(Artículo publicado en Diario Monitor, el 25 de septiembre de 2007 )
La sorpresiva renuncia del primer ministro Shinzo Abe dejó anonadado a todos los sectores políticos. En primer termino, su prematura salida fue un duro golpe para los jóvenes” diputados conservadores que habían apoyado su proyecto nacionalista y habían abogado incesantemente por un cambio generacional dentro del gobernante Partido Liberal Demócrata (PLD).
Por lo que toca a los “dinosaurios”, la decisión de Abe fue totalmente una irresponsabilidad. Un acto infantil que puede llevar, inclusive, a una derrota del PLD en las próximas elecciones generales. Finalmente, la oposición, encabezada por el Partido Demócrata Japonés (PDJ), criticó con todo la imprudencia de Abe y han comenzado a presionar al gobierno para que convoque a nuevas elecciones. Asimismo, han anunciado que no aprobarán la iniciativa de ley que quiera mandar el PLD para la continuidad de las fuerzas de Auto-Seguridad que despachan combustible a la marina estadounidense en el Océano Índico.
De este modo, la crisis política, desatada el 12 de septiembre, parece anunciar una inevitable transmutación y el fin del “eterno” dominio conservador, pero aún es prematuro decir que vendrá un cambio político trascendental. Como lo ha demostrado la historia de la posguerra, el PLD es como un ave fénix o bien, como lo dice la oposición, una “cucaracha”, que siempre logra salir de las adversidades. Y para lograrlo, las facciones políticas que conforman al PLD han jugado un papel importante. Su pragmatismo y su facilidad de cambiar de alianzas ha sido clave para que el PLD modifique “radicalmente” su postura política.
Evidentemente, la crisis política que vive actualmente el PLD no ha sido la excepción y días después de la renuncia de Abe se perfilarían dos candidaturas contrastantes: Taro Aso y Takeo Fukuda. Mencionemos brevemente quiénes son.
Aso de 67 años es nieto de Shigeru Yoshida, el primer ministro más influyente de la posguerra. Igualmente, es uno de los grupos de derecha más populares dentro del PLD y el principal rival de Abe. De hecho, participó en las elecciones presidenciales peledistas del año pasado, en donde salió vencedor Abe. A pesar de esto, mantuvo una relación estrecha con el primer ministro, ya que ambos comparten proyectos similares. Esto hizo que Abe lo designara como ministro de relaciones exteriores y en agosto pasado, después de la histórica derrota en las elecciones de la Cámara Alta, lo elegiría como secretario general del PLD.
Por lo que toca a Fukuda, es un político gris y con menos experiencia que Aso, inclusive, es más viejo que él. Tiene 71 años. Sin embargo, Fukuda posee un enorme capital político que pocos tienen. Su padre, Takeo, fue primer ministro en los años 70. Asimismo, representa a los grupos pro-asiáticos y pro-chinos dentro del PLD, lo cual ha hecho que chocar con el nacionalismo de Abe.
Ahora bien, en un inicio Aso llevaba una ventaja sobre Fukuda, pero conforme se fueron desarrollando las elecciones presidenciales del PLD, la mayoría de las facciones comenzaron a apoyar la candidatura del último. Para la mayoría, el sucesor de Abe tendría que ser un actor distinto a él. Es decir, un político menos cargado a la derecha y que mantenga un entendimiento con Asia. De este modo, el 23 de septiembre Fukuda gana contundentemente las elecciones presidenciales.
La pregunta obligada, ahora, es cuál es el futuro que le espera a Japón. Aún no hay elementos que muestren cuál serán las directrices del gobierno de Fukuda, pero muchos medios han considerado que habrá un cambio importante. Sin embargo, soy pesimista. No creo que Fukuda pueda solucionar la situación crítica que vive actualmente el PLD.
Mientras no cambie la vieja guardia es difícil que se logren cambiar la corrupta estructura de este partido. Tampoco creo que Fukuda tenga una política social capaz de eliminar la desigualdad social que han dejado las reformas neoliberales de los gobiernos conservadores. Igualmente, pese a que Fukuda quiere establecer una diplomacia más “autónoma” como lo intentó su padre en los años 70, no creo que se dé esto. Actualmente, Washington está presionado enérgicamente a Japón para que mantenga una cooperación militar estrecha, así se ve complicado que la diplomacia japonesa logre una autonomía frente a Estados Unidos.
Pero, veamos qué pasa. Lo que sí creo, es que independientemente de lo que haga o no haga Fukuda, nada podrá evitar la realización de elecciones generales anticipadas y será en esa arena en donde el nuevo primer ministro debe mostar su verdadera capacidad como líder de su partido.
