5/21/2008

Hacia una nueva relación

(Artículo publicado en Diario Monitor el 20 de mayo de 2008)

Muchos periodistas en México han catalogado a las relaciones bilaterales Chino-Japonesas como un vínculo lleno de conflictos, resaltando la existencia de una “centenaria rivalidad” que evita en el entendimiento entre ambos. No es mi intención rebatir por completo estas percepciones. Es una realidad que Japón y China no han podido construir una verdadera cohabitación pacífica como lo han logrado Francia y Alemania, pero es una exageración decir que este conflicto sea centenario.

Ahora bien, por qué no se han logrado una cohabitación de largo plazo. Existen diversas razones que explican esta situación: 1) los factores históricos (guerras, rupturas de las relaciones diplomáticas); 2) la intromisión de agentes externos (Estados Unidos y la URSS); y 3) la incompatibilidad de intereses económicos y políticos. Sin embargo, un factor determinante han sido las percepciones que tienen las autoridades de ambos países y el uso mañoso que han hecho algunos de ellos de la “memoria histórica”.

Por un lado, las autoridades de Pekín no ha perdonado las atrocidades, cometidas por los militares japoneses en la primera mitad del siglo XX y han utilizado este innegable hecho para presionar a Japón. Por otro lado, las autoridades de Tokio siguen manteniendo una clara desconfianza hacia China y han buscado suavizar la creciente hegemonía china, resaltado en muchas ocasiones, un nacionalismo innecesario y una “amnesia” de los crímenes del pasado.

Como se observa, existen muchos elementos que han complicado una sana relación, pero es un error decir que esta situación ha prevalecido siempre. La historia ha mostrado también que ambos países han podido establecer un cierto entendimiento en el corto plazo. Y la causa principal de esto ha sido la coincidencia de las necesidades de los líderes de ambos países.

Por ejemplo, en la primera mitad de los años 70, las necesidades personales del entonces primer ministro Kakuei Tanaka (1972-1974) y la falta de recursos económicos del gobierno chino coincidieron para que se establezca un acercamiento entre ambos, redituando finalmente, en la normalización de las relaciones diplomáticas, que se habían truncando desde 1945. De esta manera, ambos países obtienen nuevas fuentes económicas, estableciéndose una nueva estructura de poder en el Asia Pacífico.

Otro ejemplo de estas coincidencias de necesidades se da en 1990. En ese año, Japón decide cancelar el boicot económico que le había impuesto a China (es el primero en hacerlo del bloque de los “países libres”) por la Matanza de la Plaza de Tiananmen. Esta decisión estaría supeditada a las necesidades económicas de las empresas japoneses que requerían del mercado chino para su expansión, pero también se lograría por la postura pro japonesa que había mostrado Pekín en esos años.

Un último caso de este tipo de coincidencias se dió en semanas recientes, cuando el presidente Hu Jintao visita Japón. En su estadía por Tokio, el mandatario chino sería recibido cordialmente por el primer ministro Yasuo Fukuda y en un comunicado conjunto ambos establecen el fortalecimiento de los lazos de cooperación y evitar considerarse mutuamente como un peligro. Además, establecen una estrecha cooperación para contrarrestar el problema del calentamiento global.

Sin duda, esto es un gran avance y esto se lograría gracias a la coincidencia de las necesidades de ambos mandatarios. Por un lado, el presidente Hu enfrentaba la fuerte crítica internacional por las matanzas acontecidas en el Tíbet y necesitaba de una mano amiga que fortaleciera su imagen internacional y la encontró en Japón. Por su parte, el primer ministro Fukuda enfrentaba un declive dramático del índice de apoyo ciudadano y su gobierno estaba apunto de tambalearse. Por tanto, necesitaba de una hazaña internacional que permita contrarrestar esta situación. De esta manera, esta coincidencia de necesidades reditúa en un mejoramiento notorio de las relaciones entre ambos países.

El espacio se me acaba y como palabras finales quisiera decir lo siguiente. En los siguientes años Japón y China enfrentan un gran reto: eliminar las fuentes de conflicto y lograr la cohabitación pacífica que permita la cooperación en el Asia-Pacífico. Esta tarea no se ve nada fácil, pero creo que hay elementos que pueden permitir un mutuo entendimiento. El punto nodal es que las autoridades de ambos países logren una lectura prudente de los acontecimientos internacionales y logren ver más allá de sus necesidades políticas para dar así el salto definitivo para una relación madura.

