
WATAYA, Risa (綿矢りさ), Instalar (インストール),Tokio: Kawade Shobo Shinsha (河出書房新社), 2001, 119 pp.
WATAYA, Risa (綿矢りさ), La espalda que quiero patear (蹴りたい背中), Tokio: Kawade Shobo Shinsha (河出書房新社), 2003, 140 pp.
WATAYA, Risa (綿矢りさ), La espalda que quiero patear (蹴りたい背中), Tokio: Kawade Shobo Shinsha (河出書房新社), 2003, 140 pp.
(Reseña colocada en octubre de 2006 en un blog pasado)
Desde que estaba en la preparatoria (educación media superior), como “buen estudiante”, leía los libros que nos obligaban los profesores de literatura clásica, mexicana e iberoamericana. Algunas obras quedaron en mi memoria, otras de plano no. Al ingresar a la universidad, la lecturas de la carrera (que eran excesivas), me llevaron a obviar la literatura, dejando una laguna de 6 años sin leer nada que no fuera Stephen King. En este sentido, no soy el más indicado para opinar sobre la literatura ni mucho menos de las novelas japonesa, las cuales por problemas del idioma, no he podido apreciar su prosa y métrica (creo que tampoco en español lo hago).
Ahora bien, cuando comienza mis andanzas por Tokio, comenzó un interés por la literatura de este país. Sin embargo, al haber descuidado muchos años de lectura, no tenía una guía que me dijera qué leer. Sabía algunos nombres, pero me di cuenta de que no conocía nada. Así, recurrí a un amigo chileno, experto en estas cosas, para que me dijera qué novela era buena. También, decidí guiarme por las reseñas del Periódico Asahi. Finalmente, me di cuenta de que lo mejor era darse una vuelta por las librerías. Y bueno, Tokio es una ciudad llena de librerías. En sus estanterías, uno encuentra desde la novela más sosa, hasta la explicación filosófica del pensamiento japonés tradicional (tema que en lo personal me parece sumamente aburrido).
Después de este pequeño prefacio (probablemente innecesario), quisiera comentar sobre las dos obras de la escritora, Risa Wataya (espero que este nombre no genere alguna carajada), que me parecen interesantes.
Risa Wataya logró acaparar la atención de muchos japoneses, cuando en el año de 2001, gana el Premio Bungei (文藝賞) con su novela Instalar. Este galardón lo otorga la editorial Kawade Shobo Shinsha a los mejores novelistas jóvenes y se ha convertido en uno de los principales escaparates de los escritores contemporáneos. Hasta que aquí no había ninguna sorpresa, sin embargo, lo que dejó anonadados a todos los críticos fue la edad tenía Wataya: 17 años. De hecho, es la escritora más joven en conseguirlo.
Las expectativas sobre ella fueron enormes y en el año de 2003, con la novela La espalda que quiero patear, Wataya gana el Premio Ryunosuke Akutagawa (芥川龍之介賞), que junto al Premio Sanjugo Naoki (直木三十五賞), es el máximo galardón que puede recibir un escritor en Japón. De nuevo sorprendió a todos. A los 19 años, Risa Wataya se había vuelto en la persona más joven en recibir este codiciado premio.
Ahora bien, pese a lo famoso que fue en su momento, este suceso no me llamó mucho la atención los dos libros. No porque considerara que fueran malos (como dije no tengo los elementos para criticar), pero al fondo se me hacía difícil pensar que una niña de 19 años pudiera haber ganado esos premios y, obviamente, no consideraba que el contenido de sus novelas pudiera llenar mis expectativas.
Es una situación inevitable. Mi distancia de 10 años de edad con ella, además de las claras diferencias culturales eran un obstáculo. Así, pasó el tiempo, y por cuestiones del azar, mientras buscaba un disco en una tienda de libros usados, encontré a un precio accesible las dos novelas. Dado que no eran libros largos decidí darles una lectura y quitarme ese obstáculo que puse en su momento.
Mi sorpresa fue enorme, aunque confirmó también lo que pensaba. Los dos libros representan a una generación que la considero muy alejada de mi. Por lo menos, no son los japoneses que frecuento. De igual manera son dos novelas que ponen muchos elementos culturales del Japón contemporáneo, que una simple visita a Japón, ni un libro de texto, ni un curso impartido por un profesor que vive en un país fuera de este país pueda explicar. En este sentido, su traducción al español parece difícil, aunque ya existen en coreano. Probablemente, el tema sea demasiado “asiático”.
