4/29/2008

Momentos de decisión (parte 2 y final)

(Artículo publicado en Diario Monitor el 29 de abril de 2008)

Como señalamos en la cavilación pasada, la histórica derrota del gobernante Partido Liberal Demócrata (PLD) en las elecciones de la Cámara Alta, efectuadas en julio de 2007, anuncia el comienza de un inédito gobierno dividido. Así, todo indicaba que el primer ministro Shinzo Abe (2006-2007) tendría que renunciar, pero el mandatario japonés decide que no es preciso hacer esto. Empero, dentro del PLD comienzan a intensificarse las voces que solicitan un cambio de mandos. Asimismo, el Partido Demócrata Japonés (PDJ) —la primera oposición— exige a Abe su renuncia y que convoquen a elecciones generales anticipadas.
Ante todos estos ataques, en septiembre de 2007, Abe no tiene otra opción que renunciar y el partido conservador convoca de inmediato a elecciones internas. Sin embargo, el gran problema que se les presentaba a los miembros del PLD era a quién tendría que elegir. Así, las facciones minoritarias consideran que la persona idónea es Taro Aso: nieto de Shigeru Yoshida (1948-1954), quien ha sido el mandatario más importante de toda la posguerra. Sin embargo, las facciones de centro y los “dinosaurios” señalan que la persona idónea es Yasuo Fukuda, hijo de Takeo Fukuda (1976-1978), primer ministro durante la segunda mitad de la década de los 70.

En medio de esta disyuntiva, las facciones del PLD comienzan a inclinarse a favor de Fukuda, ya que él tenía contactos con los distintos burócratas de alto rango y no estaba a favor de seguir una reforma acelerada. Sin embargo, muchos políticos neoconservadores hacen explícito que la postura de Fukuda a favor de una política exterior más apegada hacia Asia-Pacífico, no era benéfica y que podría debilitar las relaciones con Estados Unidos. Finalmente, Fukuda logra un contundente triunfo y todo indicaba que el PLD comenzaba a cambiar el viraje que había torcido Abe, pero el daño era irreversible.

La Cámara Alta estaba controlada por el PDJ y este partido no estaban dispuesto a negociar. Consciente de esto, Fukuda decide que es preciso mostrar una postura de bajo perfil y comienza a buscar un diálogo con Ichiro Ozawa, líder del PDJ, redituando en una negociación secreta que buscaba la formación de una mega alianza entre el PLD y el PDJ. Empero, esto trae el repudio de los propios diputados del PDJ y la opinión pública. Sin más remedio, Ozawa anuncia que es imposible el diálogo e intensifica su postura de bloquear cualquier iniciativa que lanza Fukuda.

Ante esto, Fukuda dejara su postura de bajo perfil. Aunando a lo anterior, decide mostrar un poco interés en solucionar a los problemas que aquejan al estado de bienestar japonés, apoyando la implementación de una ley que permite penalizar y sustraer las pensiones a millones de personas de la tercera edad.

Esto trae, evidentemente, la crítica del PDJ y anuncia que definitivamente no cooperará. Así, aunque el partido conservador logra “autoritariamente” la aprobación de algunas políticas como el despacho de barcos de las fuerza de Autodefensa hacia el Océano Índico; muchas políticas quedarían paralizas. Por ejemplo, en un hecho inédito, por unas cuantas semanas, el puesto de presidente del Banco de Japón no tendría dueño, ya que el PDJ rechaza a los candidatos que propuso Fukuda. Además, la oposición logra que se retrace el establecimiento de un impuesto a la gasolina (cuyos fondos están destinados para hacer carreteras innecesarias), redituando en una disminución del precio de este combustible y obliga el gobierno para que considera seriamente la posibilidad de una homologación de todos los impuestos para que las distintas localidades puedan destinarlas libremente a los servicios que consideren más importantes.

