7/29/2008

Kyogoku y el Japón de los años cincuenta

(Artículo publicado en Diario Monitor el 29 de julio de 2008)

En los últimos años, han proliferado en España y América Latina las obras de escritores japoneses. Así se pueden conseguir los libros de los llamados “clásicos” (Yukio Mishima, Yasunari Kawabata y Kenzaburo Oe), así como de Haruki Murakami, sin duda uno de los más talentosos escritores japoneses que aún siguen vivos. Sin embargo, siguen sin traducirse una camada de escritores como Shintaro Ishihara, Kenji Miyazawa, Osamu Dazai, Kobo Abe, así como las obras de escritores modernos como Ryu Murakami y Miyuki Miyabe, entro otros. Sin duda, los problemas de idioma son un obstáculo, pero también se explica esto por la precaria situación de la industria literaria de América Latina.

Dejando a un lado estos detalles. Hoy quisiera dedicar esta cavilación al análisis de las obras de Natsuhiko Kyogoku (1963-actualmente). Especialmente, las novelas de las serie Hyakki Yako (La marcha nocturna de los 100 demonios): El verano de Ubume (1994); La caja de Moryo (1995); La jaula de Tesso (1995); El sueño de Kyokotsu (1995); La razón de Jorogumo (1996); La fiesta de Nuribotoke (1998); La herida de Onmoraki (2003); y La gota de Jami (2006).

Empecemos mencionando una breve semblanza de este autor. Kyogoku nace en Hokkaido y estudió confección para después incursionar en el mercado del diseño de ropa. Finalmente, en 1994, la editorial Kodansha (una de las más importantes de Japón), le publica su obra prima El verano de Ubume, una extensa novela de 800 páginas y la primera de la serie Hyakki Yakko. Así, comienza una fructífera carrera. Algunas obras lograrían ganar premios importantes y finalmente en 2004, Kyogoku obtiene una de las preseas más codiciadas: el premio Naoki con su obra Los 100 cuentos de Nochinokosetsu, que no es parte de Hyakki Yakko.

Por lo que especta al estilo de Kyogoku, es excéntrico como gran parte de sus novelas. Por ejemplo, usan palabras complejas y evita la economización de sus textos, lo cual hace que sus obras sean extremadamente extensas. Asimismo, centra su atención en temas ocultos y fantasmagóricos, aunque en ninguna de sus obras ocurren fenómenos paranormales; como los dice uno de sus personajes principales: “en este mundo no hay nada extraño”. Otro punto fundamental de su estilo es la constante alusión del término: yokai (demonio). En los principales títulos de sus obras aparecen constantemente nombres de distintos demonios y en cada una de ellas hay una larga explicación sobre ellos, haciendo extensa la novela y en momentos sumamente pedante.

Por lo que toca a la temática de Hyakki Yakko, estas obras se sitúan en la segunda mitad de los años 50, justo después de la ocupación militar estadounidense. Su tema principal son asesinatos extraños, que son resueltos por el personaje principal de esta serie Akihiko Chuhuzenji, quien es el dueño de una librería de viejo llamado Kyogokudo y quien además tiene dos oficios: shaman shintoista y ogamiya (eliminador de malos espíritus).

Ahora bien la peculiaridad de este excéntrico personaje es que, si bien resuelve los crímenes, en estricto sentido no investiga y mantiene una clara negativa a participar en la resolución de los crímenes. De hecho, son sus tres amigos Tatsumi Sekiguchi (un escritor introvertido con problemas de depresión), Reijiro Enokizu (un arrogante e impredecible detective privado de origen aristócrata que puede ver el pasado de las personas) y Shutaro Kiba (un policía), así como otros personajes secundarios los que buscan la información y se las traen a Chuzenji.

Como se aprecia, la estructura de los personajes es rara. Pero no sólo es lo único extraño, la propia temática de esta serie lo es. Kyogoku ha logrado plasmar en sus textos un mundo oscuro, en donde cohabitan el Japón de la preguerra (tradicional) y el de la posguerra (moderno). Otro aspecto notorio de sus obra es la presencia de la Guerra del Pacífico. La mayoría de los personajes varones fueron mandados a la guerra y las mujeres perdieron a sus familiares, lo cual hace que tengan estigmas y exista una constante alusión del dolor. Finalmente, narra un Japón pobre, que distan mucho de la imagen actual de este país y pone en claro una sociedad prejuiciosa e injusta.

Como palabras finales quisiera señalar lo siguiente: una de las mejores formas de conocer una sociedad es a través de la lectura y las largas obras de Kyogoku permiten esto. Desgraciadamente, no existen hasta la fecha traducciones de sus obras, pero existen las obras de los “clásicos”, que siguen siendo el referente de cualquier escritor japonés. Lo invito a visitar la librería más cercana a su casa y busque las obras de estos escritores. A ver qué le parecen.

