Rascón Castro, Critina, Hanami, Tierra Adentro (México, 2009).

Esta persona lo dijo simplemente porque en Hanami los personajes (latinoamericanos o extranjeros) sirven como un filtro para que el lector (hispanoparlante) pueda ver qué es Japón (Oriente). Un Japón visto desde la otredad.
Es una interpretación mía de sus palabras, ya que esa persona no profundizó más. Supongamos (al estilo de los economistas) que aquella persona quiso decir eso. La pregunta ahora es ¿tendrá razón? A lo mejor no. Veamos.
Es una interpretación mía de sus palabras, ya que esa persona no profundizó más. Supongamos (al estilo de los economistas) que aquella persona quiso decir eso. La pregunta ahora es ¿tendrá razón? A lo mejor no. Veamos.
Hanami es una colección de cuentos. Todos están ambientados en Japón. Sus personajes son extranjeros: mexicanos en su mayoría aunque hay también coreanos y brasileños. Algunos, angloparlantes también y claro: japoneses. Plasma los problemas de la otredad y la extranjería. El sentirse distinto en una sociedad que no los comprende ni los entiende. La autora vivió por casi cinco años en Osaka. Esa experiencia fue vital para escribir la obra. Además, tiene un conocimiento amplio, no especializado pero sí amplio de la literatura japonesa.
De este modo, a simple vista, podemos ver que Hanami queda dentro de ese universo de obras en donde un personaje (normalmente Occidental) tiene que enfrentarse a un mundo desconocido y exótico (Oriente) e interactuar con él. Hay muy buenas cosas, pero la mayoría son huecas.
Por ejemplo, tenemos la opera Madame Buterfly. En el cine Merry Christmas Mr. Lawrence, Rising Sun, Black Rain, Kill Bill, Last Samurai, Lost in Translation. Inclusive, Babel de Alejandro González Iñarritú podría entrar en esta categoría.
Por ejemplo, tenemos la opera Madame Buterfly. En el cine Merry Christmas Mr. Lawrence, Rising Sun, Black Rain, Kill Bill, Last Samurai, Lost in Translation. Inclusive, Babel de Alejandro González Iñarritú podría entrar en esta categoría.
Cabe destacar que la película de Sofia Coppola ha sido en nuestros días el ejemplo más claro de los problemas de extranjería que puede experimentar un Occidental en Japón (No los mexicanos ni latinoamericanos. Octavio Paz, lo ha dicho claramente, nosotros no somos parte de ese mundo).
Sin embargo, en Lost in Traslation los personajes no enfrentan un choque cultural. Son personajes que tienen problemas personales, pero ajenos a su extranjería. Son de otra índole. Coppola pudo haber filmado muy bien su película en Corea u otro país asiático, pero Japón vende más. A mí me gustó como historia, pero detecto muchos problemas. La música no es tan mala.
Sin embargo, en Lost in Traslation los personajes no enfrentan un choque cultural. Son personajes que tienen problemas personales, pero ajenos a su extranjería. Son de otra índole. Coppola pudo haber filmado muy bien su película en Corea u otro país asiático, pero Japón vende más. A mí me gustó como historia, pero detecto muchos problemas. La música no es tan mala.
Entonces, Hanami no es un tema nuevo. No lo es. Pero está escrito en español. Eso es lo importante. No es la visión gringa de Japón, es un Japón visto por los latinoamericanos. Debería decir por una sonorense de Ciudad Obregón.
Aunque no se parecen, me acordé mucho a la obra de Rodrigo Rey Rosa La orilla africana. Repito. ¡No se parecen!
Ahora bien, en los últimos años he visto que algunas obras literarias escritas en español, está la presencia de Japón y China. He aquí algunas. Los pongo en orden de aparición, aunque mi orden de lectura fue distinto. Por supuesto están la obra de Cristina Rascón Castro.
- Cristina Rascón Castro, El agua está helada, Instituto Sonorense de Cultura, (Hermosillo, 2006).