Ante esta situación, Fukuda decide que ya no se puede tolerar más esta postura intransigente del PDJ y anuncia que su gobierno volverá a subir la gasolina. Esto ha traído el rechazo de la ciudadanía, que está molestó por toda esta parálisis y la poca efectividad del gobierno, así como de la política social que han implementado.

De esta manera, en estos momentos, Fukuda, Ozawa, así como la ciudadanía japonesa enfrenta un momento de decisión. Antes que todo, el primer ministro tiene que encontrar el momento idóneo para convocar a elecciones y plantear una política social que logre el apoyo de la ciudadanía. Por lo que toca a Ozawa, el líder demócrata tiene que encontrar el momento idóneo para dejar su postura intransigente y prepararse para algo que muchos piensa que es inevitable: la sucesión del poder. Finalmente, la ciudadanía tiene que elegir a consciencia, si quieren que el PLD siga dirigiendo las riendas de su nación, o bien darle una oportunidad a la oposición.

4/25/2008

Momentos de decisión (Parte 1)

(Artículo publicado en Diario Monitor el 22 de abril de 2008)

Hoy quisiera dejar a un lado los temas culturales e históricos, así como las trivialidades que ha escrito en las últimas cavilaciones para concentrar mi atención en la política japonesa. Para emprender esto, quisiera delinear un poco la historia reciente.

En 1991, la burbuja económica que había enriquecido a millones de japoneses durante gran parte de los años 80 se destruye, desencadenando una terrible recesión, así como la quiebra de bancos y muchas empresas. Ante esto, el gobierno japonés decide destinar muchos de los fondos del gobierno hacia el rescate bancario y recorta, al mismo tiempo, el gasto social para poder subsanar así el terrible endeudamiento público que había dejado la recesión. Finalmente, en 1999, el Partido Liberal Demócrata (PLD) y el Partido del Gobierno Limpio deciden formar una coalición Centro-Conservadora, cuya directriz principal sería el fomento de una reforma estructural mayor.

De esta manera, a partir del año 2000, el gobierno japonés intensifica las reformas neoliberales, privatizando numerosas dependencias gubernamentales y aplica el recorte del gasto social. Ante esto, los partidos de izquierda y los intelectuales comienzan a hacer público su disgusto. Sin embargo, la cúpula del Partido Demócrata Japonés (PDJ) —la principal fuerza de oposición— decide mostrar una postura de apoyo hacia el PLD, ya que muchos miembros de sus miembros (antiguos miembros del PLD que se había escindido del partido conservador) consideraban que la aplicación de políticas neoliberales era el único camino para superar la crisis.

En medio de esta situación, en el año 2001, Jun’ichiro Koizumi (2001-2006) llega el poder y el carismático Primer Ministro decide usar su popularidad para implementar las políticas neoliberales, trayendo el beneplácito de la cúpula del PDJ. Sin embargo, muchos grupos del PLD hacen explícito su disgusto hacia estas políticas, ya que consideraban que éstas dañarían los interés de los grupos políticos que los apoyaban. Ante la negativa de cooperación, Koizumi anuncia que establecerá las reformas estructurales y que estaría dispuesto a destruir al PLD si es necesario.

Estas declaraciones traen un aumento de los índices de apoyo hacia su gobierno y con esto Koizumi logra superar las adversidades y comienza la implementación de una reforma neoliberal acelerada. Algunas de ellas tendrían un éxito moderado, fortaleciendo su imagen e incluso de PLD. Finalmente, en las elecciones de la Cámara Baja de 2005, la coalición Centro-Conservadora logra un avasallador triunfo, obteniendo casi dos terceras partes de la principal cámara legislativa y relega al PDJ a un papel ceremonial. De este modo, cuando en diciembre de 2005, Koizumi anuncia que en septiembre de 2006 dejaría el poder; todo indicaba que la economía japonesa salía de la terrible recesión.

