9/26/2007

La última esperanza

(Artículo publicado en Diario Monitor, el 25 de septiembre de 2007 )

La sorpresiva renuncia del primer ministro Shinzo Abe dejó anonadado a todos los sectores políticos. En primer termino, su prematura salida fue un duro golpe para los jóvenes” diputados conservadores que habían apoyado su proyecto nacionalista y habían abogado incesantemente por un cambio generacional dentro del gobernante Partido Liberal Demócrata (PLD).

Por lo que toca a los “dinosaurios”, la decisión de Abe fue totalmente una irresponsabilidad. Un acto infantil que puede llevar, inclusive, a una derrota del PLD en las próximas elecciones generales. Finalmente, la oposición, encabezada por el Partido Demócrata Japonés (PDJ), criticó con todo la imprudencia de Abe y han comenzado a presionar al gobierno para que convoque a nuevas elecciones. Asimismo, han anunciado que no aprobarán la iniciativa de ley que quiera mandar el PLD para la continuidad de las fuerzas de Auto-Seguridad que despachan combustible a la marina estadounidense en el Océano Índico.

De este modo, la crisis política, desatada el 12 de septiembre, parece anunciar una inevitable transmutación y el fin del “eterno” dominio conservador, pero aún es prematuro decir que vendrá un cambio político trascendental. Como lo ha demostrado la historia de la posguerra, el PLD es como un ave fénix o bien, como lo dice la oposición, una “cucaracha”, que siempre logra salir de las adversidades. Y para lograrlo, las facciones políticas que conforman al PLD han jugado un papel importante. Su pragmatismo y su facilidad de cambiar de alianzas ha sido clave para que el PLD modifique “radicalmente” su postura política.

Evidentemente, la crisis política que vive actualmente el PLD no ha sido la excepción y días después de la renuncia de Abe se perfilarían dos candidaturas contrastantes: Taro Aso y Takeo Fukuda. Mencionemos brevemente quiénes son.

Aso de 67 años es nieto de Shigeru Yoshida, el primer ministro más influyente de la posguerra. Igualmente, es uno de los grupos de derecha más populares dentro del PLD y el principal rival de Abe. De hecho, participó en las elecciones presidenciales peledistas del año pasado, en donde salió vencedor Abe. A pesar de esto, mantuvo una relación estrecha con el primer ministro, ya que ambos comparten proyectos similares. Esto hizo que Abe lo designara como ministro de relaciones exteriores y en agosto pasado, después de la histórica derrota en las elecciones de la Cámara Alta, lo elegiría como secretario general del PLD.

Por lo que toca a Fukuda, es un político gris y con menos experiencia que Aso, inclusive, es más viejo que él. Tiene 71 años. Sin embargo, Fukuda posee un enorme capital político que pocos tienen. Su padre, Takeo, fue primer ministro en los años 70. Asimismo, representa a los grupos pro-asiáticos y pro-chinos dentro del PLD, lo cual ha hecho que chocar con el nacionalismo de Abe.

Ahora bien, en un inicio Aso llevaba una ventaja sobre Fukuda, pero conforme se fueron desarrollando las elecciones presidenciales del PLD, la mayoría de las facciones comenzaron a apoyar la candidatura del último. Para la mayoría, el sucesor de Abe tendría que ser un actor distinto a él. Es decir, un político menos cargado a la derecha y que mantenga un entendimiento con Asia. De este modo, el 23 de septiembre Fukuda gana contundentemente las elecciones presidenciales.

La pregunta obligada, ahora, es cuál es el futuro que le espera a Japón. Aún no hay elementos que muestren cuál serán las directrices del gobierno de Fukuda, pero muchos medios han considerado que habrá un cambio importante. Sin embargo, soy pesimista. No creo que Fukuda pueda solucionar la situación crítica que vive actualmente el PLD.

Mientras no cambie la vieja guardia es difícil que se logren cambiar la corrupta estructura de este partido. Tampoco creo que Fukuda tenga una política social capaz de eliminar la desigualdad social que han dejado las reformas neoliberales de los gobiernos conservadores. Igualmente, pese a que Fukuda quiere establecer una diplomacia más “autónoma” como lo intentó su padre en los años 70, no creo que se dé esto. Actualmente, Washington está presionado enérgicamente a Japón para que mantenga una cooperación militar estrecha, así se ve complicado que la diplomacia japonesa logre una autonomía frente a Estados Unidos.

Pero, veamos qué pasa. Lo que sí creo, es que independientemente de lo que haga o no haga Fukuda, nada podrá evitar la realización de elecciones generales anticipadas y será en esa arena en donde el nuevo primer ministro debe mostar su verdadera capacidad como líder de su partido.

