(Artículo publicado en Diario Monitor, 14 de agosto de 2007)
“Una bomba atómica cayó en Japón, todos los chinitos se quedaron sin calzón.” Esta estúpida frase se usaba en mi niñez (tengo 31 años actualmente), cuando jugábamos a las “escondidillas”. A lo mejor se sigue utilizando actualmente, no lo sé. Ahora bien, desconozco cuál es su origen. Empero, intuyo que no fue un niño, sino una persona adulta la que ideo esta imprudente frase. De este modo, quisiera en esta cavilación hacer una reflexión sobre esto y señalar el significado de las bombas atómicas.
Empecemos, analizando la primera parte de la frase: “una bomba atómica cayó en Japón”. Esta parte es totalmente incorrecta. No sólo fue una, sino fueron dos bombas las que arrojó el ejercito estadounidense: una el 6 de agosto de Hiroshima y la otra, tres días después, en Nagasaki. En fin, un error de apreciación, pero donde comienzan una distorsión es en la segunda parte de la frase: “todos los chinitos se quedaron sin calzón”.
Si bien, muchos chinos perecieron en Hiroshima y Nagasaki; la mayoría fueron civiles japoneses. Por tanto aunque suene fanfarrón, es absurdo resumir que toda las personas nacidas en el Este de Asia sea chinas. Inclusive, dentro de la propia República Popular China, existen minorías que no se consideran así mismo como chinos.
Desgraciadamente, esto denota el marcado estereotipo que se tenía en los años 80 sobre el este de Asia, cuyo origen se remonta hasta el Porfiriato. De hecho, en esos años, la sociedad mexicana, les pondría a los chinos estereotipos sumamente ofensivos. Este impacto ha sido tan grande que aún en nuestros días persiste esta situación. Basta con citar, la frase xenofóbica que hizo, el presidente Felipe Calderón Hinojosa, “esos son cuentos chinos”. Si bien, es entendible que el ciudadano mexicano de origen chino Zhenli Ye Gon haya incomodado a la cúpula del PAN al vincularlos con sus negocios turbios, creo que este tipo de frases no son las que debe explayar un presidente. Pero esto se puede superar con un curso de historia y algo de prudencia al momento de decir las cosas (en el caso de Calderón Hinojosa).
Sin embargo, regresando el argumento a la frase “todos los chinitos se quedaron sin calzón”, lo que es increíble es que se resuma los efectos de las bombas atómicas como un chiste de tono clasista. Ojala se hubiera quedado nada más sin prendas íntimas las personas que estaban en Hiroshima y Nagasaki en aquel verano de 1945. Se estima que en la primera ciudad murieron 120 mil personas, mientras que en la segunda perecieron 70 mil. Pero la historia no termina ahí. Los sobrevivientes tuvieron que enfrentar, heridas que nunca sanaron, traumas, rechazo social y muchos fallecieron en años posteriores, víctimas de cáncer.
Pero algo que sigue irritando a muchos de los sobrevivientes es que Estados Unidos siga argumentando que el lanzamiento de las bombas fue algo “positivo”. Para millones de estadounidenses, las bombas permitieron la rendición incondicional del Imperio japonés y evitó un derramamiento mayor de sangre de las tropas estadounidenses y de civiles japoneses. Esta forma de ver la historia, está plasmada, inclusive, en los textos de historia en Estados Unidos. Para decir lo más simple, todos los estadounidenses piensan que las bombas eran algo inevitable.
Sin embargo, muchos estadounidenses no se molestan en ver qué significó el lanzamiento de esas dos bombas. No comprenden que fueron un claro genocidio, un crimen del cuál tiene que avergonzarse y deben obligar a su autoridades a emprender una disculpa pública. Creo que no hay ninguna razón que justifique lo que hicieron.
Por cierto, en las siguientes semanas, la cadena de televisión de cable HBO transmitirá en Estado Unidos el documental White Light, Black Rain, dirigido por Steven Okazaki, en donde 14 sobrevivientes de este terrible genocidio narran sus experiencias. Esperemos que este documental haga ver a los estadounidenses lo qué fueron las bombas, pero soy pesimista. No creo que este documental pueda llenar la distorsión de la historia oficial ni muchos menos obligue a Bush a visitar Hiroshima y Nagasaki para pedir una disculpa oficial.
Para finalizar quisiera decir lo siguiente: si bien, Japón inició la guerra en Asia y perpetuó miles de crímenes, en donde murieron millones de asiáticos inocentes (en su mayoría chinos); no se vale decir que por eso era misma razón se justifique el lanzamiento de las bombas. Así como nada podrá borrar el genocidio que perpetuaron los japoneses en China, tampoco nada podrá borrar lo que Harry Truman y los supuestos paladines de la democracia “Occidental” hicieron en Hiroshima y Nagasaki.