Sin embargo, pese a este legado de Koizumi, el costo económico de las política neoliberales fue muy alto. Durante su gestión, la desigualdad social se acrecentó y ante el recorte de gasto social, el gobierno japonés no estaba preparado para poder ofrecer una ayuda hacia los grupos más pobres del país. Además, la supuesta política de austeridad financiera, que buscaba Koizumi fue simplemente un espejismo. Asimismo, el gobierno japonés siguió destinando una enorme cantidad de recursos públicos a la construcción y mantenimiento de carreteras (muchas de ellas innecesarias), favoreciendo los intereses de las constructoras, que son grupos de interés muy cercanos al PLD. Finalmente, Koizumi no logró solucionar los problemas de corrupción y negligencia del Departamento del Seguro Social, dejando a la deriva el ya débil sistema social japonés.

Estos síntomas claros de fracaso, demostraban que la reforma de Koizumi había sido un fracaso, pero el primer ministro saldría ileso de las críticas y en septiembre de 2006, le deja todo este paquete a un inexperto y joven político: Shinzo Abe. Así, la misión del nuevo mandatario japonés sería arreglar los problemas que dejó Koizumi.

Empero, Abe resultaría ser un líder inepto y fuera de realidad. De hecho, lejos de preocuparse de los problemas sociales concentraría la reforma de constitución pacifista, que no tendría un apoyo de la opinión pública. Esta falta de visión política, así como una ciudadanía molesta por la corrupción y la creciente desigualdad llevan, finalmente, hacia la histórica derrota del PLD en las elecciones de la Cámara Alta de julio de 2007 y el inicio de un gobierno dividido inédito. Así, la política japonesa entra en una etapa de gran parálisis.

4/16/2008

Monstruos y la destrucción de Tokio

(Artículo publicado en Diario Monitor el 15 de abril de 2008)

Hace una par de horas tuve la oportunidad de ver la película Cloverfield (2008): cinta estadounidense que se estrenó (en México parece que fue estrenada en febrero de este año) hace un par de semanas en los cines japoneses. En este filme un misterioso monstruo destruye Nueva York y aunque no es una obra de arte; es una cinta divertida que mezcla elementos de suspenso y drama humano.

Ahora bien, no deja de llamar la atención, por qué un monstruo de enorme magnitud haya atacado la ciudad de Nueva York. ¿Sabrá el monstruo la importancia de esta ciudad? Sin duda, son trilladas las preguntas que hago y su respuesta es más que evidente: porque los directores y productores son estadounidenses. Empero, hay que recalcar que no es un fenómeno exclusivo de la industria cinematográfica estadounidense. De hecho es un fenómeno recurrente del Cine B mundial. Por ejemplo, las películas del Santo, el enmascarado de Plata, son una clara muestra de este egocentrismo. Quién va a creer en nuestros días, que una serie de villanos, monstruos y extraterrestres se congreguen en la ciudad de México para emprender sus malévolos planes de conquistar la Tierra. Otro caso claro son las películas clase B japonesas, especialmente los filmes de Godzilla en donde este reptil gigante destruye a Tokio.

Ahora bien, en el caso específico de Godzilla, vale la pena acotar que pese a la mala calidad y lo grotesco que suelen ser estas películas como Godzilla vs King Kong (1962); en un inicio los guionistas de Godzilla no buscaban sólo divertir al publico japonés. De hecho, en realidad buscaba transmitir con estas cintas un mensaje más profundo: un rechazo hacia la política bélica de Estados Unidos y los intentos de rearme que buscaban emprender algunas autoridades conservadoras de la posguerra.

