(Texto publicado en Diario Monitor, 12 de diciembre de 2006)
Hace unas semanas compré una cámara llamada Holga. Es de fabricación china, sumamente rudimentaria y va en contra de la digitalización que ha invadido el mercado japonés. Así, decidí probarla, tomando fotos de algunos sitios interesantes donde vivo: Fuchu. Este lugar tiene una larga historia, pero como ciudad tiene poco tiempo (en 1954 logra este estatus). Está ubicada en el oeste de Tokio y tiene una población de 240 mil habitantes. En su interior alberga las fábricas de la NEC, la Toshiba y la Cervecería Suntory, así como un hipódromo, una penitenciaría y centros de enseñanza superior.
Por tanto, encontrar un lugar interesante para fotografiar es difícil. Empero, descubrí que cerca de mi casa está ubicada un lugar curioso: las ruinas de una base del ejército estadounidense (1945-1973). Esta información me sorprendió mucho. No porque hayan existido unas bases en esta zona. De hecho, actualmente, están las de las fuerzas de autodefensa aéreas. Lo que me desconcertó es que los estadounidenses estuvieran estacionados hasta 1973. En lo personal, siempre pensé que ese tipo de problemas estaban asociados a Okinawa, Sasebo y Yokosuka, donde se encuentran la mayor parte de las fuerzas extranjeras.
Ahora bien, antes de explicar lo que pasó, es pertinente esbozar algunos datos. Después de que el Emperador Showa (Hirohito) declara la rendición incondicional, el 15 de agosto de 1945, el archipiélago es ocupado por las fuerzas inglesas, australianas y estadounidenses, siendo las últimas las que quedarían estacionadas por tiempo indefinido. En los primero meses, los estadounidenses reparten vivieres a los civiles, mientras desmantelan al ejército imperial. Según los testimonios de el época, no recibieron el repudio de la población civil como ocurrió en Irak.
Sin embargo, la presencia de los estadounidense se prolonga y después de que Japón firma los Tratados de San Francisco en 1951; Tokio y Washington suscriben un acuerdo de alianza en donde Estados Unidos se compromete a proteger la soberanía de Japón, ya que este país por cuestiones constitucionales no tiene el derecho a la beligerancia. El número de militares no ha disminuido y se calcula que actualmente hay 36 mil efectivos. Esta cifra representa el 7.6% de las fuerzas estadounidense que están en el exterior, aunque sigue siendo un número menor a la que hay en Irak (31.3%) y Alemania (14.2%)
Una vez hecha esta aclaración pasemos al caso de Fuchu. La historia de la base comienza en 1939, cuando el ejército Imperial crea un centro para abastecer de combustible a su tropas. Posteriormente, los estadounidenses deciden colocar una base en el mismo lugar, la cual compartiría con las fuerzas aéreas japonesas. Empero, en 1964, justo cuando se decide utilizar las viviendas de los militares estadounidenses de Yoyogi para hacer la Villa Olímpica, una parte que vivían ahí son trasladados a Fuchu. Esto trae el repudio de los ciudadanos, ya que aumenta la circulación de las tropas y el sonido de los helicópteros se vuelve insoportable. Finalmente, en 1973 Estados Unidos devuelven las instalaciones y el gobierno japonés las abandona por completo, aunque las antenas parabólicas que fueron instaladas ahí quedaron intactas.
Existe el rumor de que aún siguen funcionando. Independientemente de esto, no cabe duda de que es un lugar interesante para fotografiar, pero uno no puede olivar que su interior resguarda un pasado tétrico y el abuso. ¿Por qué? No sabemos qué tipo de cosas hacían ahí los militares. Probablemente, como en los lugares donde aún hay bases, muchas personas fueron molestadas por los marines. De hecho, en las zonas donde aún hay bases, el sonido de los aviones es insoportable y las jóvenes son susceptible a violaciones (cuando hacen un crimen los militares no son susceptibles a las leyes japonesas). A esto hay que añadir la inevitable dependencia económica. En este sentido, Fuchu se salvó.
Para muchos en Asia, los japoneses se merecen esas arbitrariedades, pero no creo que el asunto vaya por ahí. Entonces qué solución existe. La derecha argumenta que si se quita la cláusula pacifista se irán las bases de Japón. Por otro lado, la izquierda dice que si se elimina el Tratado de Alianza con Estados Unidos y se apega a la constitución pacifista, el problemas de las bases se elimina. Las dos opciones se ven lejanas y parece que no hay puntos intermedios. Por tanto, a los japoneses no les quedará de otra que aguantar las arbitrariedades de Washington, dando anualmente cantidades excesivas de dinero para mantener las bases y lo peor: dejar a la población civil a merced de un ejército abusivo.
Hace unas semanas compré una cámara llamada Holga. Es de fabricación china, sumamente rudimentaria y va en contra de la digitalización que ha invadido el mercado japonés. Así, decidí probarla, tomando fotos de algunos sitios interesantes donde vivo: Fuchu. Este lugar tiene una larga historia, pero como ciudad tiene poco tiempo (en 1954 logra este estatus). Está ubicada en el oeste de Tokio y tiene una población de 240 mil habitantes. En su interior alberga las fábricas de la NEC, la Toshiba y la Cervecería Suntory, así como un hipódromo, una penitenciaría y centros de enseñanza superior.
