8/30/2006

Las trampas de la historia: Corea y Japón

(Texto publicado en Diario Monitor, 29 de agosto de 2006)

El pasado 15 de agosto, el primer ministro Jun’ichiro Koizumi cumplió su palabra y fue al Mausoleo de Yasukuni: lugar donde reposan “simbólicamente” los militares caídos en todas las guerras que Japón participó desde 1868. ¿Qué consecuencias trajo? Fueron muchas, pero en esta ocasión quisiera concentrarme en las reacciones que generó este acontecimiento en Corea.

La visita causó un repudio generalizado y miles de jóvenes fueron a manifestarse a la embajada japonesa. Ante esta situación, el liberal periódico japonés Asahi salió a las calles de Seúl para preguntarle a los manifestantes sus opiniones sobre el nacionalismo. Uno de ellos contestó que “no es lo mismo el nacionalismo de un país que tiene un pasado expansionista que el de una nación débil que le fueron arrebatado sus territorios”. Otro comentario común fue la alusión de que Japón no ha aprendido de Alemania. Para los coreanos en ese país existe un “verdadero” arrepentimiento sobre su pasado nazi, especialmente a nivel gubernamental.

¿Es cierto lo que dicen los coreanos? En este punto quisiera centrar mi cavilación. No conozco a detalle el caso alemán, pero estoy de acuerdo de que en Japón existe una menor revaloración de los crímenes que cometieron. Pero cuestiono esta idea de que Alemania si aprendió y Japón no. Me pregunto, los coreanos conocen a la perfección lo que pasó en ese país, o bien son sólo ideas que les presentan los medios. Al fondo, muchos de ellos (me incluyo) no han puesto en una balanza la situación histórica que rodeó a Alemania y la que ocurrió en el Noreste de Asia. Advierto que mi conocimiento sobre Alemania no dista mucho de los que tiene la mayoría, así que mi opinión puede ser errónea.

Según tengo entendido, después de que las fuerzas soviéticas toman Berlín el 2 de mayo de 1945, Alemania es ocupada por los Aliados, los cuales comienzan un proceso de democratización y adoctrinamiento ideológico. Empero, cuando el conflicto entre Washington y Moscú no puede solucionarse, en 1949 Alemania se divide, dando pábulo al nacimiento de 2 repúblicas. Son, justamente, éstas las que comienza a reeducar a la población sobre su pasado nazi. Mientras esto sucede, Europa occidental y oriental deciden reintegrar a las dos repúblicas al concierto de las naciones. Desconozco cómo fue el proceso en el bloque comunista, pero en Europa occidental, Alemania Federal fue recibida de una manera “amistosa”. Digámoslo así: por necesidades ideológicas y militares las víctimas perdonaron al victimario, lo cual sin duda reforzó el arrepentimiento alemán.

Por lo que toca al noreste de Asia, no pasó lo mismo. Las tropas soviéticas no estaban en guerra contra los japoneses hasta que Moscú viola el pacto de no agresión y ataca el 8 de agosto de 1945 a Manchuria y de ahí el norte de Corea, Sajalín y las islas Kuriles. Así, cuando el Emperador Showa anuncia la rendición incondicional, el 15 de agosto, sólo las fuerzas de Estados Unidos, Australia e Inglaterra son las que ocupan Japón. He aquí una primera trampa de la historia. Si la URSS hubiera decidido atacar desde mucho antes, probablemente hubiera pasado algo similar que en Alemania: Hokkaido y el norte de Honshu serían comunistas y el resto “capitalistas”. Esto hubiera obligado a los coreanos anticomunistas a perdonar a Japón y crear una “amistad”

Pero eso no sucedió y bajo la ocupación estadounidense comienza la democratización del archipiélago, así como los juicios a los criminales de guerra. Aunado a lo anterior, Japón no logra el perdón inmediato de Corea, en parte a la guerra civil e ideológica que culmina en la división de la península, pero también al sentimiento antijaponés de los líderes de Seúl. Esto es la segunda trampa de la historia. Los coreanos no se cuestionan que la aceptación de Francia y Gran Bretaña de cohabitar con Alemania permitió a este país aprender de sus errores. Es decir, el argumento de que los japoneses no han aprendido de Alemania es erróneo. Los coreanos tendrían que decir: “los japoneses como nosotros no hemos aprendido de Alemania”.

