2/27/2007

Occidente y Oriente

(Texto publicado en Diario Monitor, 27 de febrero de 2007)

¿Qué lugar ocupa México dentro del concierto de las naciones? Esta pregunta ha sido una constante duda dentro los estudiosos de las relaciones diplomáticas mexicanas. Sin embargo, dentro de la llamada “literatura” de las Relaciones Internacionales, no existe una respuesta definitiva y encontramos varias interpretaciones. Por ejemplo, antes de los años 70, Jorge Castañeda (padre) y Modesto Seara Vázquez consideraban que México era una potencia que no podía influir en la balanza de poder del sistema internacional. Empero, después del decenio de los 70, muchos investigadores comienzan a postular la idea de que México es una potencia media que puede “mediar” las relaciones entre Estados Unidos y América Latina, especialmente con Centroamérica.

Ahora bien, lo señalado en el párrafo anterior es una muestra de las dos visiones más comunes, pero dentro de los sectores no académicos de México existen otras visiones. Una de ellas es la de ubicar a nuestro país dentro de la civilización “Occidental” y contraponer nuestra realidad con el “Oriente”, normalmente, asociado a la región de Asia-Pacífico. Sin embargo, muchas de estas opiniones son sólo una reproducción de las concepciones prejuiciosas que muchas naciones europeas han adjudicado a las regiones que colonizaron y no son acordes con la realidad que vive México.

Dicho en palabras más simples, es un orientalismo vulgar importado. Pero la pregunta crucial aquí es, si realmente México es parte o no de “Occidente”. Tratemos de contestar brevemente esto, haciendo una contraposición de México con Japón: país que suele verse como el prototipo del exótico “Oriente”.

Empecemos diciendo una obviedad. Desde un punto visto geográfico y tomando como referencia el meridiano de Greenwich, México está ubicado en el hemisferio occidental y Japón en la parte oriental. Empero, si dejamos a un lado este semicírculo imaginario y tomamos como punto de referencia por ejemplo a Brasil, México y Japón quedarán ubicados en el “Occidente”. De igual manera, si tomamos como referencia a Hawai, Japón quedará en el “Occidente”, mientras que México en el “Oriente”. Para no extender más el relato, la idea de un “Occidente” y “Oriente” es sumamente relativo.

Sin embargo, como sabemos, la idea del “Occidente” y “Oriente” no sólo es un simple concepto geográfico, sino que implica también una realidad cultural y religiosa. Y un ejemplo claro de este tipo de generalización (grotesca) es el libro de Samuel Huntington, el Choque de las Civilizaciones. Así, de acuerdo a este tipo de visiones, los países que tengan un número mayor de creyentes cristianos se les ubicará dentro del “Occidente”. Por su parte, las naciones en donde se profesen otro tipo de religiones como el islamismo y el budismo quedarán ubicados dentro del “Oriente”.

Entonces, visto desde esta óptica, México, por su amplio número de creyentes católicos, quedará ubicado automáticamente en el “Occidente”, mientas que Japón en el “Oriente”. Justamente, este tipo de interpretaciones prejuiciosas o anticuadas de los aspectos culturales de los pueblos asiáticos, es la que hace pensar a muchos mexicanos que somos parte de “Occidente”. Pero esto es un error.

El “Occidente” representa en muchos sentidos otros elementos que no son sólo cuestiones culturales, sino que también están asociados factores sociales, económicos y políticos. Así, para muchos “expertos”, los elementos que distinguen al “Occidente” del “Oriente” son la modernización, la democracia y el desarrollo económico. Tomando como base estos elementos, encontraremos pues que las etiquetas que se le han adjudicado a Japón y México se invierten . De este modo, gracias a su acelerado proceso de modernización (que inicia en la Regeneración Meiji) y la “consolidación” de un sistema democrático después de la segunda Guerra Mundial, Japón quedará ubicado dentro de “Occidente”. Por su parte, México quedará situado dentro del “Oriente” por las paupérrimas condiciones económicas de millones de mexicanos, las débiles instituciones y la nula existencia del Estado de Derecho. Temas que son resaltados constantemente por Armando Román Zozaya en sus columnas de Diario Monitor.

Desgraciadamente, el espacio no es suficiente para seguir analizando la problemática de las concepciones de “Occidente” y “Oriente”, pero como una conclusión provisional, creo que medir nuestra realidad con concepciones que son distintas a nuestra realidad pueden llevar a generalizaciones erróneas. Si bien, México y Japón tienen realidades distintas que pueden llevar hacia visiones exóticas, compartimos elementos comunes. Encontrarlos es una misión larga, pero un proceso necesario para salir de las trampas del Orientalismo, como lo indicó Edward Said en los años 70.

