3/11/2010

En busca de Centroamérica


Horacio Castellanos Moya, Con la congoja de la pasada tormenta, Barcelona, Tusquets, 2009, 308 pp


Horacio Castellanos Moya es uno de los escritores centroamericanos más interesantes de los últimos años. En su último libro, Con la congoja de la pasada tormenta, se han compilado la mayoría de sus cuentos. Antes de proseguir con su contenido, quisiera mencionar brevemente la razón que me llevó a comprar este libro.
  Hace un año, yo no sabía quién era Horacio Castellanos Moya. Ni mucho menos que él era de Centroamérica: región que he estudiado los últimos cuatro años en mis investigaciones. De hecho, mi conocimiento sobre los escritores centroamericanos era (y sigue siendo) irrisorio. Hace varios años (creo que durante la escuela preparatoria) leí (o me hicieron leer) algunos poemas del nicaragüense Rubén Darío. También había hojeado algunos capítulos de El Señor Presidente (1946), de Miguel Ángel Asturias para poder comprender un poco cómo era percibido Manuel Estrada Cabrera en Guatemala. Y, bueno fracasé en mi intento de leer completamente en La orilla africana (1999), de Rodrigo Rey Rosa: escritor guatemalteco que tuve la oportunidad de conocer cuando  dio una conferencia en la Universidad de Tokio hace un par de años.
  Para no extender más el relato, la verdad tenía una gran laguna sobre la literatura centroamericana. Y obviamente un nulo conocimiento sobre las obras de Horacio Castellanos Moya. 
  Y bueno, entonces, qué fue lo que me llevó a conocerlo. Mi primer encuentro con él fue por medio de un amigo de la Universidad, quien estaba muy interesado en que sus obras se difundieran por Japón. Me hizo una breve semblanza de El asco. Thomas Bernhard en San Salvador (1997) y me llamó la atención. Para alguien como yo que no ha regresado mucho tiempo a su patria, había ciertos elementos que me identificaban con el personaje de esa novela. Aunque bueno en mi caso yo no estoy exiliado en Japón.
  Después de ese primer encuentro, aquel escritor salvadoreño quedó como una charla más, que suelo tengo tener con mis cuates en la Universidad, pero después los gajes del destino me llevaron de nuevo hacia a él. Horacio Castellanos Moya pasaría una breve temporada en Tokio y bueno tuvimos que atenderlo. 
  Horacio un tipo, como decimos algunos mexicanos, a todo dar. Tenía razón Juan Villoro cuando nos describió quién era Horacio: él es un gran tipo. Y no sólo eso, es uno de los que mejor conoce la historia política contemporánea de Centroamérica y también de México, país donde estuvo trabajando varios años como periodista.
  Hubiera querido hablar más con él sobre esos temas, ya que para nosotros los que hurgamos en los libros de historia y artículos académicos escritos en Estados Unidos, perdemos muchos detalles de lo que pasa en Centroamérica. Nos es imposible entender la complejidad de lo que sucede en América Central y su gigante vecino del norte. 
  Pero nuestras charlas se centraron más en trivialidades como la historia de un hombre que lanzó con una llave de judo a un oso que lo atacaba. Horacio le encantó esa anécdota. Decía que el que había quedado más asustado no era aquel hombre sino el oso. .En fin, puras futilidades que trae siempre una buena botella de sake. 
  Pero después de charlar con el Horacio de carne y hueso, decidí conocer, entonces, al otro Horacio, al escritor salvadoreño. De esta manera, leí primero El desmoronamiento (2006) y Tirana memoria (2008). Obras demasiadas recientes. A lo mejor sería bueno hacer una reseña primer de ellas, pero creo que hay muchas. 
  La primera obra es la historia de una familia salvadoreña durante la Guerra de las Cien Horas (Guerra del fútbol) de 1969 (acaba de salir una traducción japonesa recientemente) y la segunda de otra familia salvadoreña en el decenio de los cuarenta cuando cayó la dictadura de Maximiliano Hernández Martínez.
  Las dos obras, son excelentes y para aquellos que quieren saber más sobre la política centroamericana son dos novelas que resumen de una manera perfecta la historia. Hay otras obras de Castellanos Moya que tratan también la vida en Centroamérica y su relación con México: país donde muchos centroamericanos han buscado asilo desde el Porfiriato. Desgraciadamente, no he podido leerlas. La falta de tiempo y lo complicado (y caro) que es conseguir las novelas escritas en idioma español en este país  me lo han impedido.
  Bueno después de esta semblanza, ahora sí quisiera concentrarme en la colección de cuentos: Con la congoja de la pasada tormenta. Los relatos no están ordenados de una manera cronológica. Castellanos Moya decidió darles otro orden. No hay una explicación, pero desde mi perspectiva hay un orden en las voces narrativas. En los primeros captítulos hay un claro acento centroamericano y uso del “voseo” en la narración y conforme transcurren los capítulos las voces se vuelcen más mexicanas o bien son voces de una español más neutro. Es como si hubiéramos ido de sur a norte. Habría que preguntarle a Horacio si hubo un intento de lo anterior.
  Pero bueno, dejando a un lado lo anterior. La obra es interesante, pero en lo personal me gusta más el novelista Castellanos Moya que el cuentista. Algunos cuentos, especialmente en la última parte, tiene un toque erótico que es un poco molesto. No porque sean vulgares, sino que ese tipo recursos son tan repetitivos y no se veían plasmados en El desmoronamiento y Tirana Memoria. Asimismo, todos los cuentos son voces masculinas y no hay voces femeninas. Algo que contrasta con las novelasde Horacio. Si hay algo que Castellanos Moya había logrado plasmar en su obras anteriores era las voces de los personajes femeninos. Muy interesantes. y en algunos casos irritantes. En los cuentos no vemos lo anterior.
  Empero, por todo lo anterior no implica que este libro sea malo. Simplemente, es diferente a los que yo había hojeado. Y hay unos cuentos magníficos. Por ejemplo, "Con la congoja de la pasada tormenta" y "Variaciones sobre el asesinato de Francisco Olmedo " son dos relatos que plasman de una manera integra la situación social de El Salvador. "Némesis" muestra la cruda faceta de la Guerra de guerrillas que hubo en Centroamérica en los años ochenta. "Tonto y feo" es una obra extraña e interesante. 
  Pero bueno aquí fenezco la reseña. Dejo en usted, amable lector, el mejor comentario. 
Horacio se te extraña en los bares de Tokio