A guisa de conclusión, todo este comentario no significa que los japoneses tengan menos responsabilidad. Todo lo contrario. Japón aún tiene mucha cola que le pisen, ya que sigue existiendo una distorsión de la historia y no hay garantía de evitar que los nuevos líderes sigan los pasos de Koizumi. En tiempos en donde el renegado AMLO y el incapaz Fox se pelean por quién da el “grito” el 15 de septiembre en el Zócalo, el nacionalismo japonés y también el coreano necesita ser revalorado con responsabilidad. Ojalá
que esto suceda.

8/22/2006

El camino al Koshien

(Texto publicado en Diario Monitor, 22 de agosto de 2006)

El béisbol es el deporte más popular de Japón. Según cifras del gobierno es la actividad física que acapara el mayor número de practicantes a nivel amateur y el deporte que ocupa la principal cobertura de los programas de televisión (80%). Entonces, no es necesario precisar otros datos adicionales para decir que es el deporte más importante y explicar por qué el triunfo de la novena japonesa en el Clásico Mundial de Béisbol de 2006 no fue una simple casualidad.

Ahora bien, algunas voces en México afirman que esta afición por el “Rey de los Deportes” fue producto de la ocupación militar estadounidense después de la Guerra del Pacífico. Sin embargo, esto es falso. El deporte fue trasmitido por un misionero protestante estadounidense en 1872, cuando Japón comenzaba su proceso de modernización. Desde esa fecha el béisbol se expande por todo el país y se trasmite también a las futuras colonias como Taiwán (1895) y Corea (1910) hasta convertirse en un deporte profesional en 1936.

Hasta ahora he mencionado someramente la historia de este deporte, ahora quisiera hablar un poco sobre un torneo en particular: el Campeonato Nacional Preparatoriano (varonil) de Béisbol, conocido también como Koshien, (nombre del estadio en donde se juegan los partidos finales y cuyo propietario es el equipo profesional: Tigres de Hanshin). Este Campeonato data desde 1915 y representa la justa deportiva más representativa del verano. De igual manera, es el escaparate para muchos jóvenes que aspiran a convertirse en profesionales.

Ahora bien, ganar el Koshien no es una empresa fácil. Hay más de 4000 escuelas que compiten y cada una tiene que ganar un torneo de eliminación directa a nivel prefectural durante los meses de junio y julio. Los que logran superar esta fase pasan a la final que se juega durante agosto. En este torneo final, también de eliminación directa, participan 49 equipos que representan a cada una de las prefecturas (Japón tiene 47 “estados”, pero Tokio y Hokkaido por el número de escuelas se divide en dos).

En suma, la posibilidad de ganar el Koshien es de 1/4000, cifra que está condicionada también a la capacidad económica de cada escuela y a su talento en el reclutamiento de buenos jugadores. Entonces, estamos hablando de una gran inversión por parte de los propietarios de las preparatorias. Pero en los últimos años, existe el temor de que el Koshien y en general toda la educación media superior entre en una crisis y no por su nivel educativo.

¿Por qué? La causa es el decrecimiento poblacional. Según los datos de los censos, el crecimiento población de Japón al finalizar la Guerra del Pacífico (1945) era del 4%, pero en 2003 esta cifra decreció hasta el 0.03%. Para darnos una idea de este proceso de envejecimiento acelerado, en el año de 2005 el porcentaje de japoneses menores de 14 años era del 13.6% y se estima que para el 2050, esta misma cifra llegará a ser del 10.8%.