2/20/2007

La memoria histórica, China y Japón

(Texto publicado en Diario Monitor, 20 de febrero de 2007)

En los últimos años las relaciones diplomáticas entre Japón y China se han tornado conflictivas. Por un lado, las exploraciones, que emprendió China en las zonas oceánicas “japonesas”, acrecentaron la percepción del “peligro chino” dentro de las autoridades conservadoras de Tokio. Por otro lado, las políticas nacionalistas de Jun’ichiro Koizumi (2001-2006) eliminaron por completo las posibilidades de un diálogo con Pekín.

Sin embargo, esta conflictiva relación cambia en octubre del año pasado, cuando el nuevo primer ministro Shinzo Abe visita China y se entrevista con Hu Jintao. Este suceso permite mejores lazos, fortaleciendo también el proyecto de la Comunidad de Este de Asia. Así, los pronósticos de muchos es que en los próximos años observaremos un cambio sustantivo. Pero, aún existe un problema que no se ha solucionado: las diferentes percepciones que tienen cada país sobre el pasado. Mientras que Japón mantiene una reticencia en reconocer las atrocidades cometidas en las guerras de expansión, China sigue fortaleciendo una historia nacionalista y chauvinista que evita la crítica y distorsiona los sucesos que ocurrieron en los decenios de los 30 y 40.

Probablemente, la solución “idónea” es que Japón emprenda una disculpa oficial convincente en donde reconozca sus errores y dé una ayuda económica más jugosa a China. Pero esa opción es muy improbable. Las autoridades conservadores no tienen la mínima intención de hacer eso. Además, viendo la postura que ha manejado durante mucho tiempo España hacia la Conquista y el genocidio en América Latina, probablemente no se dé nunca una respuesta definitiva por parte de Tokio.

Entonces ¿quién tiene la razón? Contestar esto es una historia sin fin. Sin embargo, de acuerdo a una encuesta que realizó el periódico singapurense, The Straits Times, en 7 naciones asiáticas (Singapur, Filipinas, Malasia, Indonesia, Tailandia, Corea del Sur y China), el 48% de los “asiáticos” considera que Japón es el responsable del deterioro de las relaciones, mientras que un 17% le adjudicó esta culpa a China. Asimismo, un 54% de los encuestados consideró que la memoria histórica es el principal problema, dejando a los conflictos económicos (18%) y el ascenso chino en Asia-Pacífico (16%) como problemas secundarios.

Esta encuesta es interesante, pero hay que tener cuidado con el análisis de sus datos. Tiene problemas metodológicos, ya que incluye las opiniones chinas, sin meter a las japonesas. De igual manera, no capta las diferencias que dejó el expansionismo japonés en Asia-Pacífico y sus posteriores traumas. Por ejemplo, pone en un mismo conglomerado las percepciones de naciones como Malasia o Tailandia que han buscado establecer una reconciliación mayor y las visiones antijaponesas de Corea del Sur.

De hecho, esto queda demostrado en el tema de las visitas que hizo Koizumi al Mausoleo de Yasukuni (lugar donde reposan simbólicamente los militares caídos en las guerras de expansión japonesa). Un 43% reprueba las visitas, mientras que un 21% contesta que se pueden tolerar y un 27% no las considera importantes. En lo personal, esperaba un número mayor de reprobación y me hacen pensar que fueron, finalmente, las opiniones chinas y coreanas las que consideraron reprobable la conducta de Koizumi.

Por lo que toca a la memoria histórica. La encuesta busca establecer atropelladamente cuál de los dos países ha establecido una mayor distorsión de la historia. Así, cuando se les preguntó a los encuestados sobre el contenido de los textos de historia chinos, el 29% respondió que eran correctos, mientras que el 21% contestó que estaban incorrectos. Al hacer esta misma pregunta para el caso de Japón; un 54% respondió que el contenido de los textos japoneses era incorrecto y un 7% que estaba correctos.

De este manera, observamos que existe la percepción de que Japón sigue distorsionando la historia. Empero, hay que tener en cuenta dos cosas. La primera es que no se ha difundido en Asia-Pacífico el contenido real de los libros de China. La distorsión existe. La otra es el nulo reconocimiento de las “disculpas” ofrecidas por el primer ministro socialista Tomiichi Murayama (1994-1996) y su evolución como la postura oficial hacia este problema.

Como palabras finales, comparto la preocupación de muchos asiáticos sobre la “amnesia” de los japoneses y su nulo reconocimiento de sus errores del pasado, pero creo que hay de igual manera una gran ignorancia sobre la memoria histórica en China y han sido los medios los responsables de no difundir esto.

