11/29/2006

Si yo fuera primer ministro

(Texto publicado en Diario Monitor, 28 de noviembre de 2006)

Uno de los comentarios que más abunda dentro mi círculo de amistades (la gran mayoría extranjeros) es la mala calidad que ostenta la televisión japonesa. Estoy de acuerdo, pero me intriga que sean los que dominan menos el japonés los que digan esto. Esto responde, claramente, a las imágenes cotidianas que proyecta la televisión. Probablemente, para los que nada más les gusta el fútbol; el golf o el béisbol les resulten aburridos. De igual manera, las caricaturas que se proyectan escenifiquen sólo un mundo infantil. Asimismo, es claro que el humor japonés es bastante sui generis. Castigos corporales y poca contenido en el discurso cómico; no permiten aseverar que la televisión sea de calidad.

Lo anterior no es una situación exclusiva de Japón. En general, la televisión a nivel mundial no es de buena calidad. Sin embargo, viniendo de un país en donde dos empresas controlan todo y existe demasiada autocensura; la televisión japonesa resulta interesante. Hay programas culturales que no son malos. Además, cada una de las cadenas tiene una clara línea política, lo cual permite una mejor oportunidad para informarse.

Ahora bien, dentro de este universo, un programa ha llamado mi atención: si yo, Hikari Ota fuera Primer Ministro… y su secretario Tanaka. Éste es un talk show que trasmite semanalmente la Nippon TV. Y básicamente, es un juego de roles en donde la dupla cómica Bakusho Mondai (Hikari Ota y Yuji Tanaka) actúan como los líderes de un país ficticio llamado “Japón”. Antes de abundar más sobre el programa, permítanme hablar sobre la dupla.

Bakusho Mondai se conforma en 1988 y ha concentrado sus actividades en el género cómico llamado manzai. Esta expresión cómica data desde la época Heian (794-1185) y consta de un diálogo de cuestiones cotidianas en donde cada uno tienen un papel determinado. El boke es el encargado de decir las partes más chistosas del diálogo, ya sea por medio de juegos de palabras o bien fingiendo ignorancia hacia un suceso. Por su parte, el tsukkomi es el que mantiene el diálogo en el mundo real y señala los errores al boke. Para hacerlo, utiliza el regaño verbal o bien golpes a la cabeza.

Este género ha sido desarrollado en Osaka, en donde se concentran los mejores teatros para ver manzai. Sin embargo, en el caso de Bakusho Mondai, Ota y Tanaka comienzan su carrera en Tokio. Y, a diferencia de los temas que suelen tratar su contrapartes en Osaka, decidieron abordar la política. Sus chistes se han editado en varios libros y se burlan de los personajes históricos, las guerras, los políticos y los crímenes. Esto les trajo problemas, ya que no acaparaban la atención de las masas. Empero, conforme se fue deteriorando la economía japonesa en los años 90 y comenzaron a trasmitirse programas de media noche con mayor grado de libertad, Bakusho Mondai logró un inusual éxito.

De hecho, Ota se ha convertido en uno de los líderes de opinión más importantes. Él ha mostrado una fuerte crítica hacia los conservadores por su entreguismo hacia Estados Unidos. De igual manera ha criticado los intentos de reformar la constitución. Esta postura ha hecho pensar que Ota se postulará en las siguientes elecciones, pero él ha negado esto. Sin embargo, no ha escondido que tiene un interés por la política y esto lo llevó finalmente ha emprender la realización del programa Si yo, Hikari Ota fuera Primer Ministro.

En éste se ha montado un Parlamento ficticio en donde el “Primer Ministro Ota” discute con profesores de primaria, cómicos, modelos, actores, periodistas, extranjeros, abogados y diputados reales diversos temas. En cada emisión, se propone una ley y se debate su aplicabilidad. Las propuestas suelen ser muy radicales, que van desde la eliminación de la educación obligatoria hasta la privatización del gobierno. Y en caso de lograr la aprobación del pleno, los diputados que participan ahí se han comprometido a llevar la propuesta a la Dieta para su discusión.

Desgraciadamente, el programa cae en muchas ocasiones en discusiones absurdas, ya que el nivel educativo y de información de los presentes es abismal, pero es interesante ver cómo la “ciudadanía” común regaña a los políticos a nivel nacional por sus imprudencias. Es un ejercicio necesario en un país caracterizado por la falta de debate y de una interacción entre las cúpulas del poder y los electores. Ahora bien, se podría hacer esto en México. Temo que no. La política es exclusiva de los especialistas y los líderes de opinión. Además, es difícil pensar que un contexto de mucha polarización, la televisión mexicana se preste a la apertura. Pero la última palabra la tendrá Televisa.