Entonces cuál es realmente el problema. Existe una alta probabilidad de que esos 4000 colegios comiencen a desparecer por este decrecimiento población. Aunado a lo anterior, el dramático declive del ingreso familiar en Japón desde 1998, producto de la recesión y la aplicación de reformas neoliberales, puede hacer que muchos jóvenes no logren ir a la preparatoria, situación inconcebible para muchos japoneses. Para rematar, la estrangulación del por sí débil estado de bienestar de Japón, por parte de los gobiernos japoneses, incrementa la posibilidad de que sea incosteable mantener a las personas de la Tercera Edad, implicando un corte al gasto en educación para solventar este problema.

Ahora bien, si revertimos el caso hacia México tenemos lo contrario: falta de instituciones de educación media superior, nula cultura del deporte y una explosión demográfica. Empero, tenemos paradójicamente el mismo problema: la estrangulación del estado de bienestar. Creo que sería muy pretencioso de mi parte decir que ambos países resolverán sus problemas de la mima manera, pero considerando que Japón evitó la polarización des la clases sociales y logró generar el capital humano suficiente para poder salir del atraso; el escenario que le espera al acartonado y poco capaz Calderón no es nada halagador (esperemos que no otro éxodo de mexicanos hacia el Norte).

En estos días de “Política ficción”, sinceramente, no sé qué sea más problemático, la eliminación de preparatorias por la lógica del mercado y el poco número de hijos como en Japón o la falta de oportunidades bajo la “mano invisible” de Adam Smith en Foxilandia.

8/15/2006

Memoria histórica

(Texto publicado en Diario Monitor, 15 de agosto de 2006)

Agosto representa un momento de reflexión para los japoneses. Antes que todo, el mes más caluroso del año se empalma con el Obon, festividad budista en donde se honra a los muertos. También coinciden las tres fechas más significativas entorno a la culminación de la Guerra del Pacífico: el lanzamiento de las bombas atómicas en Hiroshima y Nagasaki (6 y 9 de agosto), así como el discurso de rendición incondicional del Emperador Showa (15 de agosto). Digámoslo así: cada verano anuncia a los japoneses la importancia de la “memoria histórica”.

Este próximo 15 de agosto no será la excepción, pero con la novedad de que probablemente el premier Jun’ichiro Koizumi visite el Mausoleo de Yasukuni, lugar donde reposan “simbólicamente” las almas de todos los soldados caídos en las guerras expansionistas de Japón. ¿Por qué llama la atención esto? Todo se debe a que en este templo también están venerados los 14 criminales de guerra juzgados en los Juicios de Tokio, quienes son los responsables directos de la Guerra del Pacífico.

Ahora bien, vale la pena decir que éstos no había sido venerados desde el principio. Fue a partir de 1978, cuando las autoridades encargas de resguardar este templo deciden colocar "simbólicamente" las almas de estos políticos. Esto representó una reivindicación de las glorias del expansionismo y obviamente sería criticado por los países de Asia-Pacífico. Así, para no generar más polémica los primeros ministros y el Emperador dejaron de ir a Yasukuni como lo hicieron durante los primeros 30 años de la posguerra. De hecho, el único mandatario que no cumplió con esta regla fue Yasuhiro Nakasone (1982-1987). Pero todo cambia con la llegada de Koizumi. El polémico premier, aficionado a Elvis Presley, promete que acudirá cada 15 de agosto al Mausoleo; hecho que molestó de sobremanera a Pekín y Seúl.

Hasta la fecha no ha cumplido su palabra, pero ha ido al templo en otras fechas, logrando un número récord de 5 veces. La izquierda ha criticado esta situación como el fiel reflejo de que los conservadores carecen de “memoria histórica”. Otros como el premio Nobel de literatura, Kenzaburo Oe, manifiestan que todo es parte de una amnesia colectiva. Finalmente, los chinos y coreano coincide que sólo se está revindicando la guerra expansionista.