 


 

3/09/2010

El Santo: breve semblanza

Hay hombres que luchan un día y son buenos
Hay hombres que luchan un año y son mejores
Hay quienes luchan muchos años y son muy buenos
pero los hay quienes luchan todos los domingos.¡Esos son los chidos!
Santo, El Enmascarado de Plata
El Guakarock del Santo, Botellita de Jerez

(Ensayo colocado originalmente en septimebre de 2006 en un blog anterior)

    Santo, el Enmascarado de Plata, es el símbolo de la cultura popular más importante de México*. Si bien, no ha sido el único luchador en conseguir el éxito en la pantalla grande (Blue Demon y Mil Máscaras también incursionaron al cine), nadie ha superado el legado del legendario luchador. Ni siquiera Fray Tormenta, (sacerdote de Teotihuacán quien luchaba en los cuadrilateros para alimientara  a los niños huérfanos de su parroquia) logró obtener el cariño de tantos mexicanos. Probablemente, sólo Mario Moreno "Cantinflas" y Roberto Gómez Bolaños "Chespirito" puedan  igualar el legado del Santo; aunque es preciso señalar que él no era, en ningún sentido, un humorista como estos dos (sus películas  eran bromas involuntarias). He aquí unos datos sobre su vida.

Infancia
    Como dice la canción del grupo de rock mexicano Botellita de Jerez, El Guakarock del Santo, El Santo nació en el mero Tulancingo (Hidalgo) un 23 de septiembre (de 1917). Sus padres, Jesús Guzmán Campuzano y Josefina Huerta Márquez, lo bautizaron como Rodolfo en la parroquia de San Juan Bautista. Empero, Rodolfo Guzmán Huerta viviría muy poco en  aquella ciudad hidalguense, a los 6 años emigraría con toda su familia a la Ciudad de México.
    La razón de este éxodo, según el libro de Lourdes Grobet, Espectacular de Lucha Libre, fue la enfermedad de su madre. Empero, otros autores han argumentado que el traslado de la familia Guzmán Huerta se debió a causas económicas (como la mayoría de las familias que emigraron al DF en esos años). El lugar donde se establecieron finalmente fue el barrio de Tepito: una de las colonias más peligrosas y con altos índices de criminalidad en nuestros días. De ahí han salido "luminarias" del deporte mexicano como el boxeador la Chiquita González y nuestro jorobado de Tepito, el futbolista Cuauhtémoc Blanco. Pero volvamos a nuestro argumento inicial.
    Fue, justamente, en Tepito, en donde la vocación deportiva de Guzmán empezó a brotar. A los nueve años jugaría béisbol y a los doce fútbol americano. Pero no todo fue deporte en su infancia. De acuerdo con las fuentes de Grobet, Rodolfo estudió también en la Academia de San Carlos. Lo anterior habla de un joven interesado en las artes plásticas. Empero, al final no logró terminar sus estudios artísticos por falta de dinero.
El camino hacia el cuadrilátero
    Las necesidades económicas llevaron entonces,  a Rodolfo hacia los cuadriláteros y contó con la fortuna de que también sus hermanos habían incursionado en este oficio. Sus hermanos mayores Jesús (Pantera Negra) y Miguel (Black Guzmán) habían debutado antes que él. El primero no tendría una carrera exitosa y moriría en el ring, mientras que el segundo se convertiría en campeón mundial de peso medio. También, Javier (El Jimmy), hermano menor de Rodolfo, se convertiría en luchador. 
    Sin duda alguna, estas condiciones hicieron que la carrera de Guzmán Huerta tuviera unas bases favorables. Pero también hubo otro elemento importante: su talento deportivo. Según, los que editaron el artículo en Wikipedia (no sé si aún siga ese dato), desde joven y mucho antes de incursionar en la lucha libre, Rodolfo Guzmán había aprendido Jujitsu y lucha grecorromana, lo cual explicaba sus dotes en el cuadrilátero.