11/21/2006

El suicidio en Japón: la gran anomia social

(Texto publicado en Diario Monitor, 21 de noviembre de 2006)

Hace unas semanas, una lectora me preguntó por qué en Japón existe una mayor tendencia hacia el suicidio, especialmente de los jóvenes. Trataré de contestar, pero advierto que no soy experto en esta materia. Mi respuesta que estará basada en la lectura de algunos datos estadísticos, así como un delineamiento del los patrones de conducta de los japoneses. Comencemos.

Antes que todo, Japón no tiene el mayor índice de suicidios en el mundo. Según la OMS, Lituania ostenta el primer lugar, seguida por Rusia y otras repúblicas ex soviéticas. Esto ha hecho que un amplio número de “expertos” adjudiquen el factor climático, especialmente a las bajas temperaturas, como causa principal del suicidio. Sin embargo, esto no se cumple siempre. Cuba, un país tropical, tiene el lugar 18, superando a Canadá (40) e Islandia (43).

Regresando el argumento a Japón, este país asiático ocupa el lugar 10 y en términos de suicidios juveniles, es superado por Gran Bretaña y Australia. Esto no implica que esté totalmente alejado del fenómeno del suicidio. Todo lo contrario. Es el país “desarrollado” en donde las personas se quitan más su vida y es el tercer lugar mundial en suicidios femeninos. Son estos datos los que han llamado la atención y ponen en duda los éxitos sociales de la segunda economía mundial, así como del país con los índices de mayor longevidad.

De hecho esta preocupación fue señalada ya en los años 80 por los “expertos” estadounidenses, quienes buscaban criticar el crecimiento económico japonés. Ahora bien, lo que olvidan ellos es que, pese a que su país ocupa el lugar 46, otros países, como los latinoamericanos, ostentan mejores números: Argentina (62), Chile (65), México (77) y Honduras (95). Justamente, esta tendencia ha llevado al planteamiento de una hipótesis culturalista, que considera al catolicismo como un elemento inhibidor de los suicidios.

De nuevo, son conjeturas simplistas. Según, el estudio de la OMS, los países con menor índice de suicidio son Egipto y Jordania, naciones claramente musulmanes. Ahora bien, dentro este universo de simplificaciones, parece que una “regla” se cumple: entre mayor desigualdad económica, la propensión al suicidio tiende a disminuir. Pero dejemos un momento las estadísticas y concentremos nuestra atención ahora en Japón.

En el caso de este país existen varias explicaciones de las razones del suicidio. Algunos incautos le atribuyen elementos estéticos y de honor. Esto se debe al estereotipo que se le ha adjudicado a los japoneses por el Harakiri o bien los aviones suicidas (los Kamikazes). Sin embargo, analizando las razones que han llevado a muchas personas a suicidarse en nuestros días, (acumulación de deudas, hostigamiento escolar y casos de corrupción); el honor es lo de menos.

Otra explicación de los suicidios ha sido por medio de particularismo culturales. Este tipo de interpretaciones han estado basadas en el Japonismo (Nihonjin-ron) que considera, que en Japón no existe el concepto de “pecado”, por lo que no hay un impedimento moral que evite el suicidio De hecho, esta caricaturizada ha hecho ver que el concepto de “vergüenza” es mayor, haciendo que cualquier error social lleve hacia el suicidio. Empero, es imposible comprobar esto. Finalmente, el Nihonjin-ron ha creado una imagen estereotipada, llevando hacia un “orientalismo” vulgar.

Finalmente, una de las explicaciones más claras de las causas del suicidio son los factores económicos. Japón logró aumentar exponencialmente su clase media, llevando hacia el aumento de valores postmateriales. Esta existencia de nuevos valores trajo diferentes motivaciones de suicidio. Sin embargo, éstos no ocurren siempre por la opulencia, sino por los efectos nefastos que tiene la economía de mercado: las recesiones. La crisis económica de los años 90 trajo un duro golpe dentro de las clases medias, lo cual aumentó los suicidios, volviéndose en la tercera razón de muerte en Japón. Probablemente, sea descabellado lo que diré, pero parece que las crisis en países ricos lleva a suicidios, pero en países pobres no. Ahí, la gente está más preocupada por sobrevivir que quitarse la vida.

A guisa de conclusión, es claro que el suicidio es una anomia que necesita solucionarse. Empero, lo que nos debe preocupar no es por qué en los países desarrollados se suicidan mucho, sino por qué en Latinoamérica, pese a las desigualdades e injusticias, la gente no se quite tanto la vida. Probablemente, una pregunta más difícil de contestar y con mayor sentido.