Sin duda estamos frente a una situación desafortunada y las relaciones entre Japón y sus vecinos se están tornando más tensas. Ahora bien, cambiando un poco la dirección de esta cavilación me pregunto si realmente la “memoria histórica” está distorsionada. Finalmente, no hay una verdad única y es difícil tener una construcción epistemológica que satisfaga a todos. Y como lo han resaltado los historiadores, éste no es un problema que aqueja sólo a Japón. Cualquier país tiene sus demonios y en momentos importantes se sueltan, impidiendo su encarcelamiento.

Por ejemplo, el historiador italiano Sergio Luzzatto en su libro La Crisis del Antifascismo muestra cómo la “memoria histórica” hacia el régimen de Mussolini han perdido fuerza en la actual sociedad italiana. Otro caso es Alemania, país que ha logrado imprimir una fuerte arrepentimiento por los crímenes nazis, pero que no se ha podido sacudir de su pasado. Bueno para qué irnos tan lejos, tenemos a México.

Pregunto alguien de nosotros se acuerda que nuestro país exigió durante años la soberanía de Belice (Guatemala también la disputó), país que hasta el 21 de septiembre de 1981 era una colonia británica. ¿Qué decir de los sismos de 1985? Los libros de los “renegados” Carlos Monsiváis No sin nosotros y Elena Poniatowska Nada, nadie muestran que esta terrible tragedia sigue teniendo eco en una sociedad en donde el gobierno sigue siendo negligente y hay muchas desigualdades.

Y para rematar tenemos las elecciones de 2006, en donde pese a que Luis Carlos Ugalde se jacta de que hubieron comicios ejemplares, el fantasma del fraude sigue rondando. Algunos dicen que se ha desatado la bestia de las elecciones de 1828 en donde compitieron Manuel Gómez Pedraza y Vicente Guerrero. Otros ven la resucitación del manso perro que eran las elecciones virtuales de Don Porfirio y los fraudes del PRI en su época de oro. Para otros, especialmente las principales víctimas de 1988 (no Cárdenas), ven el resurgimiento de una hidra heptacefálica, aunque ahora con 7 cabezas distintas (si es simpatizante de AMLO póngale el nombre que quiera a cada una).

Probablemente, todo dependa del cristal con que se mire y finalmente la “memoria histórica” cambie, pero que alce la mano realmente el país que no tenga su monstruo.

8/08/2006

Miyuki Miyabe y la anomia social

(Texto publicado en Diario Monitor, 8 de agosto de 2006)

“El japonés sólo se habla en Japón”. Esta frase puede sonar como una obviedad, pero no lo es, si recordamos que este país fue una potencia colonialista que pudo en un momento expandir su idioma en todo Asia. Pero eso es un “cuento del pasado”, ahora sólo 130 millones se comunican en este idioma y la literatura japonesa está destinada sólo hacia ese público. Algo que contrasta con el español: idioma que hablan 300 millones de personas.

Empero, a pesar de este “cautiverio”, la industria de la publicación japonesa es próspera. De acuerdo a los datos gubernamentales, en 2004 salieron 77031 nuevos libros al mercado. Esta cifra contrasta con lo que se produce en México, en donde el nivel de publicación anual probablemente no llegue a los 10000 títulos (un número modesto para una industria que, según algunos megalómanos funcionarios, es la que más surte de libros a Hispanoamérica).

Pero dejemos un rato los datos estadísticos y pasemos a la literatura. El número de autores japoneses es extenso y sería imposible describir cada uno aquí. Por tanto, sólo menciono a los más “conocidos” Kenzaburo Oe, Yasunari Kawabata, Yukio Mishima, Ryunosuke Akutagawa, Soseki Natsume, Kenji Miyazawa, Ryu Murakami y Haruki Murakami (todos hombres). Una vez cumplido con esto, quisiera concentrarme en las obras de una de las autoras más interesantes de los últimos 20 años: Miyuki Miyabe.

