11/21/2007

Necesidad de un nuevo enfoque

(Artículo publicado en Diario Monitor el 20 de noviembre de 2007)

Desde el decenio de los 50, el Partido Liberal Demócrata (PLD) ha dirigido virtualmente los destinos de Japón. Esta “singular” situación ha hecho que muchos estudiosos, así como diplomáticos y periodistas extranjeros vean a la política japonesa como una de las más estables. Algunos radicales, inclusive, han considerado que, ante la clara situación de “estática”; es una pérdida de tiempo analizar la política japonesa, ya que su resultado es siempre predecible.

Sin embargo, esta idea de “estática” es exagerada. Basta con hacer un recuento del pasado, para darse cuenta de que los vaivenes políticos de este país asiático no son tan simples. Por ejemplo, la confusa estructura interfaccional de PLD, así como la lucha individuales de sus principales líderes han hecho difícil predecir los cambios políticos. Igualmente, la opinión pública, así como la oposición han podido impactar en momentos claves la dirección política que quieren seguir los conservadores. Finalmente, la influencia que tienen Estados Unidos también ha sido un motor de inestabilidad. Esto ha quedado demostrado con el eterno conflicto que ha existido entre las fuerzas de izquierda y el PLD entorno a la alianza militar que tiene Japón con Washington.

Para no extender más el relato, basta decir simplemente, que pese a que existe una tendencia constante hacia una “estática” política, la lectura de los cambios políticos no ha sido una empresa fácil. De hecho, en los últimos años, esta tarea se ha complicado por la inestable que vive actualmente Japón (con inestabilidad no me estoy refiero a la existencia de violencia ni mucho menos un peligro hacia la democracia japonesa, es simplemente a la existencia distinta al status quo que había hace 10 años).

Por ejemplo, la renuncia infantil e irresponsable de Shinzo Abe (2006-2007), ha traído un vació político, dejando sin mucha maniobra al PLD y anuncia una posible alternancia política. Igualmente, el triunfo del Partido Demócrata Japonés (PDJ) —la primera oposición— en las elecciones de la Cámara Alta de julio pasado, han traído una situación de gobierno dividido en la Dieta, inédita en la política japonesa. Esta situación trae, inevitablemente el conflicto y pone en riesgo el “eterno” dominio de los conservadores dentro del cuerpo legislativo.

Asimismo, con la virtual aniquilación de la oposición izquierda, Japón se está volviendo cada vez más en un sistema bipartidista en donde existen dos partidos conservadores. Sin embargo, esta estructura es inestable. Por ejemplo, en los últimos días, Ichiro Ozawa, líder del PDJ, buscó negociar con el primer ministro Yasuo Fukuda una coalición, defraudando a millones de japoneses, quienes depositaron su voto para que los demócratas saquen del poder al PLD. Por suerte, esta negociación no se consumó, por el amplio rechazo de la cúpula del PDJ, pero pone en claro que aún es prematuro hablar de un bipartidismo consumado.

Por otro lado, el amplio malestar que sienten muchos japoneses hacia la corrupción de los políticos y negligencia de muchos de los burócratas japoneses han traído una antipatía hacia la política, implicando un factor molesto para el PLD. Finalmente, el fracaso del modelo económico japonés, especialmente su estado de bienestar, muestran que es necesario cambiar la dirección de la políticas públicas.

En suma, estas muestras de inestabilidad hacen pensar que la política japonesa está entrando en una etapa de transmutación. Esta situación obliga, entonces, a los estudiosos a replantear el estudio de la política japonesa, pero, desgraciadamente, aún son especulaciones. De hecho, no es muy claro aún si realmente el malestar de la ciudadanía y la capacidad de convocatoria del PDJ, así como la calidad de sus líderes (especialmente Ozawa), son suficientes para traer la alternancia. Igualmente, no se puede olvidar la presión que pueda ejercer Washington. Las autoridades estadounidense han visto con suma preocupación de que el PDJ quiera bloquear la ayuda “militar” que está brindando Japón hacia sus misiones en Afganistán y esto puede redituar en una presión política que evite la alternancia.

Como palabras finales, no hay rumbo directo. Sin embargo, considero, que si algún día se da la alternancia, los estudiosos tendremos que replantear, necesariamente, el análisis de la política japonesa, tal como les sucedió a los estudiosos de México, quienes han tenido que transitar del mundo de la Revolución mexicana al del Conservadurismo blanquiazul. Empresa, que ha sido, por cierto, sumamente dolorosa para muchos.

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