(Artículo publicado en Diario Monitor, el día 4 de septiembre de 2007)
El 29 de septiembre de 1972, en la ciudad de Pekín, el primer ministro Kakuei Tanaka (1972-1974) y su homólogo chino Zhuo Enlai (1949-1976) firman un documento que finaliza el estado de guerra que había prevalecido entre Japón y China desde 1945. Asimismo, en el mismo documento, las autoridades de Pekín renuncian explícitamente a pedir indemnizaciones de guerra, mientras que los líderes de Tokio reconocen que la República Popular de China es el único gobierno legítimo de China. De este modo, a partir de 1972, las relaciones entre ambos países mejorarían notoriamente, especialmente en el terreno comercial.
Empero, en los últimos años las relaciones bilaterales han entrado en una etapa de tensión. Por un lado, los líderes chinos han intensificado una fuerte crítica hacia Japón, redituando, también, en un aumento notorio del sentimiento anti-japonés dentro de la sociedad china. Por lo que toca a Japón, líderes como Jun’ichiro Koizumi y Shinzo Abe han fomentado un exacerbado nacionalismo y una reivindicación del pasado, desconociendo mucho de los crímenes que cometieron los militares japoneses en la segunda Guerra Mundial. Igualmente, los grupos más conservadores han criticado el expansionismo chino en el Asia-Pacífico, así como las técnicas comerciales desleales emprendidas por las empresas chinas.
Evidentemente, esta tensión también ha tenido un impacto dentro de la sociedad china y japonesa. Por ejemplo, en China, miles de jóvenes, influenciados por un educación oficial anti-japonesa, han atacado con todo al gobierno Japón. Inclusive, han pedido que las autoridades de Tokio se disculpen públicamente por los crímenes que perpeturaron (en término diplomáticos el gobierno japonés ya lo hizo) y han exigido que Japón indemnice al pueblo chino (al parecer han olvidado que las autoridades chinas renunciaron a este derecho).
Ahora bien, este sentimiento anti-japonesa ha traspasado la esfera política y también ha tenido un efecto sobre la parte económica. A pesar de la importancia de las empresas japonesas establecidas en China, millones de chinos han comenzado a plantear la salida de estos emporios. Igualmente, los ataque hacia los ciudadanos japoneses han aumentado. Por ejemplo, en la final de la Copa de Fútbol Asiática de 2004 (en donde jugaron China y Japón), miles de aficionados chinos insultaron a los jugadores japonesas y al culminar el encuentro (en donde perdió China) apedrearon los autobuses del equipo japonés, así como los autos de las autoridades japonesas que asistieron al partido.
Por lo que toca a Japón, no se ha manifestado una expresión agresiva en contra de China. Tampoco hay indicios de que grupos de ultra-derecha ataquen violentamente a los chinos residentes en Japón. Sin embargo, existe una tendencia en los medios a resaltar los crímenes que comenten los chinos y crear una imagen sumamente negativa. Igualmente, en los periódicos de derecha es común ver noticias en donde se señalan sobre el peligro militar chino.
Asimismo, después del penoso incidente en la final de Copa de Fútbol Asiático de 2004, existe dentro del propio Comité Olímpico Japonés y los grupos de derecha una gran preocupación de que en los Juegos Olímpicos de Pekín; la delegación japonesa y los aficionados japoneses vayan a ser agredidos por la población china. Inclusive los más radicales han manifestado que si el gobierno chino no tiene la intención de detener esto, Japón podría boicotear la Olimpiada de 2008.
Empero, no todo es una situación tensa. Muchos medios han olvidado los fuertes lazos de amistad que existen entre ambos países. Pese a la imagen difundida por los medios, China sigue atrayendo a muchos turistas japoneses. Igualmente, la influencia de la cultura china, su cocina, así como su medicina siguen fascinando a muchos japoneses. En China, pasa algo similar. Muchos jóvenes chinos siguen estudiando japonés y el número de estudiantes chinos en las universidades japoneses es muy alto (representan el grupo mayoritario). Igualmente, importante elementos de la cultura pop japonesa, como el J-Pop, los cómics, las animaciones, el cine y la moda ha logrado tener una gran aceptación dentro de China.
A guisa de conclusión quisiera decir lo siguiente. La distorsión de la historia que han emprendido las autoridades chinas y japonesas, así como la postura arrogante y poco sensible de muchos grupos de derecha japonesa son las causas de las tensiones entre Japón y China. Sin embargo, aún existen condiciones para poder mejorar la relación bilateral. Es necesario, como hace 35 años, que los chinos y los japoneses se sienten y encuentren las bases para una cohabitación pacífica.
