12/27/2006

Adiós al año del perro

(Artículo publicado en Diario Monitor, 26 de diciembre de 2006)

Termina el año del perro (según el horóscopo chino) y resumir los sucesos que ocurrieron es difícil, pero intentemos hacer este intento, concentrándonos en Japón. Empecemos por la política. Sin duda, el cambio más trascendental del 2006 fue la alternancia. En septiembre, Jun’ichiro Koizumi deja el poder y se los transfiere a un “joven”: Shinzo Abe. Para algunos fue sólo una transmutación de mandos, ya que el mismo partido sigue gobernando, pero no es tan simple.

Koizumi mantuvo una postura “reformadora” y un estilo que las masas podían comprender. Dicho en otras palabras, Koizumi desarrolló un “populismo” que hizo que la “aburrida” política se volviera en una tragicomedia “interesante” (no tan “divertida” y surreal como Foxilandia). Estas características contrastan con lo que ha sido Abe. En sus dos meses de gobierno, no ha podido transmitir una confianza (algo similar a Calderón, aunque en un contexto distinto). Su actitud titubeante hacia la aprobación del regreso de los diputados conservadores que expulsó Koizumi durante las elecciones de 2005, así como su incapacidad para controlar las pugnas de los grupos de intereses de su partido han hecho pensar que no habrán cambios. Inclusive, existe el temor entre muchos miembros del PLD de que pueden perder las elecciones de la Cámara Alta, programadas para el verano de 2007. En suma, el 2006 culmina un estilo “reformador” y resucita la “vieja guardia” que ha dominado la política de la posguerra.

Por lo que toca al deporte, Japón cosechó muchos fracasos. Por ejemplo, en los pasados juegos asiáticos de Doha, realizados en este mes, Japón es superado ampliamente por China y la República de Corea. Esto es algo paradójico para un país que es considerado como la primera economía de Asia. El inmenso capital deportivo de China, la tenacidad y el fuerte nacionalismo coreano superaron, finalmente, a un país que sufre un decrecimiento poblacional y que sus jóvenes están cada vez está más débiles en la parte física (aunque probablemente la educación física de las escuelas japoneses, supere mucho mejor que la que se imparte en México).

Otro fracaso deportivo es, sin duda, la participación de la selección en el Mundial de fútbol 2006. Después de haber cosechado un enorme paso en el 2002, la prensa especulaba que Japón volvería a mejorar ese resultado. Para emprender ese objetivo, se eligió al legendario Zico. Pero la incapacidad del brasileño, quien nunca había dirigido un equipo, así como su rechazo de incorporar a los jóvenes, junto a las evidentes carencias técnicas de sus jugadores destruyeron el sueño. Las dos derrotas frente a Australia y Brasil y el empate con Croacia hicieron de Japón el hazmerreír del torneo. Y confirma una de las reglas más comunes: los grandes jugadores no son buenos técnicos (algo que esperamos Hugo Sánchez no lo sea).

Pero no todo fue un fracaso. En marzo, Japón gana el Clásico Mundial de Béisbol, derrotando a Cuba, equipo no habían podido vencer en competencias oficiales, aunque el camino no fue fácil. En la serie jugada en Japón, el equipo dirigido por Sadahuru Oh (el hombre que ha pegado el número mayor de cuadrangulares en la historia mundial) pierde contra la República de Corea y en la segunda ronda es superado por Estados Unidos y de nuevo por Corea. De hecho, sólo le gana al equipo mexicano, gracias al excelente picheo de Daisuke Matsuzaka. Esto anunciaba un fracaso, pero gracias a que el equipo mexicano vence a los Estados Unidos, Japón pasa.

En las semifinales, vuelve a encontrarse con Corea e Ichiro Suzuki, principal estrella japonesa, comenta que Japón no puede perder de nuevo frente a un equipo como el coreano. Esta insinuación nacionalista y totalmente despectiva, provocó un ambiente tenso. Finalmente, Japón triunfa y posteriormente se corona campeón. Por cierto, en este torneo, Matsuzaka es nombrado como el Jugador más valioso y esto fue un elemento a su favor para que este año, las Medias Rojas de Boston le ofrecieran un contrato de 52 millones de dólares durante 6 años (cifra record para un jugador japonés).

Seguir recapitulando sería imposible. A guisa de conclusión quisiera decir que el 2006 significó, sin duda, una redefinición de los elementos más importantes de Japón como son la política y el béisbol, pero hubo más tristezas que proezas para un país que mantiene una deuda interna inmensa y un deterioro real de la distribución del ingreso, además de que está indefenso frente a las travesuras nucleares de Kim Jong Il. Esperemos que el 2007, el año del jabalí, le depare un mejor escenario a este país.