Miyabe nace en Tokio el año de 1960 y una vez que culmina sus estudios de preparatoria entra a trabajar a un buró de abogados. Posteriormente, en 1987 debuta con la obra Nosotros somos los asesino de los vecinos, que gana el premio al mejor ensayo corto de suspenso de la revista Ooru Yomimono en la categoría de artista debutante. A partir de esa fecha, comienza su carrera como escritora.

Miyabe tiene una producción de más de 40 libros que incluyen novelas policiacas, de misterio, de ciencia ficción y juveniles. Sus obras más conocidas son Bola de Fuego (1992), Crimen imitado (2001), La Razón (1998). Con esta última obra, gana el Premio Naoki: uno de los más importantes galardones literarios que puede recibir un escritor en Japón. Actualmente, su obra Historia de un Valiente (2003) ha sido adaptada como un filme de animación y ha logrado tener un éxito comercial en este verano.

Ahora bien, ¿qué es lo que hace interesante de Miyabe? Desgraciadamente, hasta donde sé, no se ha publicado ninguna versión en español de sus obras, así que quedará en mi responsabilidad la reseña de éstas.

Empezando por el contenido general de sus libros, Miyabe muestran de una manera detallada los estragos y efectos nocivos que trajo la destrucción de la burbuja económica de los años noventa. Aunado a lo anterior, su manía por describir con detalle cada uno de sus personajes, le permiten aumentar la realidad a su narrativa.

Por lo que toca al contenido específico de sus obras, empecemos por La Razón. Ésta trata de un asesinato de una familia que resulta que su parentela es falsa, mostrando un ejemplo de cómo se ha dado la destrucción familiar tradicional. Asimismo, se hace una descripción de una sociedad que ya no puede convivir como una comunidad, pero que sigue conectada por lazos inevitables como es la vecindad. Por su parte, Bola de Fuego muestra el gran problema que implicó el endeudamiento de la falsa bonanza de los años ochenta para muchos japoneses y los huecos legales que existen para pasar desapercibido en Japón. Por lo que respecta a Crimen Imitado, aquí observamos los problemas de la misoginia y la poca atención que ha dada la sociedad a miles de mujeres que desaparecen sin dejar rastro. Finalmente, Historia de un Valiente es la saga de un niño que tiene que enfrentar el divorcio de sus padres y como se escapa de esta terrible realidad mediante un viaje hacia un mundo fantasioso de los juegos de video. Ahí, él tiene elegir entre cambiar su destino familiar o salvar una tierra que esta amenazada por la sombra de un posible Apartheid

En síntesis, Miyabe se ha dedicado a jugar con las anomias sociales y si bien sus historias son ficticias, describen perfectamente lo que ha implicado la peor recesión de la historia del Japón moderno. En este sentido, aunque suene reiterativo, cuando se traduzcan las obras de Miyabe al español, el lector hispano parlante encontrará la imagen de un Japón sumamente alejado del “milagro” económico que muchos funcionarios mexicanos siguen pensando que existe en este país. “Milagro” por cierto que no empezó en 1945 sino probablemente
en 1600.

8/01/2006

El rock japonés y la apatía política

(Texto publicado en Diario Monitor, 1 de agosto de 2006)

“En las grandes urbes aumentan el suicidio de jóvenes. Eso dice una escondida nota del periódico que llegó hoy. Pero el problema es que hoy llueve y no tengo paraguas. Tengo que ir a verte. Tengo que ir a tu casa, mientras me mojo. Una fría lluvia infiltra hoy mi alma y hace que no piense en otra cosa que no sea en ti. ¿Dime esto es algo bueno? En la televisión una persona está hablando muy angustiada sobre el futuro de nuestro país. Pero el problema es que hoy llueve y no tengo paraguas. Tengo que ir a verte. Tengo que ir a tu casa, mientras me mojo...”

