8/28/2007

La distorsión de la historia

(artículo publicado el 28 de agosto de 2007, en Diario Monitor)

“Usted es una vergüenza, señor Bush. Es una vergüenza lo que está haciendo, y en cualquier momento verá que tiene al mundo en contra, y que el tiempo se le acaba”. Con estas palabras, el controvertido director estadounidense Michael Moore crítico la invasión de Irak en la entrega de los premio Oscares (la ceremonia se realizó el 23 de marzo de 2003).

Cuatro años después, lejos de sentir vergüenza, George W. Bush mantiene la misma postura y se ha negado al retiro de las tropas despachadas hacia Irak. Como los sabemos, esto le ha redituado una gran impopularidad a su administración, pero también ha resultado un duro golpe para el Partido Republicano. De este modo, si las encuestas mantienen las tendencias actuales, el Partido Demócrata (sin importar que sea Hillary Clinton o Barack Obama) ganará las próximas elecciones presidenciales, aunque no hay garantía de que las tropas regresen a Estados Unidos.

Ahora bien, Bush en su intento desmedido de justificar la invasión de Irak ha recurrido de nuevo a la historia, distorsionándola a placer y mostrando que los líderes estadounidenses siguen sin comprender el lugar que la historia les ha puesto. Veamos qué pasó.

El pasado 22 de agosto, en la Convención Nacional de Veteranos de Guerra, realizada en Kansas City, Bush emprendió un discurso en donde justificó la guerra contra el terrorismo, la invasión de Irak y la ocupación parcial de Afganistán. Su discurso dice más o menos lo siguiente: en un día soleado, miles de estadounidenses fueron asesinados y comenzó una guerra mundial. Ese enemigo odiaba la libertad y sentía un desprecio hacia Estados Unidos y el mundo “Occidental”. Ese enemigo emprendió asesinatos masivos, por medio de ataques suicidas. No me estoy refiriendo al ataque terrorista de 11 de septiembre; estoy hablando del ataque a Pearl Harbor, perpetuado por el Gran Imperio del Japón.

Posteriormente, Bush dice lo siguiente: pese a que no son comparables Al Qaeda y el Imperio del Japón, estos dos grandes enemigos de Estados Unidos comparten una ideología similar. Ambos odian la ideología Occidental. Finalmente, Estados Unidos venció a los japoneses e hizo que un país dominado por un sistema opresivo se volviera en una democracia. Además, le dio el voto a las mujeres… Actualmente, el ministro de defensa japonés es una mujer. Asimismo, Japón es uno de los bastiones del liberalismo en el mundo, algo que los propios japoneses nunca imaginaron.

Finalmente, remata diciendo lo siguiente: Estados Unidos ha luchado contra los grupos que odian la liberad como los militares japoneses, los Nazis, los comunistas en Corea y Vietnam. Así, como el pasado vencimos a éstos; haremos lo mismo contra el fundamentalismo islámico”.

Al escuchar este discurso, uno no puede decir los mismo que Moore: “Usted es una vergüenza, señor Bush”. Es una estupidez comparar el Imperialismo japonés con Al Qaeda, ya que representan dos movimientos distintos. Igualmente, el pensar que el Japón de preguerra era un monolito autoritario es incorrecto. Los grupos comunistas y liberales japoneses lucharon por ampliar la democracia dentro del Imperio y fueron ellos, junto con la propia elite imperial la que democratizaría Japón en la posguerra (con la ayuda fortuita de Estados Unidos, eso no está en duda).

Además, la ocupación de Irak y Japón son dos situaciones distintas. Los japoneses se rindieron incondicionalmente, a cambio de mantener la institución Imperial. En Irak, por otro lado, Sadam Hussein nunca se rindió y los grupos internos no reconocieron la legitimidad de la ocupación. Finalmente, como lo señala el historiador John Dower, los japoneses “abrazaron la derrota” y la hicieron parte de su consciencia política, fortaleciendo la democracia japonesa. Mientras que en Irak y Afganistán, este proceso no existe, porque la guerra en contra del ejército invasor no ha terminado.

En suma, Bush sigue mostrando su clara “miopía histórica”. Ahora bien, ¿cómo ha sido la reacción en Japón? Salvo los periódicos liberales y la prensa crítica, la noticia no causó revuelto. Si bien, nadie le gusta que comparen a Osama Bin Laden con los militares de los años 40, muy pocos se han animado a defender a capa y a espada a esos políticos (por lo menos en la prensa).

Como palabras finales quisiera decir lo siguiente: en una época en donde el Primer Ministro Shinzo Abe se jacta diciendo que Japón y Estados Unidos comparten valores similares como la libertad y la democracia; uno no deja de cuestionarse si realmente es compatible una “amistad” en donde Washington no reconoce a Japón como un amigo fiable.