9/19/2007

El fin de la fantasía

(artículo publicado en Diario Monitor, el 18 de septiembre de 2007)

El 26 de septiembre de 2006, Shinzo Abe asume el cargo de primer ministro, convirtiéndose en el político más joven (52 años) en dirigir las riendas de la nación japonesa en la historia de la posguerra. Igualmente, es el primer mandatario nacido en la posguerra y el primer nieto de un ex primer ministro (Nobusuke Kishi) que llega al poder. Asimismo, su ascenso representa el reforzamiento de las facciones de derecha del gobernante Partido Liberal Demócrata (PLD), que han buscado reformar la Constitución Pacifista, “impuesta” por Estados Unidos. Por todas estas razones, muchos analistas, incluido el autor de esta modesta columna, consideramos que se avecinaba un cambio importante, pero para nuestra sorpresa, Abe resultó un político gris y su poder decrecería dramáticamente.

Este declive se ha debido, en primer lugar, a la incapacidad de Abe para subsanar los problemas de desigualdad social que dejaron las reformas neoliberales que impulsó su antecesor, Jun’ichiro Koizumi (2001-2006). Otro punto importante ha sido los numerosos casos de corrupción que han vinculado a los miembros del PLD, así como al aparato administrativo que maneja el Seguro Social. Algunos analistas radicales han manifestado, inclusive, que la burocracia japonesa se está pareciendo más a los modelos corruptos de América Latina en donde la impunidad es el pan de cada día.

Asimismo, el desfase que existe entre el discurso nacionalista de Abe con los problemas que enfrenta actualmente Japón ha sido un punto nodal del declive. Desde que asumió el poder, el mandatario ha puesto como meta principal la reforma constitucional para hacer de Japón en una “Nación Hermosa”, dejando a un lado la desigualdad social. Así, Abe se encuentra en un mundo fantasioso como el que tuvo Vicente Fox en su mandato y que la prensa de izquierda definió sarcásticamente como “Foxilandia”.

Finalmente, la conjunción de todas estas inconsistencias son las que provocan la derrota histórica del PLD en las elecciones de la Cámara Alta de julio pasado, pero el “fantasioso” primer ministro no dejaría el poder. De acuerdo a él, la ciudadanía no votó en contra de la reforma política, pero la realidad es otra. El Partido Demócrata Japonés (PDJ), la primera oposición, se ha convertido en la primera fuerza de la Cámara Alta y ahora puede bloquear las iniciativas de ley. Prueba de esto, es el rechazo que ha hecho Ichiro Ozawa, líder del PDJ, hacia la continuidad del despacho de combustible que hacen los buques de las Fuerzas de Auto-Seguridad en el Océano Índico a la Marina estadounidense.

Esto representó un duro golpe para el “joven” primer ministro, pero Abe decide seguir con su proyecto y en la pasada reunión de APEC, le manifiesta públicamente a Bush que hará hasta lo imposible para poder lograr convencer a Ozawa. Y el 10 de septiembre pasado, en la Dieta emprende un discurso en donde resume los puntos más importantes que seguirá su gobierno. Todo indicaba, entonces, la continuidad de “Abelandia”, pero dos días después, Abe anuncia públicamente su dimisión, cumpliéndose de nuevo la vieja maldición que ha rodeado la política de la posguerra: los gobiernos que suceden a administraciones largas (más de 5 años) no aguanta más de 2 años.

Esto sorprendió, sin duda a todos, ya que nadie contemplaba una dimisión tan rápida y mucho menos después de que Abe manifestó claramente los objetivos políticos que seguirá su administración. De hecho, hasta la fecha, las razones de su dimisión no son claras, ya que en su discurso de renuncia, Abe manifestaría que la razón principal de su salida es que no pudo persuadir a Ozawa para negociar la continuidad de las Fuerzas de Auto-Seguridad y no reconocería las verdaderas razones del derrumbe de su poder político. Así, Abe mostraría hasta el final el mundo fantasioso que vive.

Ahora bien, días después los medios y los propios grupos del PLD señalarían que los problemas de salud que enfrentaba Abe fueron los que provocaron su dimisión (al día siguiente Abe se internaría en el Hospital de Keio), pero otras voces considerarían que el mandatario estaba metido en un escándalo de evasión fiscal y que esto adelantó su salida. Desgraciadamente, no hay una explicación coherente y lo único que hay ahora es un vació político.

Entonces, la pregunta obligada es ¿quién será el siguiente primer ministro? Por ahora se han perfilado dos candidatos Taro Aso y Yasuo Fukuda, pero aún es prematuro decir quién ganará. Empero, sin importar quién resulte ganador de las elecciones presidenciales del PLD, el nuevo primer ministro tendrá que convocar cuanto antes a elecciones parlamentarias. Veamos qué pasa.