El 29 de septiembre de 1972, en la ciudad de Pekín, el primer ministro Kakuei Tanaka (1972-1974) y su homólogo chino Zhuo Enlai (1949-1976) firman un documento que finaliza el estado de guerra que había prevalecido entre Japón y China desde 1945. Asimismo, en el mismo documento, las autoridades de Pekín renuncian explícitamente a pedir indemnizaciones de guerra, mientras que los líderes de Tokio reconocen que la República Popular de China es el único gobierno legítimo de China. De este modo, a partir de 1972, las relaciones entre ambos países mejorarían notoriamente, especialmente en el terreno comercial.
Empero, en los últimos años las relaciones bilaterales han entrado en una etapa de tensión. Por un lado, los líderes chinos han intensificado una fuerte crítica hacia Japón, redituando, también, en un aumento notorio del sentimiento anti-japonés dentro de la sociedad china. Por lo que toca a Japón, líderes como Jun’ichiro Koizumi y Shinzo Abe han fomentado un exacerbado nacionalismo y una reivindicación del pasado, desconociendo mucho de los crímenes que cometieron los militares japoneses en la segunda Guerra Mundial. Igualmente, los grupos más conservadores han criticado el expansionismo chino en el Asia-Pacífico, así como las técnicas comerciales desleales emprendidas por las empresas chinas.
Evidentemente, esta tensión también ha tenido un impacto dentro de la sociedad china y japonesa. Por ejemplo, en China, miles de jóvenes, influenciados por un educación oficial anti-japonesa, han atacado con todo al gobierno Japón. Inclusive, han pedido que las autoridades de Tokio se disculpen públicamente por los crímenes que perpeturaron (en término diplomáticos el gobierno japonés ya lo hizo) y han exigido que Japón indemnice al pueblo chino (al parecer han olvidado que las autoridades chinas renunciaron a este derecho).
Ahora bien, este sentimiento anti-japonesa ha traspasado la esfera política y también ha tenido un efecto sobre la parte económica. A pesar de la importancia de las empresas japonesas establecidas en China, millones de chinos han comenzado a plantear la salida de estos emporios. Igualmente, los ataque hacia los ciudadanos japoneses han aumentado. Por ejemplo, en la final de la Copa de Fútbol Asiática de 2004 (en donde jugaron China y Japón), miles de aficionados chinos insultaron a los jugadores japonesas y al culminar el encuentro (en donde perdió China) apedrearon los autobuses del equipo japonés, así como los autos de las autoridades japonesas que asistieron al partido.
Por lo que toca a Japón, no se ha manifestado una expresión agresiva en contra de China. Tampoco hay indicios de que grupos de ultra-derecha ataquen violentamente a los chinos residentes en Japón. Sin embargo, existe una tendencia en los medios a resaltar los crímenes que comenten los chinos y crear una imagen sumamente negativa. Igualmente, en los periódicos de derecha es común ver noticias en donde se señalan sobre el peligro militar chino.
Asimismo, después del penoso incidente en la final de Copa de Fútbol Asiático de 2004, existe dentro del propio Comité Olímpico Japonés y los grupos de derecha una gran preocupación de que en los Juegos Olímpicos de Pekín; la delegación japonesa y los aficionados japoneses vayan a ser agredidos por la población china. Inclusive los más radicales han manifestado que si el gobierno chino no tiene la intención de detener esto, Japón podría boicotear la Olimpiada de 2008.
Empero, no todo es una situación tensa. Muchos medios han olvidado los fuertes lazos de amistad que existen entre ambos países. Pese a la imagen difundida por los medios, China sigue atrayendo a muchos turistas japoneses. Igualmente, la influencia de la cultura china, su cocina, así como su medicina siguen fascinando a muchos japoneses. En China, pasa algo similar. Muchos jóvenes chinos siguen estudiando japonés y el número de estudiantes chinos en las universidades japoneses es muy alto (representan el grupo mayoritario). Igualmente, importante elementos de la cultura pop japonesa, como el J-Pop, los cómics, las animaciones, el cine y la moda ha logrado tener una gran aceptación dentro de China.
A guisa de conclusión quisiera decir lo siguiente. La distorsión de la historia que han emprendido las autoridades chinas y japonesas, así como la postura arrogante y poco sensible de muchos grupos de derecha japonesa son las causas de las tensiones entre Japón y China. Sin embargo, aún existen condiciones para poder mejorar la relación bilateral. Es necesario, como hace 35 años, que los chinos y los japoneses se sienten y encuentren las bases para una cohabitación pacífica.
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