12/20/2006

Iojima: la batalla de dos mundos

(texto publicaso en diario monitor el 19 de diciembre de 2006)

El pasado 9 de diciembre se estrenó, Letters from Iwojima (2006), cinta dirigida por Clint Eastwood y producida por Steven Spielberg. Esta película retrata la “visión japonesa” de la Batalla de Iojima (Iwojima en inglés), en donde pierden desastrosamente los japoneses. Asimismo, es el alter ego de The Flag of Our Fathers (2006), cinta producida por la misma mancuerna, que pone la “visión estadounidense” de la misma batalla.

La película llamó la atención de muchos. Primero, su calidad ha convencido a los críticos de que se llevará los principales premios de la academia el próximo año. De igual manera, acaparó el interés del publico de Japón, ya que está totalmente hablada en japonés. Esto es algo inusual en Hollywood e hizo que la gente se estremeciera con mayor fuerza frente al drama que tiene que vivir el teniente general Tadamichi Kuribayashi (Ken Watanabe). Especialmente, la visión humana que muestra Kuribayashi (algo poco común en la mayoría de los militares que se han retratado en el cine) le dio un sabor distinto a la película.

Finalmente, el tema que trata, la humillante derrota, trajo una nueva reflexión sobre la guerra, así como del nuevo nacionalismo. Es interesante, pero Eastwood ha conseguido golpear uno de los flancos más vulnerables del primer ministro Abe quien ha buscado “resucitar” un nacionalismo, recurriendo a una “amnesia” de los errores del pasado, entre ellos negar la legitimidad de los juicios de Tokio.

Para no contar más sobre esta cinta, considero que Letters from Iwojima supera por mucho a su contraparte estadounidense. El elenco es de lo mejor que ahí en Japón y logra retratar claramente que el enemigo que estaban enfrentado los japoneses no era seres cobardes como los caricaturizaron los mandos “fascistas” de Tokio. Empero, pese a este logro, hay varios puntos que quedan sueltos que hay que resaltar.

Desde un punto de vista histórico, la película no muestra la importancia de Batalla de Iojima. El combate terrestre que se da en la pequeña isla ubicada a 1200 km del sur de Tokio, es una de las primeras (y en estricto sentido de las pocas) incursiones de los marines a territorio japonés. A diferencia de la Alemania Nazi, que sufre la invasión de los aliados hasta ser totalmente sometida. Japón logra salvarse de una dura batalla terrestre. De hecho, sólo tuvo la invasión en Okinawa y en las Kuriles (por tropas soviéticas). Y de acuerdo a la visión convencional, no se dan más combates debido al lanzamiento de las bombas atómicas. En este sentido, el drama humano que se muestra en la cinta de Eastwood olvida el simbolismo de Iojima. No explica que es la primera invasión de un enemigo extranjero a territorio japonés de manera exitosa.

Ahora bien, esto no implica que la película obvie la historia. Retrata de manera clara que la batalla no fue fácil. Los estadounidense calculaban que la isla caería en 5 días, ya que sólo había 22 mil hombres ahí . Y esa cantidad no sería suficiente para superar a los 110 mil marines que atacarían la isla. Pero la batalla se prolonga 35 días, gracias a la estrategia que emprende Kuribayashi. Finalmente, mueren 21 mil japoneses y 6 mil estadounidense. Posteriormente, después de 1945, Washington coloca una base ahí, y luego plataformas nucleares. Y es hasta 1968, cuando Iojima regresa a soberanía japonesa.

Otro punto que también falta y es más importante, es que si bien la película está basada en las cartas de Kuribayashi y demás oficiales que se encontraron en la isla. El guión no fue escrito por los japoneses. Esto le resta credibilidad al slogan de que es la visión japonesa. De hecho, hasta la fecha no ha sido retratada esta batalla por los japoneses y en general existe una reticencia a retratar sucesos humillantes o embarazosos como el papel que tuvo el Emperador Showa en la guerra. Por ejemplo, sólo los extranjeros como el director ruso Aleksandr Sokurov, quien produjo en 2005, El Sol (cinta que narra la vida de Hirohito días antes y después de la rendición), han podido retomar estos temas

A lo mejor aún es muy difcíl que los japoneses puedan retratar una “verdadera” vision sobre la guerra. De hecho, los alemanas lo intentaron en 2005 con la película La caída, en donde se personifica a Hitler. Parece que los alemanes siempre les llevan la ventaja. Como comentario final, pese a todos los descuidos, considero que Letters from Iwojima es una excelente cinta. Y como lo mencionó Ken Watanabe: “debemos entender que dentro de nuestros ancenstros hubo personas como Kuribayashi y su vision humana debe ser la principal lección de Iojima.”