Las líneas anteriores forman parte de la letra No tengo paraguas, canción compuesta en 1972 por el cantautor Yosui Inoue. Probablemente, esta melodía socarrona puede sonar irreverente y más en tiempos de “política ficción”. Esta canción, empero, no es de ningún modo una desfachatez ni una tergiversación personal, sino una descripción perfecta de lo que ha sido la sociedad japonesa después del decenio de los setenta.

A partir de esos años, los jóvenes dejan la rebeldía política para convertirse en un ente consumista, trayendo como resultado un decrecimiento exponencial de las movilizaciones masivas (algo que muchos seguidores del acartonado Felipe Calderón quisieran ver en estos días). De este modo, en Japón no observamos protestas masivas de estudiantes como las que hubo en Francia hace unos meses. Tampoco atisbamos manifestaciones pacifistas que logren convocar a una gran audiencia como en Estados Unidos. Y obviamente, es imposible columbrar la conglomeración de 1.1 millones en una plaza pública como ocurrió en México (y no por falta de espacio).

Ahora bien, un indicador que demuestra a la perfección esta apatía y desinterés hacia la política es la música japonesa. Para comprender esto, es prudente explicar las características de la industria musical de este país.
El mercado musical en Japón está dividido en dos grupos: música extranjera y el J-Pop. En el caso del primero encontramos varios géneros como rock, pop, reggae, bossa nova, entre otros. Y como en todo el mundo, la música en inglés, ocupa la mayor parte, aunque también tenemos otros idiomas. De hecho, la variedad de material discográfico de las tiendas de Tokio es tan grande que uno puede encontrar discos de José José, Molotov o Grupo Niche.

Por lo que toca al J-Pop, éste también está compuesto por varios géneros aunque con un claro dominio del pop. En el caso específico de éste sus letras no hacen ninguna alusión hacia algún tema social y se suele explotar mucho la imagen de los artistas, así como sus vestuarios que a veces caen en lo ridículo. En este sentido, no difiere mucho de los grupos de Televisa. Ahora, la diferencia crucial con México es que esta falta de conciencia social que tiene el pop se reproducen también en los grupos de Rock y Hip-Hop. Géneros que en nuestro país se han prestado mucho a la crítica política. Digámoslo así: en Japón no encontraremos grupos como Molotov, Tijuana No o Panteón Rococó.

No quiero decir con lo anterior que los grupos de rock o Hip-Hop tengan que tener siempre un mensaje social, pero es interesante ver que en Japón no se cumple con este tipo de patrón no sólo común en México sino en cualquier otro país. ¿Por qué existe esta situación? No tengo un conocimiento profesional sobre la música y mucho menos quiero hacer una generalización extrema. Mi humilde respuesta a esta interrogante es que todo está vinculado a la aprobación falsa de que en este país no hay injusticias; a la destrucción de la rebeldía política en los años setenta; y a la aceptación inconsciente de muchos músicos japoneses de que la crítica social no genera dinero ni fama. Dicho de otra manera, pese a que los jóvenes están inmersos en un mundo politizado, esta situación no les quita el sueño, tal y como lo describe No tengo paraguas.

Me intriga mucho esto, porque aquí siempre ha existido la libertad de expresión y no como ha ocurrido durante muchos años en México. Empero, nada es para siempre y esto puede cambiar eventualmente. De hecho, existen actualmente condiciones que permiten un mayor desarrollo de una crítica social dentro del rock japonés. Especialmente, el aumento de la brecha social entre los más ricos y los más pobres de los últimos años puede concienciar a más jóvenes sobre los problemas que aquejan a su país. Quién sabe, a lo mejor en uno años podremos ver un Profeta del Nopal en estas tierras y cuando surja ese Rockdrigo japonés muy probablemente el rock de este país será algo más interesante.