11/14/2006

El Partido Comunista Japonés: un fósil viviente

(texto publicado en Diario Monitor, 14 de noviembre de 2006)

Hace un par de años tuve la oportunidad de comer con Ugo Pipitone, catedrático del CIDE. Para aquellos que no sepan quién es, él se especializa en la historia del desarrollo económico y también ha concentrado una importante parte de sus textos a criticar el abismo que vive actualmente la izquierda (mexicana). Ahora bien, de los temas que tratamos ese día, uno me llamó la atención: el debacle del Partido Comunista Italiano.

Ugo Pipitone me explicó las razones de la caída de la principal fuerza comunista del mundo desarrollado y los efectos que trajo esto sobre Italia, especialmente el acenso de Berlusconi. Ante esta situación, me preguntó si había pasado algo similar en Japón después de la Caída del Muro de Berlín. Le respondí que el Partido Socialista Japonés se había debilitado hasta fragmentarse en dos bandos. El primer grupo se fusionó con miembros conservadores escindidos del PLD para formar el Partido Demócrata Japonés (organización de “centro”), mientras que el segundo edificaron el Partido Social Demócrata Japonés. Esta fragmentación trajo, finalmente, un debilitamiento del movimiento socialista y de su principal bandera política: la defensa de la constitución pacifista.

Al comentarle esto, reflexionó y me dijo: “finalmente esto es un fenómeno mundial”. La respondí que sí, pero que la historia no terminaba ahí. La otra fuerza de izquierda, el Partido Comunista Japonés (PCJ), seguía en pie. Incluso me aventuré a decirle que es el único partido comunista del “Primer Mundo” que ha sobrevivido la caída de la URSS.

Ahora bien, esto no implica que su presencia numérica sea importante. En promedio el partido no supera el 5% de los votos en cada elección. Empero, el PCJ no ha tenido un descenso tan dramático como los socialistas. Y lo más peculiar es que, salvo el movimiento eurocomunista que hubo en su interior en los años 70 (el reconocimiento de la democracia parlamentario como instrumento de lucha y la preocupación por el Estado de bienestar), ha logrado mantenerse sin reformas internas.

Obviamente, esto le llamó la atención. Y me pidió que le explicara las razones. En ese momento, le contesté alguna de mis hipótesis, pero fueron muy difusas. La razón es que hasta la fecha no ha habido estudios serios sobre el PCJ. Independientemente de esto, creo que hay tres factores que pueden explicar su supervivencia. Antes de exponerlas. Permítanme un poco de historia.

El PCJ se funda en 1922. Y de los actuales partidos es el más viejo. De ideología marxista y anticapitalista, fue una de las principales víctimas de la represión del “fascismo japonés”. Al culminar la guerra y bajo ocupación estadounidense, obtiene su registro legal, convirtiéndose en uno de los defensores de la constitución pacifista “impuesta” por Washington. Sin embargo, debido a su afinidad ideológica con Moscú, los comunistas comenzaron a perder fuerza, quedando relegados como una organización “radical” minoritaria. Pese a esto, durante del decenio de los 60, el PCJ consolida una alianza con los movimientos estudiantiles, volviéndose en una de los portavoces anticonservadores más importantes en las universidades públicas, principalmente en la de Tokio. Esta presencia le permitió ganar algunas elecciones locales, incluyendo algunas gubernaturas. Una vez resumida la historia, pasemos pues a explicar por qué no ha desparecido de la arena política.

La primera es que, pese a su radicalismo ideológico, el PCJ apoya una causa con muchas simpatías entre muchos ciudadanos: el “pacifismo japonés”. Así, mientras la constitución no se modifique, los comunistas tendrán una razón para existir. La segunda razón es su estructura organizativa. Es la única oposición con presencia nacional. Asimismo,, tiene un periódico propio (Akahata) y una red de miembros que logran recaudar dinero y movilizar a simpatizantes. De hecho, éstos son la clientela electoral cautiva que permite su supervivencia. Finalmente, el PCJ es la única fuerza anticonservadora “real” y por eso suelen recibir una parte de los votos de protesta. Así, su presencia tiende a aumentar cuando el gobierno conservador es incompetente, como lo fueron las elecciones de la Cámara Alta de 1998.

En suma, es un partido sui generis. Y, sin duda, ha reforzado la democracia de la posguerra. Empero, un partido que no puede reformarse y no logra hilar alianzas con las otras fuerzas, está condenado a desaparecer. Pero es demasiado temprano para hacer una predicción. Veamos qué pasa con el último partido comunista del Club de los Ricos.

