(Artículo publicado el 17 de abril de 2007, en Diario Monitor)
El pasado 8 de abril se llevaron acabo diversos comicios para renovar numerosas legislaciones locales, así como 13 gubernaturas, incluida la de Tokio. Como era de esperarse, los medios más importantes cubrieron las elecciones. La razón de este interés radicó, obviamente, en la importancia que tienen los comicios para sus localidades, pero también porque eran la antesala de las próximas elecciones nacionales (programadas para el verano de este año) en donde se pondrán a prueba, el liderazgo del primer ministro Shinzo Abe, quien en los últimos meses ha mantenido un declive en sus índices de apoyo. En este sentido, antes de las elecciones, la prensa estimaba que habría cambios.
Empero, para desgracia de las expectativas, las elecciones no provocaron una transmutación trascendental. Ahora bien, esto no implica que la política local haya quedado intacta. Hubieron algunos datos relevantes. Primero, el oficialista Partido Liberal Demócrata (PLD) tuvo un declive y la primera oposición, el Partido Demócrata Japonés (PDJ) logró un aumento modesto. Segundo, la participación ciudadana decreció y el número de electores sin identificación partidista creció abruptamente. Finalmente, pese a sus escándalos políticos, Shintaro Ishihara logró reelegirse como gobernador de Tokio.
De esta manera, los comicios pasados dejaron varios temas que analizar. Sin embargo, en esta ocasión quisiera concentrarme sólo en uno: las elecciones de Tokio, en donde Ishihara venció con mucha ventaja a su principal contendiente, Shiro Asano (ex gobernador de la prefectura de Miyagi), quien tuvo el apoyo de las fuerzas progresistas y el PDJ.
¿Por qué ganó con tanta facilidad? Las razones son simples: pese a sus grandes logros en su gestión en Miyagi, que incluían un generoso estado de bienestar y una política de apertura de la información gubernamental; Asano no tenía la popularidad de Ishihara. Pero, ¿qué tiene este último? Veamos algunos datos relevantes.
Desde joven, Ishihara se interesa en la política, pero después de algunos fracasos personales, decide concentrarse en la literatura. Así, a los 23 años, siendo aún estudiante universitario, publica la novela Las Estaciones del Sol, la cual gana en 1956 el Premio Akutagawa. De este modo, comienza a volverse en una personalidad pública y en las elecciones nacionales de 1968 decide afiliarse al PLD, ganado un curul. Así, a partir de los años 70, se vuelve en una de las figuras más reconocidas de las facciones nacionalista, mostrando un fuerte sentimiento antiestadounidense y una postura poco amigable hacia China.
Ahora bien, pese a su gran popularidad, muchas de sus posturas nacionalistas lo alejarían de los círculos de poder, trayéndole una carrera política poco exitosa dentro del PLD. Por ejemplo, en 1975 pierde en los comicios gubernamentales de Tokio y en 1989 obtiene de nuevo descalabro en las elecciones presidenciales del PLD. Finalmente, desilusionado, en 1995 deja la política, pero en 1999, bajo un claro declive de los progresistas, se postula como candidato independiente en las elecciones gubernamentales de Tokio, logrando un triunfo inesperado. Así, a partir de esa fecha Ishihara toma las riendas de la gran metrópoli.
Por lo que toca a su gestión, influenciada por su personalidad arrogante, ha dejado una clara huella conservadora, un excesivo nacionalismo y una marcada xenofobia. Prueba de esto, son las continuas críticas que hace hacia los extranjeros, tachándolos como la principal fuentes del crimen. También sus constantes pleitos con los grupos feministas, así como su marcado odio hacia China son una clara muestra de esto.
Igualmente, ha tenido otras posturas polémicas como su reticencia a abrir la información gubernamental; su poco interés por promover políticas sociales; su interés de trasladar el viejo mercado de pescado, Tsukiji (el más importante del mundo) a una zona en donde existen residuos tóxicos; así como su frenético intento de hacer de Tokio la cede de las Olimpiadas de 2016. Ahora bien, no implica que en todas sus políticas sea radicales. Por ejemplo, su política para reducir los contaminantes es un gran logro, pero ésta y otras se ven siempre opacadas por su nacionalismo.
¿Qué le depara entonces a Tokio en los siguientes 4 años? La continuidad de la actual administración deja dos problemas. La primera es la consolidación de un conservadurismo “peligroso” en una de las ciudades más cosmopolitas del mundo, mientras que el segundo es la aplicación de políticas públicas restrictivas que sólo permitirán a las clases altas un acceso a los servicios médicos, condenando a numerosos ancianos a vivir en la miseria.
2 件のコメント:
Pregunta: ¿Hay algún límite para la reelección de gobernador?
Este es cuál, ¿su tercer periodo?
¿No será mucho ya?
¿Con escándalos de corrupción y todo salió reelegido?
納得しない。
Contesto rápido a tu duda, Juan Luis. Parece que la legislación japonesa no tiene un impedimento para la reelección, aunque que existe la regla implícita: tres periodos. Es decir, se suelen mantener como máximo 12 años en el poder los gobernadores perfecturales.
Estoy de acuerdo contigo que es mucho tiempo 12 años, pero finalmente, fue el voto de la gente de Tokio.
Los casos de corrupción, pues en todos los países hay esto. Creo que los escándalos no llegaron a ser un nivel crítico... ni hablar
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