Esto no desmerita la obra. Algo que sí debo reconocer es que, mi prejuicio hacia esta niña cambió. Es impresionante que alguien tan joven pueda escribir como ella. No por nada ganó los premios. Por lo que toca al contenido de las dos obras es más o menos el siguiente.
Instalar, trata una extraña historia de una joven adolescente, que cursa el tercer año de preparatoria, y un niño de 12 años, que está en sexto de primaria. La novela comienza narrando la vida de la niña que se siente desorientada en la vida, sin ningún sueño y con serios problemas de comunicación con su madre. Un día, decide no ir más a la escuela y tira a la basura todas sus cosas, entre ellas una computadora que le compró su abuelo finado. Mientras está tirando la basura conoce a un niño y decide regalarle la computadora.
Posteriormente, por azares del destino, tiene que visitar la casa del niño y él le muestra que ha reparado la computadora (básicamente volvió a reinstalar el sistema operativo). Pero como el niño no quiere que su madrastra sepa que la tiene, la mantiene escondida en un closet. De pronto el niño le propone a la adolescente que si no quiere hacer un trabajo con él, aprovechando que no va a la escuela. La propuesta es trabajar un sitio de chats eróticos y ayudar a una “amiga” que ha conocido en el espacio cibernético: una prostituta ama de casa. Esto lleva finalmente, a los dos a conocer la parte más obscura del sexo virtual y las complicaciones que implican las relaciones humanas. Después de un mes de ir diario a la casa del niño, todo se viene abajo, pero con la moraleja de que ella sale reforzada (reinstalada) y trata, aunque a su manera, de solucionar su complicada vida.
Ahora bien, en el caso de la Espalda que quiero patear. Habla la historia de una adolescente que comienza a entablar una amistad con el compañero menos popular y sin ninguna presencia de su salón. La niña en cuestión tiene como 15 años y no ha podido (no ha querido) hacer amigos en la preparatoria. Su amiga de la secundaria, trata de incorporarla a un nuevo círculo de amigos, pero a ella le parece nefasto. Así, se encuentra aislada de todo.
Un día en una práctica en el laboratorio de química se percata de un muchacho que está leyendo una revista de moda para mujeres adultas (entre 20 y 30 años). Al acercarse, se da cuenta que él tiene una fijación por una modelo en particular y se acuerda que un día la vio en persona en una tienda y le comenta esto. Después, el muchacho la invita a su casa, ella acepta y piensa que tendrá un contracto sexual, pero para su sorpresa, él le dice que le haga un mapa de la tienda en donde vio a esta modelo. Así, comienza una nueva “amistad”.
Posteriormente el joven deja de venir a la escuela por fiebre y ella va a su casa para saber de él. Al pasar a su cuarto, él está escuchando el programa de radio de la modelo. De hecho, toda su cuarto esta lleno de recortes y cosas relacionadas con ella. Para colmo, el joven le da la espalda mientras oye el programa con sus audífonos. De pronto, una extraña sensación emerge y decide patearle la espalda. No sabe si son celos, amor, coraje o simplemente un arco reflejo. Conforme va conociendo al muchacho, comienza en ella un sentimiento de atracción y logra su clímax, cuando los dos asisten a un concierto de la modelo y el joven trata de acercarse a ella y no pude porque los guardias no le permiten acercársele. El desenlace de la historia es que ella admite que tiene una atracción por él, pero no sabe qué es, dejando ver que este tipo de sentimientos, son los que pasa cualquier adolescente.
De manera general estos son los dos resúmenes de los dos libros. Creo que lo mejor es leer los dos libros, porque mi resumen es un poco confuso.
Termino esta reseña diciendo lo siguiente. Es interesante, pero en las dos obras se muestra la imagen de una juventud sin sueños, obsesionada en elementos propios de una sociedad capitalista y tecnificada, en donde las aficiones superficiales y la tecnología juegan un papel crucial. Esto parece un poco a la crítica que hizo Erich Fromm, en su libro la Revolución de la esperanza. En el sentido de que la sociedad moderna está sumergida en una enajenación. Sin embargo, lo importante de la obra de Wataya no es el afán de criticar algo que ya sabemos, sino que representa una expresión directa de una generación de jóvenes japoneses que buscar sus propias salidas a las trampas que le ha puesto la sociedad actual. Un tema que probablemente la sociedad adulta no entiende y mucho menos los políticos y el gobierno, que los critican por no emprender los trabajos convencionales y claro no pagar impuestos.