8/21/2007

El lugar del inglés en Japón

(Artículo publicado el 21 de agosto de 2007, en Diario Monior)

En los últimos 10 años, diferentes grupos de rock y hip hop mexicanos (especialmente los que son del norte del país) han comenzado a emplear de manera abierta el idioma inglés en las letras de sus canciones. Esto contrasta mucho con los grupos de rock que surgieron en los años 80 como Caifanes, Fobia, Botellita de Jerez o la Malidita Vecindad. En lo personal, no tengo ningún inconveniente que un grupo mexicano utilice el inglés u otro idioma en sus canciones. Además, considerado que casi 20 millones de mexicanos viven en Estados Unidos; es natural que el inglés conforme parte vital de las canciones actuales. Sin embargo, no dudo, que para muchos sectores en México debe ser molesto y desastroso que se menosprecie el español en la industria musical.

Por lo que toca a Japón, el uso masivo del inglés como recurso musical data desde los años 70 y en nuestros días, este idioma está presente tan masivamente, que es difícil encontrar artisitas que no lo empleen. Asimismo, en los últimos años, junto con el inglés, algunos idiomas europeos como el francés, el italiano o el español también han sido empleados por la industria musical japonesa. Para poner un ejemplo. En el año 2001 o el 2002 (no me acuerdo a la perfección), el grupo juvenil Da Pump introdujo en una de sus canciones, la frase en español: “melancólico, triste corazón”. La pronunciación del vocalista era tan mala que la canción sonaba más bien, “me dan cólicos, triste corazón”.

Esta situación nos obliga inevitablemente a preguntarnos: ¿por qué este uso excesivo del inglés u otro idiomas extranjero? Las razones son varias. Muchos japoneses piensan que el inglés es un idioma atractivo, elegante y poco cacofónico. Igualmente, las principales disqueras consideran que el poner frases en inglés reditúan siempre en un éxito comercial, ya que permite a los consumidores identificar de manera rápida las canciones en la televisión y en la radio. Asimismo, muchos cantautores japonesas consideran que el idioma japonés no se presta para muchos de los ritmos “occidentales” como el rock, reggae, rap y rock, ya que en el idioma japonés sólo existen cinco “vocales” (el español y el italiano tiene esta misma estructura) y no permite sacar sonidos más complejos. Por tanto, según ellos, es necesario utilizar el inglés o bien otros idiomas europeos para subsanar esta situación.

Sin embargo también hay una explicación histórica. Después de la segunda Guerra Mundial, las tropas estadounidenses ocuparon el archipiélago japonés durante casi siete años, imponiendo una constitución, un sistema democrático y el uso del inglés como el “idioma extranjero oficial”. Por tanto, desde 1945, los japoneses han estado acostumbrados a escuchar el inglés y aceptar las reglas básicas del “imperialismo anglófono”.

Esta situación es tan evidente, que el inglés está presente en diferentes espacios públicos. Por ejemplo, las estaciones de metro y autobuses siempre hay señalizaciones en inglés (a partir del Mundial de 2002, se ha comenzado utilizar el coreano y el chino). De igual manera, en todas la oficinas gubernamentales, el inglés se utiliza de manera recurrente, al grado de que cualquier persona extranjera que no sea chino o coreano, siempre se le entregara la información escrita en inglés. Asimismo, en muchas de las publicaciones japoneses se suele poner la traducción de los títulos en inglés.

Lo que es interesante, ahora, es que no hay un movimiento que se oponga a esto. De hecho, en Japón, salvo los grupos de extrema izquierda, no existe un movimiento antiestadounidense fuerte. Esto no significa, para nada que los japoneses hablen a la perfección el inglés. La mayoría, no lo puede hablar y en muchos lugares, uno puede encontrar escrito de manera deficiente frases y palabras en inglés. Este tipo de errores se les ha llamado de manera irónica como Engrish. Algunos ejemplos los pueden encontrar en esta dirección: http://www.engrish.com (debe ser lo mismo que los tremendos errores ortográficos que hay en México).

Sin embargo, en los últimos años algunos sectores japoneses, especialmente los sociólogos han comenzando a poner en duda el uso inglés. Esto se debe a que el inglés, ya no puede subsanar las necesidades de la mayoría de los extranjeros que residen en Japón. De hecho, la población angloparlante es infima si se le compara con el número de coreanos, chinos, brasileños, peruanos y filipinos. En este sentido, en un futuro los japoneses tendrán que aceptarse, finalmente, como una sociedad multicultural, y a larga aceptar otras opciones de “idioma extranjero oficial”, disitintas al inglés.

