1/11/2010

Los años cincuenta


En una borrachera (sinceramente no me acuerdo cuál, bueno sí se cuál pero omito cuál fue), uno de los presentes, me preguntó cuál era el periodo de la historia japonesa que más me gustaba. No sé, por qué se le habrá ocurrido esa pregunta y tampoco por qué nuestras charla terminó aterrizando en ese chalado tema. Bueno no es que sea alelado lo que me dijo, pero no es una cuestión para tratar en una borrachera. En serio que el alcohol hace maravillas…
    Pero dejando a un lado los efectos nocivos de las copas; este tipo de preguntas siempre me son un incómodas. En primer lugar, yo no me sé muy bien la historia de Japón. Más bien dicho me la sé a medias. En segundo lugar, es demasiado larga la historia de este país insular (bueno qué historia nacional no es larga). Y finalmente, contestar implica siempre menospreciar a un periodo histórico de otro.
    Justo cuando pensaba decir las líneas anteriores; mi compañero de copas me dijo que a él le gustaba la Renovación Meiji. La razón, sinceramente, no me acuerdo. Creo que a él le fascinaba mucho cómo los japoneses había logrado asimilar la cultura de las potencias de Europa occidental. Algo así era. Otros contestaron, distintos periodos y bueno llegó mi turno. Antes de contestar, señalé fanfarronamente que no podía delimitar qué periodo era más atractivo y dije que la década de los cincuenta del siglo XX. Es decir, el periodo cuando Japón fue ocupado por el ejército Aliado (estadounidense en su mayoría) y el regreso de este país al concierto internacional como nación democrática.
    Como me lo temía, los presentes se quedaron un poco incómodos. Los años cincuenta representan una época oscura en la cual una potencia extranjera cambió a su antojo las instituciones de Japón. Bueno quizás estoy exagerando. Cambiaron algunas cosas, otras quedaron igual. De pronto, recuerdo que uno de ellos me preguntó por qué me gustaba esos años. Yo le consté de esta manera.
    No me gusta sino que me intriga mucho. Me parece increíble lo que pasó en esos años. He visto fotos, leído libros y visto películas sobre esos años. También he escuchado anécdotas de mi difunta abuela sobre esos años. Y aunque aún me falta mucho trecho, como estudioso de la historia, me es imposible imaginar que los militares estadounidenses hayan caminado libremente por las calles de Tokio. No concibo tampoco que los japoneses hayan reaccionado de una manera tan pasiva frente a la ocupación. No opusieron ninguna resistencia frente al ejército invasor. Es cierto, que muchos estaban hartos de la guerra, pero es interesante que no se hayan formado brigadas antiestadounidenses como ha sucedido en Irak o Afganistán. El libro de John Dower, Embracing Defeat, explica una parte, pero no me deja de ser sorprender este tema. En este sentido, coincido con Ernesto Guevara, cuando él visito Hiroshima: “¿Por qué los japoneses no odian a los gringos, después de sufrir tanta atrocidad?”
    Mi respuesta no le gustó a mi amigo. Él quería que yo dijera la época Edo (1604-1868) y para evitar malos entendidos le dije: la década de los cincuenta es una época fascinante porque aún convivían los elementos del Japón conservador y moderno.
     En fin, no me acuerdo cómo terminó nuestra charla después (no en golpes, no insulté a nadie), supongo que alguien se dio cuenta que estábamos divagando y cambio de tema… Creo que fue el fútbol. Otro tema no apto para el alcohol y más cuando la primera frase comienza diciendo: ¿Te gusta la selección japonesa?”