12/12/2006

Japón y las bases estadounidenses

(Texto publicado en Diario Monitor, 12 de diciembre de 2006)

Hace unas semanas compré una cámara llamada Holga. Es de fabricación china, sumamente rudimentaria y va en contra de la digitalización que ha invadido el mercado japonés. Así, decidí probarla, tomando fotos de algunos sitios interesantes donde vivo: Fuchu. Este lugar tiene una larga historia, pero como ciudad tiene poco tiempo (en 1954 logra este estatus). Está ubicada en el oeste de Tokio y tiene una población de 240 mil habitantes. En su interior alberga las fábricas de la NEC, la Toshiba y la Cervecería Suntory, así como un hipódromo, una penitenciaría y centros de enseñanza superior.

Por tanto, encontrar un lugar interesante para fotografiar es difícil. Empero, descubrí que cerca de mi casa está ubicada un lugar curioso: las ruinas de una base del ejército estadounidense (1945-1973). Esta información me sorprendió mucho. No porque hayan existido unas bases en esta zona. De hecho, actualmente, están las de las fuerzas de autodefensa aéreas. Lo que me desconcertó es que los estadounidenses estuvieran estacionados hasta 1973. En lo personal, siempre pensé que ese tipo de problemas estaban asociados a Okinawa, Sasebo y Yokosuka, donde se encuentran la mayor parte de las fuerzas extranjeras.

Ahora bien, antes de explicar lo que pasó, es pertinente esbozar algunos datos. Después de que el Emperador Showa (Hirohito) declara la rendición incondicional, el 15 de agosto de 1945, el archipiélago es ocupado por las fuerzas inglesas, australianas y estadounidenses, siendo las últimas las que quedarían estacionadas por tiempo indefinido. En los primero meses, los estadounidenses reparten vivieres a los civiles, mientras desmantelan al ejército imperial. Según los testimonios de el época, no recibieron el repudio de la población civil como ocurrió en Irak.

Sin embargo, la presencia de los estadounidense se prolonga y después de que Japón firma los Tratados de San Francisco en 1951; Tokio y Washington suscriben un acuerdo de alianza en donde Estados Unidos se compromete a proteger la soberanía de Japón, ya que este país por cuestiones constitucionales no tiene el derecho a la beligerancia. El número de militares no ha disminuido y se calcula que actualmente hay 36 mil efectivos. Esta cifra representa el 7.6% de las fuerzas estadounidense que están en el exterior, aunque sigue siendo un número menor a la que hay en Irak (31.3%) y Alemania (14.2%)

Una vez hecha esta aclaración pasemos al caso de Fuchu. La historia de la base comienza en 1939, cuando el ejército Imperial crea un centro para abastecer de combustible a su tropas. Posteriormente, los estadounidenses deciden colocar una base en el mismo lugar, la cual compartiría con las fuerzas aéreas japonesas. Empero, en 1964, justo cuando se decide utilizar las viviendas de los militares estadounidenses de Yoyogi para hacer la Villa Olímpica, una parte que vivían ahí son trasladados a Fuchu. Esto trae el repudio de los ciudadanos, ya que aumenta la circulación de las tropas y el sonido de los helicópteros se vuelve insoportable. Finalmente, en 1973 Estados Unidos devuelven las instalaciones y el gobierno japonés las abandona por completo, aunque las antenas parabólicas que fueron instaladas ahí quedaron intactas.

Existe el rumor de que aún siguen funcionando. Independientemente de esto, no cabe duda de que es un lugar interesante para fotografiar, pero uno no puede olivar que su interior resguarda un pasado tétrico y el abuso. ¿Por qué? No sabemos qué tipo de cosas hacían ahí los militares. Probablemente, como en los lugares donde aún hay bases, muchas personas fueron molestadas por los marines. De hecho, en las zonas donde aún hay bases, el sonido de los aviones es insoportable y las jóvenes son susceptible a violaciones (cuando hacen un crimen los militares no son susceptibles a las leyes japonesas). A esto hay que añadir la inevitable dependencia económica. En este sentido, Fuchu se salvó.

Para muchos en Asia, los japoneses se merecen esas arbitrariedades, pero no creo que el asunto vaya por ahí. Entonces qué solución existe. La derecha argumenta que si se quita la cláusula pacifista se irán las bases de Japón. Por otro lado, la izquierda dice que si se elimina el Tratado de Alianza con Estados Unidos y se apega a la constitución pacifista, el problemas de las bases se elimina. Las dos opciones se ven lejanas y parece que no hay puntos intermedios. Por tanto, a los japoneses no les quedará de otra que aguantar las arbitrariedades de Washington, dando anualmente cantidades excesivas de dinero para mantener las bases y lo peor: dejar a la población civil a merced de un ejército abusivo.