Espero que alguna editorial se anime a traducir estas obras. Aunque repito son demasiadas japoneses para mi gusto.
Desde que estaba en la preparatoria (educación media superior), como “buen estudiante”, leía los libros que nos obligaban los profesores de literatura clásica, mexicana e iberoamericana. Algunas obras quedaron en mi memoria, otras de plano no. Al ingresar a la universidad, la lecturas de la carrera (que eran excesivas), me llevaron a obviar la literatura, dejando una laguna de 6 años sin leer nada que no fuera Stephen King. En este sentido, no soy el más indicado para opinar sobre la literatura ni mucho menos de las novelas japonesa, las cuales por problemas del idioma, no he podido apreciar su prosa y métrica (creo que tampoco en español lo hago).
Ahora bien, cuando comienza mis andanzas por Tokio, comenzó un interés por la literatura de este país. Sin embargo, al haber descuidado muchos años de lectura, no tenía una guía que me dijera qué leer. Sabía algunos nombres, pero me di cuenta de que no conocía nada. Así, recurrí a un amigo chileno, experto en estas cosas, para que me dijera qué novela era buena. También, decidí guiarme por las reseñas del Periódico Asahi. Finalmente, me di cuenta de que lo mejor era darse una vuelta por las librerías. Y bueno, Tokio es una ciudad llena de librerías. En sus estanterías, uno encuentra desde la novela más sosa, hasta la explicación filosófica del pensamiento japonés tradicional (tema que en lo personal me parece sumamente aburrido).
Después de este pequeño prefacio (probablemente innecesario), quisiera comentar sobre las dos obras de la escritora, Risa Wataya (espero que este nombre no genere alguna carajada), que me parecen interesantes.
Risa Wataya logró acaparar la atención de muchos japoneses, cuando en el año de 2001, gana el Premio Bungei (文藝賞) con su novela Instalar. Este galardón lo otorga la editorial Kawade Shobo Shinsha a los mejores novelistas jóvenes y se ha convertido en uno de los principales escaparates de los escritores contemporáneos. Hasta que aquí no había ninguna sorpresa, sin embargo, lo que dejó anonadados a todos los críticos fue la edad tenía Wataya: 17 años. De hecho, es la escritora más joven en conseguirlo.
Las expectativas sobre ella fueron enormes y en el año de 2003, con la novela La espalda que quiero patear, Wataya gana el Premio Ryunosuke Akutagawa (芥川龍之介賞), que junto al Premio Sanjugo Naoki (直木三十五賞), es el máximo galardón que puede recibir un escritor en Japón. De nuevo sorprendió a todos. A los 19 años, Risa Wataya se había vuelto en la persona más joven en recibir este codiciado premio.
Ahora bien, pese a lo famoso que fue en su momento, este suceso no me llamó mucho la atención los dos libros. No porque considerara que fueran malos (como dije no tengo los elementos para criticar), pero al fondo se me hacía difícil pensar que una niña de 19 años pudiera haber ganado esos premios y, obviamente, no consideraba que el contenido de sus novelas pudiera llenar mis expectativas.
Es una situación inevitable. Mi distancia de 10 años de edad con ella, además de las claras diferencias culturales eran un obstáculo. Así, pasó el tiempo, y por cuestiones del azar, mientras buscaba un disco en una tienda de libros usados, encontré a un precio accesible las dos novelas. Dado que no eran libros largos decidí darles una lectura y quitarme ese obstáculo que puse en su momento.
Mi sorpresa fue enorme, aunque confirmó también lo que pensaba. Los dos libros representan a una generación que la considero muy alejada de mi. Por lo menos, no son los japoneses que frecuento. De igual manera son dos novelas que ponen muchos elementos culturales del Japón contemporáneo, que una simple visita a Japón, ni un libro de texto, ni un curso impartido por un profesor que vive en un país fuera de este país pueda explicar. En este sentido, su traducción al español parece difícil, aunque ya existen en coreano. Probablemente, el tema sea demasiado “asiático”.
Esto no desmerita la obra. Algo que sí debo reconocer es que, mi prejuicio hacia esta niña cambió. Es impresionante que alguien tan joven pueda escribir como ella. No por nada ganó los premios. Por lo que toca al contenido de las dos obras es más o menos el siguiente.
