(Artículo publicado en Diario Monitor el 20 de mayo de 2008)
Muchos periodistas en México han catalogado a las relaciones bilaterales Chino-Japonesas como un vínculo lleno de conflictos, resaltando la existencia de una “centenaria rivalidad” que evita en el entendimiento entre ambos. No es mi intención rebatir por completo estas percepciones. Es una realidad que Japón y China no han podido construir una verdadera cohabitación pacífica como lo han logrado Francia y Alemania, pero es una exageración decir que este conflicto sea centenario.
Ahora bien, por qué no se han logrado una cohabitación de largo plazo. Existen diversas razones que explican esta situación: 1) los factores históricos (guerras, rupturas de las relaciones diplomáticas); 2) la intromisión de agentes externos (Estados Unidos y la URSS); y 3) la incompatibilidad de intereses económicos y políticos. Sin embargo, un factor determinante han sido las percepciones que tienen las autoridades de ambos países y el uso mañoso que han hecho algunos de ellos de la “memoria histórica”.
Por un lado, las autoridades de Pekín no ha perdonado las atrocidades, cometidas por los militares japoneses en la primera mitad del siglo XX y han utilizado este innegable hecho para presionar a Japón. Por otro lado, las autoridades de Tokio siguen manteniendo una clara desconfianza hacia China y han buscado suavizar la creciente hegemonía china, resaltado en muchas ocasiones, un nacionalismo innecesario y una “amnesia” de los crímenes del pasado.
Como se observa, existen muchos elementos que han complicado una sana relación, pero es un error decir que esta situación ha prevalecido siempre. La historia ha mostrado también que ambos países han podido establecer un cierto entendimiento en el corto plazo. Y la causa principal de esto ha sido la coincidencia de las necesidades de los líderes de ambos países.
Por ejemplo, en la primera mitad de los años 70, las necesidades personales del entonces primer ministro Kakuei Tanaka (1972-1974) y la falta de recursos económicos del gobierno chino coincidieron para que se establezca un acercamiento entre ambos, redituando finalmente, en la normalización de las relaciones diplomáticas, que se habían truncando desde 1945. De esta manera, ambos países obtienen nuevas fuentes económicas, estableciéndose una nueva estructura de poder en el Asia Pacífico.
Otro ejemplo de estas coincidencias de necesidades se da en 1990. En ese año, Japón decide cancelar el boicot económico que le había impuesto a China (es el primero en hacerlo del bloque de los “países libres”) por la Matanza de la Plaza de Tiananmen. Esta decisión estaría supeditada a las necesidades económicas de las empresas japoneses que requerían del mercado chino para su expansión, pero también se lograría por la postura pro japonesa que había mostrado Pekín en esos años.
Un último caso de este tipo de coincidencias se dió en semanas recientes, cuando el presidente Hu Jintao visita Japón. En su estadía por Tokio, el mandatario chino sería recibido cordialmente por el primer ministro Yasuo Fukuda y en un comunicado conjunto ambos establecen el fortalecimiento de los lazos de cooperación y evitar considerarse mutuamente como un peligro. Además, establecen una estrecha cooperación para contrarrestar el problema del calentamiento global.
Sin duda, esto es un gran avance y esto se lograría gracias a la coincidencia de las necesidades de ambos mandatarios. Por un lado, el presidente Hu enfrentaba la fuerte crítica internacional por las matanzas acontecidas en el Tíbet y necesitaba de una mano amiga que fortaleciera su imagen internacional y la encontró en Japón. Por su parte, el primer ministro Fukuda enfrentaba un declive dramático del índice de apoyo ciudadano y su gobierno estaba apunto de tambalearse. Por tanto, necesitaba de una hazaña internacional que permita contrarrestar esta situación. De esta manera, esta coincidencia de necesidades reditúa en un mejoramiento notorio de las relaciones entre ambos países.
El espacio se me acaba y como palabras finales quisiera decir lo siguiente. En los siguientes años Japón y China enfrentan un gran reto: eliminar las fuentes de conflicto y lograr la cohabitación pacífica que permita la cooperación en el Asia-Pacífico. Esta tarea no se ve nada fácil, pero creo que hay elementos que pueden permitir un mutuo entendimiento. El punto nodal es que las autoridades de ambos países logren una lectura prudente de los acontecimientos internacionales y logren ver más allá de sus necesidades políticas para dar así el salto definitivo para una relación madura.