8/14/2007

Hiroshima y Nagasaki

(Artículo publicado en Diario Monitor, 14 de agosto de 2007)

“Una bomba atómica cayó en Japón, todos los chinitos se quedaron sin calzón.” Esta estúpida frase se usaba en mi niñez (tengo 31 años actualmente), cuando jugábamos a las “escondidillas”. A lo mejor se sigue utilizando actualmente, no lo sé. Ahora bien, desconozco cuál es su origen. Empero, intuyo que no fue un niño, sino una persona adulta la que ideo esta imprudente frase. De este modo, quisiera en esta cavilación hacer una reflexión sobre esto y señalar el significado de las bombas atómicas.

Empecemos, analizando la primera parte de la frase: “una bomba atómica cayó en Japón”. Esta parte es totalmente incorrecta. No sólo fue una, sino fueron dos bombas las que arrojó el ejercito estadounidense: una el 6 de agosto de Hiroshima y la otra, tres días después, en Nagasaki. En fin, un error de apreciación, pero donde comienzan una distorsión es en la segunda parte de la frase: “todos los chinitos se quedaron sin calzón”.

Si bien, muchos chinos perecieron en Hiroshima y Nagasaki; la mayoría fueron civiles japoneses. Por tanto aunque suene fanfarrón, es absurdo resumir que toda las personas nacidas en el Este de Asia sea chinas. Inclusive, dentro de la propia República Popular China, existen minorías que no se consideran así mismo como chinos.

Desgraciadamente, esto denota el marcado estereotipo que se tenía en los años 80 sobre el este de Asia, cuyo origen se remonta hasta el Porfiriato. De hecho, en esos años, la sociedad mexicana, les pondría a los chinos estereotipos sumamente ofensivos. Este impacto ha sido tan grande que aún en nuestros días persiste esta situación. Basta con citar, la frase xenofóbica que hizo, el presidente Felipe Calderón Hinojosa, “esos son cuentos chinos”. Si bien, es entendible que el ciudadano mexicano de origen chino Zhenli Ye Gon haya incomodado a la cúpula del PAN al vincularlos con sus negocios turbios, creo que este tipo de frases no son las que debe explayar un presidente. Pero esto se puede superar con un curso de historia y algo de prudencia al momento de decir las cosas (en el caso de Calderón Hinojosa).

Sin embargo, regresando el argumento a la frase “todos los chinitos se quedaron sin calzón”, lo que es increíble es que se resuma los efectos de las bombas atómicas como un chiste de tono clasista. Ojala se hubiera quedado nada más sin prendas íntimas las personas que estaban en Hiroshima y Nagasaki en aquel verano de 1945. Se estima que en la primera ciudad murieron 120 mil personas, mientras que en la segunda perecieron 70 mil. Pero la historia no termina ahí. Los sobrevivientes tuvieron que enfrentar, heridas que nunca sanaron, traumas, rechazo social y muchos fallecieron en años posteriores, víctimas de cáncer.

Pero algo que sigue irritando a muchos de los sobrevivientes es que Estados Unidos siga argumentando que el lanzamiento de las bombas fue algo “positivo”. Para millones de estadounidenses, las bombas permitieron la rendición incondicional del Imperio japonés y evitó un derramamiento mayor de sangre de las tropas estadounidenses y de civiles japoneses. Esta forma de ver la historia, está plasmada, inclusive, en los textos de historia en Estados Unidos. Para decir lo más simple, todos los estadounidenses piensan que las bombas eran algo inevitable.

Sin embargo, muchos estadounidenses no se molestan en ver qué significó el lanzamiento de esas dos bombas. No comprenden que fueron un claro genocidio, un crimen del cuál tiene que avergonzarse y deben obligar a su autoridades a emprender una disculpa pública. Creo que no hay ninguna razón que justifique lo que hicieron.

Por cierto, en las siguientes semanas, la cadena de televisión de cable HBO transmitirá en Estado Unidos el documental White Light, Black Rain, dirigido por Steven Okazaki, en donde 14 sobrevivientes de este terrible genocidio narran sus experiencias. Esperemos que este documental haga ver a los estadounidenses lo qué fueron las bombas, pero soy pesimista. No creo que este documental pueda llenar la distorsión de la historia oficial ni muchos menos obligue a Bush a visitar Hiroshima y Nagasaki para pedir una disculpa oficial.

Para finalizar quisiera decir lo siguiente: si bien, Japón inició la guerra en Asia y perpetuó miles de crímenes, en donde murieron millones de asiáticos inocentes (en su mayoría chinos); no se vale decir que por eso era misma razón se justifique el lanzamiento de las bombas. Así como nada podrá borrar el genocidio que perpetuaron los japoneses en China, tampoco nada podrá borrar lo que Harry Truman y los supuestos paladines de la democracia “Occidental” hicieron en Hiroshima y Nagasaki.