Instalar, trata una extraña historia de una joven adolescente, que cursa el tercer año de preparatoria, y un niño de 12 años, que está en sexto de primaria. La novela comienza narrando la vida de la niña que se siente desorientada en la vida, sin ningún sueño y con serios problemas de comunicación con su madre. Un día, decide no ir más a la escuela y tira a la basura todas sus cosas, entre ellas una computadora que le compró su abuelo finado. Mientras está tirando la basura conoce a un niño y decide regalarle la computadora.
Posteriormente, por azares del destino, tiene que visitar la casa del niño y él le muestra que ha reparado la computadora (básicamente volvió a reinstalar el sistema operativo). Pero como el niño no quiere que su madrastra sepa que la tiene, la mantiene escondida en un closet. De pronto el niño le propone a la adolescente que si no quiere hacer un trabajo con él, aprovechando que no va a la escuela. La propuesta es trabajar un sitio de chats eróticos y ayudar a una “amiga” que ha conocido en el espacio cibernético: una prostituta ama de casa. Esto lleva finalmente, a los dos a conocer la parte más obscura del sexo virtual y las complicaciones que implican las relaciones humanas. Después de un mes de ir diario a la casa del niño, todo se viene abajo, pero con la moraleja de que ella sale reforzada (reinstalada) y trata, aunque a su manera, de solucionar su complicada vida.
Ahora bien, en el caso de la Espalda que quiero patear. Habla la historia de una adolescente que comienza a entablar una amistad con el compañero menos popular y sin ninguna presencia de su salón. La niña en cuestión tiene como 15 años y no ha podido (no ha querido) hacer amigos en la preparatoria. Su amiga de la secundaria, trata de incorporarla a un nuevo círculo de amigos, pero a ella le parece nefasto. Así, se encuentra aislada de todo.
Un día en una práctica en el laboratorio de química se percata de un muchacho que está leyendo una revista de moda para mujeres adultas (entre 20 y 30 años). Al acercarse, se da cuenta que él tiene una fijación por una modelo en particular y se acuerda que un día la vio en persona en una tienda y le comenta esto. Después, el muchacho la invita a su casa, ella acepta y piensa que tendrá un contracto sexual, pero para su sorpresa, él le dice que le haga un mapa de la tienda en donde vio a esta modelo. Así, comienza una nueva “amistad”.
Posteriormente el joven deja de venir a la escuela por fiebre y ella va a su casa para saber de él. Al pasar a su cuarto, él está escuchando el programa de radio de la modelo. De hecho, toda su cuarto esta lleno de recortes y cosas relacionadas con ella. Para colmo, el joven le da la espalda mientras oye el programa con sus audífonos. De pronto, una extraña sensación emerge y decide patearle la espalda. No sabe si son celos, amor, coraje o simplemente un arco reflejo. Conforme va conociendo al muchacho, comienza en ella un sentimiento de atracción y logra su clímax, cuando los dos asisten a un concierto de la modelo y el joven trata de acercarse a ella y no pude porque los guardias no le permiten acercársele. El desenlace de la historia es que ella admite que tiene una atracción por él, pero no sabe qué es, dejando ver que este tipo de sentimientos, son los que pasa cualquier adolescente.
De manera general estos son los dos resúmenes de los dos libros. Creo que lo mejor es leer los dos libros, porque mi resumen es un poco confuso.
Termino esta reseña diciendo lo siguiente. Es interesante, pero en las dos obras se muestra la imagen de una juventud sin sueños, obsesionada en elementos propios de una sociedad capitalista y tecnificada, en donde las aficiones superficiales y la tecnología juegan un papel crucial. Esto parece un poco a la crítica que hizo Erich Fromm, en su libro la Revolución de la esperanza. En el sentido de que la sociedad moderna está sumergida en una enajenación. Sin embargo, lo importante de la obra de Wataya no es el afán de criticar algo que ya sabemos, sino que representa una expresión directa de una generación de jóvenes japoneses que buscar sus propias salidas a las trampas que le ha puesto la sociedad actual. Un tema que probablemente la sociedad adulta no entiende y mucho menos los políticos y el gobierno, que los critican por no emprender los trabajos convencionales y claro no pagar impuestos.
Espero que alguna editorial se anime a traducir estas obras. Aunque repito son demasiadas japoneses para mi gusto.
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