   Del primer dato, puede ser que sea una información totalmente falsa, ya que la entrada de las artes marciales japonesas a México fue posterior a la posguerra (1945). Aunque, hay información hemerográfica que afirma que un japonés enseñó judo a varios miembros del ejército de Emiliano Zapata. Lo anterior  demuestra la existencia de un potencial maestro, pero es muy poco probable que este hombre haya tenido contacto con Guzmán Huerta. Ahora bien, con respecto al segundo dato, éste es más  plausible. Aunque también sería necesario demostrarlo con fuentes verificables.
    En fin, las leyendas necesitan un poco de ficción. Regresemos pues, a nuestra historia.
    No se ha establecido cuándo comenzó exactamente su carrera de lucha como competidor. Hay fuentes que afirman que fue el 28 de junio de 1934 en la Arena Peralvillo Cozumel. Otras dicen que fue en 1935 en el Deportivo Islas de la colonia Guerrero de la Ciudad de México. Doña Virginia Aguilera, la legendaria "abuelita" de las luchas, afirmó que fue en 1935, cuando Guzmán Hueta debutó. Ahora bien, la información más fidedigna es  la siguiente: Rodolfo Guzmán debutó en 1935 en una arena que estaba por el rumbo del Molino de Rey. Lo hizo utilizando el nombre de Rudy Guzmán haciendo pareja con su hermano Miguel. Para 1936, cambió de nombre a El Hombre Rojo. Posteriormente, bajo el mando de su padrino en cuestiones luchísticas, Jesús Lomelí, Guzmán Huerta utilizó el nombre de Murciélago II. Este último resultó una copia de otro famoso luchador de esa época y causó un conflicto. El Murciélago original reclamaría esta situación a la Comisión Mexicana de Boxeo y Lucha. Finalmente, el titular de la comisión, Jesús Velásquez, declarararía que Guzmán no podría utilizar ese nombre.
El nacimiento del Santo
    Para los inicios de 1940, después de su desafortunada carrera como Murciélago II, Guzmán se casó con María de los Ángeles Rodríguez Montaño (la Maruca). Una unión que produciría 10 hijos: Alejandro, María de los Ángeles, Héctor Rodolfo, Blanca Lilia, Víctor Manuel, Miguel Ángel, Silvia Yolanda, María de Lourdes, Mercedes, y Jorge. Este último sería posteriormente el Hijo del Santo, quien  heredaría el lugar de su padre, aunque con menos éxito.
    Después de su boda, vendría otro gran cambio para la vida de Roberto Guzmán Huerta que le permitiría dejar su mediocre carrera por una mejor. En esos años Jesús Lomelí estaba armando un nuevo equipo de luchadores y necesitaba de nuevos elementos, así de inmediato invitó a Guzmán. En este nuevo proyecto, todos tenían que estar ataviados con vestimentas plateadas. Pero, de nuevo un problema surgiría, Rodolfo Guzmán necesitaba elegir un nuevo nombre. En un principio, Don Jesús le sugirió tres: El Santo, El Diablo, o El Ángel. Finalmente, Guzmán tomó el primero.
    De esta manera, el 26 de junio de 1942, Guzmán debutó, por primera vez, como El Santo en la legendaria Arena México frente al Ciclón Veloz. Cabe mencionar que en un inicio el Santo pertenecía al bando de los Rudos, el cual dejó en 1962. Es decir duró casi 20 años combatiendo del lado más impopular de la Lucha Libre. Independientemente de su afiliación al bando Rudo, bajo su nuevo nombre, el Enmascarado de Plata rápidamente desarrolló un estilo propio, haciéndolo muy popular. Y lo más importante: jamás perdería la máscara.
De luchador a superestrella
    La popularidad del Santo llegó a las nubes cuando en los años cincuenta, el artista y editor José Guadalupe Cruz comenzó a publicar un cómic basado en él. Cruz lo conviritó en el primer personaje luchador de la literatura popular mexicana, su renombre rivalizaba solamente con el legendario personaje de Kalimán. El santo era, en efecto, un


"Héroe de carne y hueso, defensor de los buenos... (Guakarock del Santo)".

