12/26/2007

Hombres y mujeres de negro

(Articulo publicado en Diario Monitor el 26 de diciembre de 2007)

Comparto con usted, amable lector, una faceta lo que uno puede ver cotidianamente en un vagón de tren en Tokio.

Sin duda, lo primero que resalta es el número de hombres y mujeres trajeados. Son los trabajadores de cuello blanco. No por nada son la fuerza laboral mayoritaria de Japón. 47 millones trabaja en alguna oficina. Pero no sólo estos sujetos son los que abundan. En otra parte, están los estudiantes. Su número no es tan amplio, ya que cada año se reduce la población juvenil, pero muchos estudian en Tokio. La gran mayoría está vestida de uniforme escolar, algunos con el cabello pintado y peinados de manera exótica. Eso sí, siempre irreverentes. Es lo que caracteriza la adolescencia. Japón no tendría que ser la excepción.

Por su parte, tenemos a las muchachas vestidas de manera “ridícula”. En un extremo están las jóvenes que piensan que son la catante Beyonce. Están bronceadas, utilizan gafas oscuras y minifaldas extremadamente cortas. En el otro extremo, están las lolitas góticas, chicas vestidas con faldas de trabajadoras domésticas y maquillaje negro. Por otro lado, en los asientos están las personas de la tercera edad. Resalta el número de ancianas. No por nada Japón es el país con mayor esperanza de vida femenina en el mundo. A veces si uno tiene suerte, puede encontrar a algunas con el pelo teñido de color púrpura, verde o azul.

Ahora bien, de tanta pluralidad de “especimenes”. Un grupo particular llama la atención. En el caso de los varones están vestidos de traje sastre negro con peinados conservadores. Por su parte, las mujeres visten falda sastre color oscuro, sin el pelo pintado y mucho menos maquillaje llamativo.


Este tipo de vestimenta es conocido como traje de recluta. ¿Cuál es su profesión? Ellos no venden cosas. Son los universitarios (y no universitarios) que anualmente buscan empleo en este país. La pregunta ahora es ¿cómo funciona esto? Cada año, dentro del sector privado como público, miles de trabajadores, de 60 a 65 años, dejan de laborar. Así, las empresas y el gobierno están obligados a contratar nuevo personal para cubrir estas salidas fortuitas con personas que hayan culminado la educación media superior, aunque se prefiere a gente con educación universitaria.


Normalmente, las convocatorias de trabajo son abiertas y en orden de preferencia van, primero aquellos universitarios que están cursando el cuarto año de carrera; después los jóvenes que no encontraron trabajo en los años anteriores; y finalmente los que fueron despedidos de otras empresas.


Por lo que respecta a la distribución de las profesiones, las empresas que se dedican a cuestiones tecnológicas suelen contratar a los que estudiaron carreras físico-matemáticas, pero las empresas y el gobierno destinan sus plazas a todo tipo de carreras, siempre y cuando pasen los requerimientos de contratación. Primero, se hacen varios exámenes escritos; luego se realizan ejercicios grupales para analizar cómo funcionan los jóvenes en tareas colectivas; finalmente, el interesado tiene que hacer una entrevista. En pocas palabras, el proceso de contratación es “meritocrático”. Empero, no significa para nada, que sea un sistema justo. Siempre tienen gran ventaja los que estudiaron en universidades de prestigio.


Un dato trivial: si una familia japonesa quiere que su hijo o hija tenga un buen trabajo, tienen que invertir más o menos 20 millones de yenes (2 millones de pesos), que cubren desde la primaria hasta la educación superior. De hecho, la colegiatura de la universidad más cara en Japón es de 100000 pesos anuales. Creo que es lo que paga más o menos un alumno del ITESM. Ahora, si el PIB per capita de México es de 5000 dólares y el de Japón es de 37000 dólares: ¿a quién le sale más caro la educación de sus hijos?


Una pregunta más ¿podemos aplicar ese sistema en México? La respuesta parece negativa. En primera, el número de empresas en México es muy poco para que se logre un constante reciclaje de personal como sucede en Japón. Además, mientras la contratación de las empresas no se haga bajo un criterio meritocrático y siga el compadrazgo y los prejuicios es imposible aplicar un sistema japonés. Otro punto, es que si no se logra una rápida titulación es imposible que los universitarios logren ingresar de manera fluida a las empresas. Finalmente, la columna vertebral del sistema japonés es el sistema de retiro. Si no se tiene un sistema de retiro realmente digno, nada evitará que muchas personas mayores de 60 años sigan ocupando plazas y no permitan que la gente joven entre. En fin, para poder estos atributos depende de nuestros estadistas, pero también de nosotros mismos. Veamos qué pasa en el futuro.

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