(Texto publicado en Diario Monitor, 3 de abril de 2007)
Hace un par de años tuve la oportunidad de entrevistar a Takahiro Yokomichi, diputado del Partido Demócrata Japonés (PDJ). Este partido, fundado en 1996, es actualmente la primera oposición y está conformado por tres grupos antagónicos: los socialistas, los movimientos ciudadanos y los neoconservadores escindidos del Partido Liberal Demócrata (PLD). En este sentido, tiene una historia muy similar al PRD, aunque en esencia son cosas distintas (probablemente lo que sí comparten es su incapacidad de ganar las elecciones claves).
Ahora bien, mi interés en esta charla fue descifrar las razones que llevaron a Yokomichi a dejar el Partido Socialista Japonés (PSJ) y unirse a un partido dominado por neoconservadores. Así, le pregunté qué motivo su salida en 1996. Después de pensarlo, me dijo: “yo me salí mucho antes de este partido… fue en 1983, cuando participé en las elecciones gubernamentales de Hokkaido (Prefectura ubicada el norte) y luego que termina mi gestión en 1995; algunos socialistas se acercaron para invitarme al partido, pero yo decidí no incorporarme”.
Esta respuesta no era necesariamente la que me interesaba saber, ya que mi curiosidad era saber los cambios políticos acontecidos en 1996. Al ver la sorpresa en mi cara, el Príncipe Socialista (como lo llamó la prensa en los años 70) me dijo:
“A lo mejor ustedes los extranjeros tienen una concepción muy fija de lo que es la política local. Tiene la idea de que sin partidos no ganan las elecciones, pero en Japón es diferente. No está estipulado, pero si uno quiere contener en las elecciones gubernamentales, la regla implícita es salirse del partido. No hay necesidad de seguir una línea partidista. Uno representa los intereses de la gente. Por eso muchos dejamos los partidos nacionales, aunque mantenemos el vínculo con nuestros aliados, pero también de otros grupos”.
Yokomichi tiene razón, viendo sus 12 años de gobierno, que implicaron 3 reelecciones, obtuvo el apoyo de muchas organizaciones. Inclusive, grupos empresariales ajenos al PSJ y varios agricultores (la principal clientela política del PLD) mantuvieron un apoyo hacia él. Esto explica por qué Yokomichi, a diferencia de otros socialistas, puedo tejer los lazos con los neoconservadores, mostrando que el pragmatismo es un instrumento útil.
Para no extender más el relato, basta decir que Yokomichi contestó con una gran amabilidad todas mis preguntas y su información fue de gran utilidad para mi investigación. Además, me permitió corregir mis graves imprecisiones que tenía sobre la política local japonesa. Siempre la consideré muy similar a la de México.
Pero ¿qué diferencias hay? La más clara, como dijo Yokomichi, es que no hay necesidad de pertenecer a un partido para poder contener. Esto no implica que éstos no sean trascendentales. En Japón, el apoyo de los partidos nacionales es importante, pero desde hace 30 años, el postularse como un candidato oficial de un partido no permite captar el voto de los indecisos. Por eso muchos políticos suelen aceptar sólo el apoyo “simbólico” de los partidos y no aceptan ser sus candidatos oficiales. Además, los propios partidos prefieren eso, ya que es costoso invertir en candidaturas que no pueden ganar y sólo dañan la imagen del partido. De hecho, actualmente los comunistas son los únicos que postula oficialmente a sus candidatos.
Así, en Japón, es común ver a un candidato que tiene el apoyo tanto del PLD como el PDJ. Lo anterior en México es muy raro y actualmente es impensable una alianza del PAN y el PRD. Además, no hay que olvidar que en nuestro país existen trabas institucionales. Para ser candidato uno necesita la nominación de un partido con registro oficial. De esta manera, pese a la existencia de un federalismo, la realidad es que en México la política del centro es la que suele dominar y numerosos grupos locales suelen ser aislados. Y en algunos casos, estos grupos no tienen otra opción que salirse como el caso de Ana Rosa Payán.
El espacio se me termina y para finalizar quisiera decir lo siguiente: la política local japonesa con todas sus peculiaridades nos enseña que la existencia de ataduras institucionales menos rígidas, aumenta las opciones políticas para los electores. Obviamente, esto tiene razones históricas, pero estriba también en la naturaleza de la transición democrática japonesa. A diferencia de la democratización mexicana (que fue muy lenta y siempre se aplicó desde arriba), en Japón la “consolidación” de la democracia representó un proceso “impuesto” , pero rápido en donde los partidos no fueron sólo los únicos actores de importancia.