    Para finales de los años cincuenta, Fernando Osés, un luchador y actor, invitaría al Santo a trabajar en sus películas, y aun cuando él no estaba dispuesto a abandonar su carrera en la lucha libre, aceptó. De esta manera, el Santo se convertió en un actor de cine.


"Batman y Superman, super-héroes de historieta, nunca subieron al ring,
le sacatearon al parche, el Santo si era la neta (Guakarock del Santo)


    Fernando Osés y Enrique Zambrano fueron los encargados de escribir los libretos para las dos primeras películas del Enmascarado de Plata: Santo contra el Cerebro del Mal y Santo contra los Hombres Infernales. Ambas cintas se estrenaron en 1958 bajo la dirección de Joselito Rodríguez. Una de ellas se llevaria a cabo en Cuba y el rodaje terminaría un día antes de que Fidel Castro y Ernesto Guevarra entraran triunfantes a La Habana. Pese al bajo presupuesto, y, con actuaciones totalmente improvisadas, las dos películas tuvieron una gran aceptación por parte del público  mexicano, y se transformaron rápidamente en éxitos de taquilla, abriendo un camino para más películas.
    Este estilo de bajo presupuesto e improvisación, que sólo eran superados por las películas de gángsteres de Juan Orol, se mantendría durante todas las películas que el Santo protagonizó, volviéndose en la "mejor" representanción de del Cine B de México (superando a las películas de ficheras, Chespirito, Chabelo y Cepillín). Por lo que toca a la temática de estas películas, era muy simple: El Santo era un superhéroe o agente secreto de la policía que luchaba contra criaturas sobrenaturales y científicos locos, que las autoridades convencionales, obviamente, no podían derrotar. No sólo eso, sino que el Santo era también un "policía judicial (detective)" equipado con la mejor tecnología (algo imposible de creer para un país que no podía producir su propia marca de autos). El Santo casi siempre manejaba un KARMANN GHIA T 34 como vehículo. Y como James Bond, siempre estaba acompañado de bellas actrices... Si bien, en sus películas no se podían establecer siempre una relación amorosa como en 007; en algunas cintas se sugiere que las heroínas de sus películas eran sus novias.
    Sin embargo, pensar que la personalidad del Santo fue siempre la misma en todas sus películas es un error. En una veintena de títulos, la personalidad de El Santo fue continuamente definida y redefinida. Pasó por una serie de amores y, finalmente, en el sugestivo filme de suspenso en blanco y negro El Espectro del Estrangulador, adoptaría a un hijo. También se conviritó en un agente de la Interpol en varias de sus películas. Y para el decenio de los sesenta con las primeras versiones a color, lo guiones serían cada vez más sensacionalistas. Así, el Santo comenzó a luchar contra todo lo que era posible imaginar: vampiros, neo-nazis, marcianos y otros rivales. Por supuesto, siempre vencería. Ahora bien, lo más llamativo de sus películas era que las fuerzas del mal se establecían siempre en la ciudad de México para preparar sus diabólicos planes. Algo totalmente inverosímil...
    En México, su película más famosa, según Wilkipedia, es El Santo contra las Momias de Guanajuato, en la cual también participa Mil Máscaras. Y la película más conocida fuera del territorio mexicano es Santo vs. las Mujeres Vampiro. En esta película, la inversión en la producción fue más alta y dio una pauta para introducir un origen y la creación de su mito, estableciendo que él era el último en una línea de luchadores contra el mal. Muchas de sus películas fueron consideradas más como una comedia que un filme de horror. Pero es justamente, este humor involuntario, el que permitió su exportación. 
Muerte e inmortalidad
    El Santo se retiró en la Arena Coliseo el 14 de noviembre de 1982. Dos años después, el 5 de Febrero 1984, falleció víctima de un paro cardíaco. Todos sus colegas como Black Shadow, Huracán Ramírez, Espectro I, Blue Demon y el Perro Aguayo se presentaron al velorio. En el camino al mausoleo, los aficionados gritaban "Santo, Santo, Santo"... Y como era obvio, lo enterraron con todo y máscara...