7/15/2008

¿Qué viene ahora?

(Artículo publicado en Diario Monitor el 15 de julio de 2008)

La semana pasada, en el lago Toyako, ubicado en la prefectura de Hokkaido, se llevó acabo la trigésima cuarta reunión del Grupo de los Ocho (G8). Como es sabido este foro no tiene ningún carácter oficial, pero dado el poderío económico de sus principales miembros; las decisiones que se tomen ahí tienen un efecto importante sobre el concierto internacional. Por lo que toca al gobierno japonés, la reunión significó una oportunidad de oro para que el primer ministro Takeo Fukuda pudiera recuperar la confianza de la ciudadanía y evitar su salida del gobierno. ¿Qué le depara ahora a Fukuda, después de la reunión? Antes de analizar esto, mencionemos brevemente algo sobre la historia del G8 y los principales resultados de la pasada Reunión de Toyako.

El grupo nace en 1975 como una medida correctiva para solucionar los dolorosos costos que había traído la Crisis petrolera de 1973. El éxito fue tan importante que sus miembros decidieron propicio realizar anualmente una reunión. De este modo, a partir de 1976, el entonces Grupo de los Siete discutiría distintas problemáticas mundiales, que abarcaban desde la lucha contra el comunismo hasta reformas estructurales. Finalmente, en 1998, dada su importancia política y militar, la Federación Rusa se vuele en un nuevo miembro (en el 2003 obtendría plenos derechos), quedando conformada la estructura actual de ocho naciones, aunque no sean necesariamente las economías más grandes del mundo. En orden descendiente, según los datos de PIB que señala el FMI, son: Estados Unidos (1), Japón (2), Alemania (3), Inglaterra (5), Francia (6), Italia (7), Canadá (9) y Rusia (11).

Sin embargo, dado el crecimiento que ha tenido China (número 4 según el FMI) e India (12), así como la importancia estratégica que tiene para Estados Unidos naciones como México (15) y Brasil (10), a partir de 2005, el G8 ha decidido invitar a los jefes de gobierno de estos países para discutir las resoluciones que se den en las reuniones. Y en el caso de esta última cumbre estuvieron presentes además de estos países, Australia, la República de Corea, Indonesia y las naciones más importantes de África, siendo un total 14 países invitados más las naciones del G8.

Por lo que toca a los resultados de la Reunión de Toyako, los temas prioritarios fueron la ecología, el alza del petróleo, los problemas alimenticios y el desarrollo África. En algunos temas se lograron un avance, pero la reunión no logró un resultado significativo. Estados Unidos no se comprometió a buscar una solución para cooperar en el problema ecológico ni implementar medidas económicas correctivas que permitan subsanar la crisis alimenticia. Inclusive, junto con Francia plantearon la necesidad de aumentar nuevas plantas nucleares para solventar el problema de la emisión de dióxido de carbono; algo que suena peligroso. Finalmente, no se logró un acuerdo mayor con los llamados Grupo de los Cinco (en donde está México) para que colaboren en el desarrollo de tecnología limpia y moderen su proceso de industrialización.

En suma, el resultado no fue tan importante y esto fue dañino para Fukuda. El primer ministro había puesto como un tema central de su incipiente y débil gobierno el éxito de los acuerdos ecológicos que se dieran en la Reunión del G8. Inclusive, desde que asumió el gobierno, Fukuda se aferró, en que no cambiaría el gabinete que había heredado de Shinzo Abe (2006-2007) y que no convocaría a elecciones de la Cámara Baja hasta culminar la Reunión de Toyako.

De este modo, dentro del gobernante Partido Liberal Demócrata (PLD) y en los principales medios se convencieron de que Fukuda convocaría a elecciones inmediatamente que terminara la Reunión de Toyako, cumpliendo con la extraña maldición que han rodeado a las reuniones que se han hecho en Japón: siempre que hay una Reunión del G8 (1979, 1986, 1993 y 2000) hay elecciones.

Empero, dado los bajo índices de apoyo ciudadano y el ascenso del Partido Demócrata Japonés han hecho Fukuda se nieguen a convocar a elecciones. De hecho, algunos especialistas consideran que en caso de que se hiciera ahora mismo las elecciones, el PLD perdería de manera contundente. Por esta razón, dentro del PLD han aumentado las voces de descontento hacia Fukuda y han comenzado a movilizarse para elegir a un nuevo presidente de partido y con él o ella enfrentar las futuras elecciones (que serían en septiembre de este año o la primavera del próximo)

A guisa de conclusión, actualmente Fukuda está contra la pared y no se ve cómo pueda enderezar su débil gobierno. Todo indica que aguantará hasta donde pueda, pero de hacerlo estaría condenando a su partido a la derrota. Veamos qué decide Fukuda.