9/11/2007

Shinzo Abe: cuenta regresiva

(Artículo publicado el 11 de septiembre de 2007 en Diario Monitor)

El 26 de enero de 2007, en su discurso anual a la Dieta, el primer ministro Shinzo Abe manifiesta que ha llegado la hora de comenzar la construcción de un “País Hermoso”, que esté comprometido en salvaguardar la paz mundial. Y para lograrlo, será necesario que Japón se libere de la prisión histórica que ha sido el “régimen de la posguerra” (la Constitución Pacifista “impuesta” por Estados Unidos) y reconstruya una alianza más sólida con los países con los que compartimos valores e instituciones comunes (Estados Unidos, Australia e India).

Ante esto, la oposición reaccionaría críticamente. Para estos grupos la prioridad no es crear un “País Fantasioso” que niegue la historia, sino solucionar, cuanto antes, la creciente desigualdad social, producto de las reformas económicas de los últimos 10 años, y depurar el corrupto sistema de seguro social. Igualmente, Japón no debe quedar atado sólo a los deseos hegemónicos de Washington, sino que también es necesario una cohabitación pacífica con China, que finalmente es el país más importante para Japón.

Ante estos ataques, Abe contestaría que a él no le importa lo que piensa la oposición y remataría diciendo, que dado que el Partido Liberal Demócrata (PLD) tiene en la mayoría en la Dieta (en la Cámara Baja tiene 63% de los escaños), nada podrá cambiar el rumbo de la “reforma”. Sin embargo, después de la histórica derrota en las elecciones de la Cámara Alta de julio pasado, la situación ha cambiado por completo: el Partido Demócrata Japonés (PDJ) es ahora la primera fuerza en este cuerpo legislativo.

De esta manera, esta situación de gobierno dividido, inédita en la Dieta, ha obligado a un cambio en la postura arrogante de Abe. De hecho, en las últimas semanas, el premier ha manifestado que ahora sí escuchará todos los alegatos de la oposición y que buscará cooperar con el PLD en la redacción de las leyes pendientes, entre ellas, la Ley especial Anti-terrorista.

Esta ley, que expira el noviembre próximo, es la que permite a los buques de las Fuerzas de Auto Seguridad despachar combustible a los barcos de la marina estadounidense en el Océano Índico y coadyuvar así a la lucha contra lo grupos terroristas en Afganistán. Empero, Ichiro Ozawa, líder del PDJ, ha manifestado que no cooperará con el PLD. Ozawa considera que la guerra contra el terrorismo en Afganistán no fue una misión que ha tenido el consenso oficial de la ONU y que eso rebasa la constitución pacifista, por lo que es necesario replantear la ayuda que puede brindar Japón.

Esto, sin duda, pone en una situación embarazosa a Abe y para su mala fortuna, un importante número de ciudadanos japoneses ha comenzado a mostrar simpatías hacia la postura de Ozawa. Aunado a lo anterior, en fechas recientes la prensa japonesa ha sacado a la luz información de que los barcos japoneses despachan combustible a buques estadounidenses que van hacia Irak, lo cual rebasa por completo la Ley Anti-Terrorista.

Ante esto, Washington y sus aliados ha buscado convencer a Ozawa y presionar al gobierno japonés para que se logre el consenso. Por ejemplo, en el mes pasado, el embajador estadounidense pidió una audiencia con Ozawa para discutir la cooperación en Afganistán. Igualmente, en su reciente visita a Japón la canciller alemana Angela Merkel se entrevistó con Ozawa para pedirle que los barcos japoneses sigan despachando combustible. Finalmente, el propio George W. Bush, en su reunión con Abe en la reciente junta de APEC, ha pedido al “pueblo japonés” que reconsidere que es necesario la cooperación en la lucha contra el terrorismo.

Este problema ha trascendido ya el terreno interno y se ha transformado en un problema internacional. Así, el pasado 9 de septiembre, en la ciudad de Sydney, Abe decide manifestar que el despacho de barcos japoneses es un reclamo de la sociedad internacional y en caso de que la Dieta no aprueba la extensión de la Ley, él dejará el poder. Entonces, la pregunta obligada es cuánto tiempo de vida política le queda a Abe…

Por ahora, no podemos hacer un diagnóstico, pero todo indica que Ozawa no cambiará su postura, lo cual redituará en una inevitable salida de Abe y un duro golpe para la alianza nipo-estadounidense, algo que muchos japoneses no desean. Sin embargo, como lo dijo en un programa televisivo, el diputado del PDJ, Akihisa Nagashima: es necesario que, por primera vez en la historia de la posguerra, Japón le diga no a Estados Unidos y ver cuál será la reacción de Washington. Y en el caso de que Bush decida reprimir a Japón, entonces, tendremos que replantearnos la pertinencia de seguir con esta alianza.

