(Texto publicado en Diario Monitor, 22 de agosto de 2006)
El béisbol es el deporte más popular de Japón. Según cifras del gobierno es la actividad física que acapara el mayor número de practicantes a nivel amateur y el deporte que ocupa la principal cobertura de los programas de televisión (80%). Entonces, no es necesario precisar otros datos adicionales para decir que es el deporte más importante y explicar por qué el triunfo de la novena japonesa en el Clásico Mundial de Béisbol de 2006 no fue una simple casualidad.
Ahora bien, algunas voces en México afirman que esta afición por el “Rey de los Deportes” fue producto de la ocupación militar estadounidense después de la Guerra del Pacífico. Sin embargo, esto es falso. El deporte fue trasmitido por un misionero protestante estadounidense en 1872, cuando Japón comenzaba su proceso de modernización. Desde esa fecha el béisbol se expande por todo el país y se trasmite también a las futuras colonias como Taiwán (1895) y Corea (1910) hasta convertirse en un deporte profesional en 1936.
Hasta ahora he mencionado someramente la historia de este deporte, ahora quisiera hablar un poco sobre un torneo en particular: el Campeonato Nacional Preparatoriano (varonil) de Béisbol, conocido también como Koshien, (nombre del estadio en donde se juegan los partidos finales y cuyo propietario es el equipo profesional: Tigres de Hanshin). Este Campeonato data desde 1915 y representa la justa deportiva más representativa del verano. De igual manera, es el escaparate para muchos jóvenes que aspiran a convertirse en profesionales.
Ahora bien, ganar el Koshien no es una empresa fácil. Hay más de 4000 escuelas que compiten y cada una tiene que ganar un torneo de eliminación directa a nivel prefectural durante los meses de junio y julio. Los que logran superar esta fase pasan a la final que se juega durante agosto. En este torneo final, también de eliminación directa, participan 49 equipos que representan a cada una de las prefecturas (Japón tiene 47 “estados”, pero Tokio y Hokkaido por el número de escuelas se divide en dos).
En suma, la posibilidad de ganar el Koshien es de 1/4000, cifra que está condicionada también a la capacidad económica de cada escuela y a su talento en el reclutamiento de buenos jugadores. Entonces, estamos hablando de una gran inversión por parte de los propietarios de las preparatorias. Pero en los últimos años, existe el temor de que el Koshien y en general toda la educación media superior entre en una crisis y no por su nivel educativo.
¿Por qué? La causa es el decrecimiento poblacional. Según los datos de los censos, el crecimiento población de Japón al finalizar la Guerra del Pacífico (1945) era del 4%, pero en 2003 esta cifra decreció hasta el 0.03%. Para darnos una idea de este proceso de envejecimiento acelerado, en el año de 2005 el porcentaje de japoneses menores de 14 años era del 13.6% y se estima que para el 2050, esta misma cifra llegará a ser del 10.8%.
Entonces cuál es realmente el problema. Existe una alta probabilidad de que esos 4000 colegios comiencen a desparecer por este decrecimiento población. Aunado a lo anterior, el dramático declive del ingreso familiar en Japón desde 1998, producto de la recesión y la aplicación de reformas neoliberales, puede hacer que muchos jóvenes no logren ir a la preparatoria, situación inconcebible para muchos japoneses. Para rematar, la estrangulación del por sí débil estado de bienestar de Japón, por parte de los gobiernos japoneses, incrementa la posibilidad de que sea incosteable mantener a las personas de la Tercera Edad, implicando un corte al gasto en educación para solventar este problema.
Ahora bien, si revertimos el caso hacia México tenemos lo contrario: falta de instituciones de educación media superior, nula cultura del deporte y una explosión demográfica. Empero, tenemos paradójicamente el mismo problema: la estrangulación del estado de bienestar. Creo que sería muy pretencioso de mi parte decir que ambos países resolverán sus problemas de la mima manera, pero considerando que Japón evitó la polarización des la clases sociales y logró generar el capital humano suficiente para poder salir del atraso; el escenario que le espera al acartonado y poco capaz Calderón no es nada halagador (esperemos que no otro éxodo de mexicanos hacia el Norte).
En estos días de “Política ficción”, sinceramente, no sé qué sea más problemático, la eliminación de preparatorias por la lógica del mercado y el poco número de hijos como en Japón o la falta de oportunidades bajo la “mano invisible” de Adam Smith en Foxilandia.