“Una bomba atómica cayó en Japón, todos los chinitos se quedaron sin calzón.” Esta estúpida frase se usaba en mi niñez (tengo 31 años actualmente), cuando jugábamos a las “escondidillas”. A lo mejor se sigue utilizando actualmente, no lo sé. Ahora bien, desconozco cuál es su origen. Empero, intuyo que no fue un niño, sino una persona adulta la que ideo esta imprudente frase. De este modo, quisiera en esta cavilación hacer una reflexión sobre esto y señalar el significado de las bombas atómicas.
Empecemos, analizando la primera parte de la frase: “una bomba atómica cayó en Japón”. Esta parte es totalmente incorrecta. No sólo fue una, sino fueron dos bombas las que arrojó el ejercito estadounidense: una el 6 de agosto de Hiroshima y la otra, tres días después, en Nagasaki. En fin, un error de apreciación, pero donde comienzan una distorsión es en la segunda parte de la frase: “todos los chinitos se quedaron sin calzón”.
Si bien, muchos chinos perecieron en Hiroshima y Nagasaki; la mayoría fueron civiles japoneses. Por tanto aunque suene fanfarrón, es absurdo resumir que toda las personas nacidas en el Este de Asia sea chinas. Inclusive, dentro de la propia República Popular China, existen minorías que no se consideran así mismo como chinos.
Desgraciadamente, esto denota el marcado estereotipo que se tenía en los años 80 sobre el este de Asia, cuyo origen se remonta hasta el Porfiriato. De hecho, en esos años, la sociedad mexicana, les pondría a los chinos estereotipos sumamente ofensivos. Este impacto ha sido tan grande que aún en nuestros días persiste esta situación. Basta con citar, la frase xenofóbica que hizo, el presidente Felipe Calderón Hinojosa, “esos son cuentos chinos”. Si bien, es entendible que el ciudadano mexicano de origen chino Zhenli Ye Gon haya incomodado a la cúpula del PAN al vincularlos con sus negocios turbios, creo que este tipo de frases no son las que debe explayar un presidente. Pero esto se puede superar con un curso de historia y algo de prudencia al momento de decir las cosas (en el caso de Calderón Hinojosa).
Sin embargo, regresando el argumento a la frase “todos los chinitos se quedaron sin calzón”, lo que es increíble es que se resuma los efectos de las bombas atómicas como un chiste de tono clasista. Ojala se hubiera quedado nada más sin prendas íntimas las personas que estaban en Hiroshima y Nagasaki en aquel verano de 1945. Se estima que en la primera ciudad murieron 120 mil personas, mientras que en la segunda perecieron 70 mil. Pero la historia no termina ahí. Los sobrevivientes tuvieron que enfrentar, heridas que nunca sanaron, traumas, rechazo social y muchos fallecieron en años posteriores, víctimas de cáncer.
Pero algo que sigue irritando a muchos de los sobrevivientes es que Estados Unidos siga argumentando que el lanzamiento de las bombas fue algo “positivo”. Para millones de estadounidenses, las bombas permitieron la rendición incondicional del Imperio japonés y evitó un derramamiento mayor de sangre de las tropas estadounidenses y de civiles japoneses. Esta forma de ver la historia, está plasmada, inclusive, en los textos de historia en Estados Unidos. Para decir lo más simple, todos los estadounidenses piensan que las bombas eran algo inevitable.
Sin embargo, muchos estadounidenses no se molestan en ver qué significó el lanzamiento de esas dos bombas. No comprenden que fueron un claro genocidio, un crimen del cuál tiene que avergonzarse y deben obligar a su autoridades a emprender una disculpa pública. Creo que no hay ninguna razón que justifique lo que hicieron.
Por cierto, en las siguientes semanas, la cadena de televisión de cable HBO transmitirá en Estado Unidos el documental White Light, Black Rain, dirigido por Steven Okazaki, en donde 14 sobrevivientes de este terrible genocidio narran sus experiencias. Esperemos que este documental haga ver a los estadounidenses lo qué fueron las bombas, pero soy pesimista. No creo que este documental pueda llenar la distorsión de la historia oficial ni muchos menos obligue a Bush a visitar Hiroshima y Nagasaki para pedir una disculpa oficial.
Para finalizar quisiera decir lo siguiente: si bien, Japón inició la guerra en Asia y perpetuó miles de crímenes, en donde murieron millones de asiáticos inocentes (en su mayoría chinos); no se vale decir que por eso era misma razón se justifique el lanzamiento de las bombas. Así como nada podrá borrar el genocidio que perpetuaron los japoneses en China, tampoco nada podrá borrar lo que Harry Truman y los supuestos paladines de la democracia “Occidental” hicieron en Hiroshima y Nagasaki.
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