El Santo quemó sus naves lo digo sin recelo, porque ha bajado San Pedro pa'aplicarle sus llaves. 
Y se nos fué el Santo al cielo.¡Santo, Santo, Santo, Santo! (Guakarock del Santo).


    Han pasado más de 25 años de la muerte del Santo y su leyenda sigue (no me refiero a su hijo). En estos últimos años, la leyenda ha regresado con una nueva animación en el canal Cartoon Network. La nueva historia está ambientada en el actual Distrito Federal... Las fuerzas del mal, desde la caótica ciudad de la Esperanza buscan apoderarse del mundo. El Santo equipado con las mejores armas tiene que luchar contra estas fuerzas siniestras que para nada son Vicente Fox, Roberto Madrazo, Elba Esther Gordillo, el Grupo Yunque, Felipe Calderón o AMLO, ni mucho menos Marcos... Es una historia demasiado surrealista en una gran urbe que necesita una justicia real, pero tienen el mismo humor involuntario del pasado...
   Tenemos, pues más del Santo paera seguir divirtiéndonos...

Filmografía del Santo
  • Santo contra el Cerebro del Mal (Cerebro del Mal) (1958) (coproducción con Cuba)
  • Santo contra los hombres infernales (Cargamento blanco) (1958) (coproducción con Cuba)
  • Santo contra los zombies (1961)
  • Santo contra el Rey del Crimen (1961)
  • Santo en el hotel de la muerte (1961)
  • Santo contra el cerebro diabólico (1961)
  • Santo vs. las mujeres vampiro (1962)
  • Santo en el museo de cera (1963)
  • Santo vs. el estrangulador (1963)
  • Santo contra el espectro (El espectro del estrangulador) (1963)
  • Blue Demon contra el poder satánico (El poder satánico) (1964) (actuación especial)
  • El hacha diabólica (1964)
  • Atacan las brujas (1964)
  • Profanadores de tumbas (Los traficantes de la muerte) (1965)
  • El barón Brákola [tres episodios] (1965)
  • Santo, el Enmascarado de Plata vs. la invasión de los marcianos (1966)
  • Santo, el Enmascarado de Plata vs. los villanos del ring (1966)
  • Operación 67 (1966)
  • El tesoro de Moctezuma (1966)
  • Santo en el tesoro de Drácula (El tesoro de Drácula) (1968)
  • Santo contra Capulina (1968)
  • Santo contra Blue Demon en la Atlántida (1969)
  • Santo y Blue Demon contra los monstruos (1969)
  • El mundo de los muertos (1969) caracterizando a: Caballero enmascarado de plata/Santo, el Enmascarado de Plata
  • Santo vs. los cazadores de cabezas (1969)
  • Santo frente a la muerte (1969) (coproducción con Colombia y España)
  • Santo en la venganza de las mujeres vampiro (1970)
  • Santo contra los jinetes del terror (1970)
  • Santo vs. la mafia del vicio (1970)
  • Santo en la venganza de la momia (1970)
  • Las momias de Guanajuato (1970)
  • Santo en la frontera del terror (1979)
  • Santo contra los asesinos de otros mundos (Asesinos de otros mundos) (1971)
  • Santo y el águila real (El águila real) (1971)
  • Misión suicida (1971)
  • Santo vs. la hija de Frankenstein (1971)
  • Santo contra la magia negra (1972) (coproducción con Haití)
  • Santo y Blue Demon contra Drácula y el hombre lobo (1972)
  • Las bestias del terror (1972)
  • Anónimo mortal (1972)
  • Santo contra los secuestradores (1972) (coproducción con Ecuador)
  • Santo vs. las lobas (1972)
  • Santo y Blue Demon contra el doctor Frankestein (1973)
  • Santo contra el doctor Muerte (1973) (coproducción con España)
  • La venganza de La Llorona (1974)
  • Santo en el misterio de la perla negra (1974) (coproducción con Colombia y España)
  • Santo en oro negro (1975) (coproducción con Puerto Rico)
  • México de mis amores (1976) (documental)
  • Misterio en las Bermudas (1977)
  • Santo contra el asesino de la televisión (1981)
  • Chanoc y el hijo del Santo vs. los vampiros asesinos (1981)(actuación especial)
  • El puño de la muerte (1982)
  • La furia de los karatecas (1982)
* Información tomada del Wikipedia en Español, el site del Hijo del Santo y el libro de Lourdes Grobet, Espectacular de lucha libre (México: Trilce Ediciones, 2005). La edición del texto es mía. 

Ataque preventivo


Armstrong, Alan, Preemptive Strike: The Secret Plan that Would Have Prevented The Attack on Pearl Harbor, Guilford, The Lyons Press, 2006, 285 pp.




(Reseñada colocada originalmente en octubre de 2006 en blog anterior)



Este libro es una obra intrigante.

