(Texto publicado en Diario Monitor, 20 de marzo de 2007)
La lectura es una actividad cotidiana en Japón. Para constatar esto, basta con subirse a los trenes. Ahí, podemos encontrar a centenares de japoneses leyendo novelas. Esto no implica que todos lean textos de calidad. Para muchos críticos, la mayoría de las obras son productos “banales”. Independientemente de esto, nadie puede negar que el japonés lee mucho.
Ahora bien, dentro de este universo de obras literarias, la novela policíaca ha tenido un desarrollo sobresaliente. Cabe destacarse, que este gusto por este subgénero no responde a una cierta moda, sino que tiene orígenes “viejos”. Las primeras novelas detectivescas japonesas aparecen en la última de la década del siglo XIX y están influenciados por los trabajos de Edgar Allan Poe, Maurice Leblanc y Arthur Conan Doyle. Posteriormente, una nueva generación de escritores comienza a desarrollar sus propias ideas y empieza una mayor difusión. Así, antes de la devastadora Guerra del Pacífico, las novelas detectivescas logran una posición importante dentro del mercado literario. Sin embargo, muchas de las obras no fueron recibidas con agrado por las autoridades imperiales, ya que manifestaban una crítica social. Finalmente, los militares deciden destruir la imprentas que publicaban las novelas policíacas, trayendo una etapa de censura y persecución.
Empero, este hostigamiento termina en 1945, después de la humillante derrota de Japón. Así, las novelas policíacas recuperan los espacios perdidos y en 1946 aparece la Asociación de Escritores de Misterio. Esta organización comienza a incentivar la publicación de nuevas obras y a partir de 1948, sus autoridades deciden otorgar premios anuales. Desgraciadamente, muchos de los galardonados son desconocidos en México y en otras latitudes, pero podemos destacar algunos: Seishi Yokomizo (1948), Ranpo Edogawa (1953), Kyotaro Nishimura (1981), Arimasa Osawa (1991), Miyuki Miyabe (1992) y Natsuhiko Kyogoku (1996).
Ahora bien, dentro de estos escritores, Yokomizo (1902-1981) es un escritor interesante, ya que sus obras logra resumir de manera brillante el Japón de los años 20 hasta los 60 (etapa en donde este país deja el autoritarismo fascista y comienza una nueva etapa democrática). Analicemos brevemente su trayectoria.
Por lo que toca a la vida personal de Yokomizo, después de laborar en una editorial en 1932, comienza a publicar sus primeros textos, pero es víctima de la censura. Finalmente, con la llegada de la democracia, logra que sus obras se publiquen y en 1948, con la obra, El Asesinato de Honjin (1946), obtiene el premio de la Asociación de Escritores de Misterio. A partir de esa fecha, escribe más de 50 novelas. Las más famosas son El pueblo de las 8 tumbas (1951) y El Clan Inugami (1951) que han sido llevadas a la pantalla grande.
Por lo que respecta al contenido de sus obras, en todas, Yokomizo narra las aventuras de Kosuke Kindaiichi, un detective privado tartamudo (en ocasiones) de pelo largo y seboso, quien resuelve numerosos asesinatos (que ocurren siempre dentro de la sociedad aristocrática que pierde sus privilegios después de la guerra). Sin embargo, esto no es lo único que caracteriza al detective. Kindaiichi es un individuo que viste siempre un hakama (kimono), dándole un aspecto totalmente anacrónico. Además, tiene un extraño historial. Trabajó en los plantíos de California; fue adicto a la heroína; y luchó contra las fuerzas estadounidenses en el sudeste de Asia, durante la Guerra del Pacífico.
A guisa de conclusión, podemos ver que la novela policíaca ocupa un lugar importante dentro de la narrativa japonesa y pese a la censura logró mantenerse. Un ejemplo claro es Yokomizo Ahora bien, este auge no es una característica de Japón, sino que es un fenómeno común dentro de los países “desarrollados”. La pregunta es que si existe esta difusión en el mundo hispano parlante. Mi conocimiento sobre la literatura no es amplio, pero creo que no existen autores de novelas detectivescas de alto renombre como Yokomizo.
¿Por qué sucede esto? Creo que esto responde entre otras cosas al apogeo de otras corrientes literarias como el Realismo mágico, que son ajenas a los temas que envuelven a las novelas policíacas. De igual manera, la falta de un público mayor (por las deficiencias educativas y las desigualdades sociales) hace que este subgénero no logre una aceptación mayor. Finalmente, la falta de un estado de derecho en América Latina es una razón importante. La poca credibilidad de los cuerpos policíacos inhiben por completo el trama de cualquier novela detectivesca. Digámoslo así: son de nuevo las “trampas de la modernidad” las causantes.