9/05/2007

Las relaciones chino-japonesas: tensiones y afinidades

(Artículo publicado en Diario Monitor, el día 4 de septiembre de 2007)

El 29 de septiembre de 1972, en la ciudad de Pekín, el primer ministro Kakuei Tanaka (1972-1974) y su homólogo chino Zhuo Enlai (1949-1976) firman un documento que finaliza el estado de guerra que había prevalecido entre Japón y China desde 1945. Asimismo, en el mismo documento, las autoridades de Pekín renuncian explícitamente a pedir indemnizaciones de guerra, mientras que los líderes de Tokio reconocen que la República Popular de China es el único gobierno legítimo de China. De este modo, a partir de 1972, las relaciones entre ambos países mejorarían notoriamente, especialmente en el terreno comercial.

Empero, en los últimos años las relaciones bilaterales han entrado en una etapa de tensión. Por un lado, los líderes chinos han intensificado una fuerte crítica hacia Japón, redituando, también, en un aumento notorio del sentimiento anti-japonés dentro de la sociedad china. Por lo que toca a Japón, líderes como Jun’ichiro Koizumi y Shinzo Abe han fomentado un exacerbado nacionalismo y una reivindicación del pasado, desconociendo mucho de los crímenes que cometieron los militares japoneses en la segunda Guerra Mundial. Igualmente, los grupos más conservadores han criticado el expansionismo chino en el Asia-Pacífico, así como las técnicas comerciales desleales emprendidas por las empresas chinas.

Evidentemente, esta tensión también ha tenido un impacto dentro de la sociedad china y japonesa. Por ejemplo, en China, miles de jóvenes, influenciados por un educación oficial anti-japonesa, han atacado con todo al gobierno Japón. Inclusive, han pedido que las autoridades de Tokio se disculpen públicamente por los crímenes que perpeturaron (en término diplomáticos el gobierno japonés ya lo hizo) y han exigido que Japón indemnice al pueblo chino (al parecer han olvidado que las autoridades chinas renunciaron a este derecho).

Ahora bien, este sentimiento anti-japonesa ha traspasado la esfera política y también ha tenido un efecto sobre la parte económica. A pesar de la importancia de las empresas japonesas establecidas en China, millones de chinos han comenzado a plantear la salida de estos emporios. Igualmente, los ataque hacia los ciudadanos japoneses han aumentado. Por ejemplo, en la final de la Copa de Fútbol Asiática de 2004 (en donde jugaron China y Japón), miles de aficionados chinos insultaron a los jugadores japonesas y al culminar el encuentro (en donde perdió China) apedrearon los autobuses del equipo japonés, así como los autos de las autoridades japonesas que asistieron al partido.

Por lo que toca a Japón, no se ha manifestado una expresión agresiva en contra de China. Tampoco hay indicios de que grupos de ultra-derecha ataquen violentamente a los chinos residentes en Japón. Sin embargo, existe una tendencia en los medios a resaltar los crímenes que comenten los chinos y crear una imagen sumamente negativa. Igualmente, en los periódicos de derecha es común ver noticias en donde se señalan sobre el peligro militar chino.

Asimismo, después del penoso incidente en la final de Copa de Fútbol Asiático de 2004, existe dentro del propio Comité Olímpico Japonés y los grupos de derecha una gran preocupación de que en los Juegos Olímpicos de Pekín; la delegación japonesa y los aficionados japoneses vayan a ser agredidos por la población china. Inclusive los más radicales han manifestado que si el gobierno chino no tiene la intención de detener esto, Japón podría boicotear la Olimpiada de 2008.

Empero, no todo es una situación tensa. Muchos medios han olvidado los fuertes lazos de amistad que existen entre ambos países. Pese a la imagen difundida por los medios, China sigue atrayendo a muchos turistas japoneses. Igualmente, la influencia de la cultura china, su cocina, así como su medicina siguen fascinando a muchos japoneses. En China, pasa algo similar. Muchos jóvenes chinos siguen estudiando japonés y el número de estudiantes chinos en las universidades japoneses es muy alto (representan el grupo mayoritario). Igualmente, importante elementos de la cultura pop japonesa, como el J-Pop, los cómics, las animaciones, el cine y la moda ha logrado tener una gran aceptación dentro de China.

A guisa de conclusión quisiera decir lo siguiente. La distorsión de la historia que han emprendido las autoridades chinas y japonesas, así como la postura arrogante y poco sensible de muchos grupos de derecha japonesa son las causas de las tensiones entre Japón y China. Sin embargo, aún existen condiciones para poder mejorar la relación bilateral. Es necesario, como hace 35 años, que los chinos y los japoneses se sienten y encuentren las bases para una cohabitación pacífica.