5/14/2008

Una taza de té

(Artículo publicado en Diario Monitor el 13 de mayo de 2008)

La Asociación de Manufacturera de Máquinas Expendedoras de Japón (por sus siglas en inglés JVMA) ha estimado que existen actualmente en Japón 2.6 millones de máquinas expendedoras de bebidas refrescantes. Es decir, en este país hay por lo menos una máquina de refrescos por cada 50 personas. Y para constatarlo basta con mirar simplemente las diversas calles de Tokio que están repletas de estas máquinas, algo que contrasta notoriamente con México.

La pregunta obligada, entonces, es por qué existe este amplio número de máquinas. Una primera razón es la existencia de una tecnología suficiente para poder desarrollar máquinas eficaces que garanticen un despacho efectivo. Otra razón es la falta de espacio. En este diminuto país es imposible establecer una “tiendita” en cualquier lugar y no hay otro camino que a colocar las máquinas. Además, no se pueden olvidar los altos salarios que tienen que pagar los empresarios a los vendedores de refrescos. Así, es mejor invertir en la automatización. Finalmente, las buenas condiciones de seguridad permiten que se puedan colocar las máquinas en cualquier lugar.

Empero, existe también una razón que hay que tomar en cuenta: el alto volumen de consumo de bebidas refrescantes. Según la Asociación Japonesa de Bebidas Refrescantes, en el año 2006 se consumieron en Japón 18 millones kilolitros de bebidas refrescantes. Pero qué es lo que toman tanto los japoneses.

A diferencia de México, la variedad de bebidas refrescante es muy amplia y no todo se concentra en los refrescos. En orden descendiente, las principales bebidas que consumen los japoneses son el té (6 millones kl), las bebidas con gas (3 millones kl), el café (3 millones kl), los jugos de frutas (1.75 millones kl) y el agua mineral (1.8 millones kl). Este patrón de consumo, sin duda, es contrastante con el que hay en México. De hecho, es interesante ver cómo la misma Coca-Cola ha tenido que amoldarse a esta realidad y ha tenido que incursionar al mercados del té.

¿Por qué los japoneses consumen tanto té? La razón más evidente es porque es una ancestral costumbre. Se estima que los japoneses comenzaron a consumir el té verde, proveniente de China, en el año 500 DC y se ha vuelto parte vital de su cultura. Por ejemplo, existe una conexión muy cercana entre el té y la gastronomía japonesa, ya que permite contrarrestar los altos niveles de sal que suele tener la comida tradicional japonesa. Digámoslo así: los japoneses no consumen bebidas dulces cuando comen. Otro ejemplo claro de la posición de privilegio que tiene el té verde en la cultura japonesa es en la íntima conexión que existe entre el té y la repostería japonesa. Generalmente, los dulces tradicionales japoneses se acompañan con té verde y como algunos “japonófilos” lo han señalado, el sabor amargo del té verde y la sacarosa de los dulces japoneses tienen una combinación fascinante.

Sin embargo, junto a estos elementos culturales, hay otras razón que explica el notorio consumo de té. En los últimos años, los medios han emprendido una gran propaganda para fomentar el consumo del té verde, así como de otras especies de té (generalmente los de origen chino), ya que le han atribuido atributos benéficos para la salud como la disminución del colesterol.

Sin embargo, hay que advertir que no hay ninguna garantía de que estas bebidas embotelladas sean realmente tan saludables. Los altos contenidos de cafeína que están presentes en el té verde; las toxinas que contienen las latas y los botes de plástico; el uso excesivo de pesticidas en la producción de té verde; y el uso de preservantes artificiales son indicios claros de que el té verde no es como lo pintan. Es por esta razón que muchos productores han buscado fomentar la producción de té verde orgánico. Sin embargo, desgraciadamente, las reglas del mercado y la necesidad de abastecer a un consumo tan excesivo no han permitido su desarrollo.

Como palabras finales quisiera decir lo siguiente: no es mi intención decir que no se tenga que consumir más té verde. Todo lo contrario. Las propiedades que tienen éste para el cuerpo son reales, pero sí creo que es espejismo pensar que un té embotellado hecho por la Coca-Cola sea realmente bueno para el cuerpo. Es momento que los japoneses tenga más conciencia de que el té verde que consumen está lleno de pesticidas y que consideren la opción del té orgánico. Es decir, invertir un poco de su tiempo para infusionarse una taza de un té menos tóxico. A lo mejor es mucho pedir a los habitantes de un país asechado por las prisas del trabajo, quién sabe.