2/13/2007

El futuro del béisbol

(Artículo publicado en Diario Monitor, 13 de febrero de 2007)

Hace un par de días, las Águilas Cibaeñas de la República Dominicana ganaron la Serie del Caribe. Para aquellos que no estén familiarizados con el “Rey de los Deportes”, este torneo es el más importante a nivel profesional en el mundo y reúne a los campeones de las ligas invernales de Puerto Rico, República Dominicana, Venezuela y México. Y como dato histórico, en su primera etapa (1949-1960) sólo participaban los países de la Confederación de Béisbol del Caribe (Cuba, Puerto Rico, Panamá y Venezuela). Sin embargo, en 1961 Fidel Castro decide no participar, dejando a la Serie paralizada y es en 1971 con la incorporación de la Liga del Pacífico, cuando la Serie vuelve a realizarse, conformándose la estructura que conocemos actualmente.

Ahora bien, es interesante ver cómo en una zona en donde las disparidades del ingreso son extremas y en donde dominaron por muchos años las dictaduras se haya logrado mantener un torneo de calidad. Pero dejemos un momento el Caribe y trasladémonos a Asia. En esta región el “Rey de los deportes” logra un desarrollo importante, pero no observamos la estructura de competencia que ha existido en el Caribe. Las relaciones entre Japón y sus vecinos han sido ríspidas en la posguerra y no permitieron crear una Serie Asiática. De hecho, el actual torneo que reúne a los campeones de cada una de las ligas asiáticas comenzó a realizarse en el año de 2005. Esto no implica, sin embargo, que el nivel del béisbol asiático esté demasiado lejos del caribeño. Todo lo contrario.

Tenemos en primera instancia a Japón que es la segunda potencia mundial de béisbol (por lo menos en término económicos e infraestructura deportiva). La Liga Japonesa está formada por una enorme cantera de jugadores. De igual manera, veteranos de las grandes ligas, así como los jóvenes de las Ligas menores suelen jugar en Japón. Asimismo, observamos la contratación de jugadores importantes de Taiwán y Corea. Finalmente, en lo últimos años, Japón se ha vuelto en un exportador de jugadores a las Grandes Ligas y muchos de ellos como Ichiro Suzuki, han logrado trascender.

Por lo que toca a Corea y Taiwán, tenemos a dos ligas de buena calidad, aunque aún no han logrado el nivel que tiene la Liga Japonesa. Sin embargo, en los últimos años, las selecciones nacionales de Corea y Taiwán han demostrado que pueden ganarles a los japoneses, arrebatándoles triunfos importantes en los Mundiales de Béisbol, las Olimpiadas y los Juegos Asiáticos. Finalmente, la Liga de China concentra una cantidad enorme de jugadores, pero aún con una calidad baja. Sin embargo, en los últimos años, el gobierno ha buscado fortalecer este deporte para que el equipo chino tenga un papel digno en las Olimpiadas de Pekín, misión que se ve difícil.

Hasta ahora he esbozado dos regiones beisboleras de suma importancia, pero al hablar del béisbol, uno no puede olvidar que actualmente este deporte vive una crisis. El COI ha decidido eliminarlo de las justas olímpicas. Una de las razones es el poco número de países que practican este deporte. Empero, esto no es la única causa. Los equipos importantes no mandan a sus mejores jugadores profesionales, ya que la justa olímpica se empalma con la temporada regular. De igual manera, los dueños de las Grandes Ligas no tienen el interés de colaborar con el COI. Finalmente, el claro uso de anabólicos por parte de los jugadores profesionales contradice las reglas antidoping de los Juegos Olímpicos.

Esto, sin duda, hace que el béisbol no pueda regresar como deporte olímpico para los Juegos de Londres 2012. Ante esto, las autoridades japonesas han tratado de cumplir los requisitos que pide el COI. Por ejemplo, se ha decidido profesionalizar a la selección nacional, incorporando a los mejores peloteros que juegan en la Liga Japonesa. De igual manera, han designado a un manager fijo que se encargue de supervisar la selección: Senichi Hoshino. Finalmente, la Liga Japonesa ha buscado fomentar la Serie Asiática y hacer de ésta una plataforma para poder impulsar una profesionalización de la región. De este modo, los japoneses han buscado convencer al COI de que el béisbol es un deporte que merece estar en las Olimpiadas y con esto no perder el único deporte de conjunto en donde Japón puede conseguir una medalla de oro.

Para finalizar, aún es prematuro predecir qué futuro le depara al “Rey de los deportes”, pero creo que la profesionalización de béisbol olímpico puede ser una solución y con esto podríamos ver otro torneo emotivo como fuel el Clásico Mundial de Béisbol del año pasado, en donde México le ganó a los Estados Unidos. Todo dependerá de lo que dicte el COI y las Grandes Ligas.