Por medio de una exhaustiva investigación de fuentes primarias, Alan Armstrong describe como desde 1940, Estados Unidos había planeado eliminar a su principal rival en el Asia-Pacífico: el Imperio del Japón. Concretamente, los hombres más cercanos al presidente Franklin D. Roosevelt, Chiang Kai-Shek, así como su esposa Soong May-ling habían planeado un ataque sorpreresivo a Tokio, que sería realizado por pilotos chinos, adiestrados por expertos estadounidenses.

De acuerdo a Armstrong, esta misión hubiera evitado el ataque a Pearl Harbor, perpetuado el 7 de diciembre de 1941. Es decir, Estados Unidos no hubiera sufrido una de las 4 peores humillaciones militares que ha recibido durante toda su historia (por lo menos en su territorio). Las otras tres son la quema del Capitolio, el 25 de agosto de 1814, por las fuerzas británicas y canadienses; el ataque de Francisco Villa (Doroteo Arango) al pueblo de Columbus, Nuevo México, el 9 de marzo de 1916; y obviamente el ataque del 11 de septiembre de 2001 a las torres gemelas.

Entonces, ¿por qué no se dio? En primer lugar, la opinión pública estadounidense en ese momento no estaba convencida de que las fuerzas militares estadounidenses participaran en la guerra de Europa y mucho menos, luchar contra del Imperio de Japón. Además, los movimientos pro neutralidad y aislacionistas había logrado tomar una importante fuerza. Especialmente el movimiento político lidereado por Charles Lindberg (el primer hombre en cruzar el Océano Atlántico en un solo vuelo).

Otra causa que explica el fracaso de la misión secreta fue la falta de presupuesto para emprenderla, así como la poca experiencia de los pilotos chinos y la imposibilidad de los militares estadounidenses de atacar a diestra y siniestra cualquier blanco, debido a una legislación que abogaba por la neutralidad. Además, Armstrong señala que los impedimentos diplomáticos, así como los obstáculos institucionales y “morales” fueron determinantes para que Estados Unidos no pudiera “liberar” al pueblo chino de la opresión japonesa.
De hecho, en una parte, Armstrong cita que Roosevelt, sabiendo que el ataque a Pearl Harbor era inminente el 6 de diciembre de 1941, no quiso atacar a Japón, argumentado que “Estados Unidos era un país democrático”...

El tema parece más de película nacionalista que un libro serio y no dudo que algún cineasta sin mucho talento retome esta obra. Ahora bien, qué tan impactante es el contenido de este libro. La verdad no dice nada nuevo. Este “secreto” era una información que muchos sabían. Sin embargo, nadie le había puesto la atención requerida, ya que para los círculos académicos, el mundo de los “hubiera” no es una tarea seria.

Entonces, ¿por qué Armstrong lo hizo? Esto lo explica su formación. Él no es un historiador ni mucho menos un académico, es un piloto activo que escribe para revistas de aviaciones. Su afición por esta etapa obscura lo motivó a visitar los Archivos Nacionales y emprender una investigación del contendio exacto de lo qué pasó (según él). En este sentido, tuvo la ventaja de no tener el peso de una crítica que le hubiera costado su trabajo. Es por eso que su obra es interesante y digna de una lectura
Empero, advierto que el libro es malo como obra académica y esto es una lástima. Por lo menos desde dos puntos de vista es un libro mal escrito (bueno quién soy yo para opinar).

En primera, la forma de edición de los capítulos es deficiente, ya que existen algunas secciones de 6 páginas y otras de 20. Es cierto que nadie le gusta leer capítulos largos, pero no como se editó el libro. Creo que aquí el editor le falló y esto se puede arreglar.

El otro problema y creo que el más importante. Es que Armstrong no pone las causas de la guerra y no profundiza que el conflicto era inminente. Reduciendo todo a una simple misión. Es cierto, que los japoneses había hecho una expansión en Asia, pero también olvida (a lo mejor no sabe, porque esto es común en muchos estadounidense) que en su afán de asegurar su poder, Estados Unidos fue obligando a Tokio a radicalizar su postura. En este sentido, el ataque preventivo no hubiera solucionado nada.
Si realmente quería jugar con la historia era necesario entender los elementos que rodeaban en ambos lados. Ahora bien, supongamos que se hubiera dado ese ataque. Probablemente hubiera evitado la humillación de Pearl Harbor, pero un ataque a Tokio hubiera sido un suicidio para Washington y hubiera puesto de vícitma a Japón.