12/05/2006

Shnizo Abe: a cambiar la historia

(Texto publicado en Diario Monitor, 5 de diciembre de 2006)

Una extraña “maldición” ha perseguido a los mandatarios de la posguerra. Los gobernantes que suceden a largas administraciones, no aguantan mucho tiempo en el poder. Por ejemplo, Ichiro Hatoyama (1954-1957), quien reemplaza a Shigeru Yoshida (1948-1954), tiene una estadía corta en el gobierno. De igual manera, Kakuei Tanaka (1972-1974), quien sucede a Eisaku Sato (1964-1972), se mantiene sólo 2 años en el poder. Finalmente, Noboru Takeshita (1987-1989), sucesor de Yasuhiro Nakasone (1982-1987) no logra trascender.

  Para los que estamos acostumbrados a que los gobiernos duren 6 años, esta situación resulta “exótico”. De hecho, han habido gobiernos que han durado menos, como el de Tsutomu Hata (64 días) o el de Sosuke Uno (69 días). No es una situación para alarmarse. Es una característica común de los parlamentarismos. Empero, el caso japonés es “diferente, ya que una misma organización ha gobernado siempre.

Ahora bien, las causas de esta “maldición” no han sido analizados de manera sistemática. Finalmente, para muchos no importa quién gobierne, ya que el PLD siempre está en el poder. Esta situación es lo mismo que aconteció en México durante la hegemonía del PRI (y quién sabe a lo mejor se dé ahora una del PAN). Pero regresando el argumento al caso de Japón, hay algunas elementos comunes.

En primer lugar, los gobernantes que suceden a los largos gobiernos, tienden a enfrentar la sobra de su antecesor, especialmente su legado. De hecho, Yoshida, Sato y Nakasone fueron líderes carismáticos que entregaron resultados importantes (el Tratado de Paz de San Francisco, el principio antinuclear y la reforma neoliberal). Así, los nuevos mandatarios suelen enfrentar un legado insuperable y tienden a fracasar al tratar de superarlo. Hatoyama, por ejemplo, no logra cambiar la Constitución pacifista que impulsa Yoshida. De igual manera, Tanaka no puede crear un esquema alternativo de crecimiento. Asimismo, la reforma neoliberal de Takeshita, especialmente la impositiva, resulta un fiasco.

Otro punto que comparten los nuevos mandatarios es, que los gobiernos de larga duración que los anteceden, tienden a aprisionar a muchos intereses y cuando ocurre la sucesión, la “Caja de Pandora” se abre sacando a los “demonios”, siendo la corrupción el más importante. Esto se puede observar claramente en los gobiernos de Tanaka y Takeshita, probablemente los gobernantes más corruptos que ha tenido Japón.

Un último punto es que los nuevos mandatarios suelen enfrentar cambios importantes dentro del sistema internacional que los obliga a replantear la política exterior y por tanto, no pueden implementar las políticas que desean. Por ejemplo, Tanaka enfrenta el regreso de China al sistema internacional y la Crisis del Petróleo, así como el “declive” de la hegemonía de Estados Unidos en el Asia-Pacífico. Por su parte, Takeshita tiene que lidiar con el fin de la Guerra fría y el reordenamiento económico que trajo el desarrollo acelerado de sus vecinos.

En suma, los nuevos mandatarios que suceden a largos gobiernos están expuesto a demasiados retos, lo cual aumenta la probabilidad de que sus gobiernos sean cortos. Ahora bien, por qué menciono esto. La situación que vive el actual primer ministro Abe, aunque con sus diferencias, tiene muchas similitudes con los gobiernos de Hatoyama, Tanaka y Takeshita.

Hay que recordar que su antecesor, Jun’ichiro Koizumi (2001-2006) logró mantener un gobierno de 5 años, bajo un lema reformador y un fuerte carisma, aunque con entreguismo hacia Estados Unidos y un nacionalismo irresponsable. Ante esto, Abe ha planteado un proyecto distinto, pero difícil de aplicar en la realidad. Dicho de otra manera, enfrenta de nuevo a la “maldición”. Tiene que derrotar al fantasma de un gobierno que hizo recuperar la economía, pero con un alto costo social: la desigualdad. Tiene un enemigo extraño que es Norcorea, una China que ahora es el primer socio comercial de Japón y un gobierno republicano en Washington sumergido en una crisis.

Es demasiado precipitado decir qué le esperará a Abe, mucho menos predecir su salida, pero parece que como el gris Calderón, el legado de su antecesor es tan grande que no se ve por dónde pueda salir de esta situación. Por ahora, los índices de apoyo siguen estando en 50, pero son menores que en octubre, cuando eran de casi 70. Y si no hay medidas que mejoren la política social, no se ve un buen futuro para Abe, Los japoneses quieren la garantía de que tendrán una situación más equitativa en su vida futura. Una aspiración, por cierto, que comparten millones de mexicanos y que esperan que Calderón no les falle como la “burla” que fue Fox.