6/19/2008

La construcción de tiempos pasados

(Artículo publicado en Diario Monitor el 17 de junio de 2006)

¿Quién no recuerda sus épocas de juventud? Inclusive, debe haber muchos que siguen añorando esos años maravillosos. Por ejemplo, un buen grupo de mexicanos, que ahora tienen más o menos 65 ó 70 años, siguen recordando al sexenio de Adolfo Ruiz Cortines (1952-1958) como una época alegre en donde el danzón rodeaba las pistas del Salón México. Además, muchos siguen considerando al gobierno del “anciano presidente” como el menos corrupto de la historia de PRI.

Por otro lado, un amplia generación de mexicanos sigue recordando a los años 80, como una época oscura en donde para comprar chocolates importados se tenía que ir al mercado negro. Finalmente, muchos de nosotros, que fuimos adolescentes durante el sexenio de Carlos Salinas de Gortari (1988-1994), seguimos viendo a estos 6 años, como una época de engaño y mentiras, en donde nuestro país, lejos de perfilarse hacia el Primer Mundo, se estancaba en el Tercer Mundo.

En suma, hay tantos recuerdos que invaden nuestras mentes que sería imposible resumirlos en estas breves líneas. Ahora bien, en el caso de Japón, como en otros países, los recuerdos de una época perdida están también presentes. Y en algunos casos han logrado transformarse como obras literarias y hasta temas de debate nacional. Además, hay que recalcar que este tipo de añoranza ha tomado mayor fuerza en estos últimos años, ya que la recesión que ha vivido Japón desde los años 90, ha nublado cualquier esperanza de que regresen los años maravillosos. Veamos someramente, algunos ejemplos.

En primer lugar, un amplio sector de japoneses, que tienen entre 55 y 65 años, han mostrado una gran añoranza por los años 60. Según ellos, estos años eran maravillosos porque, pese a no existir la opulencia actual, eran felices. No tenían dinero, pero tenían trabajo. Los niños y niñas podían jugar sin miedo a ser víctimas de un crimen. Además, cualquier adulto podía regañar a un niño o niña, cuando hiciera una travesura.

Cabe destacarse que esta añoranza es muy frecuentemente verla en charlas que hay en las cantinas de Tokio, pero también en el cine. En los últimos años, distintos cineastas han retomado los años 60 como un tema de reflexión social como los filmes del director Takashi Yamazaki, Always (2003) y Always, la continuación (2007), así como la telenovela Kikujiro y Saki, basasa en el libro del director Takeshi Kitano. El mensaje de estas películas es claro: “en esos años éramos felices”. Otro ejemplo claro de esta búsqueda de añoranza es el cómic de Naoki Urasawa, Nijuseiki Shonen (El muchacho del siglo XX). Esta obra trata de cómo un líder de una secta religiosa conquista la Tierra y transforma al mundo en un copia del Tokio de su infancia (los años 60).

Sin embargo, esta búsqueda de añoranza, no sólo se ha concentrado en el decenio de los 60. También se han retomado otras épocas. Una muestra clara es la película de Yasuo Baba, Baburu he Go (Vamos hacia la Burbuja). Esta película, estrenada en el año 2007, trata de cómo dos personajes viajan al pasado para evitar el estallido de la burbuja económica: la principal causa de la recesión económica que vive actualmente Japón. Así, por medio de una máquina del tiempo llegan a los finales de los 80 y encuentra una sociedad japonesa con una opulencia desmedida, que gasta el dinero a lo estúpido, pero feliz en donde los jóvenes busca simplemente divertirse, ya que tenían asegurados sus trabajos.

Sin embargo, no todas estas manifestaciones de añoranza proyectan un Japón positivo. Un claro ejemplo es Hakaba no Kitaro (Kitato de las tumbas): una animación, basada en el cómic del mismo nombre, que fue dibujado por Shigeru Mizuki en los años sesenta. Ahí, lejos de prevalecer una sociedad en donde la unión familiar es el símbolo de felicidad, vemos un Japón pobre, en donde existen terribles prejuicios sociales y en donde la unión familiar es débil. Otro ejemplo de este pesimismo han sido las novelas de Natsuhiko Kyogoku. Este autor debuta en 1994 con la obra Ubume no Natsu (El verano del Ubume) y a partir de ese año, se ha dedicado a narrar el Japón de los años 50, en donde se observa una sociedad conservadora, víctima de la miseria y herida por la ocupación estadounidense.

A guisa de conclusión, la añoranza de tiempos pasados es un proceso natural de cualquier sociedad, pero salen a relucir más cuando los países están sumergidos en una crisis y en muchas ocasiones estos recueros son reconstruidos como realidades nuevas, dejando así de ser simples imágenes viejas. En fin, es un tema que concierne más a la filosofía. Por cierto, ¿cuándo fueron sus años maravillosos amable lector?

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