4/30/2010

Pacheco


  Hace un par de días, el escritor mexicano José Emilio Pacheco, obtuvo el Premio Cervantes 2009. Evidentemente, en Japón no fue una gran noticia, pero tampoco en el mundo hispano hablante los premios Akutagawa y Naoki, tienen en esa cobertura. 
  En fin, dejando un lado las fanfarronerías. Después de leer la noticia (que no era un suceso tan nuevo, ya que el premio se había anunciado en el invierno de 2009) decidí volver a hojear la obra más conocida de Pacheco, Las batallas en el desierto (1981). Novela corta que ha sido traducida a varios idiomas, incluidos el japonés. En esta obra se narra la vida de un niño (casi adolescente), quien se enamora de la madre de su mejor amigo, durante los años de apogeo del sexenio alemanista.
  Esta obra la leí en la preparatoria y la verdad no me acordaba mucho. De este modo, decidí buscar la versión en español, por temor a que la japonesa fuese mala.
  Al volverla a releer Las batallas en el desierto me di cuenta de que me había perdido (o estaba perdido en mi adolescencia) de una obra que narra de manera magistral la historia de México (No puedo opinar de su contenido literario, esa no es mi especialidad). En ella se narra la vida de un país que estaba saliendo de la traumática Revolución y entrando en la etapa de dominio priísta. Además, muestra el choque entre la sociedad conservadora mexicana con los valores de la Revolución. Finalmente, se observa cómo Estados Unidos había permeado de manera contundente en la sociedad mexicana.
  En fin, una obra que merece ser analizado de una manera más exhaustiva por los politólogos (supongo que los estudiosos de la literatura ya lo han hecho). 
  Para finalizar esta cavilación, esta obra me hizo recordar una de las novelas de Juan Villoro, Materia Dispuesta (1997). En ella se narra los años sesenta y setenta, visto desde una perspectiva de un niño. Igualmente, me acordé también de la serie televisiva The Wonder Years (1988-1993) que fue una de las más vistas por los mexicanos de mi generación. Muchos (incluyéndome) sintieron que eran, en algún momento, Kevin Arnold (Fred Savage). Algunos probablemente lo fueron, otros vivimos otro tipo de “años maravillosos” en los sexenios delamdrista y salinista

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