardarán siete años en concretarse todas las vallas en la línea Yamanote.
Después de leer la editorial sentí una vergüenza y tristeza. Llamé a mi esposa, para comentarle la nota. Nos dio mucha pena.
—¿Por qué habrán tardado casi tres días en poner la nota?— dijo ella.
—Porque la gente ciega les vale madres. Nos vale madres— respondí.
Después de desayunar, busqué en la red qué habían dicho sobre el accidente del señor Takei. Hubo algunas notas interesantes, pero en la televisión simplemente nada. Les importaba más si Erika Sawajiri se iba a divorciar o no. Tenía razón, la sociedad le había valido madres.
Es triste que ocurran este tipo de cosas. Mucha gente que ha visitado este país, me ha dicho siempre: “Isami, estamos sorprendidos. Japón es una sociedad ordenada, sus habitantes respetan las leyes y a los demás. En todos lugares tratan a uno con gran respeto. No como en México”.
No están equivocados, aunque México no es un buen parámetros. Empero, en Japón muchos son unos hijos de la chingada. Algunos estúpidos —no encuentro una palabra mejor para definirlos— pasan con sus bicicletas por los caminos amarillos moteados de los ciegos y no les importa si les obstaculizan el paso. Incluso, las personas que manejan las bicicletas no respetan a los peatones. Manejan con los audífonos puestos, van fumando, o hablando por celular.
Un día me tocó ver que una señora atropelló a un anciano. Llegó la policía y ella dijo que no tenía la culpa. Dijo que el señor no caminaba bien. Al escuchar lo anterior, el oficial le dijo: “No importa si camina un bebé o un anciano, usted tiene que respetarlo”. Se la llevaron arrestada. La autoridad hace su trabajo, pero hay mucha negligencia.
Espero, que los altos ejecutivos de la JR y las otras líneas ferroviarias aceleren la construcción de las vayas de seguridad. Empero, es la misma sociedad la que debe dar el ejemplo. La gente debe respetar las vías amarillas moteadas y ayudar a las personas con ceguera. ¿Demasiado pedir a una de las sociedades más respetuosas del mundo?
En el video sale el señor Takei. Descance en paz.
En el video sale el señor Takei. Descance en paz.
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