Muchos periodistas en México han catalogado a las relaciones bilaterales Chino-Japonesas como un vínculo lleno de conflictos, resaltando la existencia de una “centenaria rivalidad” que evita en el entendimiento entre ambos. No es mi intención rebatir por completo estas percepciones. Es una realidad que Japón y China no han podido construir una verdadera cohabitación pacífica como lo han logrado Francia y Alemania, pero es una exageración decir que este conflicto sea centenario.
Ahora bien, por qué no se han logrado una cohabitación de largo plazo. Existen diversas razones que explican esta situación: 1) los factores históricos (guerras, rupturas de las relaciones diplomáticas); 2) la intromisión de agentes externos (Estados Unidos y la URSS); y 3) la incompatibilidad de intereses económicos y políticos. Sin embargo, un factor determinante han sido las percepciones que tienen las autoridades de ambos países y el uso mañoso que han hecho algunos de ellos de la “memoria histórica”.
Por un lado, las autoridades de Pekín no ha perdonado las atrocidades, cometidas por los militares japoneses en la primera mitad del siglo XX y han utilizado este innegable hecho para presionar a Japón. Por otro lado, las autoridades de Tokio siguen manteniendo una clara desconfianza hacia China y han buscado suavizar la creciente hegemonía china, resaltado en muchas ocasiones, un nacionalismo innecesario y una “amnesia” de los crímenes del pasado.
Como se observa, existen muchos elementos que han complicado una sana relación, pero es un error decir que esta situación ha prevalecido siempre. La historia ha mostrado también que ambos países han podido establecer un cierto entendimiento en el corto plazo. Y la causa principal de esto ha sido la coincidencia de las necesidades de los líderes de ambos países.
Por ejemplo, en la primera mitad de los años 70, las necesidades personales del entonces primer ministro Kakuei Tanaka (1972-1974) y la falta de recursos económicos del gobierno chino coincidieron para que se establezca un acercamiento entre ambos, redituando finalmente, en la normalización de las relaciones diplomáticas, que se habían truncando desde 1945. De esta manera, ambos países obtienen nuevas fuentes económicas, estableciéndose una nueva estructura de poder en el Asia Pacífico.
Otro ejemplo de estas coincidencias de necesidades se da en 1990. En ese año, Japón decide cancelar el boicot económico que le había impuesto a China (es el primero en hacerlo del bloque de los “países libres”) por la Matanza de la Plaza de Tiananmen. Esta decisión estaría supeditada a las necesidades económicas de las empresas japoneses que requerían del mercado chino para su expansión, pero también se lograría por la postura pro japonesa que había mostrado Pekín en esos años.
Un último caso de este tipo de coincidencias se dió en semanas recientes, cuando el presidente Hu Jintao visita Japón. En su estadía por Tokio, el mandatario chino sería recibido cordialmente por el primer ministro Yasuo Fukuda y en un comunicado conjunto ambos establecen el fortalecimiento de los lazos de cooperación y evitar considerarse mutuamente como un peligro. Además, establecen una estrecha cooperación para contrarrestar el problema del calentamiento global.
Sin duda, esto es un gran avance y esto se lograría gracias a la coincidencia de las necesidades de ambos mandatarios. Por un lado, el presidente Hu enfrentaba la fuerte crítica internacional por las matanzas acontecidas en el Tíbet y necesitaba de una mano amiga que fortaleciera su imagen internacional y la encontró en Japón. Por su parte, el primer ministro Fukuda enfrentaba un declive dramático del índice de apoyo ciudadano y su gobierno estaba apunto de tambalearse. Por tanto, necesitaba de una hazaña internacional que permita contrarrestar esta situación. De esta manera, esta coincidencia de necesidades reditúa en un mejoramiento notorio de las relaciones entre ambos países.
El espacio se me acaba y como palabras finales quisiera decir lo siguiente. En los siguientes años Japón y China enfrentan un gran reto: eliminar las fuentes de conflicto y lograr la cohabitación pacífica que permita la cooperación en el Asia-Pacífico. Esta tarea no se ve nada fácil, pero creo que hay elementos que pueden permitir un mutuo entendimiento. El punto nodal es que las autoridades de ambos países logren una lectura prudente de los acontecimientos internacionales y logren ver más allá de sus necesidades políticas para dar así el salto definitivo para una relación madura.