La sorpresiva renuncia del primer ministro Shinzo Abe dejó anonadado a todos los sectores políticos. En primer termino, su prematura salida fue un duro golpe para los jóvenes” diputados conservadores que habían apoyado su proyecto nacionalista y habían abogado incesantemente por un cambio generacional dentro del gobernante Partido Liberal Demócrata (PLD).
Por lo que toca a los “dinosaurios”, la decisión de Abe fue totalmente una irresponsabilidad. Un acto infantil que puede llevar, inclusive, a una derrota del PLD en las próximas elecciones generales. Finalmente, la oposición, encabezada por el Partido Demócrata Japonés (PDJ), criticó con todo la imprudencia de Abe y han comenzado a presionar al gobierno para que convoque a nuevas elecciones. Asimismo, han anunciado que no aprobarán la iniciativa de ley que quiera mandar el PLD para la continuidad de las fuerzas de Auto-Seguridad que despachan combustible a la marina estadounidense en el Océano Índico.
De este modo, la crisis política, desatada el 12 de septiembre, parece anunciar una inevitable transmutación y el fin del “eterno” dominio conservador, pero aún es prematuro decir que vendrá un cambio político trascendental. Como lo ha demostrado la historia de la posguerra, el PLD es como un ave fénix o bien, como lo dice la oposición, una “cucaracha”, que siempre logra salir de las adversidades. Y para lograrlo, las facciones políticas que conforman al PLD han jugado un papel importante. Su pragmatismo y su facilidad de cambiar de alianzas ha sido clave para que el PLD modifique “radicalmente” su postura política.
Evidentemente, la crisis política que vive actualmente el PLD no ha sido la excepción y días después de la renuncia de Abe se perfilarían dos candidaturas contrastantes: Taro Aso y Takeo Fukuda. Mencionemos brevemente quiénes son.
Aso de 67 años es nieto de Shigeru Yoshida, el primer ministro más influyente de la posguerra. Igualmente, es uno de los grupos de derecha más populares dentro del PLD y el principal rival de Abe. De hecho, participó en las elecciones presidenciales peledistas del año pasado, en donde salió vencedor Abe. A pesar de esto, mantuvo una relación estrecha con el primer ministro, ya que ambos comparten proyectos similares. Esto hizo que Abe lo designara como ministro de relaciones exteriores y en agosto pasado, después de la histórica derrota en las elecciones de la Cámara Alta, lo elegiría como secretario general del PLD.
Por lo que toca a Fukuda, es un político gris y con menos experiencia que Aso, inclusive, es más viejo que él. Tiene 71 años. Sin embargo, Fukuda posee un enorme capital político que pocos tienen. Su padre, Takeo, fue primer ministro en los años 70. Asimismo, representa a los grupos pro-asiáticos y pro-chinos dentro del PLD, lo cual ha hecho que chocar con el nacionalismo de Abe.
Ahora bien, en un inicio Aso llevaba una ventaja sobre Fukuda, pero conforme se fueron desarrollando las elecciones presidenciales del PLD, la mayoría de las facciones comenzaron a apoyar la candidatura del último. Para la mayoría, el sucesor de Abe tendría que ser un actor distinto a él. Es decir, un político menos cargado a la derecha y que mantenga un entendimiento con Asia. De este modo, el 23 de septiembre Fukuda gana contundentemente las elecciones presidenciales.
La pregunta obligada, ahora, es cuál es el futuro que le espera a Japón. Aún no hay elementos que muestren cuál serán las directrices del gobierno de Fukuda, pero muchos medios han considerado que habrá un cambio importante. Sin embargo, soy pesimista. No creo que Fukuda pueda solucionar la situación crítica que vive actualmente el PLD.
Mientras no cambie la vieja guardia es difícil que se logren cambiar la corrupta estructura de este partido. Tampoco creo que Fukuda tenga una política social capaz de eliminar la desigualdad social que han dejado las reformas neoliberales de los gobiernos conservadores. Igualmente, pese a que Fukuda quiere establecer una diplomacia más “autónoma” como lo intentó su padre en los años 70, no creo que se dé esto. Actualmente, Washington está presionado enérgicamente a Japón para que mantenga una cooperación militar estrecha, así se ve complicado que la diplomacia japonesa logre una autonomía frente a Estados Unidos.
Pero, veamos qué pasa. Lo que sí creo, es que independientemente de lo que haga o no haga Fukuda, nada podrá evitar la realización de elecciones generales anticipadas y será en esa arena en donde el nuevo primer ministro debe mostar su verdadera capacidad como líder de su partido.