8/07/2007

Elecciones 2007: una histórica derrota

El pasado 29 de julio, se realizaron en Japón los comicios para renovar la mitad de los 246 escaños de la Cámara Alta (los medios mexicanos la han llamado erróneamente como el senado japonés, pero desde un punto vista institucional, ésta no se asemeja en nada a los que es el senado mexicano). Este cuerpo legislativo no define la permanencia del poder ejecutivo, pero sí es un importante barómetro para medir el desempeño de los partidos en el poder. Y en esta ocasión los electores daría un duro voto de castigo a la coalición gobernante, conformada por el Partido Liberal Demócrata (PLD) y el Partido del Gobierno Limpio (Komeito). Veamos qué pasó, pero para eso delineemos un poco los eventos que anteceden a estos comicios.

Hace cinco meses, el primer ministro Shinzo Abe, así como sus principales asesores no vislumbraban una derrota en las elecciones de la Cámara Alta y mantenía un gran optimismo. Inclusive, el mandatario japonés anunciaría públicamente que un triunfo del la primera oposición, Partido de Demócrata Japonés (PDJ), en las próximas elecciones de la Cámara Alta; era simplemente un cuento de hadas. Esta convicción estaba basada en la gran presencia que tiene el PLD en la Cámara Baja (casi el 66% de los escaños), la cual es la que define finalmente el curso de la política japonesa.

Empero, al comenzar junio, la fuerza de Abe comienza tambalearse vertiginosamente. Los periódicos japoneses sacan a la luz pública que el ineficiente y corrupto sistema de seguro social japonés había dejado en el limbo el dinero de más de 50 millones de japoneses. Posteriormente, la prensa ventilaría algunos escándalos de corrupción de varios miembros del gabinete, poniendo en tela de juicio la postura reformadora de la actual administración. Finalmente, los comentarios imprudentes y sexistas de muchos políticos del PLD terminaría por agudizar más el problema.

Ante esta situación, los diversos miembros del PLD saldrían a defenderse y comenzaría una “campaña de terror”. Por ejemplo, algunos manifiestarían públicamente que si gana la oposición se avecinaría una caída de la bolsa japonesa, mientras que otros, resaltarían que el triunfo del PDJ beneficiaría sólo a Corea del Norte y que podría reforzar el poder económico de China. Esta “campaña de terror” empeoraría con más fuerza la imagen del gobierno de Abe. Finalmente, en los comicios del 29 de julio, el PLD y el Komeito perdería la mayoría en la Cámara Alta, mientras que el PDJ se consolidaría como la primera fuerza en este cuerpo legislativo.

Para no extender más el relato, basta decir que actualmente el sistema parlamentario japonés enfrenta una estructura de gobierno dividido que implica la ingobernabilidad institucional y de persistir esto, en los siguientes meses la coalición gobernante no tendrá otra opción que disolver la Cámara Baja y darle una oportunidad de oro a los electores japoneses para que realicen un cambio de gobierno. Sin embargo, la historia trágica para el PLD no se acaba aquí.

Paradójicamente, el mayor responsable de esta derrota, Shinzo Abe, decide no renunciar. Esto ha asombrado a propios y extraños, ya que las dos últimas veces que el PLD ha tenido un revés en las elecciones de la Cámara Alta (1989 y 1998); los primeros ministros en turno han renunciado. De hecho, en términos numéricos, la derrota del 29 de julio es la peor que ha registrado el PLD en toda su historia. Así, como era de esperarse, la prensa atacaría duramente esta decisión y ante estos golpes, el primer ministro se defendería manifestando que él tiene que cumplir con una responsabilidad histórica que es cambiar la constitución pacifista y por esta razón no es prudente que deje el poder.
Por lo que toca al PLD, en un inicio, sus miembros aceptarían a regañadientes la decisión de su presidente, pero en los últimos días han comenzando a ampliarse las voces que consideran incoherente que se quede Abe. Por ejemplo, Ishiba Shigeru, uno de los miembro de las facciones más derechistas, ha manifestado en televisión abierta que, si bien la misión de reformar la constitución es una necesidad de primer orden; no se puede emprender ésta con un líder como Abe. Asimismo, ha recalcafo que el primer ministro no es un déspota ilustrado que esté exento de cualquier responsabilidad.

A guisa de conclusión, de persistir la insatisfacción dentro del PLD, puede volver a repetirse una nueva ruptura como la que ocurrió en 1993 y provocar una nueva realineación política. Sin embargo, aún es prematuro decir que esto pasará, pero los demonios ya están sueltos. Veamos cómo logra un debilitado Shinzo Abe apaciguarlos.