11/07/2006

Shinzo Abe vs. Kim Jong Il: primer round

(Texto publicado en Diario Monitor, 7 de noviembre de 2006)

A finales de septiembre, el primer ministro Abe se reúne con los miembros de su gabinete para planear la agenda internacional que seguirá su gobierno en los próximos meses. Después de analizar los puntos principales de la agenda, un tema acapara inevitablemente la atención de los presentes: la reunión de la APEC que se realizará en Vietnam durante noviembre. Esta junta representaba el debut internacional de Abe y su primer encuentro con Bush. Así, todo indicaba que no habría ninguna salida. Empero, en esos mismos días, el primer ministro anuncia que habrá una gira antes de Hanoi.

Todos consideraron, entonces, que viajaría a Washington para obtener la “bendición” de la Casa Blanca, como lo han hecho todos los mandatarios de la posguerra. Empero, no fue así. Para lograr los objetivos trazados en su ideario político (obtener un asiento permanente en el Consejo de Seguridad; castigar a Corea del Norte; y solucionar definitivamente los raptos de ciudadanos japoneses, perpetuados por espías norcoreanos), Abe decide que lo más prudente es buscar un acercamiento con China y la República de Corea.

De este modo, anuncia que emprenderá una gira por Pekín (8 de octubre) y Seúl (9 de octubre) para externarles a los presidentes Hu Jintao y Roh Moo-Hyun que Japón no quiere un enfrentamiento, sino que busca establecer lazos de mayor cooperación que coadyuven a la solución de problemas comunes, especialmente el desarme de Corea del Norte. Este anuncio sorprendió a la prensa japonesa, ya que Abe había mostrado una postura nacionalista sumamente anacrónica hacia el Asia-Pacífico.

¿Por qué hizo esto? No hay mucho misterio. Abe tenía que corregir la imprudente política que emprendió su antecesor, Jun’ichiro Koizumi (2001-2006). Hay que recordar que en esos 5 años, Japón tuvo un acercamiento exacerbado con Washington que culminó en el despacho de militares hacia Irak y descuidó totalmente las relaciones con la región del este de Asia. Esta situación llevó finalmente hacia un enfrentamiento con sus vecinos. Abe comprendió, entonces, que esta situación no lleva a nada y que era mejor apostarle al pragmatismo. Para su fortuna, Pekín y Seúl entendieron lo que buscaba y aceptaron el desafío.

Así, con la “bendición” de todos los actores, comienza el show de Abe. Empero, cuando visita Corea del Sur, una noticia desconcertante empieza a circular en las calles de Seúl: Pyongyang había emprendido una prueba nuclear subterránea. Este suceso, eliminó por completo la importancia de la histórica visita. De hecho, el disparate del generalísimo Kim Jong Il debilitó la postura pragmática del primer ministro y resucitó la parte más dura de su nacionalismo. Es decir, detonó la faceta más anacrónica de la presente administración.

De este modo, en el terreno diplomático, Tokio comienza a utilizar todos sus recursos disponibles para castigar a Corea del Norte, implementado sanciones económicas. De igual manera, empieza a sortear una cooperación con Seúl, Pekín y Washington. Sin embargo, pese a estos esfuerzos, la comunidad internacional no le respondió. China y Corea del Sur decidieron no seguirle todo el cuento a Japón. Asimismo, Estados Unidos, el aliado militar, evitó coordinarse con Abe y emprendió un acercamiento con Pekín. Finalmente, este esfuerzo chino-estadounidense logró sus primeros frutos y Corea del Norte ha anunciado que está dispuesto a regresar al mecanismo de negociación hexagonal. Sin embargo, esto es sólo el comienzo. Aún no hay mucha certeza de qué pasará.

Esta situación ha irritado, sin duda, a muchos miembros importantes del gobernante PLD, especialmente a los grupos de derecha con los que Abe comparte muchos puntos. De hecho, la crisis en la península coreana ha hecho que el Secretario de Asuntos Políticos del partido Shoichi Nakagawa y el ministro de relaciones exteriores Taro Aso externen la posibilidad de que Japón tenga armas nucleares. Obviamente, son declaraciones delicadas para un país que proscribe el derecho de beligerancia y tiene el trauma de las bombas atómicas.

A guisa de conclusión, la estrategia pragmática que buscó Abe en sus visitas a China y Corea del Sur era buena, pero quedó sepultada por las pruebas nucleares de Pyongyang. Así, la inminente batalla entre Kim Jong Il y el primer ministro ha comenzado. Por ahora, es difícil predecir qué futuro le depara a la región, pero es claro que la mayor responsabilidad de lo que pase la tendrá el rechoncho generalísimo. Empero, también será necesario el compromiso explícito de Abe de que no cometerá una imprudencia y contendrá a los grupos de derecha.