Para comprender esto vale la pena concentra el resto de esta cavilación en el trama de Godzilla (1954). La cinta comienza mostrando una serie de desapariciones misteriosas de diversos barcos japoneses en las costas del Pacífico. Después de varias investigaciones, un científico concluye que el causante de estas desapariciones es Godzilla: un antiguo que había sido despertado de su largo sueño por un experimento nuclear. Cabe destacarse que en la película no se muestra claramente, quién es el responsable de este experimento, pero es claro que es Estados Unidos, ya que en el mundo real (en marzo de 1954), este país había detonado una bomba de hidrógeno en las costas cercanas a la Isla de Bikini, ubicada en el Pacífico, cuya radiación afectaría a varias islas y a la tripulación del barco atunero japonés (esto trajo el repudio de miles de japoneses hacia Washington).

Pero regresando el argumento al trama de Godzilla. Después de despertar de su sueño, la gigantesca bestia ataca Tokio, destruyendo gran parte de la ciudad y sería derrotado por una nueva arma de destrucción masiva. Finalmente, en la última parte de la película, los científicos se lamentan de que la causa de esta terrible destrucción de Tokio haya sido causada por las imprudencia de los propios humanos y muestran con mayor enojo que se haya recurrido a una medida tan drástica para derrotar a Godzilla.

Como se ve, la cinta Godzilla buscaba mostrar un claro mensaje de paz y en su momento esta crítica hacia Estados Unidos sería recibido con agrado por miles de japoneses. Así, este éxito comercial serviría para impulsar nuevas cintas y nace así un exitoso género cinematográfico de películas B en donde enormes monstruos destruirían a Japón (junto a Godzilla se sumaría también las series televisivas de Ultraman). Cabe destacarse que Godzilla sería llevado a la pantalla grande 28 veces y a partir de la doceava producción, Godzilla vs Gigan (1972); la gigantesca bestia dejaría su faceta de villano para convertirse en un héroe que salva a la Tierra, aunque seguiría destruyendo a placer la ciudad de Tokio.

Como palabras finales, quisiera señalar lo siguiente: el mensaje de crítica que buscaban plasmar los guionistas de la cinta Godzilla era genuino y tendría un eco importante en las generaciones que no vivieron en carne propia la destrucción de Tokio en la Guerra del Pacífico. Sin embargo, las otras producciones que siguieron a Godzilla, no tendrían esa misma suerte. Muchas dejarían a un lado la cuestión ideológica y buscarían más el éxito comercial, redituando, finalmente en una dilución del mensaje “pacifista” de Godzilla. En este sentido serían cintas huecas en donde sólo se plasma un mundo de destrucción como el que proyecta la cinta Cloverfield.

4/08/2008

Obesidad manipulada

(Artículo publicado en Diario Monitor el 8 de abril de 2008)

A partir de este abril, todos los japoneses mayores de 40 años tendrán que presentar el Examen Especial de Diagnóstico Médico y Orientación de la Salud. Esta examinación, bautizada por los medios como el “Examen metabólico”, busca prevenir un aumento mayor del “Síndrome Metabólico”: una enfermedad que está relacionada íntimamente con la obesidad y que pueden derivar en problemas cardiovasculares, diabetes y en casos extremos causar la muerte.

Ahora bien, muchos extranjeros que radican en este país han puesto en duda la necesidad de aplicar esta política, ya que a comparación de Estados Unidos o México, en Japón la obesidad no un problema notorio (el peso promedio de los varones y mujeres japoneses es de 63 y 52 kg respectivamente) . Empero, según, el Ministerio de Salud y Trabajo, en los últimos años, debido a la “occidentalización” de los hábitos alimenticios y la falta de ejercicio; el número de personas obesas ha aumentado.

Pero en qué consiste este examen. La examinación no tiene mucha ciencia. Primero, se mide el nivel de cintura de los individuos y en caso de sobrepasar los números establecidos por el Ministerio de Salud y Trabajo (85 cm en los hombres y 90 cm en las mujeres); éstos tendrán que presentar un examen médico más exhaustivo (un análisis sanguíneo para medir los nivele de azúcar y el colesterol, así como una medición de la presión arterial). Finalmente, si los análisis muestran que hay indicios de “obesidad”, el gobierno les recomendará a estas personas cambiar sus hábitos alimenticios. Al mismo tiempo, ordenará a las empresas que implementen la práctica de ejercicio y en caso de no descender los niveles de obesidad; éstas tendrá que pagar una multa.