Por tanto, encontrar un lugar interesante para fotografiar es difícil. Empero, descubrí que cerca de mi casa está ubicada un lugar curioso: las ruinas de una base del ejército estadounidense (1945-1973). Esta información me sorprendió mucho. No porque hayan existido unas bases en esta zona. De hecho, actualmente, están las de las fuerzas de autodefensa aéreas. Lo que me desconcertó es que los estadounidenses estuvieran estacionados hasta 1973. En lo personal, siempre pensé que ese tipo de problemas estaban asociados a Okinawa, Sasebo y Yokosuka, donde se encuentran la mayor parte de las fuerzas extranjeras.
Ahora bien, antes de explicar lo que pasó, es pertinente esbozar algunos datos. Después de que el Emperador Showa (Hirohito) declara la rendición incondicional, el 15 de agosto de 1945, el archipiélago es ocupado por las fuerzas inglesas, australianas y estadounidenses, siendo las últimas las que quedarían estacionadas por tiempo indefinido. En los primero meses, los estadounidenses reparten vivieres a los civiles, mientras desmantelan al ejército imperial. Según los testimonios de el época, no recibieron el repudio de la población civil como ocurrió en Irak.
Sin embargo, la presencia de los estadounidense se prolonga y después de que Japón firma los Tratados de San Francisco en 1951; Tokio y Washington suscriben un acuerdo de alianza en donde Estados Unidos se compromete a proteger la soberanía de Japón, ya que este país por cuestiones constitucionales no tiene el derecho a la beligerancia. El número de militares no ha disminuido y se calcula que actualmente hay 36 mil efectivos. Esta cifra representa el 7.6% de las fuerzas estadounidense que están en el exterior, aunque sigue siendo un número menor a la que hay en Irak (31.3%) y Alemania (14.2%)
Una vez hecha esta aclaración pasemos al caso de Fuchu. La historia de la base comienza en 1939, cuando el ejército Imperial crea un centro para abastecer de combustible a su tropas. Posteriormente, los estadounidenses deciden colocar una base en el mismo lugar, la cual compartiría con las fuerzas aéreas japonesas. Empero, en 1964, justo cuando se decide utilizar las viviendas de los militares estadounidenses de Yoyogi para hacer la Villa Olímpica, una parte que vivían ahí son trasladados a Fuchu. Esto trae el repudio de los ciudadanos, ya que aumenta la circulación de las tropas y el sonido de los helicópteros se vuelve insoportable. Finalmente, en 1973 Estados Unidos devuelven las instalaciones y el gobierno japonés las abandona por completo, aunque las antenas parabólicas que fueron instaladas ahí quedaron intactas.
Existe el rumor de que aún siguen funcionando. Independientemente de esto, no cabe duda de que es un lugar interesante para fotografiar, pero uno no puede olivar que su interior resguarda un pasado tétrico y el abuso. ¿Por qué? No sabemos qué tipo de cosas hacían ahí los militares. Probablemente, como en los lugares donde aún hay bases, muchas personas fueron molestadas por los marines. De hecho, en las zonas donde aún hay bases, el sonido de los aviones es insoportable y las jóvenes son susceptible a violaciones (cuando hacen un crimen los militares no son susceptibles a las leyes japonesas). A esto hay que añadir la inevitable dependencia económica. En este sentido, Fuchu se salvó.
Para muchos en Asia, los japoneses se merecen esas arbitrariedades, pero no creo que el asunto vaya por ahí. Entonces qué solución existe. La derecha argumenta que si se quita la cláusula pacifista se irán las bases de Japón. Por otro lado, la izquierda dice que si se elimina el Tratado de Alianza con Estados Unidos y se apega a la constitución pacifista, el problemas de las bases se elimina. Las dos opciones se ven lejanas y parece que no hay puntos intermedios. Por tanto, a los japoneses no les quedará de otra que aguantar las arbitrariedades de Washington, dando anualmente cantidades excesivas de dinero para mantener las bases y lo peor: dejar a la población civil a merced de un ejército abusivo.
2 件のコメント:
Bueno, ya que hablas ingles, hubieras entrevistado a algunos soldados de la base, no?
Yo tengo amigos hispanos que estan estacionados en Okinawa, y creeme que el odio que los medios japoneses siembran en contra del ejercito gringo es muy fuerte...
A los marines no les quieren vender en la tiendas locales ni servir en restaurantes, los ninios se burlan de ellos, y algunas veces, tienen altercados con los adultos de la comunidad...
Ellos, como soldados que son, no tienen loa culpa de las decisiones que toman los gobiernos, y creo que seria interesante escucharlos...
Un abrazo desde Tsukuba.
Christián
No sabía que estabas en Japón. A ver si luego nos podemos ver. Por lo que respecta a tu comentario. En lo personal no hablo inglés y cerca de mi casa, como lo puse en mi artículo, ya no existen las bases. Entonces, no tengo ninguna forma de ir a ver a los marines. En lo personal no me interesa mucho establecer contactos con ellos. Tienes razón que ellos no tiene la culpa de estar aquí, pero no los exime de las albitrariedades que hacen, como violar niñas o bien usar a diestra y siniestra los rescursos que les dan los gobiernos locales.
Probablemente ellos puedan diferentes testimonios sobre lo que les pasa, pero creo la institución que represetan es detestable... En fin es mi comentario.
ISami
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