Hace un par de años tuve la oportunidad de entrevistar a Takahiro Yokomichi, diputado del Partido Demócrata Japonés (PDJ). Este partido, fundado en 1996, es actualmente la primera oposición y está conformado por tres grupos antagónicos: los socialistas, los movimientos ciudadanos y los neoconservadores escindidos del Partido Liberal Demócrata (PLD). En este sentido, tiene una historia muy similar al PRD, aunque en esencia son cosas distintas (probablemente lo que sí comparten es su incapacidad de ganar las elecciones claves).
Ahora bien, mi interés en esta charla fue descifrar las razones que llevaron a Yokomichi a dejar el Partido Socialista Japonés (PSJ) y unirse a un partido dominado por neoconservadores. Así, le pregunté qué motivo su salida en 1996. Después de pensarlo, me dijo: “yo me salí mucho antes de este partido… fue en 1983, cuando participé en las elecciones gubernamentales de Hokkaido (Prefectura ubicada el norte) y luego que termina mi gestión en 1995; algunos socialistas se acercaron para invitarme al partido, pero yo decidí no incorporarme”.
Esta respuesta no era necesariamente la que me interesaba saber, ya que mi curiosidad era saber los cambios políticos acontecidos en 1996. Al ver la sorpresa en mi cara, el Príncipe Socialista (como lo llamó la prensa en los años 70) me dijo:
“A lo mejor ustedes los extranjeros tienen una concepción muy fija de lo que es la política local. Tiene la idea de que sin partidos no ganan las elecciones, pero en Japón es diferente. No está estipulado, pero si uno quiere contener en las elecciones gubernamentales, la regla implícita es salirse del partido. No hay necesidad de seguir una línea partidista. Uno representa los intereses de la gente. Por eso muchos dejamos los partidos nacionales, aunque mantenemos el vínculo con nuestros aliados, pero también de otros grupos”.
Yokomichi tiene razón, viendo sus 12 años de gobierno, que implicaron 3 reelecciones, obtuvo el apoyo de muchas organizaciones. Inclusive, grupos empresariales ajenos al PSJ y varios agricultores (la principal clientela política del PLD) mantuvieron un apoyo hacia él. Esto explica por qué Yokomichi, a diferencia de otros socialistas, puedo tejer los lazos con los neoconservadores, mostrando que el pragmatismo es un instrumento útil.
Para no extender más el relato, basta decir que Yokomichi contestó con una gran amabilidad todas mis preguntas y su información fue de gran utilidad para mi investigación. Además, me permitió corregir mis graves imprecisiones que tenía sobre la política local japonesa. Siempre la consideré muy similar a la de México.
Pero ¿qué diferencias hay? La más clara, como dijo Yokomichi, es que no hay necesidad de pertenecer a un partido para poder contener. Esto no implica que éstos no sean trascendentales. En Japón, el apoyo de los partidos nacionales es importante, pero desde hace 30 años, el postularse como un candidato oficial de un partido no permite captar el voto de los indecisos. Por eso muchos políticos suelen aceptar sólo el apoyo “simbólico” de los partidos y no aceptan ser sus candidatos oficiales. Además, los propios partidos prefieren eso, ya que es costoso invertir en candidaturas que no pueden ganar y sólo dañan la imagen del partido. De hecho, actualmente los comunistas son los únicos que postula oficialmente a sus candidatos.
Así, en Japón, es común ver a un candidato que tiene el apoyo tanto del PLD como el PDJ. Lo anterior en México es muy raro y actualmente es impensable una alianza del PAN y el PRD. Además, no hay que olvidar que en nuestro país existen trabas institucionales. Para ser candidato uno necesita la nominación de un partido con registro oficial. De esta manera, pese a la existencia de un federalismo, la realidad es que en México la política del centro es la que suele dominar y numerosos grupos locales suelen ser aislados. Y en algunos casos, estos grupos no tienen otra opción que salirse como el caso de Ana Rosa Payán.
El espacio se me termina y para finalizar quisiera decir lo siguiente: la política local japonesa con todas sus peculiaridades nos enseña que la existencia de ataduras institucionales menos rígidas, aumenta las opciones políticas para los electores. Obviamente, esto tiene razones históricas, pero estriba también en la naturaleza de la transición democrática japonesa. A diferencia de la democratización mexicana (que fue muy lenta y siempre se aplicó desde arriba), en Japón la “consolidación” de la democracia representó un proceso “impuesto” , pero rápido en donde los partidos no fueron sólo los únicos actores de importancia.
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