Cabe destacarse que el Ministerio de Trabajo y Salud ha anunciado que con estas medidas estrictas se podrán mejorar las condiciones de salud de los japoneses y al mismo tiempo, eliminar un 10% de los gastos destinados para el nuevo Sistema Médico para Personas de Edad Avanzada que entró en vigor en abril de este año y subsanar así la falta de presupuesto para la salud (en los últimos 10 años, los gobiernos conservadores han aplicado reformas neoliberales que han culminado en un recorte del presupuesto).

Sin embargo, la prensa, los partidos de izquierda, así como diversos especialidad han puesto en duda la necesidad de aplicar este sistema y algunos lo han considerado como un “fascismo médico”.

En primer lugar, existe una gran duda, entre los especialidad entorno a los números que ha establecido el Ministerio de Salud y Trabajo. Según los datos de la OMC la medida de la cintura para los varones y mujeres es de 90 y 85 cm, respectivamente. Esto no concuerda con las cifras que ha puesto el gobierno japonés y dado que en promedio la cintura de los varones japoneses es de 85 cm; la mayoría quedaría catalogados como personas con el “Síndrome metabólico”. Inclusive, un grupo de especialistas han mostrado estudios que demuestran que los números que manejan el Ministerio de Salud y Trabajo carecen de un rigor científico.

Otro problema que han señalado los médicos es la transparencia de esta política. Durante su formulación, la participación de los médicos fue muy poca y hubo una notoria presencia de diversas empresas farmacéuticas, que son, finalmente, las que se beneficiarían si se aplica esta política. Aunado a lo anterior, otras voces han criticado que el sistema de penalizaciones, que se les imponen a las empresas, es excesiva. También muchas ONG consideran que su aplicación pueden derivar en una discriminación hacia las personas que padecen el “Síndrome Metabólico” y no se puede descartar que en un futuro haya despedidos o que se use a la “obesidad” como un elemento de contratación.

A guisa de conclusión, sin duda, la salud es un elemento vital para nuestra vida y el “Examen Metabólico”, así como la promoción de una alimentación balanceada es una buena medida, pero ante tantas lagunas y sin un debate nacional, su aplicación es una imprudencia. Además, pese a que la obesidad ha aumentado en los últimos años, Japón dista mucho de Estados Unidos en donde este mal es un problema de salud nacional. Asimismo, algo que el gobierno japonés pasa por alto es que dada las condiciones laborales actuales, es muy difícil que los trabajadores puedan hacer ejercicio. Finalmente, si realmente es la “occidentalización” de los hábitos alimenticios, la causa directa del aumento del “Síndrome Metabólico”, por qué el gobierno no hace nada para que los emporios de comida chatarra desaparezcan.

4/01/2008

La muerte de Tokio

(Artículo publicado en Diario Monitor el 1 de abril de 2008)

En la noche del 9 de marzo de 1945, un escuadrón de bombarderos B-29 comienzan a sobrevolar las costas del Océano Pacífico y dirigen su vuelo hacia Tokio. Todo indicaba que se avecinaba un nuevo ataque. Ante esta situación, la armada pone en alerta a la población civil para que estén preparados, pero la cúpula militar no consideró tan alarmante el ataque, ya que hasta ese momento los Aliados habían atacado sólo las instalaciones militares y no blancos civiles.

En medio de este extraño optimismo, los 325 aviones B-29 comienzan a replegarse hacia la península de Boso (prefectura de Chiba), indicado que no habría un ataque en ese día. De esta manera, a las 10 y media de la noche, las autoridades japoneses deciden suspender la orden de alerta. Empero, esto resultó un error garrafal. Justo a la media noche, los B-29 comienzan a acelerar el vuelo hacia la zona este de Tokio (los distritos de Katsushika, Taito, Sumida, Eto y Edogawa), en donde estaban ubicadas pequeñas fábricas y un gran número de civiles. Finalmente, en la media noche del sábado 10 de marzo, los B-29 comienzan a atacar sin misericordia.