- Ximena Sánchez Echenique, El ombligo del dragón (México, Tusquets, 2007)
- Cristina Rascón Castro, Hanami, Tierra Adentro (México, 2009).
- Fernando Iwasaki, España aparta de mí estos premios, Alfaguara (Madrid, 2009).
- Juan Villoro, Forward Kioto, La Ratona Cartonera (México, 2010)
- Roncangliolo, Santiago, Tan cerca de la vida, Alfaguara (Madrid, 2010).
Es interesante, ahora tenemos una generación (Juan Villoro no, él es de otra) de escritores jóvenes, quienes han tenido contacto con Japón y China, y han buscado plasmarlo en sus obras. Una experiencia muy distinta a la que tuvieron José Juan Tablada y Octavio Paz.
Todas estas obras son producto de una experiencias personales.
Todas estas obras son producto de una experiencias personales.
Por ejemplo, Cristina Rascón vivió y estudió en Japón. Ximena Sánchez Echenique visitó por un periodo corto China. Juan Villoro estuvo unas semanas en Japón y dictó unas charlas en la Universidad de Tokio. Fernando Iwasaki no sé con exactitud si ha venido aquí, yo creo que sí. Aunque hay que señalar que su ascendencia japonesa le ha permitido una apreciación distinta de la cultura japonesa con menos estereotipos aunque con un tono más arcaico. Finalmente, Santiago Roncangliolo visitó el Instituto Cervantes de Tokio. Esa experiencia de una semana, le dio para escribir su última novela, de la cual escribiré en otra cavilación.
Pero no sólo la experiencia de los autores importa. Actualmente, hay un boom de la literatura japonesa en los países hispanoparlantes. Siempre dicen que hay un boom. Que hay un interés pero no podemos negar que ahora es más claro.
La presencia de Haruki Murakami y Banana Yoshimoto es abismal en nuestros días. Ni Yukio Mishima ni Kawabata ni Tanizaki ni Oe tienen esa presencia (Akutagawa, Dazai, Miyazaki y Kobo Abe ni siquiera tienen presencia). Por lo tanto, hay un grupo de lectores que les interesa saber sobre Japón y por eso muchas de las obras que puse anteriormente responden a esas necesidades del mercado. A lo mejor estoy exagerando ya que muchos japonófilos no leen libros, aman más el manga, el anime y las chicas en vestido de marinero.
La presencia de Haruki Murakami y Banana Yoshimoto es abismal en nuestros días. Ni Yukio Mishima ni Kawabata ni Tanizaki ni Oe tienen esa presencia (Akutagawa, Dazai, Miyazaki y Kobo Abe ni siquiera tienen presencia). Por lo tanto, hay un grupo de lectores que les interesa saber sobre Japón y por eso muchas de las obras que puse anteriormente responden a esas necesidades del mercado. A lo mejor estoy exagerando ya que muchos japonófilos no leen libros, aman más el manga, el anime y las chicas en vestido de marinero.
Pero me he desviado del tema. Entonces sí es o no es la obra de Cristina Rascón una "Literatura puente". Mi respuesta es la siguiente: no lo es. La literatura no sirve para unir mundos. El lector lo puede sentir así y más si vive en mundo en donde él o ella es el extranjero. Pero el escritor no creo que lo busque. Asimismo, la ora de Cristina no es orientalista. "Literatura Puente" es una forma "polite" de decir esa palabra. Ella no busca como Roncangliolo un exotismo.
De Hanami mi reseña es la siguiente: hay algunas fe de erratas, así como una apreciación errónea de los coreanos que viven en Japón y las voces de los japoneses son duras, no quisiera decir acartonadas pero son simples o por menos, no son tan naturales. A pesar de eso, Hamami es un un buen libro. Entretenido y muestra que la autora ha analizado la literatura moderna japonesa. Por lo menos la que se puede leer traducida. Y da gusto que gente joven tenga oportunidad de publicar. Eso supera cualquier categorización errónea hecha en una cena en Tokio.
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