10/24/2010

El exilio como literatura

Horario Castellanos Moya, El asco, Barcelona, Tusquets, 2007
Ximena Sánchez Echenique, Por cierlo, mar y tierra, México, Tusquets, 2010

    En mi última estancia en México (prometo escribir algunas reflexiones y peripecias en las siguientes semanas), me dediqué a comprar una infinidad de libros; me traje casi 50 Kg. Desde novelas, libros académicos, vademécumes, folletos, incluso álbumes de lucha libre. Fue imposible leerlas todas, algunas sólo las ojeé, pero hubo otras que sí, especialmente las novelas y los cuentos.

    Reseño en esta cavilación dos que me parecieron interesantes. Por una extraña una coincidencia, leí algunas de sus partes en el Aeropuerto Internacional Benito Juárez de la Ciudad de México, lo cual les dio un “mejor sabor”. Ese lugar provoca emociones nostálgicas… En fin. La primera —El asco— la terminé de leer en el lobby del Hotel Hilton, mientras esperaba a unos amigos; la segunda —Por cielo, mar y tierra— la comencé horas antes de partir hacia Japón en una de las salas de espera.

    Dos obras editadas por Tusquets y aunque no en la misma época (El asco fue publicada por primera vez en 1997 por la Editora Arcoíris, mientras que Por cielo, mar y tierra en junio de este año) tienen una temática similar: el exilio aunque en diferentes facetas y en distintos contextos. Se pueden leer por separado, pero considero que juntas se aprecian mejor. Las dos obras poseen un efecto lacerante, por lo menos para alguien quien ha estado alejado de su país sin regresar por un periodo largo; como ha sido mi caso. Empecemos, entonces, las reseñas.

    El libro del escritor y periodista salvadoreño Horacio Castellanos Moya —a quien conocí y entablé una amistad el año pasado— es una conversación entre Vega y un amigo suyo (Moya), aunque en realidad es un monólogo del primero; el segundo es un actor quien solamente constata las afirmaciones de su amigo. El personaje principal se ha exiliado voluntariamente en Canadá, inclusive obteniendo la ciudadanía canadiense. No había vuelto a su natal país en muchos años, pero el fallecimiento de su madre lo obliga regresar; sin embargo, lejos de causarle una alegría; El Salvador le pareció abominable y se lo trasmite a su amigo. Vega critica de manera feroz a la sociedad salvadoreña. No hay quien se salve de este vituperio. Incluso, la cocina tradicional es deshonrada.

    Cabe destacar que la crítica social construida en este texto provocó un enorme malestar dentro de El Salvador. Incluso, varios grupos amenazaron de muerte a Horacio, obligándolo a exiliarse de nuevo (lo había hecho en el pasado).

    No entro en más detalles sólo señalo lo siguiente: para lograr esta “maravillosa blasfemia”, Castellanos Moya se inspiró de la obra del escritor austriaco Thomas Bernhard, especialmente su obra Extinción publicada en 1986 (Hay una versión al castellano editada por Anagrama en 1992). De acuerdo con un amigo mío —experto en la literatura y amigo de Horacio— los recursos literarios, así como el uso de la sátira y del humor negro, son similares a las obras de Bernhard, pero al aplicarlo al caso de El Salvador hace de la obra distinta y probablemente mejor (no lo sé). No he leído la Extinción y desconozco por completo la trayectoria del escritor austriaco, pero si Horacio logró usar su estilo, éste me parece interesante. A lo mejor vale la pena comprarlo y leerlo.

    Ahora bien, El asco, es un obra magnifica, aunque como lectores, siento sufrimos con su contenido. Uno no tiene que ser salvadoreño para odiar al personaje principal, pero lo chistoso es que yo; como varios quienes hemos estado en un “exilio voluntario o involuntario”, hemos pensado probablemente lo mismo de nuestros países. Tal yo como lo ha hecho Vega. De manera personal, en mi regreso a México en este verano, temía que el Vega que llevo adentro saliera a relucir sus trapos (aunque yo no tengo la riqueza expresiva del protagonista de El asco). Finalmente, este “ente detestable” se quedó en Japón, aunque hubo momentos en los cuales estuvo a punto de salir. Se lo comenté por correo a Horacio y me dijo: “Ese Vega no es alguien con quien apetezca ir a tomar unas cervezas”. Totalmente de acuerdo.

    Empero, quiero señalar un punto. En mi estancia en México, me encontré con varios tipos como Vega y no era exiliados ni personas quienes habían dejado su país. Eran los mismos quienes viven ahí. En Ciudad Caótica, en el Distrito Federal. Les parece abominable esta urbe; consideran que la situación del país es un “asco”. La violencia, corrupción, la mala situación económica y la falta de una credibilidad en la sociedad son las causas. Quisiera entenderlos, pero he estado demasiado tiempo fuera de ese contexto. Sólo quisiera decirles que muchos me amargaron las cervezas.