En suma, es un libro interesante, pero con grandes deficiencias como obra histórica y con una manejo chauvinista de la memoria histórica. Además, no busca entender la historia de Asia, China, Japón y probablemente ni la de Estados Unidos. Finalmente, Armstrong no ha entendido que a su país nunca le ha impordado las, ni lo que diga la opinión pública. Siempre ha utilizado a su antojo las intervenciones, y bueno América Latina es el claro ejemplo. Finalmente, su libro hubiera sido interesante si por lo menos le hubiera dado una lectura a los libros de Akira Iriye, quien para su fortuna escribe en inglés.

Risa Wataya y la juventud japonesa


WATAYA, Risa (綿矢りさ), Instalar (インストール),Tokio: Kawade Shobo Shinsha (河出書房新社), 2001, 119 pp.
WATAYA, Risa (綿矢りさ), La espalda que quiero patear (蹴りたい背中), Tokio: Kawade Shobo Shinsha (河出書房新社), 2003, 140 pp.

(Reseña colocada en octubre de 2006 en un blog pasado)


Desde que estaba en la preparatoria (educación media superior), como “buen estudiante”, leía los libros que nos obligaban los profesores de literatura clásica, mexicana e iberoamericana. Algunas obras quedaron en mi memoria, otras de plano no. Al ingresar a la universidad, la lecturas de la carrera (que eran excesivas), me llevaron a obviar la literatura, dejando una laguna de 6 años sin leer nada que no fuera Stephen King. En este sentido, no soy el más indicado para opinar sobre la literatura ni mucho menos de las novelas japonesa, las cuales por problemas del idioma, no he podido apreciar su prosa y métrica (creo que tampoco en español lo hago).

Ahora bien, cuando comienza mis andanzas por Tokio, comenzó un interés por la literatura de este país. Sin embargo, al haber descuidado muchos años de lectura, no tenía una guía que me dijera qué leer. Sabía algunos nombres, pero me di cuenta de que no conocía nada. Así, recurrí a un amigo chileno, experto en estas cosas, para que me dijera qué novela era buena. También, decidí guiarme por las reseñas del Periódico Asahi. Finalmente, me di cuenta de que lo mejor era darse una vuelta por las librerías. Y bueno, Tokio es una ciudad llena de librerías. En sus estanterías, uno encuentra desde la novela más sosa, hasta la explicación filosófica del pensamiento japonés tradicional (tema que en lo personal me parece sumamente aburrido).

Después de este pequeño prefacio (probablemente innecesario), quisiera comentar sobre las dos obras de la escritora, Risa Wataya (espero que este nombre no genere alguna carajada), que me parecen interesantes.

Risa Wataya logró acaparar la atención de muchos japoneses, cuando en el año de 2001, gana el Premio Bungei (文藝賞) con su novela Instalar. Este galardón lo otorga la editorial Kawade Shobo Shinsha a los mejores novelistas jóvenes y se ha convertido en uno de los principales escaparates de los escritores contemporáneos. Hasta que aquí no había ninguna sorpresa, sin embargo, lo que dejó anonadados a todos los críticos fue la edad tenía Wataya: 17 años. De hecho, es la escritora más joven en conseguirlo.

Las expectativas sobre ella fueron enormes y en el año de 2003, con la novela La espalda que quiero patear, Wataya gana el Premio Ryunosuke Akutagawa (芥川龍之介賞), que junto al Premio Sanjugo Naoki (直木三十五賞), es el máximo galardón que puede recibir un escritor en Japón. De nuevo sorprendió a todos. A los 19 años, Risa Wataya se había vuelto en la persona más joven en recibir este codiciado premio.

Ahora bien, pese a lo famoso que fue en su momento, este suceso no me llamó mucho la atención los dos libros. No porque considerara que fueran malos (como dije no tengo los elementos para criticar), pero al fondo se me hacía difícil pensar que una niña de 19 años pudiera haber ganado esos premios y, obviamente, no consideraba que el contenido de sus novelas pudiera llenar mis expectativas.

Es una situación inevitable. Mi distancia de 10 años de edad con ella, además de las claras diferencias culturales eran un obstáculo. Así, pasó el tiempo, y por cuestiones del azar, mientras buscaba un disco en una tienda de libros usados, encontré a un precio accesible las dos novelas. Dado que no eran libros largos decidí darles una lectura y quitarme ese obstáculo que puse en su momento.

Mi sorpresa fue enorme, aunque confirmó también lo que pensaba. Los dos libros representan a una generación que la considero muy alejada de mi. Por lo menos, no son los japoneses que frecuento. De igual manera son dos novelas que ponen muchos elementos culturales del Japón contemporáneo, que una simple visita a Japón, ni un libro de texto, ni un curso impartido por un profesor que vive en un país fuera de este país pueda explicar. En este sentido, su traducción al español parece difícil, aunque ya existen en coreano. Probablemente, el tema sea demasiado “asiático”.