El béisbol es el deporte más popular de Japón. Según cifras del gobierno es la actividad física que acapara el mayor número de practicantes a nivel amateur y el deporte que ocupa la principal cobertura de los programas de televisión (80%). Entonces, no es necesario precisar otros datos adicionales para decir que es el deporte más importante y explicar por qué el triunfo de la novena japonesa en el Clásico Mundial de Béisbol de 2006 no fue una simple casualidad.
Ahora bien, algunas voces en México afirman que esta afición por el “Rey de los Deportes” fue producto de la ocupación militar estadounidense después de la Guerra del Pacífico. Sin embargo, esto es falso. El deporte fue trasmitido por un misionero protestante estadounidense en 1872, cuando Japón comenzaba su proceso de modernización. Desde esa fecha el béisbol se expande por todo el país y se trasmite también a las futuras colonias como Taiwán (1895) y Corea (1910) hasta convertirse en un deporte profesional en 1936.
Hasta ahora he mencionado someramente la historia de este deporte, ahora quisiera hablar un poco sobre un torneo en particular: el Campeonato Nacional Preparatoriano (varonil) de Béisbol, conocido también como Koshien, (nombre del estadio en donde se juegan los partidos finales y cuyo propietario es el equipo profesional: Tigres de Hanshin). Este Campeonato data desde 1915 y representa la justa deportiva más representativa del verano. De igual manera, es el escaparate para muchos jóvenes que aspiran a convertirse en profesionales.
Ahora bien, ganar el Koshien no es una empresa fácil. Hay más de 4000 escuelas que compiten y cada una tiene que ganar un torneo de eliminación directa a nivel prefectural durante los meses de junio y julio. Los que logran superar esta fase pasan a la final que se juega durante agosto. En este torneo final, también de eliminación directa, participan 49 equipos que representan a cada una de las prefecturas (Japón tiene 47 “estados”, pero Tokio y Hokkaido por el número de escuelas se divide en dos).
En suma, la posibilidad de ganar el Koshien es de 1/4000, cifra que está condicionada también a la capacidad económica de cada escuela y a su talento en el reclutamiento de buenos jugadores. Entonces, estamos hablando de una gran inversión por parte de los propietarios de las preparatorias. Pero en los últimos años, existe el temor de que el Koshien y en general toda la educación media superior entre en una crisis y no por su nivel educativo.
¿Por qué? La causa es el decrecimiento poblacional. Según los datos de los censos, el crecimiento población de Japón al finalizar la Guerra del Pacífico (1945) era del 4%, pero en 2003 esta cifra decreció hasta el 0.03%. Para darnos una idea de este proceso de envejecimiento acelerado, en el año de 2005 el porcentaje de japoneses menores de 14 años era del 13.6% y se estima que para el 2050, esta misma cifra llegará a ser del 10.8%.
Entonces cuál es realmente el problema. Existe una alta probabilidad de que esos 4000 colegios comiencen a desparecer por este decrecimiento población. Aunado a lo anterior, el dramático declive del ingreso familiar en Japón desde 1998, producto de la recesión y la aplicación de reformas neoliberales, puede hacer que muchos jóvenes no logren ir a la preparatoria, situación inconcebible para muchos japoneses. Para rematar, la estrangulación del por sí débil estado de bienestar de Japón, por parte de los gobiernos japoneses, incrementa la posibilidad de que sea incosteable mantener a las personas de la Tercera Edad, implicando un corte al gasto en educación para solventar este problema.
Ahora bien, si revertimos el caso hacia México tenemos lo contrario: falta de instituciones de educación media superior, nula cultura del deporte y una explosión demográfica. Empero, tenemos paradójicamente el mismo problema: la estrangulación del estado de bienestar. Creo que sería muy pretencioso de mi parte decir que ambos países resolverán sus problemas de la mima manera, pero considerando que Japón evitó la polarización des la clases sociales y logró generar el capital humano suficiente para poder salir del atraso; el escenario que le espera al acartonado y poco capaz Calderón no es nada halagador (esperemos que no otro éxodo de mexicanos hacia el Norte).
En estos días de “Política ficción”, sinceramente, no sé qué sea más problemático, la eliminación de preparatorias por la lógica del mercado y el poco número de hijos como en Japón o la falta de oportunidades bajo la “mano invisible” de Adam Smith en Foxilandia.
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