¿Por qué se atacaron a los civiles de esta manera? El presidente Franklin D. Roosevelt y el Pentágono querían humillar al pueblo japonés y acelerar la rendición, además de que querían dar un castigo ejemplar a Japón, por los ataques a blancos civiles que había perpetuado el ejército japonés en China. Sin embargo había otra razón. El Pentágono quería experimentar el poder las bombas napalm que habían diseñado las empresas militares. Estas bombas contenían una gran cantidad de gasolina gelatinosa que permitía propagar el fuego por mucho tiempo y quemar cualquier edificio de madera y refugio sólido como escuelas y hospitales. De esta modo, para poder probar con mayor efectividad el poder destructivo de las bombas napalm, el ejército estadounidense decide dividir el ataque en dos etapas. En la primera fase se ataca la periferia para que los civiles huyan hacia el centro de la zona este de Tokio y en la segunda atacan el centro para aniquilar a la población civil.

Esta cruel misión duraría dos horas y en la mañana del 10 de marzo, el río Sumida se llenaría de miles de cadáveres. Según las cifras oficiales, 80 mil personas fallecerían en el ataque. Asimismo, 1 millón perderían sus hogares. Empero algunos estudios consideran que murieron 200 mil personas. Este numero sobre pasa por mucho el número de víctimas que hubo en Hiroshima (150 mil) y Nagasaki (70 mil).

En suma, el genocidio que perpetuó Estados Unidos fue devastador y lo más triste es que los medios internacionales no han puesto una atención a este incidente como lo han hecho con el lanzamiento de las bombas atómicas. Esto se debe, probablemente, a la magnitud de los eventos ocurridos en Hiroshima y Nagasaki, pero si consideramos los efectos funestos que conllevarían en el futuro las bombas napalm; el bombardeo del 10 de marzo es una fecha que no se debe olvidar.

Ahora bien, cómo ha sido la reacción en Japón por el bombardeo. Para muchos habitantes de Tokio, este incidente es una cosa del pasado y les es difícil comprender que esta ciudad murió en 1945. Igualmente, las autoridades de Tokio no han hecho un esfuerzo por honrar a las víctimas y hacer de Tokio un símbolo de la paz como lo han hecho los distintos alcaldes de Hiroshima y Nagasaki, quienes han condenado abiertamente la política militar de Estados Unidos.

¿Por qué pasa esto? La razón de esto estriba en que, a diferencia de Hiroshima y Nagasaki, Tokio representa el centro del Imperialismo japonés. Por ende, en caso de que el gobierno japonés intente transformar a los fallecidos del bombardeo en “víctimas heroicas”, esto implicaría olvidar muchas de las culpas del pasado. Además, considerando que China y Corea siguen sin perdonar los crímenes que hizo Japón; exaltar un sentimiento de víctimas es imprudente. Finalmente, el gobierno japonés ha sido sumamente cauteloso en atacar el genocidio que perpetuó Estados Unidos, además de que saben, que las autoridades de Washington jamás se disculparán por las atrocidades que hicieron.

A guisa de conclusión, es claro que la experiencia que vivieron miles de habitantes de Tokio en aquella noche del 10 de marzo no se debe olvidar. Aunado a lo anterior, el gobierno de Tokio debe poner más atención en esto y no concentrar su atención en buscar sólo la sede de los Juegos Olímpicos de 2016. En fin. Tengo la esperanza de que algún día los habitantes de esta ciudad digan con convicción: “No más un Hiroshima, no más un Nagasaki, no más un Tokio”. A lo mejor es un sueño guajiro, quién sabe.