Esto no desmerita la obra. Algo que sí debo reconocer es que, mi prejuicio hacia esta niña cambió. Es impresionante que alguien tan joven pueda escribir como ella. No por nada ganó los premios. Por lo que toca al contenido de las dos obras es más o menos el siguiente.

Instalar, trata una extraña historia de una joven adolescente, que cursa el tercer año de preparatoria, y un niño de 12 años, que está en sexto de primaria. La novela comienza narrando la vida de la niña que se siente desorientada en la vida, sin ningún sueño y con serios problemas de comunicación con su madre. Un día, decide no ir más a la escuela y tira a la basura todas sus cosas, entre ellas una computadora que le compró su abuelo finado. Mientras está tirando la basura conoce a un niño y decide regalarle la computadora.

Posteriormente, por azares del destino, tiene que visitar la casa del niño y él le muestra que ha reparado la computadora (básicamente volvió a reinstalar el sistema operativo). Pero como el niño no quiere que su madrastra sepa que la tiene, la mantiene escondida en un closet. De pronto el niño le propone a la adolescente que si no quiere hacer un trabajo con él, aprovechando que no va a la escuela. La propuesta es trabajar un sitio de chats eróticos y ayudar a una “amiga” que ha conocido en el espacio cibernético: una prostituta ama de casa. Esto lleva finalmente, a los dos a conocer la parte más obscura del sexo virtual y las complicaciones que implican las relaciones humanas. Después de un mes de ir diario a la casa del niño, todo se viene abajo, pero con la moraleja de que ella sale reforzada (reinstalada) y trata, aunque a su manera, de solucionar su complicada vida.

Ahora bien, en el caso de la Espalda que quiero patear. Habla la historia de una adolescente que comienza a entablar una amistad con el compañero menos popular y sin ninguna presencia de su salón. La niña en cuestión tiene como 15 años y no ha podido (no ha querido) hacer amigos en la preparatoria. Su amiga de la secundaria, trata de incorporarla a un nuevo círculo de amigos, pero a ella le parece nefasto. Así, se encuentra aislada de todo.

Un día en una práctica en el laboratorio de química se percata de un muchacho que está leyendo una revista de moda para mujeres adultas (entre 20 y 30 años). Al acercarse, se da cuenta que él tiene una fijación por una modelo en particular y se acuerda que un día la vio en persona en una tienda y le comenta esto. Después, el muchacho la invita a su casa, ella acepta y piensa que tendrá un contracto sexual, pero para su sorpresa, él le dice que le haga un mapa de la tienda en donde vio a esta modelo. Así, comienza una nueva “amistad”.

Posteriormente el joven deja de venir a la escuela por fiebre y ella va a su casa para saber de él. Al pasar a su cuarto, él está escuchando el programa de radio de la modelo. De hecho, toda su cuarto esta lleno de recortes y cosas relacionadas con ella. Para colmo, el joven le da la espalda mientras oye el programa con sus audífonos. De pronto, una extraña sensación emerge y decide patearle la espalda. No sabe si son celos, amor, coraje o simplemente un arco reflejo. Conforme va conociendo al muchacho, comienza en ella un sentimiento de atracción y logra su clímax, cuando los dos asisten a un concierto de la modelo y el joven trata de acercarse a ella y no pude porque los guardias no le permiten acercársele. El desenlace de la historia es que ella admite que tiene una atracción por él, pero no sabe qué es, dejando ver que este tipo de sentimientos, son los que pasa cualquier adolescente.

De manera general estos son los dos resúmenes de los dos libros. Creo que lo mejor es leer los dos libros, porque mi resumen es un poco confuso.

Termino esta reseña diciendo lo siguiente. Es interesante, pero en las dos obras se muestra la imagen de una juventud sin sueños, obsesionada en elementos propios de una sociedad capitalista y tecnificada, en donde las aficiones superficiales y la tecnología juegan un papel crucial. Esto parece un poco a la crítica que hizo Erich Fromm, en su libro la Revolución de la esperanza. En el sentido de que la sociedad moderna está sumergida en una enajenación. Sin embargo, lo importante de la obra de Wataya no es el afán de criticar algo que ya sabemos, sino que representa una expresión directa de una generación de jóvenes japoneses que buscar sus propias salidas a las trampas que le ha puesto la sociedad actual. Un tema que probablemente la sociedad adulta no entiende y mucho menos los políticos y el gobierno, que los critican por no emprender los trabajos convencionales y claro no pagar impuestos.

Espero que alguna editorial se anime a traducir estas obras. Aunque repito son demasiadas japoneses para mi gusto.