2/06/2007

El reciclaje y los indigentes en Japón

(Artículo publicado en Diario Monitor, 6 de febrero de 2007)

Hace un par de semanas tuve la oportunidad de participar en un free market, un bazar en donde la gente vende su ropa, bajillas y juguetes usados. Muchas de las personas que participan ahí lo hacen para deshacerse de los objetos que han acumulado y evitar, así que sus diminutas casas se saturen de cosas innecesarias. Esta actividad es una clara muestra de cómo el reciclaje puede coadyuvar a un uso más racionalizado de los recursos. Empero, existe otra realidad.

En los free markets también es común ver gente que quiere hacer negocio y venden ropa nueva. De igual manera, podemos observar negocios especializados de ropa usada que venden sus productos a precios altos. Esta situación sobrepasa por mucho la idea que tenemos sobre el reciclaje, visto generalmente como una actividad no lucrativa. Y es el resultado, probablemente, de la saturación de producción y los patrones de consumo masivos.

Ahora bien, como dato curioso. En los basureros japoneses, es muy común ver tirados refrigeradores, muebles, inclusive motos. En los años 80, cuando la burbuja económica llegó a su mayor esplendor, esta forma de tirar cosas llegó a ser tan absurda al grado de que muchos tiraron refrigeradores que eran susceptibles a ser reparados y volverse a utilizar.

Finalmente, en la segunda mitad de los años 90, el gobierno decide multar a las personas que tiren a diestra y siniestra estos objetos. Asimismo, gracias a una mayor conciencia ecológica, se establece que las personas deben pagar una cuota obligatoria, cuando tiren aparatos electrodomésticos y muebles. Aunque los resultados no son aún claros. Para no extender más el relato, es claro que el proceso de reciclaje ha comenzado a crecer y los free markets, con todo y sus defectos, han coadyuvado a reutilizar las cosas.

Cambiando un poco el tema, ésta no es la primera vez que vengo a estos mercados, pero sí la primera vez colaboro como vendedor. La razón que me llevó a esto fue un objetivo específico: recabar fondos para una organización lucrativa, llamada Big Issue, que ayuda a los homeless (indigentes que viven en la calle). Esta empresa comercializa una revista de alta calidad, en la cual colaboran actores y músicos de talla internacional como Nikole Kidman, Björk, Gael García Bernal, así como escritores, caricaturistas y artistas plásticos.

La empresa, básicamente, incentiva a los homeless a que vendan estas revistas en las calles y obtengan a cambio dinero para su subsistencia. De hecho, la mayor parte de las ganancias (alrededor del 60%) las recibe el indigente y la empresa obtiene sólo una parte mínima que se destina a solventar los costos de edición.

Este proyecto de Big Issue no es una idea japonesa, sino inglesa. En el año de 1991, John Bird y Dave Bulldog deciden crear la revista y en los años posteriores logra una gran difusión en el Reino Unido. Actualmente, existen, además de la versión japonesa, ediciones en Australia, Namibia y Sudáfrica. Por lo que toca al caso de Japón, Big Issue Japan se funda en el año de 2003 y comienza sus actividades en Osaka, expandiéndose después a Tokio. El objetivo de Big Issue Japan es ayudar a los indigentes japoneses a lograr una autonomía económica. Según, los datos del Ministerio de Salud y Trabajo, el número de indigentes en el año 2003 era de 25 mil, por lo que la misión de Big Issue Japan es ardua.

Desgraciadamente, la empresa enfrenta varios problemas, especialmente en la parte de los costos. Es por eso que vimos que al vender ropa en el free market, podría colaborar, aunque fuera de manera modesta, a la misión que se ha trazado Big Issue. Y, gracias a la colaboración de varias de mis amistades, logramos conseguir ropa y la pudimos vender. Nuestra meta era obtener 5 mil yenes (470 pesos). Para nuestra fortuna logramos una ganancia mayor: 8 mil yenes (760 pesos). Quisiera aprovechar este espacio para agradecerles a Leandro Llanza y su esposa Dina, así como Pedro Erber, el haber donado su ropa.

A guisa de conclusión, la existencia de una creciente cultura de reciclaje en Japón muestran cómo una actividad ligada al “capitalismo progresista” puede contribuir hacia un uso más racional de los recursos. Sin embargo, viendo el continuo aumento del número de indigentes y la falta de trabajo para ellos, el “capitalismo japonés” demuestran su voracidad y de igual manera muestra que las reformas neoliberales del gobierno han descuidado lo más importante: sus ciudadanos.