La lectura es una actividad cotidiana en Japón. Para constatar esto, basta con subirse a los trenes. Ahí, podemos encontrar a centenares de japoneses leyendo novelas. Esto no implica que todos lean textos de calidad. Para muchos críticos, la mayoría de las obras son productos “banales”. Independientemente de esto, nadie puede negar que el japonés lee mucho.
Ahora bien, dentro de este universo de obras literarias, la novela policíaca ha tenido un desarrollo sobresaliente. Cabe destacarse, que este gusto por este subgénero no responde a una cierta moda, sino que tiene orígenes “viejos”. Las primeras novelas detectivescas japonesas aparecen en la última de la década del siglo XIX y están influenciados por los trabajos de Edgar Allan Poe, Maurice Leblanc y Arthur Conan Doyle. Posteriormente, una nueva generación de escritores comienza a desarrollar sus propias ideas y empieza una mayor difusión. Así, antes de la devastadora Guerra del Pacífico, las novelas detectivescas logran una posición importante dentro del mercado literario. Sin embargo, muchas de las obras no fueron recibidas con agrado por las autoridades imperiales, ya que manifestaban una crítica social. Finalmente, los militares deciden destruir la imprentas que publicaban las novelas policíacas, trayendo una etapa de censura y persecución.
Empero, este hostigamiento termina en 1945, después de la humillante derrota de Japón. Así, las novelas policíacas recuperan los espacios perdidos y en 1946 aparece la Asociación de Escritores de Misterio. Esta organización comienza a incentivar la publicación de nuevas obras y a partir de 1948, sus autoridades deciden otorgar premios anuales. Desgraciadamente, muchos de los galardonados son desconocidos en México y en otras latitudes, pero podemos destacar algunos: Seishi Yokomizo (1948), Ranpo Edogawa (1953), Kyotaro Nishimura (1981), Arimasa Osawa (1991), Miyuki Miyabe (1992) y Natsuhiko Kyogoku (1996).
Ahora bien, dentro de estos escritores, Yokomizo (1902-1981) es un escritor interesante, ya que sus obras logra resumir de manera brillante el Japón de los años 20 hasta los 60 (etapa en donde este país deja el autoritarismo fascista y comienza una nueva etapa democrática). Analicemos brevemente su trayectoria.
Por lo que toca a la vida personal de Yokomizo, después de laborar en una editorial en 1932, comienza a publicar sus primeros textos, pero es víctima de la censura. Finalmente, con la llegada de la democracia, logra que sus obras se publiquen y en 1948, con la obra, El Asesinato de Honjin (1946), obtiene el premio de la Asociación de Escritores de Misterio. A partir de esa fecha, escribe más de 50 novelas. Las más famosas son El pueblo de las 8 tumbas (1951) y El Clan Inugami (1951) que han sido llevadas a la pantalla grande.
Por lo que respecta al contenido de sus obras, en todas, Yokomizo narra las aventuras de Kosuke Kindaiichi, un detective privado tartamudo (en ocasiones) de pelo largo y seboso, quien resuelve numerosos asesinatos (que ocurren siempre dentro de la sociedad aristocrática que pierde sus privilegios después de la guerra). Sin embargo, esto no es lo único que caracteriza al detective. Kindaiichi es un individuo que viste siempre un hakama (kimono), dándole un aspecto totalmente anacrónico. Además, tiene un extraño historial. Trabajó en los plantíos de California; fue adicto a la heroína; y luchó contra las fuerzas estadounidenses en el sudeste de Asia, durante la Guerra del Pacífico.
A guisa de conclusión, podemos ver que la novela policíaca ocupa un lugar importante dentro de la narrativa japonesa y pese a la censura logró mantenerse. Un ejemplo claro es Yokomizo Ahora bien, este auge no es una característica de Japón, sino que es un fenómeno común dentro de los países “desarrollados”. La pregunta es que si existe esta difusión en el mundo hispano parlante. Mi conocimiento sobre la literatura no es amplio, pero creo que no existen autores de novelas detectivescas de alto renombre como Yokomizo.
¿Por qué sucede esto? Creo que esto responde entre otras cosas al apogeo de otras corrientes literarias como el Realismo mágico, que son ajenas a los temas que envuelven a las novelas policíacas. De igual manera, la falta de un público mayor (por las deficiencias educativas y las desigualdades sociales) hace que este subgénero no logre una aceptación mayor. Finalmente, la falta de un estado de derecho en América Latina es una razón importante. La poca credibilidad de los cuerpos policíacos inhiben por completo el trama de cualquier novela detectivesca. Digámoslo así: son de nuevo las “trampas de la modernidad” las causantes.
1 件のコメント:
Si hay autores hispanos de serie negra muy famosos. Vazquez Montalbán era famosísimo y su principal personaje el detective Carvalho.
Me he comprado "El Clan Inugami" y he descubierto este blog con google. Me ha gustado.
Un saludo
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