    Cambiemos de aires y pasamos con la obra de la joven escritora Ximena Sánchez Echenique, quien tuve la oportunidad de conocerla en este verano. Por cielo, mar y tierra es su tercera novela. Sus anteriores novelas son Sobre todas las cosas (2004) y El obligo del dragón (2007). La primera no la he leído, la segunda lo hice el año pasado y puse un breve comentario en la sección de Lecturas de 2009, de la revista literaria Hermano Cerdo. Ahí señalé: “La obra no es mala. Es algo compleja y con tintes de orientalismo que no me gustan, pero creo que pueden ser digeribles”. Sigo sosteniendo lo mismo y debo admitir que antes de leer Por cielo, mar y tierra, pensaba encontrarme con algo similar, pero no fue así. Fue muy grata la obra. Antes de dar mi opinión, resumo más o menos de qué trata.

    La novela mezcla la historia de tres personajes —el dictador Porfirio Díaz, Alejando Palacios, un joven acomodado de la Ciudad de México, y Benigno Silva, un hombre humilde de origen indígena— quienes por circunstancias distintas tiene que salir de su país natal. El primero lo hace por mar, el segundo por aire y el tercer por tierra. Cada uno tiene que enfrentar su destino: “ser expulsado” de su país. No entro en más detalles sobre sus rumbos; es mejor que emprendan la lectura de la novela, aunque sabemos que Don Porfirio terminará en Francia, lugar donde fallecerá.

    Por lo que toca a mi opinión de la obra, el tema del exilio es de nuevo importante; como lo ha sido en El asco, pero es una etapa previa y esta salida es producto de factores ajenos a los personajes. Asimismo, representan una clara realidad mexicana. Cabe destacar que no son tan críticos como Vega, pero hay indicios de un malestar en los personajes, inclusive algunos desplantes infantiles como el personaje salvadoreño de El asco, quizás más marcado en el muchacho de clase media alta.

    Ahora bien, siento que la parte más interesante de la novela es el viaje del dictador mexicano a bordo del "Ypiranga", el cual lo lleva hacia Cuba. Como estudioso de la historia mexicana, especialmente de su diplomacia, he tenido una imagen distinta de Don Porfirio. Para mí fue un visionario de la política exterior y un hombre quien buscó modernizar al país, aunque con un enorme costo social, por esta misma razón me pareció interesante otra faceta de su vida. Imaginar qué estaba pensando Don Porfirio en esos momentos es interesante y siento que Ximena ha logrado representarlo. No es fácil hacerlo. El general Díaz es un personaje demasiado conocido, pero al mismo tiempo no sabemos mucho de él. Hace unos meses en el Youtube encontré una grabación del dictador en la cual felicita a Thomas Edison. Al oír su voz cambió de nuevo mi imagen sobre él. Bueno, pero regresando al tema de esta cavilación. El personaje de Don Porfirio plasmado por Sánchez Echenique no es un senil dictador ni un personaje acartonado; como lo muestra la película El atentado (2010) de Jorge Fons: adaptación cinematográfica de la novela de Álvaro Uribe, El expediente del atentado (2007).

    No estoy demeritando las otras dos historias. Tiene elementos interesantes. Alejandro representa a un personaje típico de la clase media alta del DF. Canta canciones de U2 y vive en la Condesa. A lo mejor representa más a un mexicano de mi generación que a uno de 23 años, pero Sánchez Echenique no nos pone en claro si el episodio del joven sucede ahora o fue hace 10 años. La historia de Benigno también es interesante. En especial como padre tiene que afrontar su triste realidad: ya no verá a su hija. Con todo, siento que la historia del joven acomodado quien va a estudiar un doctorado al extranjero y el zapoteco quien se va de “mojado”, son historias “comunes” para muchos de nosotros. Algunos hemos tenido que salir hacia el exterior a estudiar algún posgrado o bien hemos tenido que ir al Otro Lado en busca de mejores oportunidades.

    A guisa de conclusión, El asco y Por mar, aire y tierra son dos libros que logran plasmar el exilio y los problemas de identidad nacional. Representan una realidad muy clara de El Salvador y México. ¿Por qué sus ciudadanos tienen que salir de sus países? ¿Qué significa regresar a una tierra sin oportunidades y "desconocida"? Ese tema es más para los politólogos y un problema, el cual los políticos y la propia sociedad salvadoreña y mexicana tienen que solucionar.

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