7/01/2008

El Deporte Nacional y la política

(Artículo publicado en Diario Monitor el 1 de julio de 2008)

Hace un par de días, con un alumno del centro donde laboro, nos pusimos a analizar qué es un “deporte nacional”. Escribo aquí alguna de nuestra conclusiones. De entrada no encontramos una definición exacta de qué puede ser un “deporte nacional”.

Generalmente, es el deporte que más se practica en un país. Por ejemplo, en el caso de México sería el fútbol, mientras que en Japón el béisbol. Sin embargo, para algunos países, el término “deporte nacional” se le asocia más con aquellos deportes en donde se han logrado los mejores resultados. Retomando el caso mexicano podría ser el boxeo o la caminata, mientras que en Japón sería el judo. Finalmente, hay países, como los escandinavos, que han establecido como “deporte nacional”, aquel que representa mejor su cultura y que tiene una fuerte raíz con su historia. Dada esta óptica, la charrería sería el deporte nacional mexicano, mientras que en Japón sería el sumo.

Ante esta diversidad de opiniones, decidimos preguntarle a Wikipedia sobre esto. Sabemos que no es la mejor opción, ya que mucha de la información que está contenida en este medio no es necesariamente cierta, pero encontramos algunos criterios para definir qué es un deporte nacional. De acuerdo a Wikipedia hay tres. Primero, para que un deporte logre el nivel de nacional; las reglas y los objetivos de éste tienen que ser conocidos por todos los habitantes de una nación determinada. Segundo, un “deporte nacional” es aquel se practica y es visto por un gran número de habitantes de una nación determinada. Finalmente, un deporte nacional es aquel que tiene una larga historia de popularidad en una nación determinada.

Siguiendo estos criterios, en el caso de México es sin duda el fútbol. Sin embargo, no sé si todos los mexicanos y mexicanas sepan qué es un fuera de lugar (no tienen por qué saberlo). Igualmente, si bien es cierto que en el fútbol es el deporte con mayor audiencia, esto no significa que este deporte nos guste. Más bien es lo único que se proyecta en televisión abierta. En fin. Por cierto, según Wikipedia, el deporte nacional de México, es la charrería y el fútbol, pero también coloca a la Lucha Libre. Usted qué le parece.

Ahora bien, en muchos países son las autoridades gubernamentales o las instituciones vinculadas al gobierno, las que definen qué es un “deporte nacional”. Sin embargo, no en todos los casos se logra establecer qué es un “deporte nacional”. En Japón, por ejemplo, pese que hay claros deportes que podrían ser considerados como un “deporte nacional” (el béisbol, el judo o el sumo), el Ministerio de Educación no reconoce su existencia.

En el caso del béisbol, dado que es un deporte importado (llega a Japón en el siglo XIX), es complicado establecerlo como un “deporte nacional”, pero no entiendo por qué el judo y el sumo no entrarían en este criterio. Algunos especialistas señalan que, dado que el judo es un deporte olímpico, Japón no puede adjudicarse su monopolio. Por lo que toca al sumo, dado que en recientes años ha aumentado el número de luchadores extranjeros, el gobierno ha desistido de colocarlo como un “deporte nacional”, ya que no representa actualmente una imagen pura del japonés. En lo personal me parece un poco exagerado este tipo de posturas.

Ahora bien, cambiando un poco el tema, en nuestra pesquisa por la página de Wikipedia en japonés encontramos que el deporte nacional de Manchuria es el fútbol. De entrada, hay que señalar que Manchuria no es un país y aunque en los años 30 del siglo pasado, Japón intentó hacerlo su satélite; actualmente es parte de China. Dejando a un lado este dato histórico, nos llamó la atención por qué un país que sólo tuvo una vida efímera, haya establecido tan rápido un “deporte nacional”.

Investigando más, encontramos que en la década de los 30, Japón decidió establecer al fútbol como el “deporte nacional” de Manchuria y pidió oficialmente a la FIFA que reconociera su membresía. Por medio de esta maniobra, el Imperio japonés buscaba el reconocimiento de la independencia de Manchuria, ya que las potencias europeas no lo habían aceptado. Finalmente, la FIFA no aceptaría esto, pero es una clara muestra de cómo el deporte puede ser usado como un instrumento político.

A guisa de conclusión, para muchos puede sonar una trivialidad qué es o qué no es un “deporte nacional”, pero la historia muestra que es un efectivo mecanismo de cohesión; un instrumento de control político; un gran negocio; y obviamente un excelente pasatiempo para ejercitar el cuerpo.